El documental Paris is Burning da cuenta de lo que sucedía a fines de los ’80 en Nueva York, en lo que podríamos denominar un nuevo “movimiento contracultural”[1] surgido dentro de la comunidad “negra” y, más precisamente, dentro de la agrupación LGTB+.
En este mismo contexto, se desarrolla la serie Pose, primera serie subtitulada en lenguaje inclusivo, que da cuenta de diversas historias de vida de personas que decidían vivir su vida de una manera particular la cual no solía ser aceptada por sus familias. Por este motivo, tomaban la decisión o se veían forzados/as a dejar su lugar de origen para trasladarse a la ciudad que los recibía y les daba la oportunidad de formar nuevas familias. Cada una generaba su propia identidad, poseían un nombre que las definía y estaban dirigidas por su “madre”, y el resto de los integrantes se denominaban “hermanos/as” entre sí.
La pregunta que va a sobrevolar a lo largo de la serie es acerca de qué es lo que van a poder lograr los y las protagonistas con los recursos y limitaciones que se observan en las diversas tramas, tanto personales como culturales.
Esta serie nos permite pensar acerca de dos temáticas que están muy presentes en la juventud de hoy día, por lo que también lo están en la clínica con adolescentes. Estas son las cuestiones relacionadas a la identidad de género y a las modificaciones en el uso del lenguaje.
Para adentrarnos un poco más en estas cuestiones, tomaré el concepto de contrasexualidad, desarrollado por el filósofo Paul B. Preciado, quien plantea que dicho concepto es “en primer lugar, un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, producto del contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas han sido inscritas en los cuerpos como verdades biológicas (Judith Butler, 2001). En segundo lugar: la contrasexualidad apunta a sustituir este contrato social que denominamos Naturaleza por un contrato contrasexual. En el marco del contrato contrasexual, los cuerpos se reconocen a sí mismos no como hombres o mujeres sino como cuerpos hablantes, y reconocen a los otros como cuerpos hablantes”.[2]
Con relación a las modificaciones en el lenguaje, el autor va a plantear que “Lo que hay que sacudir son las tecnologías de la escritura del sexo y del género, así como sus instituciones. No se trata de sustituir unos términos por otros. No se trata tampoco de deshacerse de las marcas de género o de las referencias a la heterosexualidad, sino de modificar las posiciones de enunciación”.[3]
En este sentido, Valeria Flores, activista feminista de la Disidencia Sexual, en una entrevista en la que le preguntan acerca de su opinión sobre el lenguaje inclusivo responde: “Un lenguaje que pretenda decir todo, ya es un poco totalitario. Y es problemático, porque pareciera que corriéndose de un lugar imperativo a uno políticamente correcto, ahora vamos a solucionar todo con el uso de la “e”. Creo que es un paso, pero es preciso pensarlo como una política de la lengua que tiene que desarticular ciertos modos de decir que son normativos”.[4]
Para concluir, la serie Pose nos permite hacernos preguntas en relación con las nuevas sexualidades y tipos de lenguaje, siendo un puntapié inicial para acompañar la escucha y a cada adolescente en este proceso de cambio cultural y social que están y estamos transitando.
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