ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIA PARA GRADUADOS
Revista
"Psicoanálisis: ayer y hoy"- Nº4
El
sujeto desde la perspectiva lacaniana
por
Leonardo Peskin
"El psicoanálisis no es ni una Weltanschauung, ni una filosofía que pretende dar
la clave del universo. Está gobernado por un objetivo particular,
históricamente definido por la elaboración de la noción de sujeto. Plantea esta
noción de una nueva manera, conduciendo al sujeto a su dependencia
significante."
Lacan, Seminario 11 (1964).
Definición e introducción
El
concepto de sujeto, para Lacan, se origina en la sujeción al significante y,
por ende, al inconsciente. El universo simbólico-significante es esencial para
la humanización y determina la aparición del inconsciente estructurado como un lenguaje,
aunque la complejidad de lo humano no se limita a eso.
Se
considera que la "falta en ser" de la especie promueve la existencia
del sujeto en el campo del significante. Es en el Otro donde el sujeto va a
constituirse como un significante más dentro de la cadena simbólica y se
estabiliza en tanto opera el Nombre del Padre.
Reconocemos
al sujeto en las formaciones del inconsciente como los síntomas, lapsus,
sueños, transferencia, etc. Estas producciones se presentan como expresiones
subjetivas y también son localizables en cualquier discurso que exploremos.
Cuando ha sido expulsado o no hay lugar a su configuración estamos en presencia
de una clínica de la ausencia de un sujeto del inconsciente.
Lo
que podemos denominar la "metapsicología lacanina" opera con los tres
registros: Imaginario, Simbólico y Real. Por consiguiente, lo importante pasa a
ser todas las relaciones que sostiene ese sujeto simbólico con lo imaginario y
lo real. Imaginario referido al yo y a dimensiones imaginarias que trascienden
al yo y al narcisismo; Real que implica al objeto a y el goce.
Todo
esto hace del sujeto un eje central para comprender el pensamiento de Lacan. Es
uno de los conceptos más insistentes a lo largo de su obra y va adquiriendo
nuevas implicancias a medida que por su desarrollos teóricos se complejizan las
articulaciones entre los tres registros, se pluralizan los nombres del padre y
se diferencian los goces.
Reseña
Si bien el sujeto está implícito en toda la
obra freudiana, hay que extraerlo en una relectura ya que no se lo nomina tan
explícitamente. Esto es lo que encontramos en Lacan con su retorno a Freud, que
al modo de los trabajos de refinería química entre otros productos refina este
concepto de sujeto para poder apreciarlo.
El proceso de refinamiento, si se me permite
seguir con la analogía, se basa en un intenso debate que se despliega en varios
frentes y que lo encontramos en toda la obra de Lacan acerca de la definición
de subjetividad atinente al psicoanálisis. En primer lugar, ubicaría la
discusión con la mayor parte de los filósofos que tocaron el tema. Otro frente
de debate son las ciencias, por ejemplo las matemáticas, en particular
cuestiones de álgebra, grafos, topología (formas, nudos y cadenas), teoría de
conjuntos. Intentaré ir situando muy someramente algunos momentos en que Lacan
desarrolla algunas de estas cuestiones, y en particular con algunos problemas
de la lógica, incluyendo ideas muy particulares sobre lógica, que implicarían
discusiones con cada una de estas disciplinas, algunas dentro de las
matemáticas y otras que son linderas con la filosofía.
El otro frente de debate que se plantea es
con la lingüística, o con las teorías del lenguaje, y que proponen a partir de
ciertos planteos de Lacan dar vuelta conceptualmente algunas cuestiones.
Y también yo diría que hay debates con el
conjunto del resto de los psicoanalistas, y hay debates localizables dentro de
la propia teoría de Lacan. Es decir, Lacan debate con Lacan en la medida en que
va desarrollando su posición teórica o su pensamiento sobre todas estas
cuestiones.
Por eso el campo que abre toda la
problemática del sujeto es demasiado vasto, es tan amplio que abarca todo el
psicoanálisis. Incluso algunas definiciones de ciertos epistemólogos del
psicoanálisis proponen que el objeto del psicoanálisis no es el inconsciente,
sino que es el sujeto, y que, del inconsciente, lo que nosotros conocemos como
tal, es a través del problema del sujeto.
En esa posición, si el psicoanálisis se
definiese sólo como un abordaje del problema del sujeto, creo que podríamos
vernos restringidos. Lo mismo que si dijésemos que solamente tiene por objeto
al inconsciente. Esto es lo que vamos a tratar de exponer.
Lacan parte de una idea básica que aparece en
los primeros escritos y seminarios, que hay una condición de desarraigo
instintivo de la especie, y que por lo tanto la única posibilidad de
realización de la especie es por vía de un recurso a un Otro, que tendría que
ver en este primer momento con alguna definición del lenguaje o de la relación
del humano con el significante o con la cultura, en un sentido más amplio.
En ese primer momento, el tema inicial en la
época del estadio del espejo es diferenciar el concepto de moi1
del concepto de je, tomando dos nominaciones posibles del problema de yo
en francés, pero lo que vamos a ver es que en la evolución teórica, el concepto
de je va a ser sustituido por el concepto de sujeto.
En ese mismo momento en que se juega la
definición de un sujeto diferente del yo, siguiendo esta cuestión del sujeto y
del moi (yo), vamos a ver que nuevamente se nos desdobla el sujeto en el
"sujeto del enunciado" y en el "sujeto de la enunciación".
Lo que dice y quién lo dice, o desde donde lo dice como posición determinada
por el inconsciente.
Éste es un momento teórico donde la
incidencia de la teoría del significante y del lenguaje es importante, y donde
aparece cierta concepción que tendría que ver con una cierta adscripción
estructuralista de Lacan, donde él pensaría que hay una cierta estructura donde
debe constituirse un sujeto existente, para dar cuenta de un ser, que no podría
jugarse de otra forma que no sea a través de una existencia como sujeto. Aclaro
que considero que Lacan nunca fue estructuralista en un sentido pleno.
Esta teoría del significante con este sujeto
desdoblado, sujeto del enunciado/sujeto de la enunciación, que definiría de un
modo inicial esa manera de ver la incidencia del Inconsciente en la constitución
del sujeto, sería solidaria con una serie de otros planteos, como que tendría
que haber un cierto significante ordenador como Nombre del Padre de una
estructura preformada sobre la cual el sujeto se constituiría, pero queda en
claro aun en ese momento teórico que el sujeto se instaura o se instituye en un
lugar donde en esa estructura falta algo. Es decir que la idea de que la
estructura no sería absoluta o completa ya aparece aun en este momento
supuestamente estructuralista.
Es decir, el sujeto se instaura en un lugar
donde hay una falta, y él pasa a ser un significante más dentro de la
estructura, y ahí vienen ciertos tipos de aforismos que homologan al sujeto con
el significante. Incluso una definición de qué es un significante: "es lo
que representa un sujeto para a otro significante", y el sujeto mismo es
un significante más dentro de ese conjunto significante.
La teoría del Nombre del Padre, en ese
momento (me refiero a los seminarios 3 y 4), es que un determinado significante
o un pequeño conjunto de significantes fijos, establecidos, soportan la
estabilidad de la significación al desplazar por una operación metafórica el
deseo de la madre como real incestuoso. Lacan usa la alegoría de un taburete
apoyado en cuatro patas y lo que acontece si falta una en la forclusión.2
Hay también ahí una teoría de la intersubjetividad, es decir que no sólo se
hablaría de un sujeto, sino que un entre sujetos sostendría esta estructura
mediante un pacto. Para situarlos en el debate, en ese momento estamos en
algunas cuestiones relativas al uso del álgebra, para definir toda la cuestión
del significado al sujeto, las significaciones fálicas, que están matematizadas
utilizando recursos del álgebra, y haciendo algún tipo de operación donde el
desdoblamiento que escinde al sujeto aparece como un quebrado algebraico como
efecto de su inclusión en el conjunto de significantes; hay una parte de sí que
es reconocible, contabilizable, y otra que deja de ser posible de ser
considerada, es inconsciente.
En los años sesenta, el artículo de los
escritos "La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo en el
inconsciente freudiano" plasma este desarrollo teórico, proponiendo como
eje al sujeto, y todas las consecuencias que se podrían derivar en los otros
registros de estos procesos simbólicos, es decir sus incidencias en lo
imaginario y lo real. Si ustedes recuerdan, aparece un grafo muy importante,
que es tomado de seminarios anteriores, "Las formaciones del
inconsciente", y en ese grafo, que es el del recorrido de la pulsión,
define que todo lo que acontece gira alrededor de fenómenos relativos a la
subjetividad, sea la constitución del deseo, de la demanda, del fantasma, la
solución de la pulsión en la cadena significante, todo ese movimiento giraría
alrededor de un punto central que es la teoría del sujeto en ese momento. Que
ya incluye algo importante: el objeto a. Ésta es una de las inflexiones
teóricas internas en la teoría de Lacan, siguiendo comparativamente a lo que
significó para Freud la crisis del descubrimiento del problema de la pulsión de
muerte y la repetición. En Lacan se presenta el cambio a partir del énfasis en
la incidencia de lo real, en particular la teoría del objeto a, con el
seminario sobre la angustia en el año '63, donde termina de ser formalizado.
Entonces yo diría que en cierta lectura
posible, lo que antes era un proyecto de lograr la instalación de un sujeto en
una estructura preformada, y que este sujeto logre su inscripción (y si no
logra su inscripción, queda en una especie de deriva y de falta de solución,
como podría ser el problema de la psicosis cuando fracasa el Nombre del Padre,
y el sujeto no logra su lugar), a partir de los trabajos y los desarrollos
alrededor de la problemática del objeto a la importancia del
significante es que se convierte en el medio de creación y chances de
dar destino a este objeto a. Así se esboza una disputa teórica interna
acerca de lo que es más importante, si la problemática del sujeto con relación
al significante o la problemática de este orden de lo real, que va más allá del
problema del significante a la relación del mismo con lo real. Este objeto a,
al igual que la pulsión de muerte, nace de las evidencias clínicas3
y una búsqueda de mayor eficacia terapéutica, aunque a esa búsqueda curativa
del psicoanálisis se la haya considerado como un sacrilegio.
El sujeto habla, incluso habla de sí, pero
porque habla hay cosas que no logra decir, se le tornan imposibles; aunque
vemos que en el desarrollo teórico los grados de imposibilidad van variando:
así como se va puliendo un sujeto más nítido, se va definiendo un imposible más
ligado a diferentes categorías de ausencia, diferentes estatutos de
"nada", como el objeto a o el goce.
Así como Freud buscó ir más allá con Más
Allá del principio de placer, Lacan intenta ir más allá de la estructura y más
allá del sujeto, más allá del padre, buscando esta cuestión que no estaría
totalmente resuelta dentro de la estructura, pero que tiene que ver con la
estructura.
Probablemente, en esta línea vemos cierto
tipo de desarrollos que empiezan a invertir el énfasis. Si uno definiese que el
sujeto es lo que da cuenta del deseo, o que hay una relación intrínseca entre
la problemática del deseo y la teoría ligada al significante vinculados al
sujeto, a Lacan le comienza a interesar más la angustia como cuestión y la
causa del deseo como real, el objeto a como causa de deseo. Y tanto el
deseo como el sujeto vienen a ser productos o están causados por otra dimensión
que pertenecería a este orden de lo real.
En el Seminario 11 aparece una
redefinición del asunto del sujeto. El sujeto se constituiría por alienación en
el conjunto significante, pero a la vez el sujeto implica una operación que es
la que Lacan pone como diferencial o distinta a otras propuestas teóricas, que
es que el sujeto se separa, o el sujeto implica una operación de separación del
objeto a. Aumenta así la relativización del estatuto de la estructura
con relación al problema del sujeto. Es decir que no es sólo lo que se aliena
en el significante, sino que es lo que se separa de lo real.
Lacan alcanza un desarrollo más amplio cuando
formaliza la cuestión del fantasma, que ya la venía planteando desde antes,
pero entonces le da un estatuto más fuerte a la problemática de la relación del
sujeto con el objeto a en el contexto de las fantasías, el fantasma, que
viene a ser como un eje distinto de abordaje del tema.
Es por esta vía que reaparece el ello como
una vertiente distinta del inconsciente estructurado como un lenguaje. Es decir
que si el sujeto es del inconsciente, en algún sentido el objeto a y
ciertas dimensiones que determinarían ese objeto, tendría más que ver con el
ello freudiano. Categorías útiles para diferenciar órdenes de acto o de
relación posible de un sujeto, con cosas que no tienen estrictamente que ver
con una especie de verdad simbólica, en el sentido estructural de la verdad,
sino que la verdad estaría más en relación con lo real.
El pasaje al acto es un acto que Lacan define
como una alienación en el ello, no es una alienación en el significante, sino
que es una alienación en alguna dimensión que está más allá. Él lo contrapone a
una operación que se llama de pensamiento inconsciente u operación verdad, que
es el acting-out. Se trata de dos tipos de actos totalmente distintos, y
que tienen cierta importancia en relación con el problema de cómo concebir el
acto en general; es decir, qué orden de acto diferente es el acto determinado
por el ello o por el objeto a, de lo que es un acto determinado por el
inconsciente.
Aquí está implicada una concepción de la
transferencia, que alcanza un estatuto ligado al problema sujeto cuando se la
define como Sujeto supuesto Saber, una especie de dispositivo que tiene que ver
con el inconsciente y con la teoría del significante, pero a la vez Lacan le da
un estatuto de construcción artificial, y de suposición de un sujeto posible al
saber, cosa que ya está refutada teóricamente por él mismo, de que en algún
sentido hubiera un sujeto que pudiese ser como el poseedor. Es el dispositivo
por el cual el análisis se mueve, pero a la vez está en cierto modo condenado a
ser desbaratado en el fin de análisis, como destitución de este sujeto que es
una especie de ficción a resolver, dando lugar a lo imposible de ser sabido.
Es en el Seminario 17 podemos ver cómo
Lacan relativiza más drásticamente todo lo que puedan ser fenómenos de
estructura, y los vincula más con una adscripción a discursos. Los discursos
vienen a sustituir la concepción de estructura y a proponer la existencia de
términos (matemas) que interjuegan entre sí. Lacan define cuatro discursos: el
histérico, el del analista, el del amo y el universitario, donde hay términos
que interjuegan, entre los cuales se encuentra el objeto a, que es lo
que hace que estos discursos, en cierto modo, si bien manejan significantes,
porque los otros términos incluyendo el sujeto como tal $ son significantes, no
sean discursos solamente vinculables al significante. Tanto los lugares como
los matemas van dando las sigularidades del tipo de subjetividad de ese
discurso.
Más tarde surge la problemática del sujeto con
relación al problema de la sexuación. En el Seminario 20 hay un recurso
a una especie de lógica paradojal, entramos así en otro debate de Lacan con la
lógica, o de Lacan con Aristóteles, y lo que vino después en cuanto a
configuraciones lógicas, donde él trata de demostrar justamente que habría, en
la sexuación humana, un lado para el sujeto que tendría que ver con el lado
masculino, y toda la teoría del falo y la significación fálica, y otro lado u
otra dimensión que tiene que ver con lo femenino en la teoría, y que abriría
todo ese otro campo de la relación con un orden de lo imposible, que se hace
relativamente posible a través de cierta relación con el sujeto.
Pero ese campo que se define como del otro
lado, el otro goce, puede ser otro modo, queda extremadamente abierto, es decir
que este momento es todavía más radicalmente no estructuralista.
Luego se va introduciendo en una línea que
creo que es la más interesante al final, y que tiene más que ver con cuestiones
tomadas de la topología, los nudos y ciertos encadenamientos topológicos4
que ya habían aparecido antes en el seminario de la indentificación. El
sujeto como la banda de Moëbius, con la singularidad de ser ésta
externa-interna, al tener un lado y un borde caracteriza al sujeto y redefine
su relación con la realidad. La "extimidad" como neologismo
caracteriza esta cuestión afuera-adentro.
Más tarde, Lacan intenta concebir algún sujeto
ligado al problema de la invención o de cierto orden de creación por vía de
poder hacer ahí con lo real. Lacan trabaja este punto en relación con el
problema de la escritura, es lo que lo ligaría al tema de lo escrito y la
letra. La escritura como algo que tiene que ver con el arte está presente
cuando trabaja toda la problemática del sinthoma5
y de Joyce6. Pero también en otras formas de
escritura no necesariamente literarias.
Es decir que ahí sí se iría acercando a
relacionar el sujeto con el síntoma, pero no con un síntoma en un sentido
corriente, sino en una especie de rara concepción del síntoma, que seria esa
manera singular y propia de cada humano, de posible solución, de una especie de
subjetividad nueva, rara porque no seria estándar, no sería consensual, y
tendría mucho que ver con una singularidad más extrema de lo que se había
requerido hasta este momento.
Todavía nos estamos preguntando cómo se hace
eso, quién lo logra, quién hace sinthoma, quién no, y cómo es eso del
fin de análisis haciendo eso, y cómo quedaría alguien que hizo eso.
Resultaría interesante en base a estos datos
debatir sobre la singularidad del sujeto, poder pensar que la subjetividad no
es un hecho dado estructuralmente, sino que ya en el Seminario 11 el
sujeto es algo que aparece y desaparece, que el inconsciente como tal tampoco
es un hecho dado, sino que hay fenómenos de apertura y cierre, y momentos donde
se expresa. Una pregunta importante es pensar: y en el próximo intento,
¿logrará ese hecho?, ¿el próximo movimiento de apertura y cierre producirá esa
misma subjetividad?, ¿está condenada a una repetición? Éste es un poco el
planteo que aparecía cuando había un determinismo estructural, o podría en un
nuevo movimiento abrirse una otra forma, que sería quizás radicalmente
distinta.
Todos sabemos que no hay certeza absoluta de
que en el próximo movimiento no vaya a aparecer en un sujeto una psicosis, o
una creación, sin embargo habitualmente hay una perseverancia concordante con
los antecedentes históricos: los acontecimientos se producen sobre la base de
una existencia anterior. Los prontuarios son importantes, el humano y quizás en
algún sentido los animales también tienden a repetir lo preformado. Sin
embargo, como psicoanalistas creemos en un cambio posible, pero sobre la base
de lo anterior: no hay creación desde la nada, o por lo menos desde una pura
nada, sino sobre el antecedente de algún algo que responde a esa nada que es la
pulsión o el objeto causa del deseo.
Es decir que Lacan abre la posibilidad de
teorizar una movilidad subjetiva, o bien que el fenómeno subjetivo entendido de
esta manera implica soportes de identificación que lo sostendrían en el tiempo.
La propuesta importante de Lacan alrededor del tema del sinthoma es
alguna fórmula de producción no neurótica ni psicótica, de su neurosis o
psicosis, para el humano, y cómo sostenerla en el tiempo, y cómo hacer de eso
algún orden de sujeto no neurótico ni psicótico.
En definitiva hay sujeto del inconsciente, lo
hay de la pulsión (sujeto acéfalo), del falo (el sujeto a la represión), del síntoma
(otra formación de arreglo de la represión que incluye el retorno de lo
reprimido vuelto a reprimir), de la sexuación (como hombre o como mujer, según
asuma la represión), también hay sujeto del fantasma, sujeto sintomático y
sujeto como sinthoma, etc. Todos son el mismo pero desde diferentes
perspectivas, por eso se puede decir que el tema del sujeto abarca todo el
psicoanálisis y que, cuando hablamos de sujeto, siempre tenemos que aclarar a
cuál nos referimos. Y según cómo lo abordemos, estaremos en tal o cual enfoque
analizando, por vía del fantasma al modo kleiniano, por vía del falo al modo de
aquellos que jerarquizan la sexualidad manifiesta o los valores aparentes, por
vía del atravesamiento en búsqueda del objeto real en ciertos lacanianos, etc.,
dentro del psicoanálisis. A menos que la política y la ética varíe y se dirija
con ingenuidad al yo pretendiendo pactar con alguna dimensión preconsciente, y
entonces estaríamos en otro campo, el de la psicoterapia; si ésta es
estratégica con relación al inconsciente será psicoterapia psicoanalítica y si
no considera la dimensión ética del deseo inconsciente será una de tantas
formas de psicoterapia no psicoanalítica. Estas caracterizaciones un tanto
amplias y desordenadas buscan mostrar cómo el sujeto como expresión del
inconsciente es el referente central para definir una compresión clínica y una
decisión de abordaje.
Hay análisis en tanto opera la transferencia
y hay un sujeto que la denota en tanto permanece en este eje referencial al
analista evidenciando formaciones del inconsciente como los sueños, los lapsus,
las asociaciones, las actuaciones, etc. Aunque puede haber transferencia y
sujeto aun cuando el terapeuta no lo sepa y suponga que está haciendo sólo
psicoterapia.
Esta reseña sintetiza algunas cuestiones
tratadas extensamente en el libro Los orígenes del sujeto y su lugar en la
clínica psicoanalítica (Peskin, 2003).
Clínica de ausencia de subjetividad
En nuestros días, por múltiples razones, hay
una pretensión social y seudocientífica de abolir las diferencias y
singularidades, lo que lleva a promover algo que ya conocíamos pero se ve
incrementado y que son las presentaciones clínicas que aparecen sin la
subjetividad para la cual el psicoanálisis tiene sus mejores recursos.
La adicción como ausencia de dicción (de
discurso) agrupa la anorexia, la psicosomática, el delito y muchos actos en
general, la bulimia, la drogodependencia, etc., presentan formaciones no
subjetivas que serán teorizables como formaciones narcisíticas o impulsiones, compulsiones
y una serie de alternativas donde el inconsciente no tiene oportunidad de
intervenir como soporte significante de un modo directo, y la subjetividad que
vemos aparecer es fallida o hay una presubjetividad, o formas alienadas en
extremo refractarias a cualquier intervención que busque suscitar una
transferencia. Los modelos de las sectas o de la psicología de masas como
militancias ideológicas adquieren mayor eficacia a partir de la sofisticación
tecnológica al servicio de un "aparato" del Estado o de otros grupos
circunstanciales que caracterizan la base de la llamada globalización.
El psicoanálisis está en condiciones de
estudiar y comprender la mayoría de estos fenómenos, pero encuentra
dificultades para abordar muchos casos por la más diversas razones. Es
importante no adoptar una actitud diferente de la que siempre tuvo con relación
a los obstáculos clínicos que Freud denominó resistencias al psicoanálisis y
que Lacan ubicó del lado de los analistas. Hay épocas y lugares mejores y
peores para el abordaje y el pensamiento psicoanalítico, pero esto no debiera
invalidar la investigación y el avance aun frente a la adversidad. Aunque
reconozcamos que no todo es abordable psicoanalíticamente, la mayor parte de
los hechos que involucran a los humanos son comprensibles desde el pensamiento
psicoanalítico, si bien en algunos casos no es pertinente aplicarlo y menos
agotar la comprensión desde este enfoque exclusivamente.
NOTAS
1 El moi
como yo imaginario especular narcisístico, y el je como la nominación
simbólica del sujeto en un discurso.
2 Falta de
inscripción: término de origen jurídico que se refiere a la caducidad de tiempo
para la realización de un paso en el proceso jurídico, con lo cual queda
imposibilitado hacerlo.
3 A partir del objeto
transicional de Winnicott.
4 Una rama de las
matemáticas que tiene diversas vertientes en cuanto a álgebra y geometría.
5 Nombre que da
Lacan a una nueva formación a partir de una transformación del síntoma en sinthoma,
que le permitiría al sujeto una nueva identificación, una nueva nominación de
sí mismo que operaría como salida de la psicosis o de la neurosis.
6 James
Joyce, famoso escritor irlandés que crea un estilo muy especial de escritura
mediante el cual, según Lacan, elude la psicosis y el padecimiento.
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