por
María
Lucila Pelento
Les
agradezco el haberme incluido en este ciclo de exposiciones destinado a
repensar diferentes modelos teóricos con sus específicos aportes al
problema de la curación. Me voy a ocupar de las teorías de Donald
Winnicott.
Ocuparse
de Winnicott es ocuparse de un autor cuyas teorías produjeron efectos
particulares. Ante todo efectos de tipo emocional, ya que suscita
sentimientos marcados de aceptación o rechazo, en los que tal vez no sea
ajena, como se ha señalado, su identificación predominante con una madre
suficientemente buena, identificación que le permitió descubrir ciertos
hechos y le impidió ver otros.
Otro
efecto particular de sus teorías, y que el mismo Winnicott comentó, fue
el don de ubicuidad de las mismas, que hizo que fueran integradas
parcialmente en distintos modelos teóricos.
Por
último, Winnicott abrió caminos en la investigación de una serie de
cuadros graves como las esquizoidías severas, los cuadros fronterizos,
los pacientes con tendencias antisociales, los pacientes psicóticos, etcétera.
Antes
de entrar en la teoría de Winnicott, creo pertinente comentarles algunas
características propias del estilo de este autor. Ustedes saben que
Winnicott escribió en un lenguaje cotidiano, casi en un lenguaje
coloquial. En general, el lenguaje coloquial está más cerca del
pensamiento intuitivo, del conocimiento intuitivo, que del conocimiento
científico. Por otra parte, el mismo Winnicott señaló que la intuición
se vincula más con la magia y los fantasmas que con la realidad
objetivamente percibida. Ahora bien, el estilo de un autor, sobre todo en
nuestra disciplina, no es ajeno a las mismas teorías que construye. Por
eso creo que es imprescindible referirse a un texto de 1962, en el que
Winnicott contrasta dos tipos de comunicación: la comunicación directa y
la indirecta. La primera es la que tiene lugar con el objeto subjetivo, la
segunda es siempre deliberada, explícita, valiéndose de distintas técnicas
entre las cuales Winnicott ubica el lenguaje. Pero una idea importante a
consignar es la imposibilidad de la comunicación indirecta de ser
totalmente explícita. Más aún, el pensamiento de Winnicott lo lleva a
sostener que si la comunicación fuera totalmente explícita carecería de
sentido. Aun en la comunicación científica un cierto umbral de cosa no
dicha permite que el lector participe de una experiencia, creando aquello
que le es dado.
Pienso
que estas ideas que incluyen la relación entre los modos de comunicación
y la teoría de los objetos permiten explicar, en cierta medida, el estilo
de Winnicott. Existe, además, otro orden de dificultades, que no dependen
del estilo sino de otro tipo de razones: sabemos que Winnicott rechazaba
la creación de nuevos términos teóricos, afirmando en cambio la
necesidad de "remozar un poco" viejos términos. Así, por
ejemplo, el concepto de self, en algunos textos, tiene más que ver
con el concepto de yo como instancia, con la parte del yo que está más
en contacto con las pulsiones. En otros escritos parece más ligado a la
segunda definición que da Hartmann sobre el narcisismo, constituyendo la
persona como opuesta al objeto. También por momentos parecería referirse
al concepto de self tal como está planteado en algunos textos
kleinianos. En ellos, el concepto de self aparece vinculado con la
identificación proyectiva patológica. Ciertos autores kleinianos suponen
que la identificación proyectiva patológica compromete más al self
que al yo, mientras la identificación proyectiva normal compromete más
al yo que al self. Como pueden observar, el sentido del término
varía de acuerdo con el contexto. Seguramente esto produjo algunos fenómenos
curiosos: así, por ejemplo, la traductora de su libro Fragmento de un
análisis le pidió a Winnicott que definiera el concepto de self.
Winnicott responde con una nota en la que relata que al recibir el pedido
de definir más claramente el concepto de self advirtió que no lo
tenía suficientemente claro en su espíritu. Va dando a continuación una
serie de aproximaciones, que son notables, porque permiten apreciar cómo
Winnicott trabaja los conceptos. Otro elemento a tomar en cuenta es que
ciertos conceptos winnicottianos están estrechamente vinculados con
algunas líneas filosóficas particulares: así, la idea de
"continuidad en la propia existencia" que este autor introduce,
está muy cerca de la idea de historicidad de Heidegger.
Otros
conceptos propios de su teoría están vinculados con la obra de algunos
poetas, de los cuales fue Winnicott un incansable lector, como John Donne,
Alfred Tennyson, Ted Hughes, etcétera.
Hasta
ahora les he hablado del estilo de Winnicott y de ciertas razones que
dificultan su lectura. Ahora me referiré a algunos conceptos básicos
para entender la teoría de la curación en Winnicott.
En
la actualidad prácticamente no hay conceptos dentro del psicoanálisis
que no estén sometidos a polémica. Si bien esto sucede en general con
casi todos los conceptos, sin embargo, en algunos de ellos la cuestión
polémica es prácticamente su marca de origen. Esto sucede con el término
"curación". Basta recordar que uno de los textos clave de Freud,
clásicamente traducido con el título de "Análisis terminable e
interminable", surgió en polémica con los autores reunidos en
Marienbad. A su vez, Fenichel discutió las ideas de Freud en un artículo
publicado muchos años más tarde con el título de "A review of
Freud: Analysis terminable and interminable". Por otra parte, como
ustedes recordarán, dentro del psicoanálisis de niños, muy
tempranamente, Anna Freud y Melanie Klein polemizaron en torno a la cuestión
de la dirección del proceso en el análisis de niños, problema
estrechamente vinculado con el de la curación.
Esta
cuestión polémica en torno al concepto de curación se extiende hasta la
actualidad. Aun la discusión en torno a la adecuada traducción del texto
de Freud, si debería ser "Análisis terminable e interminable"
o "Análisis finito e infinito", encierra una importante discusión
teórica. ¿Por qué? Porque la perspectiva cambia según se ponga el
acento en la cuestión de la terminación de un análisis y en la
elaboración de una teoría de la técnica que permita que éste llegue a
un buen resultado, o en la cuestión de los obstáculos que impiden la
curación. Freud se refiere a este cambio de acento y de perspectiva al
afirmar en "Análisis terminable e interminable" que la pregunta
que nos deberíamos hacer no es tanto cuáles son las medidas y los
factores curativos, sino cuáles son los obstáculos que se oponen a la
cura. No se me escapa que en la práctica esta división entre aquellas líneas
teóricas que ponen el acento en lograr una instrumentación técnica para
"superar" las dificultades y las que ponen el acento en los obstáculos
(admitiendo que algunos son insuperables por la misma estructura de lo
inconsciente) puede resultar demasiado esquemático. ¿Por qué? Porque
inevitablemente la clínica conduce a palpar obstáculos a los que
afrontamos de cierto modo, y este modo influye en lo teórico. También es
evidente que en nuestro trabajo partimos de ciertas ideas, a no ser, como
dijo alguien, que queramos llevar el paciente a la deriva.
Referirse
a Winnicott es referirse a un autor en el que teoría y práctica están
profundamente ensambladas en su cuerpo teórico. Ahora bien, dentro del
cuerpo teórico de cualquier esquema referencial existen teorías que son
fundamentales en la medida en que establecen los parámetros de la práctica.
Una de estas teorías fundamentales es la teoría del objeto que cada teoría
construye. Por eso pensé que podría ser útil rever el concepto de
objeto que Winnicott va construyendo a lo largo de su teoría del
desarrollo emocional, de la etapa que va de la dependencia absoluta a la
independencia.
Winnicott
postula la constitución de tres objetos: el objeto subjetivo, el objeto
objetivamente percibido, que forma parte del mundo común, y el objeto
transicional. Para Winnicott, el objeto subjetivo es el objeto que se
construye en los primeros momentos de dependencia absoluta -en el que no
hay diferenciación no yo–. Para que se forme este objeto
subjetivo se requiere una experiencia de ilusión que la madre favorece en
función de una identificación con el bebé. El estado particular mental
de la madre en los primeros días de vida del bebé favorece un nivel de
regresión que permite dicha identificación. Esto hace que la madre
sienta que el bebé es un pedazo de ella y que el bebé sienta que el
pecho es un pedazo de él. Esta unidad madre-bebé marca un punto
importante en la teoría, en el sentido de que afirma la idea de que se
comienza en la unidad y no de a dos, como en otras teorías, por ejemplo
la kleiniana. Por otra parte, para que se produzca esta situación se
requieren dos condiciones: 1) que se lo deje al bebé tomar la
'iniciativa", aunque al principio el bebé no tenga idea de que a
través del aumento de su tensión de necesidad produce cierta alteración
externa captada por la madre; 2) que haya una provisión ambiental, una
mamá suficientemente buena como para responder casi de una manera
perfecta a las necesidades del bebé. A través de esta repetición de
respuestas adecuadas a las necesidades del bebé, éste va a pasar a la
idea de ser el creador de la experiencia. Tanto el concepto de
"iniciativa" como el de "experiencia de omnipotencia"
son fundamentales para la creación del objeto subjetivo.
Una
palabra clave en Winnicott es la palabra experiencia. En esto Winnicott se
acerca a Bion: que el bebé pase por un período, un breve período de
omnipotencia, que la pueda experienciar, que crea que todo está bajo su
control es absolutamente necesario para la creación del objeto subjetivo
que siempre precede a la creación del objeto objetivo. En uno de sus
escritos, Winnicott señala que en ciertas condiciones mórbidas, patológicas,
en ciertos estados regresivos, en realidad es la magia la que mueve el
pensamiento del paciente, de tal modo que la persona cree que el objeto
aparece cuando se lo desea o desaparece y se evapora cuando no se lo
desea. En esas circunstancias, la magia librada a sus propias fuerzas
puede exponer a la persona a efectos alarmantes. Sin el sostén de la
diferenciación entre el mundo interno y el mundo externo, el amor y el
odio tienen efectos devastadores.
Winnicott
dice: "Mucho se ha hablado de los efectos frustrantes que tiene la
realidad, mucho menos del alivio que produce su contacto". Si la
experiencia de ilusión es imprescindible para que el bebé configure el
objeto subjetivo, la experiencia de desilusión es imprescindible para la
estructuración del mundo externo. La importancia acordada a la construcción
del objeto objetivo no es original de Winnicott, se la encuentra en
cualquier modelo teórico. Lo que sí es original es el camino que
Winnicott postula como necesario para poder pasar del objeto subjetivo al
objeto objetivamente percibido. En ese camino va a ser central el papel
que otorga a la agresión. El modo de concebir la agresión y el lugar que
le atribuye en la constitución de la realidad externa van a constituir
puntos clave, a través de los cuales Winnicott denuncia las
insuficiencias de la teoría kleiniana.
Cuando
Winnicott habla de agresión no piensa en términos de instinto de muerte,
ni tampoco en términos de envidia primaria; mientras en Klein la agresión
deforma la realidad, para Winnicott la agresión funda la realidad.
Instinto de muerte y envidia son para Winnicott elementos ideológicos,
nuevas formas de llamar al pecado original.
Según
este autor, el elemento agresivo forma parte del impulso amoroso
primitivo. En la vida intrauterina, la agresión es fundamentalmente
movilidad, contractibilidad. En la fase más temprana del desarrollo del
yo, la agresión forma parte de la expresión primitiva del amor. El bebé
desea poseer el objeto. Si aparece destructividad, ésta es siempre
incidental, casual, secundaria a la satisfacción del impulso amoroso. La
satisfacción instintiva, que debería ser siempre parcial, permite que se
fusione cierto quantum de movilidad pero deja libre otro quantum
de movilidad que para desarrollarse requiere cierto grado de oposición.
En
los primeros momentos, la madre debe tener la capacidad de tolerar el
ataque instintivo del bebé, sólo paulatinamente debe oponerle una
resistencia. En la oposición de la madre a este ataque instintivo es
donde va a aparecer la primera distinción yo/no yo.
Winnicott
afirma: "El bebé, dicho crudamente, necesita algo que empujar a
menos que deba seguir sin experiencia". El adecuado grado de oposición
al amor excitado del bebé ejercido por el objeto materno, en el momento
oportuno, es fundante en varios sentidos: a) permite que el bebé descubra
sus propios límites; b) permite que el bebé comience a ubicar sus
impulsos como algo proveniente de su interior (ya no son vividos como algo
externo, "como un rayo o un relámpago"); c) posibilita la
conversión de la fuerza vital en potencial de agresión, y d) hace que el
bebé comience a diferenciar el objeto subjetivo que forma parte de su
realidad interna, de una realidad externa formada por objetos comunes,
objetos compartibles y compartidos. También en ese momento se inicia el
fantaseo agresivo; cuando en sus fantasías ataca el objeto de su amor
instintivo, ataca también a la madre ambiente. Entonces experimenta una
angustia doble, una que toca al objeto externo, otra a su doble en el
mundo interior. Si la madre no responde taliónicamente, el bebé percibe
que la madre ambiente participa en la experiencia y está allí para ser
reconstruida. Ésta es la fase de inquietud o posición depresiva, logro
del binomio madre-bebé, que facilita que el bebé experiencie
sentimientos de ambivalencia, de culpa y sentimientos constructivos.
Con
el concepto de posición depresiva Winnicott introduce la hipótesis
acerca de que el bebé alcanza en una etapa bastante temprana su unidad y
la posibilidad de beneficiarse con un mundo interno.
Pasemos
ahora a la teoría del objeto transicional. Winnicott basó su teoría del
objeto transicional en el hallazgo y la cuidadosa observación de ciertas
acciones emprendidas por el bebé en el momento de succión del pulgar.
Winnicott observó que la actividad de succión del pulgar era acompañada
de otra serie de acciones como tomar la punta de la sábana y llevarla a
la boca junto con el puño, o chupar una pelusa o producir sonidos, etcétera.
También observó una serie de cualidades especiales en la relación de
los niños con estos objetos, objetos que comienzan siendo una "casi
nada de objeto" (pelusa, sonido, etcétera) hasta concluir en objetos
tales como el osito, una almohada, un juguete en especial, etcétera.
¿Qué
es el objeto transicional? En realidad no es un objeto alucinado, tiene
materialidad, forma parte del mundo externo. Tampoco es un objeto
cualquiera, fortuito, de la realidad externa. Es un objeto singular,
especialmente elegido por el bebé (es ese y no puede ser otro), no es
tampoco un objeto natural del instinto, ya que si bien puede representar
el pecho, las heces o el falo materno, sin embargo lo que le interesa a
Winnicott no es esto sino su actualidad, y actualidad significa
constituirse como objeto manipulable, como primera posesión no yo.
Winnicott
dice: "Acerca del objeto transicional cabe decir que se trata de un
acuerdo entre nosotros y el bebé en el sentido de que nunca le
preguntamos ¿concebiste esto o te fue presentado desde fuera?". Este
acuerdo, este convenio que implica algo del orden de lo simbólico (aunque
el objeto transicional es pre-simbólico), va a indicar cierta dirección
en la clínica: el analista debe aceptar la paradoja sin forzar al
paciente a que corrija representaciones cuando no concuerdan con la
realidad. Las así llamadas "confrontaciones" no se deben
formular. En la teoría de Winnicott cada objeto da lugar a la inauguración
de un espacio: el objeto subjetivo inaugura el espacio del mundo interno;
la madre como real e independiente del bebé inaugura el espacio de la
realidad compartida, el objeto transicional inaugura el espacio de la
creatividad.
¿Cuál
es el destino del objeto transicional? Se lo relega al limbo, no se lo
olvida (no es reprimido), tampoco se lo llora (no se lo duela). Pierde
significado, pero el espacio que inaugura es habitado luego por el juego,
la creación, los diferentes elementos que componen el mundo de la
cultura.
Conocemos
bien la idea de Winnicott acerca de que los tres espacios que los objetos
inauguran permiten la construcción de una "vida personal"
enriquecida por el contacto íntimo de la persona consigo misma; por una
relación real con las otras personas y el medio ambiente, y por la
posibilidad de gozar de experiencias creadoras. En 1948, Winnicott
estableció la hipótesis de que "es posible establecer un lazo clínico
entre el desarrollo del bebé y los estados psiquiátricos y del mismo
modo entre los cuidados del bebé y los cuidados propios del enfermo
mental". La idea que subyace a esto es que si las cosas marchan mal
el bebé no tiene posibilidad de modificar el medio. Se modifica él
produciéndose mutilaciones y deformaciones de su ser que le acarrean
graves consecuencias. En estos casos se produjo en el bebé lo que A.
Green denomina un "trauma negativo", comentando las ideas sobre
trauma desarrolladas por Winnicott en 1965 (en textos aún no publicados).
En estos casos, trauma es aquello que "no se hizo por deficiencia
materna". En estas situaciones la persona aparece expuesta: a) a
sentir como más real la brecha, la ruptura, que la existencia positiva de
los otros; b) y/o experienciar angustias impensables, angustias que
preceden a las típicas de la situación esquizoparanoide; c) a que la
idea de ausencia esté absolutamente ligada a la idea de muerte y que se
obture la posibilidad de ser sentida como pérdida o como presencia
potencial; d) a organizar una psicosis de defensa, un falso self
patológico producto de una disociación extrema vinculada a fallas en la
integración; e) a sufrir una perturbación de la vida imaginaria,
reducida a un producto estéril como "el fantaseo" encargado de
sostener el falso self patológico y reforzar la disociación.
Pero
también puede ocurrir que la persona encuentre un lugar en el que sea
posible "la regresión a la dependencia". Que el análisis se
constituya en ese lugar va a depender de una serie de condiciones,
fundamentalmente de que pueda crear un espacio potencial que haga posible
que el paciente, sostenido por el analista pueda regresar a veces hasta el
punto extremo de perder sus límites.
Se
trata en este caso de metaforizar el cuidado materno. En este contexto, el
setting analítico metaforiza ese cuidado: cada uno de sus
detalles, silencio, cumplimiento de la hora, espacio, número de
interpretaciones, tiene una importancia capital. Para este tipo de
pacientes ubicados en esta área de funcionamiento psíquico, es esencial
"la paradoja y la aceptación de la paradoja: el bebé crea el
objeto, pero el objeto está allí esperando ser creado para ser un objeto
catectizado". Por eso Winnicott dice: "Se hallan en mí
presentes algunas de las características de un fenómeno transicional
dado que si bien represento el principio de realidad y soy yo quien debo
estar atento al reloj no por ello dejo de ser un objeto subjetivo de la
fantasía". Junto con los cuidados propios del setting y para
crear un cierto clima de intimidad, que favorezca "la paradoja y la
aceptación de la paradoja", son nucleares las experiencias de
mutualidad.
Estas
experiencias poseen un elemento en común: en ellas se da siempre algo del
orden del juego y del jugar. En realidad, como lo señala Masud R. Khan,
Winnicott hizo una diferencia significativa entre el sustantivo
"juego" y su forma verbal "el jugar" (entre play
y playing), otorgándole a este último un papel prioritario. Es
importante consignar que si el análisis es el lugar en el que se puede
recubrir el hueco de experiencia que el paciente trae, no lo es solamente
por una adecuación casi perfecta a sus necesidades, sino porque el
analista, lo quiera o no, produce fallas. Fallas que repiten metafóricamente
otras de las que el paciente no tiene recuerdo. Frente a estas fallas, el
paciente puede reaccionar como no lo pudo hacer en otro momento.
Como
vemos el término "curación" no sólo retoma con Winnicott su
viejo sentido etimológico, el de cuidar, sino que también parece
implicar un pasaje por lo real. Si en la línea teórica de Winnicott
triunfa el mito que Rosolato bautizó como "mito de la
emergencia", si en ella la cultura aparece evaluada positivamente y
no como malestar, si dibuja una práctica en la que la idea de
redesarrollo es más fuerte que la de repetición, sin embargo, no debemos
olvidar que tuvo el raro mérito de haber asumido el riesgo de incluir en
su práctica y en su teoría a pacientes severamente perturbados.
Bibliografía
GREEN,
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editado por S. Grolnick y colaboradores, Jason Aronson, 1978.
FENICHEL,
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"Symposium on the theory of the Therapeutic Results of Psycho-analysis",
The International Journal of Psycho-analysis, vol. XVI, 11, 1937.
ROSOLATO,
G.: "La psychanalyse au negatif", Topique, n° 18, 1977.
WINNICOTT,
D.: De la pediatría al psicoanálisis, Barcelona, Laia, 1958.
—:
El proceso de maduración en el niño, Barcelona, Laia, 1975.
—:
Realidad y juego, Buenos Aires, Granica, 1972.
—:
Fragment d'une analyse, París, Payot, 1975.
—:
The Piggle, Londres, The Hogarth Press, 1978.
DESCRIPTORES:
AGRESIÓN / EXPERIENCIA / OBJETO TRANSICIONAL / TRAUMA