Editorial
Entrevista
a la doctora Piera Aulagnier
María
Cristina Rother de Hornstein
Luis
Córdoba
El niño del psicoanálisis:
distintos modelos teóricos y sus consecuencias en la clínica María
Teresa Cena
Criterios de curación y
objetivos terapéuticos en el psicoanálisis
Editorial
Aldo
Melillo
Criterios
de curación y objetivos terapéuticos en el psicoanálisis. Obra de
Bleger
Mariano
Dunayevich
Criterios
de curación y objetivos terapéuticos en la obra de Liberman
Benzion
Winograd
Reseñas
El
vacío mental
Jaime
Lutenberg
Resiliencia
Aldo
Melillo
Tercera
tópica
Rubén
Zukerfeld
Comentarios
de textos
Revista
Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados Nº 27
Los
orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica
Leonardo
Peskin
por
María Teresa Reddel
Resiliencia.
Descubriendo las propias fortalezas
Aldo
Melillo, comp.
Elbio
Suárez Ojeda, comp.
por
Mabel Rosenvald de Baril
Prevención
en salud Mental. Escenarios actuales.
por
María Rosa Pennacchioni |
Benzion
Winograd
Doctor César Merea: Vamos a empezar la actividad de
hoy con una pequeña reseña de nuestras próximas actividades.
Ustedes saben que tenemos un curso, un ciclo de
"Criterios de curación y objetivos terapéuticos en psicoanálisis" en distintos autores. Este ciclo se va a completar
con dos conferencias, una de las cuales es la que tenemos hoy a cargo del
doctor Benzion Winograd, quien va a hablar sobre el tema en la obra de Liberman, y el próximo
10 de octubre se cerrará el ciclo con la conferencia del licenciado Juan
Carlos Indart
sobre el mismo tema en la obra de Lacan.
Vamos a escuchar la conferencia del doctor Winograd,
él hará una exposición y luego habrá tiempo para que ustedes formulen preguntas.
Doctor Benzion Winograd: Como ocurrió con los temas
anteriores, el título "Objetivos terapéuticos y factores de
curación", no lo podemos desglosar de toda una serie de conceptos
vinculados al esquema referencial correspondiente.
Voy a tratar de hacer una reseña de algunos de
los modelos teóricos psicopatológicos y clínicos de la obra de Liberman
para, a partir de ellos, inferir cuáles son sus objetivos en cuanto a los
resultados del proceso terapéutico psicoanalítico.
No sé si podemos hablar de "la obra de
Liberman", porque él no tenía demasiado interés en armar una obra. Es de los pocos
psicoanalistas que nunca pretendió cerrar, sino dejar más bien siempre
abiertas sus ideas. Debido a su fallecimiento, no podemos sino tratar de
desarrollarlas para que puedan perdurar y servir a nosotros y al
desarrollo del análisis.
Mi idea es considerar la obra de Liberman
dividida en cuatro períodos, que como todas las divisiones son
subjetivas, arbitrarias y esquemáticas, y sirven solamente para algún
tipo de ordenamiento.
Un primer período es el de una serie de
trabajos sobre temas varios, de naturaleza clínica psicopatológica (en
general ubico la producción de Liberman entre el cincuenta y tantos y
la década del setenta, diferenciando sobre todo la producción del
sesenta y la del setenta). Este primer período, que sería previo al sesenta, insisto,
abarcaba temas varios que se desarrollarán a lo largo de toda su obra. El interés
estriba en trabajos que plantearan dificultades del proceso
psicoanalítico, tanto en el aspecto psicopatológico como en el técnico.
Éstos marcan toda una línea que Liberman fue desarrollando en múltiples
direcciones y que uno las podría definir como: plantearse el problema de
cuáles son las vicisitudes de las estructuras psicopatológicas en el
proceso terapéutico psicoanalítico. La idea es que en la obra de Freud y
en la mayoría de los desarrollos posfreudianos, salvo excepciones, no
existía o no existe una formalización adecuada de la teoría de la
técnica en sus problemáticas especiales. Cuando digo "especiales", no me
refiero solamente a psicosis o a borderline o a narcisismo, temas que
enfoca el análisis contemporáneo, sino a las múltiples combinatorias
dentro del componente neurótico: cuáles son los parámetros de la
teoría de la técnica en relación con esos componentes. Todos nosotros y
todos ustedes estudiamos la transferencia, la interpretación, la
resistencia, la regresión, todos los parámetros de la teoría de la
técnica. Pues bien, Liberman empieza a plantearse esos mismos parámetros en
relación con las estructuras psicopatológicas.
Ya en el primer período Liberman publica dos
trabajos relacionados con el abordaje de las dificultades más
específicas de ese tipo de estructuras, que no eran resueltas o formuladas por la teoría de la técnica habitual.
En el segundo período aparece una situación mucho más
específica, que es tratar de definir el campo clínico desde una
perspectiva conceptual diferente y algo exterior al psicoanálisis, y allí
se produce la introducción de lo que llamamos "el modelo comunicacional en
psicoanálisis", para redefinir esa situación clínica. Ése es un título
que después voy a tratar de desarrollar un poco más, porque es bastante
prioritario para considerar factores de curación y objetivos
terapéuticos.
En este segundo período, que se
inicia en la década del
sesenta, aproximadamente, Liberman, por los
problemas que plantean las variables psicopatológicas, no resueltos en la
teoría de la técnica y la clínica psicoanalítica, propone
un modelo para enfocar el campo clínico en psicoanálisis: el modelo
comunicacional, cuyo uso ya habían iniciado algunos psiquiatras y
antropólogos del grupo de Palo Alto con una formulación conceptual
diferente a la de Liberman.
Un tercer período, que podríamos ubicar con
cierta benevolencia en la década del setenta y la del ochenta, introduce nuevos
modelos que están vinculados, sobre todo, con la semiótica y la
lingüística y, en particular, con los aportes de Morris, quien se ocupaba de
problemas semióticos, los de Jacobson y, más puntualmente, con los de Chomsky, lingüistas que
también plantean nuevos caminos en la teoría de la técnica, en los
esquemas nosográficos y, de algún modo, en el aspecto metapsicológico
del psicoanálisis, porque un replanteo en un campo específico, tiene
algún tipo de trascendencia en los demás. En Liberman es así.
Finalmente, el cuarto período, que abarca
aproximadamente desde 1980 hasta octubre del año pasado, momento en que
se produce la
desaparición física de David Liberman. Durante este período se ocupa de ciertos problemas
específicos del campo psicoanalítico, como el problema de la enfermedad
psicosomática, el de la sobreadaptación (junto con un grupo de
colegas, profesores de nuestra institución), y de algunos temas especiales, como
el de la llamada psicología vincular.
Ésta, en principio, es una visión sumamente panorámica y
esquemática. Vamos a examinar los modelos conceptuales de la obra de
Liberman, para después pasar al punto siguiente.
Liberman es un autor que trabajaba con la
particular preocupación de lo que podríamos llamar "intentos
correlativos". Permanentemente se ocupa y preocupa por la correlación
entre psicopatología, técnica, clínica, teoría, y también por los
distintos esquemas teóricos entre sí. En este sentido, podríamos decir
que metodológicamente tiende a lo que llamamos una posición
operacionalista. Quiero decir que es una posición que en general toma las
teorías como instrumento, como modelo, para resolver tales o cuales
problemas clínicos y no como categorías absolutas,
completas, coherentes y cerradas. Es un esquema muy
particular dentro del campo de psicoanálisis. Liberman toma muchas cosas
de Melanie Klein y de los clásicos psicoanalíticos, como Fenichel y
Abraham, muchas más de Freud, y muchas de la teoría de la comunicación.
Pero trata de instrumentarlas en una especie de modelo adecuado a tal o
cual problema clínico. Si uno (aunque a veces no es coincidente con los
autores que defienden su propio esquema referencial y pretenden mostrar un
parentesco muy lejano con el esquema de Liberman) toma cualquier teoría
de Melanie Klein, ve que en Liberman esa teoría es usada instrumentalmente.
Por ejemplo, la teoría de función-pecho no es usada como una explicación genética,
como puede aparecer en las líneas de continuidad genética, sino que Liberman
la utiliza a su manera, sin que suponga la aceptación total
de la teoría kleiniana (sé que esto es polémico, pero para debatirlo está
la última media hora).
Entonces, ¿cuáles son algunos de los aportes
fundamentales de Liberman? Sin ser exhaustivo, voy a tomar aquellos
aportes que interesan al tema de hoy, al psicoanálisis en general.
La primera y quizás una de las preocupaciones
más constantes que puede marcar cierta línea de su obra, es la que se
refiere a la redefinición del campo clínico en psicoanálisis.
Redefinir el campo clínico no es mostrar una sesión, ni decir lo que le
pasa a un paciente. Cuando digo redefinición, me refiero a un instrumento
conceptual, a una teoría del campo clínico. Asistimos muchas veces a las
polémicas entre los que son clínicos y son teóricos y los que hablan
desde la clínica con teorías que no han sido asumidas como tales. En
Liberman hay una preocupación por una conceptualización del campo
clínico, y es una de las marcas de su obra.
¿Qué elementos utiliza para tal redefinición?
Primero el que yo acabo de plantearles, es decir,
usar un modelo que no provenga de la teoría psicoanalítica, y en eso
está el uso del modelo comunicacional.
Un segundo punto, enumerándolos sólo como títulos, es describir lo que él llama contextos del proceso
terapéutico. Es una línea de conceptos que aparece más bien en la
década del ochenta. La idea de Liberman es que el proceso analítico se
puede examinar en tres contextos de inclusión cada vez menor. Éstos son:
situación analítica, encuadre y diálogo. Si uno estudia un poco
este problema, se da cuenta de que ahí hay un aporte instrumental muy
interesante respecto a la definición del campo terapéutico.
El tercer punto se refiere a la correlación
entre la teoría de la transferencia y las estructuras psicopatológicas.
El cuarto punto sería la
correlación entre lo que puede ser la teoría de la interpretación, la
teoría de la transferencia y las estructuras psicopatológicas.
Y un quinto punto podría tener que ver con tratar de
definir las vicisitudes del proceso terapéutico y sus posibilidades de
abordaje, planteando dos niveles de análisis diferentes: 1) lo que
Liberman llama la sesión como unidad del proceso analítico y sus
estudios con distintas metodologías que veremos más adelante, y 2) un
contexto interclínico, que es la posibilidad de estudiar la sesión
desde perspectivas que impliquen reflexiones acerca de la misma, por
ejemplo la supervisión. Pero en Liberman esto no consiste en aconsejar
supervisiones, sino plantear una teoría de lo que podríamos llamar un
contexto interclínico para el estudio del proceso analítico, que tiene
toda una serie de parámetros intervinientes.
Liberman también da una definición de material,
que creo que es muy importante dentro del conjunto. Él enfatiza mucho
que con el término "material" (lo que otras escuelas llaman
discurso) no
solamente nos referimos a la producción lingüística, a la producción verbal, sino
a todo lo que es extra verbal y corporal; es decir,
paraverbal y corporal. Cuando decimos paraverbal nos estamos refiriendo a los tonos, los afectos, la
fonología -en términos lingüísticos-, y, cuando decimos corporal,
estamos aludiendo a los
movimientos del paciente, que para Liberman forman la unidad del material.
Finalmente, Liberman hace nuevas propuestas de
esquemas nosográficos, tanto en la década del sesenta como en la del setenta,
que están basadas también en vicisitudes del desarrollo –como todos los
esquemas en psicoanálisis– pero incluyen, junto a las líneas
clásicas, refiriéndome al esquema Freud-Abraham-Fenichel, algunas pautas
surgidas del modelo comunicativo, que para Liberman tiene la importancia
de implicar pautas vinculares. Pautas de relación que, a su vez, tienen importancia para
el estudio de las vicisitudes del proceso terapéutico. Estas pautas son como
piezas que están de algún modo encajadas, aunque a veces sea difícil
discriminarlas.
Liberman también hace una extensión de la etiología en
psicoanálisis, porque extiende el esquema clásico Freud-Abraham-Fenichel de las
escalas de la libido y arma un esquema que llama "el
ciclo vital". En él entran no solamente los períodos hasta el complejo
edípico, que son los períodos clásicos del psicoanálisis, sino todos los distintos momentos de la vida que para él tienen
importancia etiológica y deben ser considerados en el diagnóstico
dinámico.
Voy a tratar de particularizar alguno de estos
títulos, para examinar y discutir el tema "objetivos".
Examinaré muy someramente cómo se articula el
modelo comunicacional con la teoría psicoanalítica, sin hacer un
análisis exhaustivo del primero.
Como ya he dicho, el fundamento de Liberman
para trabajar con un modelo no específico del psicoanálisis es la necesidad de
redefinir el campo clínico con un modelo que presenta cierta
independencia de los esquemas teóricos psicoanalíticos, porque según
él, y según muchos acercamientos metodológicos al psicoanálisis, cuando
uno define el campo clínico con hipótesis teóricas muy saturadas, se llega
a cortocircuitos comunicativos en la relación interdisciplinaria.
En ese sentido, hace una puntualización interesante y
polémica. Dice que todo el cuerpo fundamental de la teoría
psicoanalítica, de la metapsicología y de muchas de sus ramas, sobre
todo a partir de la obra de Freud, presentan la característica de ser una
teoría que estudia al sujeto, es una teoría de la persona, una teoría
unipersonal, lo cual no excluye que dentro del sujeto se estudien las
influencias del mundo intersubjetivo, llámese experiencia de
satisfacción, impulsos, objetos y fin, pero en definitiva, como teoría, estudia al
sujeto como "una" entidad.
Liberman se refiere entonces a la situación
paradójica de que la clínica psicoanalítica está basada en una pareja. Es
decir que las operaciones terapéuticas del psicoanálisis se basan en la
relación de dos, pero el psicoanálisis tiene por objetivo estudiar el
uno. Así, la hipótesis de Liberman es que en el psicoanálisis hay un cierto déficit
en algunas teorías que estudian esa situación de dos
o que por lo menos articulan todas las situaciones del uno con una teoría
que estudie la relación de dos.
Para él, la única teoría que estudia el campo
bipersonal es la teoría de la transferencia, todas las demás estudian el
mundo intersubjetivo, y como éste está inscripto en el propio sujeto, no
estudian la díada.
Él propone un modelo que justamente fue usado
por los ingenieros en comunicaciones y los psiquiatras de Palo Alto para
estudiar las vicisitudes de la díada.
Hay que hacer una aclaración, que todos ustedes deben tener presente, porque hemos insistido, ante ciertas falsas
polémicas, que el uso de Liberman no es igual al de Palo Alto, aunque
tengan el mismo punto de partida.
Liberman propone ese modelo para estudiar el
campo clínico y algunos aportes y agregados, pero no para
reemplazar ni las teorías motivacionales, ni la metapsicología
psicoanalítica. Todo lo contrario, él mantiene la metapsicología en
todos sus puntos, incluido el famoso punto de vista económico –cosa que
no pasa con el grupo Palo Alto, porque Bateson, en particular, uno de
sus teóricos más fuertes, introducía el modelo comunicacional y el de
la caja negra para reemplazar el exceso motivacionalista,
"abstraccista", etcétera, del psicoanálisis-. Son dos posiciones
diferentes que se reflejan incluso en algunas discusiones sobre las
teorías sistémicas y su articulación posible o no con el
psicoanálisis.
¿De dónde parte ese uso del modelo
comunicacional? Además de partir de lo que acabo de señalar, también
parte de una necesidad de
tener ciertos instrumentos que definan el campo clínico en los niveles
más cercanos a la experiencia, dentro de lo que podría ser una
sistematización metodológica.
Liberman se sirve, para ello, de una famosa frase de Freud,
importante para entender la articulación con el modelo comunicacional:
Voy a hacer un brevísimo esquema:
Utilizando uno de los modelos de Freud de la
metapsicología y aplicándolo al sistema topográfico de la
primera tópica, la relación analítica podría describirse como un
encuentro entre dos aparatos psíquicos, que por supuesto están dentro de
personas, pero cada una de esas personas tiene un aparato psíquico.
Freud lo diagramó con tres zonas, tres
sistemas, que denominó: Consciente (CC.), Inconsciente (INC.) y
Preconsciente (PREC.).
Lo que aquí importa es que el estado interior de estos dos aparatos, desde la regla
fundamental del psicoanálisis, es diferente. Es decir que ya desde Freud
–punto que mantiene Liberman– se trata de una relación asimétrica,
en la que el inconsciente del terapeuta (pondremos al terapeuta [T] a la
derecha) tiene un estado de su aparato psíquico
diferente al del paciente, por definición de la regla fundamental llamada
"principio de atención flotante".
Principio de atención flotante no significa
solamente que el sujeto-terapeuta se deja impactar libremente por las
ocurrencias del paciente, significa que hay algo previo. Y lo previo es que por el análisis del terapeuta hay
una particular permeabilidad entre su sistema INC. y PREC.; es decir, se
supone que, con su análisis, el terapeuta ha permeabilizado la
relación intersistémica. Freud se refiere a ello diciendo que el
terapeuta no puede tener resistencias, y, si puede tenerlas,
tiene que conocerlas, tiene que conocer sus puntos inconscientes.
El paciente, por el principio de la "regla
fundamental", sólo debe comprometerse con la suspensión momentánea
de la segunda censura entre CC. y PREC. para un acceso más fluido a su
discurso emisor de los derivados inconscientes.
Por supuesto que la atención flotante en el
terapeuta implica
también la abolición voluntaria de la segunda censura,
es decir, donde se pierde el orden convencional entre la lectura del
discurso, el relato, para ubicarse en ese orden particular de resonancia que
significa estar permeable para que los reflejos inconscientes y
conscientes del terapeuta receptor capten las ondas significativas del
paciente.
A esto también lo podemos entender como circuito
comunicativo. Hay dos personas, dos sujetos que son alternativamente
emisor y receptor. Cuando habla, el paciente es el emisor y el
terapeuta recibe, y a través de una evaluación donde interviene esta
particular condición del aparato, decodifica los mensajes inconscientes
del paciente. Cuando el paciente funciona como receptor, recibe una
interpretación y, si las cosas andan bien, va a decodificar adecuadamente
esos mensajes. Éste sería un circuito comunicativo dentro de la situación
analítica.
Ésta sería una definición fenoménica, pero
podríamos, dentro de la descripción del aparato psíquico, pensar en un
modelo de entradas y salidas. Es decir, Freud describió en el aparato
psíquico un extremo perceptual y un extremo motor.
Pero lo que importa para nuestra finalidad es que
se trata de un sistema de entradas y salidas: hay estímulos
que entran, procesamiento del aparato, y expresiones que salen.
Liberman
aplica este esquema de entradas y salidas para definir las funciones
comunicativas. Liberman hace una distinción entre funciones comunicativas
y funciones
de la comunicación. Quiero aclarar que el primero es un
término mucho más sencillo que el segundo. El término "funciones
de la comunicación" tiene que ver
con lo que algunos lingüistas han estudiado y sistematizado -Liberman
también lo toma-; en cambio, el término "funciones comunicativas" se refiere a que uno de
los actos más sencillos del comunicarse es que un sujeto recibe cosas,
las procesa y después emite algo vinculado con ellas. Esto sería, para
Liberman, un circuito comunicativo absolutamente elemental, que en
psicoanálisis se puede entender con esos dos diagramas del aparato
psíquico.
Aquí llegamos al punto interesante para nuestro
tema de hoy. Liberman trata de estudiar este sistema de entradas y salidas
del aparato psíquico en relación con lo que podríamos llamar un desarrollo
genético, un desarrollo diacrónico; es decir, un desarrollo genético
evolutivo donde se agrega esa idea de entrada y de salida de mensajes al
desarrollo habitual de la libido de Freud. A las fases oral I, oral II, anal I, anal II, fálica
y genital o fálica
edípica -como quieran llamarla-, Liberman les agrega funciones comunicativas de esa
naturaleza.
Las funciones son tres: recepción, evaluación y emisión de
mensajes. Liberman las estudia a lo largo de las seis fases ya
mencionadas, que para él son importantísimas –creo que, en Liberman, el
seis es un verdadero número cabalístico–. Entonces, parte de esas seis
etapas, después arma esquemas nosográficos que tienen siete cuadros pero
que se ubican en esas seis etapas y seis funciones yoicas. En general, el
seis es un número que uno puede retener y que ayuda bastante a
entender... no como un punto de partida cabalístico, sino en la medida en
que se basa en esas correlaciones entre etapas genéticas y modelos
comunicacionales.
Entonces, existirían esas seis etapas. Esas
funciones, dice Liberman, se complejizan a lo largo de esas seis etapas.
Es decir, se parte de funciones que son más rudimentarias para llegar a funciones de complejización cada vez mayor. Igual que en ciertos sectores
de la escala de Freud, ustedes van a ver que la libido converge, y cuando
se agrega el esquema de narcisismo se pasa de la indiscriminación
sujeto-objeto a la etapa de elección objetal, que implica una
discriminación cada vez mayor.
Liberman estudia esa complejización en los tres
tipos de funciones comunicativas que son: registro, o recepción o
percepción -como queramos llamarlo-, evaluación y emisión, y las ubica
en esas seis etapas con los siguientes agregados: para él cada una de
estas funciones puede tener adecuaciones, hipertrofias o hipotrofias. Es
decir que una de ellas puede estar muy desarrollada a expensas de otras, o puede estar poco
desarrollada, o puede ser adecuada.
La adecuación contribuye a lo que en la
situación clínica se va a llamar capacidad instrumental, y la
distorsión lo hará con ciertos aspectos de cada una de las
estructuras psicopatológicas que estudió, pues Liberman no estudió todas las estructuras
psicopatológicas. Él tiene una nosografía limitada en función de los cuadros que
podemos establecer, una nosografía psicoanalítica más global. En su
nosografía, cada función va a tener un aspecto instrumental, que puede
exceder o disminuir en distintas perturbaciones.
En función de esta consideración es que se
produce justamente la redefinición de campo clínico en psicoanálisis.
Después voy a enunciar las seis funciones someramente, pero quisiera
compartir el concepto central de Liberman: que el campo clínico va a
tener algunas características específicas, en el sentido de que al
establecerse la situación analítica cada persona o cada paciente va a
presentar comportamientos transferenciales cuya diferenciación dependerá de la estructura psicopatológica dominante
(después explicaré esto, porque es uno de los puntos difíciles de la teoría de
Liberman). Es decir, vamos a ver cuál es el uso que hace Liberman de la
teoría de la transferencia, vamos a ver que es distinto del de Freud, por
lo menos del más extendido de Freud, y distinto del de Melanie Klein.
Liberman, de algún modo, usa mucho los conceptos
de la teoría clásica de regresión y fijación. Para él, cada paciente
va a establecer en la situación transferencial puntos de fijación que
tienen que ver con la estructura psicopatológica dominante, y
además estarán relacionados con esas funciones comunicativas
hipertrofiadas o subdesarrolladas. Es decir que cada estructura psicopatológica
tendrá distintas maneras de percibir, evaluar y transmitir tanto por
medios verbales como por extraverbales, ahí se produce el acople de lo
que para Liberman es el material.
Estas consideraciones
influyen categóricamente en los objetivos terapéuticos, porque si bien
Liberman mantiene la propuesta de hacer consciente lo inconsciente (y
cuando digo que la mantiene es porque no lo hace solamente como declaración de
principio, después veremos que la mantiene como logro de objetivos
centrales de la teoría de la técnica psicoanalítica), plantea que la
manera en que se hace consciente lo inconsciente necesitará
correlacionar las estructuras psicopatológicas de esta operación y,
además, los parámetros de la teoría de la técnica. Es decir que el
campo transferencial va a ser distinto según se trate de una histeria,
una fobia, o una neurosis obsesiva; pero no solamente por los objetos
distintos que se van a colocar en el terapeuta (no es lo que más le
preocupa), sino porque la manera de hablar y la manera de registrar la
relación, esa relación dual, va a ser distinta en cada estructura
psicopatológica.
Ahora voy a tratar de describir el esquema
genético de Liberman. Esquema en el cual se basan su clasificación
nosográfica y todas esas reconsideraciones sobre la transferencia. Es
decir que para Liberman hay que correlacionar siempre; los esquemas
genéticos sirven en tanto y en cuanto den cuenta de tales o cuales
problemas clínicos del proceso analítico.
Para Liberman, la etapa oral I está vinculada a
la percepción e incorporación de mensajes. Es decir que es una etapa
predominantemente perceptual desde el punto de vista comunicativo; no le interesa solamente el pecho, el objeto, o los problemas libidinales, sino
también estos tres elementos que son: registro, evaluación y
emisión. En la etapa oral I, la función perceptual está muy vinculada a
la percepción de totalidades a expensas de los detalles. Es decir que, para Liberman, la función instrumental ligada a la etapa oral I, lo que
aporta a la etapa oral I en ese desarrollo comunicativo del sujeto, es la
capacidad de percibir totalidades (después veremos que esta hipertrofia
pasa a estructura psicopatológica, incluso decía que es una especie de
acordeón, porque se achica y se agranda para todos lados). Él señala
que la función perceptual tiene que ver con una posibilidad del sujeto de
achicarse para captar características globales del objeto. El objeto acá
es persona, es categorización; no es objeto en el sentido clásico del
psicoanálisis, sino en el de cómo capta el sujeto el mundo
intersubjetivo, por ejemplo.
La etapa oral II también tiene mucho que ver
con lo perceptual, con ese polo del aparato. Pero en cuanto a función
implicaría la posibilidad de captar detalles como si fueran el todo.
Liberman menciona que el objeto se achica y el sujeto se agranda para
captar tal o cual detalle. Poder captar el detalle sin estar invadido por
el todo, sería la función instrumental.
La fijación a los niveles oral I y oral II
corresponde, desde otra perspectiva (desde otra perspectiva como la
conferencia del doctor Schneider), a la indiscriminación sujeto y objeto,
porque son las dos etapas que corresponden al autoerotismo, narcisismo
primario en una de las escalas de Freud. Liberman dice que son etapas donde
no se discrimina la persona como objeto total. Y esto tiene su impacto en
la relación transferencial, la transferencia se realiza adjudicándole al
terapeuta de manera concreta el rol de una parte del propio paciente, eso
es lo que llamaríamos en otras conceptualizaciones transferencia
narcisística, lo que para Freud no era transferencia en uno de sus
desarrollos; y, desde el punto de vista comunicativo, la característica
de esa transferencia, en la que se adjudica al terapeuta una parte del propio
paciente, es que el material se va a desarrollar mucho más por lo no
verbal que por lo verbal. Lo cual implica que el fenómeno transferencial no es
estudiado solamente en función de qué imago se transfiera (como puede
ser en el caso de Freud, porque además él no hubiera llamado
transferencia, desde una de sus definiciones, a este tipo de vínculo), sino
que para Liberman es importante la modalidad de conexión y su relación
con las pautas comunicativas, porque es lo que va a permitir abordajes
técnicos.
En la fase anal primaria se ubica la posibilidad
de expresión y transmisión inmediata de mensajes. Como función
instrumental implicaría transmisión directa, una transmisión con
menos complejización, como va a ocurrir en las etapas posteriores. Acá
también se correlacionan los impulsos libidinales anales expulsivos con
las funciones instrumentales. Por eso les decía que Liberman es un autor
que, sobre todo, correlaciona distintos instrumentos conceptuales.
En la
fijación a esta etapa anal primaria se daría lo que llamamos personalidades
impulsivas o psicopatías, donde el proceso comunicativo tendría
finalidades aloplásticas. Es decir que el terapeuta, no a la manera de la
oral I y la oral II, en las cuales no es discriminado, pasa a
convertirse en la prolongación del paciente. Ahí, comunicarse es
apoderarse de este interlocutor para tales o cuales finalidades.
En la fase anal secundaria, que marca la línea
de división entre neurosis y psicosis en el esquema clásico
Freud-Fenichel-Abraham, se aportan –según Liberman– sistemas reguladores
que evalúan la cantidad y calidad de los mensajes a transmitir.
Si hacemos la correlación con la teoría
psicoanalítica clásica, ésta es la etapa de la culturalización, la etapa en
que se marca la diferencia entre neurosis y psicosis, la etapa del
lenguaje en el sentido de capacidad verbal, de estructura lingüística en
el sentido del habla. Es la etapa del control de esfínteres como pauta
cultural impuesta al sujeto; en fin, actos obsesivos, prácticas
religiosas -todo lo que Freud considera como el nivel de culturalización con
participación del sujeto-, porque en el destete y el trauma de nacimiento
el sujeto resulta con una participación más bien pasiva. Aquí aparece
mucho más la influencia cultural, y Liberman la estudia desde la
perspectiva comunicacional.
El aspecto instrumental de esta etapa va a ser lo
que podemos llamar una adecuada discriminación, un adecuado control.
En cambio, cuando hay fijación se produce una
hipertrofia de la demarcación y un aislamiento entre el material verbal y
los sucesos internos de las personas, así como el intercambio afectivo
interpersonal (estamos hablando de la estructura obsesiva, por supuesto,
pero desde este punto de vista).
En la fase fálica existe lo que llama
estructuras anticipatorias, que implican evaluar entre la percepción, la
discriminación y la emisión. Es decir que hay nuevas complejizaciones.
Lo que Liberman llama estructuras anticipatorias
es lo que Freud describe en Inhibición, síntoma y angustia (capítulo
VII) como la
posibilidad del yo de dar señales de angustia (o señales de displacer
mínimo).
La idea es la de mecanismos anticipatorios donde el
sujeto, frente a ciertos peligros que pueden ser instintivos, es capaz de regular las respuestas.
Obviamente, el aspecto instrumental
implica un
adecuado uso de angustia señal. El aspecto patológico implica la invasión de
ciertas zonas por parte de este elemento anticipatorio -la angustia-, y su
expresión psicopatológica son las fobias o histerias de angustia.
Finalmente, en la etapa edípica -dice Liberman-
se incrementa sobre todo la sincronización entre múltiples sistemas de
comunicación, donde hay mucha más autonomía corporal en la relación
entre el sujeto y el mundo. El sujeto desplaza su cuerpo, capta muchos
aspectos de su propia identidad corporal y hay una sincronización muy
particular entre los distintos mensajes verbales, no- verbales y extra-
verbales.
Cuando en esta etapa hay una fijación, se
producen ciertas zonas de cortocircuito, y ahí tendríamos la
problemática de la conversión histérica.
Si aclaramos esta muy esquemática visión, vemos
que se pretende integrar modelos genéticos con pautas de interacción
que implican fijaciones específicas para cada
estructura psicopatológica y, al mismo tiempo, funciones que según
Liberman pueden caracterizar lo que llamamos en clínica psicoanalítica
el yo observador.
Cuando el sujeto posee funciones instrumentales
que se han caracterizado por lo que ha aportado cada etapa, también posee, cuando
ha llegado a la etapa fálica, un adecuado yo observador. Cuando no se
posee esa función instrumental, sobre todo cuando los trastornos se dan
con problemas involucrados en las primeras etapas, hay problemas con el yo
observador, que desde otra perspectiva se observa en la patología del
narcisismo y más acentuadamente en las psicosis desorganizativas.
Aquí quiero aclarar mínimamente el concepto de
transferencia en Liberman. Surge de lo que decíamos antes: no se trata de
la transferencia en cuanto al interés por cuál es el objeto o la imago
infantil frustrada en la que se va a ubicar la libido insatisfecha, que
podría ser una de las definiciones de Freud -creo que no es la única-,
donde el fenómeno transferencial tiene que ver con nuevas búsquedas de
imagos que satisfagan estas privaciones infantiles; tampoco se trata del modelo kleiniano
-también
dicho esquemáticamente- que consiste en una repetición de pautas muy
tempranas de desarrollo, donde transferir es repetir toda una serie de
modalidades vinculares. En Liberman se transfieren
estructuras; la
transferencia es una disposición del sujeto, pero la disposición tiene
mucho que ver con cómo ha armado sus estructuras psicopatológicas
dominantes.
Cuando digo sus estructuras, es muy claro que
Liberman no
piensa (igual que Bleger) que una persona es un cuadro; piensa que hay
múltiples combinatorias. Plantea que las fijaciones no se dan solamente en
una estructura, es decir que la persona sufre muchas vicisitudes a lo
largo del proceso terapéutico, donde se ponen en juego muchas
estructuras, por más que el psicoanálisis estudie sólo algunas.
Ahora me voy a ocupar más específicamente de
nuestro tema a través de una conceptualización de Liberman que ubico entre el segundo y el tercer período
de su obra. Me refiero a la manera en que
él usa el cambio del psicoanálisis a través del concepto reparación y
el de funciones yoicas.
He tratado de hacer mis comentarios saliendo un
poco de ciertas esquematizaciones comunes, como por ejemplo reducir la obra
de Liberman a los estilos complementarios. Liberman tiene una obra a pesar
de él, y reducirla a los estilos, que es lo que más se popularizó, es
empobrecerla. Los estilos han sido uno de los desarrollos de su obra que
han empezado mucho antes a través de su uso operacional, el concepto de
reparación como uno de los objetivos del proceso terapéutico
psicoanalítico, y de cómo encaja ese concepto de reparación con el de
funciones yoicas.
Acá se da una de las situaciones que yo les he
mencionado antes, que Liberman usa conceptos de una teoría, pero los
modifica y los utiliza instrumentalmente.
Todos sabemos que, en general, en la teoría
kleiniana la reparación supone una vicisitud integradora de esa otra Gestalt o categoría llamada objeto interno.
Con integradora quiero decir que
este concepto de objeto interno y sus vicisitudes en el desarrollo puede
sufrir disociaciones, integraciones o acercamientos. La reparación tiene
que ver con el acercamiento entre distintos aspectos de esta categoría y
su interjuego, cambios en las cualidades de las ansiedades, fantasías y
defensas, en un camino que va de mayor disociación a la integración,
tanto en el desarrollo habitual como en el proceso terapéutico.
Para Liberman, por lo pronto, no se trata de una fantasía,
sino de un proceso del aparato psíquico que supone un cambio en dicho aparato.
Y sobre todo que en cada proceso psicoanalítico puede haber tales o
cuales cambios en el aparato psíquico, factibles de ser estudiados a través
de cierto sistema de indicación.
Acá encontramos otro punto clave que
quizá sea uno de los aportes más importantes de la obra de Liberman.
Él dice –vuelvo a insistir– que cada apertura
de proceso psicoanalítico y cada cierre van a mostrar una problemática
diferente. Es decir que los procesos psicoanalíticos no son homologables
en una categoría común, que uno de los elementos que va a marcar la
diferencia consiste precisamente en los distintos comportamientos desde
las estructuras psicopatológicas, las funciones comunicativas, y que una
de las maneras de detectar cambios es registrándolos a través del
cambio de las funciones yoicas objetivables en el material clínico.
Quiero aclarar que hay distintos cambios que
se pueden evaluar a través de los diferentes modos de reparación. Y modos
de reparación quiere decir que las funciones deficitarias han sido
adquiridas por el sujeto y que las funciones hipertrofiadas han cedido
algo de su predominio o hegemonía en el conjunto de las funciones del
sujeto.
Entonces tenemos que hablar mínimamente de cuál
es el concepto de funciones yoicas, porque la reparación va a implicar
cambios en ellas, y Liberman usa este concepto de un modo diferente del de Freud y
del de Hartmann. Sabemos cuáles son las funciones que
Freud menciona en el capítulo II de El yo y el ello y cuáles son las de
Hartmann, que Liberman no las refuta, pero plantea una dirección
totalmente distinta.
Según Liberman, la teoría de las funciones
yoicas permitiría armar modelos que articulen la teoría de la técnica
con la teoría de la enfermedad y curación, y con el método psicoanalítico,
que era uno de sus objetivos principales.
En Liberman, encontramos el concepto de "yo idealmente
plástico". El yo idealmente plástico sería el que tiene la función
instrumental de cada etapa en una forma adecuada. Es a lo que Fenichel se
refiere cuando dice que, cuanto más mecanismos de defensa se poseen, más posibilidad
de movimiento tiene un sujeto.
¿Cuáles son estas seis funciones? Acá vuelve a
aparecer el número cabalístico del cual les hablaba.
Mencioné la primera de ellas de manera rudimentaria
cuando hablaba de la percepción de totalidades; de detalles, en la
segunda; de la emisión, en la tercera; de las pautas demarcatorias, en la
cuarta; de la angustia señal anticipatoria, en la quinta, y de la
sincronización, en la sexta.
Liberman las define con mayor complejidad, y creo que vale la pena mencionarlo porque es un concepto útil
clínicamente.
—
Función uno: capacidad de
disociarse, observar sin participar y percibir totalidades.
—
Función dos: capacidad de acercarse a un
objeto, observar un detalle haciendo abstracción de la totalidad, sin
confundir la parte con el todo. (Piensen un paciente depresivo, que es el
que confunde la parte con el todo.)
—
Función tres: está referida a la capacidad de captar
los deseos propios y llevarlos a la acción. La etapa tres, la anal
expulsiva, tenía que ver con la emisión, con la acción. Ahora lo está
formulando con una Gestalt mucho más global, planteada a partir de la
experiencia clínica, porque como cada capacidad está pensada como
hipertrofiada en algunas estructuras y mal desarrollada en otras, ésta
está hipertrofiada en una personalidad psicopática. "Capacidad de
captar los deseos propios y llevarlos a la acción, en cuanto exista la
posibilidad de satisfacer dicha necesidad. Tomando una decisión tras
calibrar el equilibrio entre necesidad y posibilidad" (cito a
Liberman porque es importante su propio glosario para entender cómo él
planteaba conceptos desde la clínica).
—
Función cuatro, de las pautas demarcatorias: él la
llama capacidad de utilizar el pensamiento como acción de ensayo, y de
adaptarse a las circunstancias y tipo de vínculos verticales u
horizontales. Horizontales quiere decir grado de intimidad o de
estar solo, y verticales... padres, es decir que da una definición mucho
más global de esta pauta ordenadora, tal como el la llama, que cuando está
exagerada en lo formal da lugar a la patología obsesiva.
—
Función cinco: capacidad de tener un monto
de ansiedad útil preparatoria para llevar a cabo una acción, una vez
establecido el vínculo, tomada la decisión y observada la circunstancia.
Es decir, son mecanismos que indican una complejización creciente de
capacidades.
—
Función seis: implica óptimas posibilidades para comunicarse, es
decir, enviar mensajes en que están sincronizados lo verbal y lo no-verbal, y
donde idea, afecto y acción pueden combinarse adecuadamente. Por eso
Liberman decía que la persona más accesible al tratamiento
psicoanalítico es la estructura histérica; la estructura histérica. . . no la histeria con una situación paranoide subyacente.
Los modos de reparación entendidos como
objetivos del tratamiento van a estar basados en lograr las funciones que
sufrieron el detrimento más importante. Y este logro se hace a través de
toda la técnica psicoanalítica clásica, es decir, interpretando los
conflictos inconscientes.
Pero el problema es dónde, cómo y cuándo, que es la problemática
planteada por Liberman.
En este punto, Liberman anticipa bastante las ideas
sobre el estilo (que no voy a poder abordar, aunque era mi idea). Él habla de polaridades entre estructuras psicopatológicas, a partir de ese
concepto de función hipertrofiada o función faltante, y señala dos
polaridades de particular importancia:
1) Polaridad esquizoide-histeria.
En el
esquizoide son importantes, necesarias, las modalidades instrumentales que
están hipertrofiadas en la histeria. Es decir, toda la posibilidad de dramatizar
corporalmente, de poder tener escotomas, en la esquizoidia implicaría
poder captar los detalles sin compromiso afectivo (estoy usando términos
muy vulgares, para dar una idea sumamente panorámica del asunto).
2)
Polaridad persona lógica-persona de acción (que es
lo que surge de mi descripción). La reparación en la persona de acción
es bastante teórica, como ustedes saben, pues las personas de acción no
están demasiado dispuestas a reparar y nos plantean demasiados problemas
en la práctica clínica. De todos modos, por lo menos conceptualmente, en
la persona de acción habría que instrumentar el proceso
de pensar, que derive más en poder desarrollar pautas de acción
vinculadas a la necesidad y a la posibilidad que en la acción de inocular
a otros. En la persona lógica, la reparación implica que pudiese
aprender por ensayo y error, es decir que empiece a tener el registro del
placer del aprendizaje y no de la obediencia formal del aprendizaje, para
lo cual tiene que cambiar sus pautas de acción. La persona depresiva
(dando algunos ejemplos de cómo funcionaría el proceso reparatorio en
una estructura psicopatológica), tendría que adquirir lo que
Liberman llama la disociación esquizoide instrumental, es decir que le permita
una cierta objetividad y una limpieza perceptiva.
En el trabajo con el doctor D'Alvia, que una vez
leímos en la Escuela, hablamos del abordaje de las personalidades
narcisísticas, y en algunas clases del doctor Schneider también.
Entonces
decíamos que, en estas personas, la indiscriminación sujeto y objeto es la
que a veces impide la tarea analítica, las fallas en la estructura del yo
observador. Esto está planteado como función instrumental. Es decir,
Liberman plantea que, en estas personas, un logro estructurado es que no se
monopolicen tanto en la búsqueda de cariño de los demás, sino que puedan
tener una distancia que les permita una adecuada discriminación
interpersonal.
Liberman es uno de los autores que sostiene que
en el psicoanálisis hay transformación o iatrogenia.
La iatrogenia está conceptualizada como la
posibilidad de reforzar las capacidades instrumentales hipertrofiadas; es
decir, hacer que un depresivo buscador de cariño se especialice en ello, que un
esquizoide se especialice en el no compromiso a través del análisis y
que lo refuerce, y que un obsesivo se vuelva cada vez más obsesivo y menos
conflictuado por su obsesión. Esto podría ser, de manera muy rudimentaria y
brutalmente escrita, iatrogenia: mayor
hipertrofia de la función ya hipertrofiada en el punto de partida del
proceso clínico.
¿Cuál es la acción terapéutica del
psicoanálisis?
Una de ellas es transformar las estructuras
psicopatológicas que están caracterizadas por trastornos de las
funciones comunicativas, en técnicas instrumentales a usar en distintas
situaciones de la vida. Eso no quiere decir que el psicoanalista va a
decir: "Señor, desarrolle una técnica instrumental". El psicoanalista va a
operar con su instrumento básico que es interpretar los conflictos
inconscientes. Todas estas ideas son modos y modelos para realizar la
acción terapéutica con otros parámetros y no solamente con una especie de
objetivo general.
Haré un salto y aludiré al aporte de Liberman
que caracteriza a su último período.
En el período que va de la década del setenta a
la del ochenta (y realmente voy a
hacer un vuelo rápido sobre el asunto), Liberman estudia nuevos campos
que no se contradicen ni se contraponen; no son teorías contrapuestas,
mucho menos que en Freud, donde hay teorías que son más difíciles de
compatibilizar. En Liberman, los aportes de este período en algún sentido
desarrollan más algunos de los problemas que antes mencionaba.
Liberman sigue preocupado
por armar modelos que permitan aperturas y evaluaciones de la clínica
psicoanalítica y su articulación con los niveles más altos de la
teoría, que es la teoría del aparato psíquico incluyendo los sistemas,
las instancias y demás.
Una de los puntos que Liberman encuentra en la teoría del lenguaje de
Chomsky es el de las
posibilidades más precisas para objetivar cambios en el proceso
analítico. Porque hasta ahora vimos que Liberman habla de circuitos
comunicativos, pero a través de algunas ideas de Chomsky, que solamente voy a
mencionar, encuentra una posibilidad de usar el lenguaje como estructura,
como expresión clínica, como un elemento desde el cual se pueden inferir
cambios o detenimiento del proceso. Hasta ahora estamos en los circuitos
comunicativos, pero a través del lenguaje Liberman trata de acudir a un
instrumento de mucha mayor precisión.
¿Cuáles son algunas de las ideas de Chomsky que
a Liberman le permitieron hacer su integración?
Una de ellas es la noción de que el
lenguaje es un producto psicológico, un producto de la mente. Chomsky es innatista, a diferencia de Saussure, para el cual el lenguaje es
un producto cultural, un producto de la comunidad.
Pero esto le sirvió a Liberman para decir que si es un
producto inconsciente, entonces muchos conflictos inconscientes, que a
Chomsky no le interesan pero a los psicoanalistas sí, podrían
expresarse en ciertas regularidades o instrumentaciones de conceptos
lingüísticos. Concebir al lenguaje como un producto psicológico, es
una de las ideas de Chomsky que Liberman toma.
Una segunda noción es la de gramática
generativa. Para Chomsky, el lenguaje es un producto de
transformaciones, desde esa estructura inconsciente hasta los aspectos
más visibles del lenguaje, transformaciones que tienen características
lógico-matemáticas, que no tienen que ver con características
psicológicas. Pero de todos modos la noción es que esas estructuras
generan posibilidades y que cualquier chico, al usar esas posibilidades, las
transforma en capacidad hablante.
Liberman toma la idea de que lenguaje es un
producto de reglas transformacionales que implican pasos de estructuras
profundas (Chomsky habla de estructuras profundas y de estructuras
superficiales del lenguaje), y conjetura que si las expresiones lingüísticas son productos transformacionales, podrían también
correlacionarse con las estructuras psicopatológicas.
La tesis de Liberman es: si hay estructuras
inconscientes (que Chomsky estudia matemáticamente), que producen el
elemento clínico llamado lenguaje, y si hay transformaciones, podría
ocurrir que cada estructura psicopatológica tenga una cierta manera de
expresarse en el discurso lingüístico manifiesto del paciente. (Se puede
decir que es una idea bastante audaz, no aceptada pero interesante).
La idea de Liberman es que, estudiando los
protocolos y el diálogo, uno podría inferir transformación o
detenimiento del proceso a través de la producción verbal, y a partir de
ahí el proceso terapéutico es definido como una estructura que tiene una
dimensión temporal que consiste entre otras cosas en un conjunto
organizado de diálogos. Éstas es una de las definiciones de
proceso terapéutico en Liberman, la idea del conjunto de diálogos organizado, cuyo
estudio permitiría avizorar algunas de las características del proceso.
Entonces surge la noción de estilo.
Los lingüistas definen el estilo como una
especie de opción, una elección para un texto entre cierto número de
sus disponibilidades; es decir, el estilo sería una propiedad del
lenguaje.
Para Liberman, lo que importa de esa propiedad es
que cada usuario, al expresarse en un cierto estilo, implica una opción, y esa opción puede expresar estructuras psicológicas o
psicopatológicas.
Los lingüistas dicen que en los rasgos
estilísticos hay que diferenciar dos planos:
1)
El plano del
enunciado, de la estructura del enunciado, donde hay aspectos sintácticos
y semánticos. Sintáctico se refiere a la estructura interna y
semántico, a su conexión con valores de verdad fuera de la propia
estructura.
2)
El plano de la enunciación, donde se apunta a
estudiar la relación entre los protagonistas del discurso (emisor y
receptor).
Éstas son dos características que marcan una pauta estilística.
Liberman usa esa noción de estilo para decir que tanto el analista como
el paciente tienen opciones, y, si usan alguna, esa que usaron ha tenido que
ver con su elección inconsciente, y elección inconsciente tiene que ver
con estructura psicopatológica.
Liberman señala que
convendría que el analista opte por algún tipo de pautas estilísticas, para
encontrar ciertas polaridades adecuadas a la estructura psicopatológica
del paciente. Y ahí vemos un nuevo acento en el tema de la polaridad. Ésta es la base de la idea de la complementariedad
estilística, pero con
un agregado que quisiera marcar para llegar al punto final: la
complementariedad estilística en Liberman no significa que a
un sujeto terapeuta se le dice "A este señor háblele así; piense en hablarle
así",
porque entonces se termina el proceso terapéutico. Hay que
correlacionar este ejercicio con lo que decía anteriormente acerca del contexto
intersesión.
Un colega nuestro decía que en el entrenamiento
de un psicoanalista, si por entrenamiento se entiende esa experiencia
llamada supervisión como una reflexión sobre el campo desde otro
contexto, la idea de la complementariedad significa un ejercicio para
que el sujeto vaya afinando su instrumento y lo incorpore
inconscientemente. Luego, que se encuentre utilizándolo en la sesión y no piense:
"¿Cómo le hablo?". Porque así se rompe la conexión (a veces se tiende a hacer ciertas traducciones demasiado mecanicistas del
concepto). Esto es algo que debe internalizar el terapeuta en su
contexto de entrenamiento, que sería el contexto de reflexión.
En segundo lugar, los estilos
complementarios son sólo una alternativa que no
reemplaza y no se agota en el análisis de los contenidos en Liberman, que siguen siendo
la piedra angular; es simplemente una especie de vehículo que permite que
esos contenidos puedan ser más eficaces en cada estructura.
En tercer lugar y para terminar, uno puede encontrar en la obra
de Liberman (sobre todo en la clínica) la presencia permanentemente del concepto
freudiano de construcción e historia, pero instrumentado de un modo
distinto. Es decir que Liberman no utiliza la reconstrucción como Freud,
quien decía que era un hito,
sino que permanentemente está pensando en qué circunstancia histórica o qué vicisitud particular
está jugando, o por qué el sastre, que era el
papá y enhebraba, lo llevó a pensar las cosas de esta manera; hay un
enorme respeto por la historia personal del sujeto. Complementariedad
estilística no quiere decir que se "tiren" los contenidos
inconscientes, ni que se pierda la historia, sino que es una nueva dimensión de la
teoría de la técnica.
Creo que por hoy es suficiente.
Doctor César Merea: En primer lugar hay que
agradecerle a Benzion por el extraordinario esfuerzo de condensación que
hizo para presentar el tema. Particularmente en la última parte, que se
derivaba de la primera, donde un tipo de ordenamiento permite abordar las cuestiones relativas a criterios y
objetivos en el marco del
pensamiento de Liberman.
Yo espero que las personas que quieran hacer
alguna pregunta o algún comentario, me lo digan, así charlamos.
Doctora Cecilia Moise: Me gustaría saber si podés
explayarte sobre un concepto que en Liberman está muy presente y que me
parece central para la apreciación de
algunos problemas expuestos. Me refiero al concepto de indicador clínico.
Me da la impresión de que en los diferentes campos
que fuiste esbozando hay una categorización que podríamos llamar
indicador, y tal vez puedas desarrollarlo un poco más.
Muchas veces, preguntándome sobre los
indicadores, clínicos sobre todo, pienso en el fuerte contenido
funcionalista que la idea de indicador tiene en la teoría de Liberman .
No sé,
precisamente, qué quiero decir con esto de
funcionalista, pero creo que no es una mala palabra, y definido como la adquisición de funciones menos hipertrofiadas,
más atenuadas o más sincronizadas, da una
perspectiva desde la clínica que merecería ciertas categorizaciones.
Lienciada Dorotea Malkenson: Quería preguntarte,
Benzion,
acerca de la transferencia narcisista que mencionaste casi al principio de
tu exposición. Dijiste que había un predominio de lo preverbal sobre lo
verbal, y mi pregunta es la siguiente: ¿este predominio de
lo preverbal está en relación con el hecho de que la adquisición de la palabra es
posterior a esas etapas, en donde están esos puntos de fijación (oral
primario y secundario)? A través de la
reparación que mencionabas, ¿se podría acceder a lo verbal por medio del proceso
analítico?
Doctor Mariano Dunayevich: A mí me interesó mucho
lo que dijiste al final sobre el peso de la realidad en el
proceso psicoanalítico, la realidad de la historia, el valor que eso
tenía en el trabajo psicoanalítico, en la teoría, en la
conceptualización de Liberman.
Quería entonces preguntarte: en la acción
terapéutica, ¿cómo ves la inclusión de esa realidad? No solamente en
la real historia, sino en la realidad del presente, ¿cómo está
incluido el analista y el valor de los afectos, porque no era una
mera reorganización de ideas inconscientes, sino del peso del afecto en
el proceso de reparaciones?
Doctor Benzion Winograd: Lamentablemente van a
aumentarme las exigencias superyoicas, porque los tres han planteado
problemas que yo no he incluido por razones de tiempo y de síntesis, y
podían haber sido incluidos.
La cuestión que plantea Cecilia es un
punto complicado en Liberman. El concepto de indicador es complicado en
psicoanálisis. Lo que yo puedo decir es que
Liberman lo usa como indicio. En
la década del setenta, él trabaja mucho con el concepto de indicio.
Éste es una especie de elemento
dentro del discurso que, registrado por el terapeuta, le da una apertura a
lo inconsciente: es indicio del inconsciente.
Para llegar a esa idea acude una serie de
planteos de Prieto acerca del plano de lo indicante y lo indicado, que sería una
especie de correlación con significante/significado saussureano.
Indicio, para Liberman, es algún elemento que
permite captar lo inconsciente, pero no es el elemento clásico de Freud, un lapsus, un silencio
resistencia, ni un elemento
del inconsciente como pueden trabajar los estructuralistas, sino que es algo que se arma realmente dentro del terapeuta, es una especie de
elaboración del terapeuta y tiene un campo experiencial múltiple.
Liberman dice que el terapeuta arma sus indicios
a partir de una complejidad experiencial: la historia de la
relación con este paciente, su propia historia analítica, su relación
con otros pacientes. En algún momento, al terapeuta se le arma algo que vincula un
material a una comprensión. Es decir que la noción de indicio tiene
mucho que ver con el problema de la decodificación, que en Liberman es
compleja. Es compleja en el sentido de que, para él, la decodificación no
sería la de un texto a descifrar (como podría ser en el modelo
estructuralista, o que ya viene dada en el texto), sino que tres terapeutas
podrían privilegiar (tomemos lo de indicador) distintos elementos del
material. Ahora bien, si hubiera una buena permeabilidad y, además, buenas
opciones (buenas opciones significa intuitivamente o con un
entrenamiento -también lo es el análisis personal-), ellos podrían captar los
indicios más representativos de la problemática inconsciente. Ésta es una de las líneas para discutir el
concepto indicador.
Otra línea de discusión sería la
relación entre lo teórico y lo empírico en psicoanálisis. Dijiste que
Liberman es funcionalista, habría que discutir qué quiere decir ser funcionalista, no me queda claro el
término. Pero si
lo que querés decir es que Liberman es un hombre preocupado por lo
empírico en psicoanálisis, absolutamente estás en lo cierto. Él es un hombre cuyas
herramientas metodológicas tienen que ver con un uso de las
problemáticas de la empiria, como Freud lo planteaba permanentemente,
pero se relaciona más con los metodólogos sajones. Si funcionalista quiere decir preocupado por
definir el contexto empírico en psicoanálisis, Liberman es empirista.
Empirista no quiere decir conductista, porque conductista quiere decir
Palo Alto, donde plantean que toda la problemática clínica se puede definir en
términos empíricos.
Liberman dice que hay que encontrar el material
empírico para correlacionarlo con la metapsicología. En ese sentido,
está preocupado por los indicios o indicadores. Para él, sería muy
coherente hacer una teoría de los indicadores; es decir, cuáles son los
indicadores del proceso clínico. Nosotros decimos que en psicoanálisis
la teoría de la contratransferencia tiene que ver con indicación, no en
su uso simplificado burdamente ("Yo siento, por lo tanto mi interpretación
es válida"). El campo experiencial subjetivo del terapeuta es uno
de los que nuclean su captación de los conflictos del paciente. De algún
modo, la
teoría de la transferencia forma parte de la indicación.
¿Cuáles son los elementos más cercanos a lo
clínico? Para Liberman, el lenguaje es uno de ellos.
Pero ¿cómo se enfoca el lenguaje para que sea
indicador?
Creo que en eso no hay ninguna receta, no está
agotado, es más bien una noción abierta.
Lo que dice Dorotea sobre el predominio, es
importante. Yo no lo aclaré mucho, pero sí, efectivamente, Liberman lo relaciona no
solamente con la adquisición de la palabra, sino con una etapa donde hay
una indiscriminación sujeto-objeto, que es la etapa narcisística.
Lo que sucede es que Liberman usa la palabra
narcisismo en otro contexto. Él no usa el término "narcisismo"
para indicar un desarrollo estructural
del sujeto, sino como patología; se ocupó poco del narcisismo saludable.
Liberman habla de persona depresiva, persona
observadora y no participante, o de perturbaciones de tipo semántico; es decir que
no usó la palabra narcisismo pero sí el concepto. Y lo que decís
respecto de si
En cuanto a la pregunta de Mariano, Liberman dice que el terapeuta tiene que tener un
doble enfoque temporal, debe sentirse el paciente experimentando el pasado
y observando el presente, pero al mismo tiempo debe vivenciar el presente
y observar el pasado.
Para Liberman, si el proceso terapéutico anda
bien, en algún momento hay dos historias que son relevantes y
significativas: la personal y la del proceso. Es decir que le realidad
transferencial tiene una enorme fuerza, no como opuesta a la realidad
externa -porque Liberman es muy respetuoso de la importancia de las
experiencias externas-, pero sí como un nuevo campo donde se va a evaluar
todo el desarrollo del sujeto, y cómo él arma esa realidad intersubjetiva
en el contexto del proceso.
Doctor César Merea: Quedarían algunos minutos para otra pregunta.
Elsa Mandet: Benzion, en función de la respuesta
que le has dado a Mariano y de lo que
habías mencionado acerca del concepto de construcción e historia como diferente
del de Freud, ¿podría relacionarse una cosa con la otra?
Doctor Benzion Winograd: No exactamente. Creo que la
pregunta de Mariano excede al problema de la construcción, apunta a
cómo trabaja Liberman con la realidad. Mi respuesta es que Liberman
trabaja en la realidad en los dos planos. Él está muy interesado en la
realidad externa, pero también es muy transferencista, y trabaja en la
dialéctica entre las dos.
Para Liberman, la construcción es un elemento constantemente presente en la
interpretación. Él trabaja
tratando permanentemente de retraducir el indicio a algún tipo de pauta
histórica. Quizás eso sí responda algo a lo de Mariano, Liberman es un
historicista más constante y, digamos, más atómico que lo que podría ser
Freud, con una especie de historia molecular jalón del proceso. Esto lo
hemos visto en sus supervisiones, él dice: "Acá, cuando la mamá le
pegaba, debía tener esa sensación que ahora reproduce verbalmente", trata de captar esa vivencia histórica en el vínculo presente y
viceversa.
Mariano me había preguntado algo muy
importante, y es un escotoma de comunicación asumido, acerca del valor del afecto en la obra de Liberman. Eso implicaba un cierto desarrollo que
no quise hacer porque era entrar en alguna polémica. Liberman tiene todo
un esquema basado en el modelo kleiniano, pero lo complejiza y
desarrolla, donde se prioriza como objetivo del tratamiento encontrarse con
afectos que han estado bloqueados en el sujeto (digo bloqueado para no
entrar en la polémica de si se reprimen o no los afectos, que nos
llevaría a algún tipo de cuestionamiento teórico). Así, él tiene todo un
listado de afectos que surge de un uso instrumental de la teoría
kleiniana. Liberman tiene una serie de instrumentaciones del objeto pecho
con una función, y esa función puede ser adecuada o inadecuada y cada
trastorno de la función da lugar a todo un catálogo de afectos que son:
la humillación, la desesperanza, etcétera, que todos ustedes conocen. Para él,
un logro muy importante del análisis es que el sujeto se reencuentre con
estos afectos bloqueados que corresponden a ciertas etapas de determinado momento del
desarrollo. Se trata de ponerle nombre a los afectos, pero además (en
eso está presente en los modelos de psicoterapia de la histeria) es
importante el registro del afecto, esa teoría tan de moda de la
abreacción tiene algún tipo de actualización y de presencia en Liberman.
Para él, el cambio, por lo que yo leí, no es sólo un
cambio discursivo o únicamente rellenar una laguna mnémica, el cambio
tiene que darse en toda una serie de Gestalt, en una serie de dimensiones.
Doctor César Merea: Estamos sobre la hora, así que
vamos a interrumpir.
Nuevamente agradecemos a Benzion su exposición y
sus respuestas, y a ustedes, la presencia, las preguntas y la participación.
Nada más por hoy. Gracias.
DESCRIPTORES:
APARATO
PSÍQUICO / ATENCIÓN FLOTANTE / COMUNICACIÓN / CUADROS PSICOPATOLÓGICOS /
FANTASMA / LENGUAJE / TEORÍA DE LA TÉCNICA / TRANSFERENCIA
|
Resumen |
I.
Contexto básico
Para
intentar una síntesis adecuada, recortaré inicialmente algunos conceptos
básicos para contextualizar el tema de los cambios psíquicos:
1)
Reformulación del campo clínico en psicoanálisis: Liberman
sostiene cierta diferencia entre los modelos psicoanalíticos basados en
el estudio del psiquismo de un sujeto (aunque se incluyan influencias del
mundo intersubjetivo) y la estructura del campo clínico, implicando una
relación bipersonal en constante intercambio.
2)
Propuestas de agregar modelos conceptuales más cercanos a la
experiencia clínica: van surgiendo en su obra descripciones con nociones
provenientes de otras disciplinas que permitan articulaciones con
enunciados metapsicológicos, psicopatológicos y del desarrollo psíquico
del psicoanálisis.
3) Redefiniciones de lo que se considera “material clínico”:
éste consistirá en elementos lingüísticos, extralingüísticos y
corporales del paciente, su repercusión en el analista y el diálogo
emergente de tal relación.
Este
material (determinado por las múltiples explicaciones psicoanalíticas)
poseerá propiedades expresivas, detectables por observadores externos al
campo (a través de protocolos clínicos), pudiendo ser conceptualizado a
través de modelos semióticos, lingüísticos y comunicativos. Podría así
construirse un modelo expresivo dramático que aspire a funcionar como
base empírica a manera de consensos semánticos.
4)
Reformulación de lo que se considera funciones yoicas: con tal
término se alude a las distintas modalidades con las que un sujeto
procesa sus intercambios vinculares dentro de un circuito, conectando las
experiencias relacionales, comunicativas, estructuras psicopatológicas,
la teoría de la transferencia y el registro de alternativas del proceso
terapéutico.
Las
funciones yoicas así construidas en el desarrollo vital, presentarían
tres alternativas. En una escala “productividad-psicopatología”,
podrían implicar utilización productiva, o creativa o, por el contrario,
disminución o exceso, significando sufrimiento en una perspectiva
psicopatológica.
II.
Conceptualización específica en la cuestión de los cambios psíquicos
1)
Si bien se sostiene taxativamente la propuesta general de hacer
consciente lo inconsciente, se pueden presentar variadas
modalidades en relación con los cambios posibles. Para conceptualizarlas, se
propone correlacionar variantes estructurales psicopatológicas y
combinatorias singulares (conteniendo las alternativas de las funciones
yoicas mencionadas) con los parámetros de la técnica y el método
psicoanalíticos.
2)
Desde esta perspectiva, un cambio creativo del funcionamiento psíquico
incluirá la posibilidad del uso instrumental del máximo de funciones
yoicas (yo idealmente plástico).
Se
infiere que tal proceso implica adquirir nuevas capacidades que permiten visualizar los
“cambios psíquicos”, constituyendo modalidades peculiares que se conectan con la
concientización
de conflictos. Es decir que una importante concepción del “cambio”
consiste en transformar estructuras psicopatológicas, caracterizadas por
trastornos en las funciones comunicativas, en técnicas instrumentales a
utilizar en distintos planos de la existencia.
3)
Una conclusión relevante de tales aportes estriba en la propuesta de
Liberman de que “cada proceso terapéutico posee además de los
objetivos generales formulados por las teorías del método, sus objetivos
singulares en relación con los funcionamientos y momento vital propio de
cada pareja terapéutica”. |
AEAPG
próximo número
primavera 2004
|