Los factores psicosociales influyen en los modos de subjetivar el sufrimiento psíquico.
Las enfermedades actuales expresan una modalidad de procesar niveles de tensión, montos de angustia, ansiedades difusas, incertidumbre y desvalimiento.
Sandra consulta porque no puede conciliar el sueño de noche o se duerme y se despierta muy angustiada, con pesadillas.
Carlos quiere empezar un tratamiento psicoterapéutico porque está muy contracturado, con dolor de cervicales y muy estresado. Su esposa le dijo que no puede seguir viviendo así, tan acelerado.
Raúl es derivado por el cardiólogo porque está muy nervioso, tiene taquicardia y problemas cardiacos. Le han puesto un Stent.
Sara consulta porque está con ataques de pánico y colitis ulcerosa, su hija le insistió que realice un acompañamiento psicológico.
Estos relatos, como muchos otros, se escuchan asiduamente en nuestros consultorios, pacientes con dolencias en el cuerpo, afecciones físicas muchas veces pasajeras, otras crónicas y agudas.
Partiendo de la base que el sujeto es bio psico social entendemos que está determinado por su época, su historia familiar, su historia de vida, su genética, su entorno familiar y vincular.
Por lo tanto, el contexto social y cultural imprime nuevas pautas y formas en la vida cotidiana.
Nos encontramos en la actualidad, la ‘hipermodernidad’ que presenta características importantes que inciden sobre la vida de cada individuo y su entorno. Hay una exigencia a tener que ser exitosos y exitistas en todos los aspectos de la vida, aún sintiendo agotamiento y cansancio, imponiendo un estilo de vida muchas veces difícil de alcanzar y de sostener, sintiendo frustración y fracaso por ideales insostenibles.
Un tiempo presente y una trama social que no sostiene el sufrimiento humano, que deja al sujeto desamarrado en lugares de vacilación, con la imposibilidad de ser parte, dejándolo aparte.
Sufrimiento humano que no encuentra espacio posible donde ser subjetivado, quedando entrampados en tiempos de apuro, respuestas inmediatas, tratando de responder a las demandas externas, sin dar tiempo a la tramitación de duelos, ocio, y espacios propios.
“Dice Raúl yo soy muy trabajador, no soy de los que se cansan, pero siento que no logro hacer lo que quiero es como que siempre me faltan 5 para el peso. Tengo taquicardia y el año pasado me pusieron un Stent “.
Personas sobreadaptadas al deber ser y a las exigencias externas, buscando satisfacciones propias en una realidad que siempre le imprime más obligaciones a cumplir.
Aparecen también nuevas manifestaciones somáticas, incluidas la anorexia, la bulimia, accidentes a repetición, cirugías estéticas exageradas, lesiones en el deporte, problemáticas de fertilización, autolesiones, cortaduras en el cuerpo, tatuajes, pasajes al acto, conductas impulsivas de riesgo, entre otras.
Muchas veces el sujeto recurre a soluciones mágicas para mitigar su sufrimiento buscando en la medicación, en las píldoras antidepresivas, disminuir el dolor psíquico y silencian sus padecimientos
Aquello que no puede ser procesado psíquicamente, simbolizado, el cuerpo se transforma en el verdadero protagonista expresando lo silenciado y lo desmentido por el sujeto.
Un cuerpo que es sede de descarga de tensiones que no son soportadas psíquicamente, las cuales se drenan en manifestaciones somáticas. El sujeto vive a su propio cuerpo como un lugar ajeno a sí mismo. Un lugar exterior a su yo donde se propicia la descarga no ligada simbólicamente como un pasaje al cuerpo. Este aparece como acumulador de tensión, centrándose en la búsqueda de la forma de liberarse del malestar a partir de un involucramiento de lo corporal.
Muchas veces las manifestaciones psicosomáticas pueden ser pensadas como un intento de curación y un modo de recuperar un equilibrio psicoemocional que se ve desbordado ante estímulos externos excitatorios que desbordan el psiquismo.
Dice un paciente: “Soy hipertenso, no me puedo poner nervioso, cuando escucho un problema trato de no darle bolilla, no me quiero preocupar por las cosas”. Juan se escuda en su hipertensión para no enfrentar las vicisitudes de su vida, refugiándose en su enfermedad.
En tiempos actuales donde prima cierta incertidumbre en el terreno de lo laboral, personal, económico, y con una gran inestabilidad en lo social, en algunos casos el sujeto claudica en el intento de enfrentar un entorno que se ha vuelto hostil utilizando al cuerpo como función evacuativa de la tensión psíquica.
La organización psíquica infantil esta determinada desde la realidad psíquica de los padres, o quien ejerza esa función, en relación a la libidinización, al deseo, la narcisización del bebe tanto en tiempos previos al nacimiento, como en los primeros momentos de la vida donde se va constituyendo la base de un psiquismo temprano, la base de la constitución del yo / no yo.
Es decir, el yo se estructura deficitariamente, un yo precario, con pobreza simbólica y falla en la capacidad de elaboración psíquica.
Si prevalece un contacto temprano en la constitución psíquica a déficit, como así también una carencia en la decodificación de las demandas del bebe en un entorno ambiental poco contenedor, se establece un principio de entramado emocional que propicia un modo de funcionamiento a predominio de la escisión mente cuerpo.
Dice una paciente: “Me tuve que operar muy rápido, no tuve tiempo a nada. Hice los tramites rápido y por suerte todo salió bien. Los médicos me dijeron que ya paso todo y que solo tengo que hacer controles cada 3 meses por si tengo recidiva del cáncer de colon. No quiero pensar en lo que paso. Para qué me voy a preocupar ahora si ya paso todo”.
También sabemos que muchas veces, ante alguna situación tanto externa, como interna en la vida de un sujeto, se puede desencadenar una ruptura en el ordenamiento pulsional dando cuenta justamente de la vulnerabilidad en la constitución psíquica propiciando un aparato psíquico con cierta pobreza representacional.
Estos sujetos están atravesados por una sensación de derrumbe emocional, vacío representacional, desamparo, que los dejan en estado de desvalimiento y un empobrecimiento de mecanismos de defensas del yo ante la angustia de descarga automática.
“Sara se jubiló a los 57 años siendo docente de grado. Trabajó toda su vida en la misma escuela, doble turno. Dice: “se me terminó la vida, yo ahora no sé quién soy, me siento vacía tengo ataques de pánico, me quedo todo el día en la cama sin saber qué hacer, se me retuerce la panza, me diagnosticaron colitis ulcerosa “
En el abordaje psicosomático nos enfrentamos a la complejidad del sufrimiento humano que denuncia un dolor físico como único llamado ante el sufrimiento psíquico. Ante un entorno disruptivo, poco contenedor y con exceso de cargas externas, implicando ideales y mandatos sociales excesivos, el sujeto responde intentando reducir esa tensión buscando el restablecimiento de un narcisismo deficitario, es decir que estamos ante la presencia de una patología en la constitución del narcisismo primario.
Las intervenciones del analista serán destinadas a no develar el sentido inconsciente como retorno de lo reprimido como en la psiconeurosis, sino a construir una significación o simbolización significante El terapeuta no descubre, sino que crea sobre un campo de repetición automática propiciando un proceso de neogenesis e implantación del deseo, como sostiene Silvia Bleichmar.
Deseo que se constituye en el guardián de la vida en la construcción y deconstrucción libidinal, necesaria y suficiente para mantener la vida en cuidados propios y calidad de vida.
Las expresiones de lo corporal se centran en cómo desembarazarse de fuerzas que alteran el funcionamiento y el equilibrio homeostático libidinal, en donde la enfermedad aparece como un lugar identitario que le permite al sujeto encontrarse “en un cuerpo enfermo “y” con un cuerpo enfermo” en el mejor de los casos.
Son estados en los que fracasan los medios de expresión psíquica del conflicto. El espacio mental para la fantasía está anulado y la tensión es drenada corporalmente. A nivel mental aparece un blanco con el que el paciente se siente preservado de la sensación de angustia. Por lo tanto, el psicoanalista no descubre aspectos fantaseados, recordados en trasferencia, sino que busca alojar al paciente desde sus sufrimientos para crear un espacio donde pueda construir una red de simbolización sobre el campo de la repetición automática.
Calidad de vida en tiempos actuales
Cuando hablamos de calidad de vida nos estamos refiriendo al interjuego dinámico de las variables salud, trabajo, comunicación y recreación, y la interacción en estas áreas retomando la conceptualización de Rodolfo Dalvia.
A partir del interjuego entre estas variables, cuando se ven afectadas o cuando estas no entran en una dinámica que aportan al sujeto bienestar o disfrute , es decir, cuando no hay integración armónica, el sujeto busca desesperadamente lugares de placer inmediatos, por lo tanto las adicciones, los juegos compulsivos on line en los adolescentes y adultos, contacto con otros a través de redes sociales, problemáticas en la alimentación, enfermedades, pasaje al acto, aloja al sujeto en un circuito en donde predomina la pulsión de muerte y la compulsión a la repetición.
Desde mi punto de vista y con base en las observaciones de mis pacientes, incluyendo enfermos de cáncer, considero que posiblemente una de las funciones que posee el síntoma o trastorno psicosomático es la de ocupar el lugar del objeto perdido; la enfermedad podría quizás representar el sentimiento de vacuidad, y de desvalimiento.
Muchas veces el entorno aparece como disruptivo, frente a falta de empleo, debacle laboral, problemáticas familiares, duelos, crisis de valores, cambios de paradigmas, el sujeto se siente perdido y los recursos propios no terminan de alcanzar para enfrentar tanto impacto. El presente y el futuro se muestran dentro de un horizonte de peligro y amenazas
Es necesario construir nuevos recursos que pueda dar cuenta de un proceso de transformación en la subjetividad para enfrentar situaciones de crisis sociales, crisis en la historia personal, económica y reencontrar lo propio, como así también construir diferentes modalidades para empezar a armar un nuevo escenario posible, donde encontrase, reencontrase, enfrentando un futuro incierto en la indeterminación del devenir de la historia
Siguiendo a Spinoza el “ser es potencia” y se descubre a través del conocimiento de las propias pasiones. El pensamiento de Spinoza, filósofo del siglo XVII, tiene para nosotros hoy el carácter de contemporaneidad, en la medida en que nos permite desarrollar algunas preguntas inaugurando un campo desde la perspectiva de lo novedoso, de lo por venir. Un campo singular que nos aporta la habilitación de nuevos modos de comprender el entorno social y la propia mismidad.
El gran desafío es poder alojar a nuestros pacientes, los que se encuentran abatidos y con sentimiento de desesperanza ante la gran inestabilidad social, laboral, económica, familiar, como así también faltos de proyectos para ir encontrando modos propios para propiciar el encuentro de espacios donde el deseo pueda comenzar a asomarse.
Que el cuerpo no se presente convertido en el portador de experiencias frustrantes, de emociones no registradas que privilegian como medio fallido de expresión, al código visceral.
Muchas veces esta desconexión mental con la interioridad corporal y emocional se manifiesta en el descuido de su propio cuerpo, junto con una actitud frente a la vida que se rige por el lema del deber ser, por la necesidad de sobreponerse con voluntad a todas las dificultades.
Ciertos pacientes no logran conectarse con sus dolencias, por lo que no realizan consultas médicas encontrándose muchas veces con un diagnóstico ya avanzada la enfermedad, con pocas chances de recuperación, aún con los progresos en las investigaciones y tecnología desarrollada en el plano de la medicina
Nuestra práctica clínica psicoanalítica nos motiva en forma permanente a seguir pensando y revisando las teorías en su articulación con nuestra escucha, sin dejar de comprender la singularidad del sujeto desde su historia libidinal.
Este posible espacio potencial, abrirá en transferencia una experiencia emocional transmutadora instaurando un proceso de neogénesis, como sostiene S. Bleichmar.
Experiencia destinada al desarrollo de un espacio ideo-afectivo, generadora de elementos nuevos de recomposición y de articulación que permitan una reestructuración del «sentimiento de sí».
En relación con los efectos contratransferenciales, es frecuente que el analista vivencie y sienta lo que el paciente no puede sentir ni vivenciar, desde los sentimientos de temor, angustia y preocupación hasta las sensaciones corporales renegadas como la fatiga y el dolor.
Pareja analítica que permitirá restituir la organización mental, que pueda acudir a elementos simbólicos, para expresar lo vivenciado por el paciente intentando la búsqueda de nuevos horizontes poniendo freno a las repeticiones en acto.
El pasado está presente pero también se produce una proyección esperanzadora hacia el futuro por la expectativa de cambio. Y eso se da en ese lugar, en ese tiempo, y con ese analista y no con otro.
El analista tendrá que ubicarse sosteniendo al paciente, alojando el sufrimiento, propiciando un espacio de creatividad y será un desafío constante prestándole palabras, representaciones, figurabilidad, y por, sobre todo, humanidad, recorriendo nuevas narrativas para encontrar nuevos sentidos.
Muy interesante el aporte de la lic E Hecht pues enfatiza la condición del hombre como un ser bio-psico-social. Y es en la trama donde se despliega la vida donde se desarrollan las pasiones alegres y las pasiones tristes, al decir de Spinoza. Es, me parece, en esa complejidad donde el soma sufre y habla de los padeceres en los inciertos panoramas de los contextos actuales.