NÚMERO 12 | Marzo, 2015

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La representación social del psicoanálisis en el humor gráfico | Marta De Giusti (coordinación); Inés Gutiérrez (coordinación); Ariel Goisin; Tania León; Carina Rudistein; Natalia Schattenhofer

Investigación realizada en el marco de la investigación «Representación social del psicoanálisis en los medios de comunicación masiva» propuesta por la Secretaría Científica de la Federación Latinoamericana de Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis (FLAPPSIP), 2014 - 2015.

 

INFORME de AVANCE

Figura1Fundamentación

Figura2   Figura3

Figura4         Figura5

En el marco de la investigación «Representación social del psicoanálisis en los medios de comunicación masiva» propuesta por la Secretaría Científica de la Federación Latinoamericana de Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis (FLAPPSIP), tomamos algunas producciones del humor gráfico para dar cuenta del objetivo propuesto. Surge entonces la presente investigación «La Representación Social (RS) del Psicoanálisis en el Humor Gráfico». Considerando que toda imagen humorística, se genera condicionada al contexto en el que va a difundirse, podemos pensar el humor gráfico como un medio de comunicación que, a través de su estructura y lenguaje específico, transmite a los receptores valores y creencias colectivas implícitas en su discurso. Valores y creencias que pensamos conforman representaciones sociales acerca del tema que desarrollan.

Ahora bien, para nosotros, psicoanalistas, esta articulación representación social-humor constituye un verdadero desafío, debido a que nos coloca frente a marcos conceptuales pertenecientes a distintas disciplinas. La significación y, más aún, la construcción de valores y creencias colectivas, representaciones sociales, entre otros, son cuestiones que generalmente asociamos con la sociología, antropología, psicología social y que, sin embargo, cada vez más merecen una atenta exploración como parte de nuestras herramientas conceptuales.

En la imposibilidad humana de prescindir regularmente del vínculo con los otros, Freud funda el aserto que postula que, desde el comienzo mismo de la vida humana la psicología individual, es simultáneamente psicología social en el sentido más amplio (Freud,  1923). No duda al conceptualizar como verdaderos fenómenos sociales todos los vínculos que un individuo sostiene con su entorno e influyen sobre él. En este sentido, para este autor, lo que hace oposición a los actos anímicos sociales son los procesos narcisistas donde la satisfacción pulsional se sustrae del influjo de otras personas o renuncia a estas. Es decir aquellos procesos donde desaparece el semejante.

Ahora bien siempre resulta un trabajo para el investigador establecer los nexos que enlazan los procesos psíquicos singulares con los procesos grupales y comunitarios (generales y abstractos). El desafío para nosotros será, entonces, sostener la tensión que se establece entre estos dos campos de investigación y aceptar que siempre quedará un resto opaco, enigmático e indescifrable.

En la investigación que nos ocupa, se plantea que en el humor gráfico se pueden visibilizar determinadas representaciones sociales atinentes a un grupo social y profesional específico como somos los psicoanalistas.

A partir de lo dicho, nos surgieron los siguientes interrogantes:

  • ¿Puede el humor gráfico dar cuenta de la (s) representación (es) social (es) del psicoanálisis?
  • ¿Cómo las historietas / humor gráfico dan cuentan de las representaciones sociales del psicoanálisis?

Acerca de las Representaciones Sociales

Para Moscovici, una representación social es «una modalidad particular de conocimiento cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos» (Moscovici, 1979, p. 17-18). Como actividad psíquica permite a los hombres hacer inteligible la realidad física y social, de modo de poder integrarse en una relación cotidiana de intercambios. Constituyen complejos sistemas en cuya construcción y desarrollo concurren tanto la historia singular cuanto la del grupo en general. «(Las representaciones)… están inscritas en los pliegues del cuerpo, en las disposiciones que tenemos y en los gestos que realizamos. Forman la sustancia de ese habitus del que hablaban los antiguos, que transforma una masa de instintos y órganos en un universo ordenado, en un microcosmos humano del macrocosmos físico, hasta el punto de hacer que nuestra biología aparezca como una sociología y una psicología, nuestra naturaleza como una obra de la cultura. Enraizada así en el cuerpo, la vida de las representaciones se revela como una vida de memoria». (Moscovici; Hewstone, 1986, p.708-709). Incluyen contenidos cognitivos, afectivos y simbólicos que juegan no sólo un papel significativo para las personas en su vida privada, sino también para la vida y la organización de los grupos en los que viven.

A los fines de nuestra investigación nos interesó de modo particular la caracterización que nos traen otros investigadores. Darío Páez nos señala que las RS «… son sistemas de creencias de menor estabilidad y la mayor de las veces característicos de lo que llamamos “subculturas” que se forman al interior de una sociedad. Estas emergen ante objetos o hechos sociales que exigen ser “normalizados” y transformados en algo conocido». (Páez y colabs., 1987)

Otros investigadores han planteado que son ante todo «productos socioculturales» pues proceden de la sociedad y nos informan sobre características propias de grupos que las asumen.

Sintetizando, nos interesa señalar que las RS son procesos: pensamiento constituido y pensamiento constituyente. Pensamiento constituido en tanto se transforman en productos que intervienen en la vida social como estructuras preformadas que posibilitan interpretar la realidad. Son pensamientos constituyentes, pues, no sólo reflejan la realidad, sino que intervienen también en su elaboración. Por ello, se puede afirmar que las RS son un proceso de construcción de la realidad. Constituye una formación subjetiva, multifacética y polimorfa, donde fenómenos de la cultura, la ideología y la pertenencia socio-cultural dejan su impronta.

Entendemos que en este sentido las RS del psicoanálisis se encuadran dentro de esta caracterización.

La génesis de las RS

Las RS se construyen siempre a partir de un material cultural ya existente. Se originan a partir de elementos que irrumpen en la práctica diaria de un grupo, obligándolo a integrar aquel objeto extraño. En su génesis pueden identificarse dos amplios procesos, el de objetivación y el de anclaje. En el primero, se produce una selección de los aspectos relevantes y significativos del elemento intrusivo, descontextualizándolo, para luego poder materializarlo. Se materializa en una imagen simple, naturalizándose dentro del sistema representacional. Éste se hace visible, por ejemplo, a través de los chistes o formando parte del «sentido común» del saber popular. Se ha conformado así el núcleo central (NC) de la RS. El anclaje, en cambio, alude al proceso en el que esa nueva RS en formación se acomoda e incorpora en el seno del sistema de representaciones de referencia del grupo, asignándosele una valoración cultural. Durante el anclaje, se articulan las tres funciones básicas de la RS utilizando las categorías ya conocidas. Ellas son la integración de la novedad a los nuevos objetos que aparecen en el campo social, su interprepretación y su función de orientación de las conductas y las relaciones sociales. Así se ha familiarizado lo extraño. Sólo la RS objetivada y anclada es la que permite explicar y orientar nuestros comportamientos. Es por ello que diversos autores se han ocupado en demostrar su alcance. La transformación de las RS produce cambios no sólo en el marco de referencia, sino también en la identidad social. Será el grupo social el que se ocupará de comunicar el cambio a todos sus miembros. Es en este último momento de la sociogénesis donde se manifiestan las particularidades con las que cada individuo incorpora esa RS. Abric (1993) identificó tres modos posibles en que se incorpora un nuevo elemento social. Puede suceder a través de una «actitud resistencial», donde la práctica social nueva es interpretada y fagocitada exactamente desde el sistema simbólico ya existente. También puede ocurrir una «transformación progresiva» (a través de la periferia), donde lo novedoso no afecta el núcleo central (NC) de la RS. En una tercera modalidad puede suceder, en cambio, una transformación radical, paradigmática, donde lo que queda cuestionado es el marco referencial, resultando imposible sostener las prácticas antiguas, produciéndose una reformulación del núcleo duro representacional.

Encontramos que el humor es un modo particular de comunicar una RS al colectivo, a través del lenguaje compartido.

Estructura dinámica de las RS

Son varios los autores los que recalcan la importancia del análisis de la estructura de la RS para comprender el modo en que se constituyen o modifican. Descomponen la noción de RS en un núcleo central (NC) y un sistema periférico (SP). El NC alude a los aspectos más esenciales y arraigados, estables en el tiempo, marcado con la memoria social e ideológica. Es un sistema estable y coherente de creencias, actitudes y valores, históricamente determinado. En cambio, el SP es funcional, le permite vincularse con la realidad. Son los rasgos con mayor apertura al cambio y reacomodación en el tiempo y de acuerdo al grupo social en el que se inserta. Es el elemento de contacto entre la realidad y el NC. El sistema periférico permite la modulación individual y personal resultando, por tanto, el aspecto siempre más heterogéneo y flexible de la RS.

Un ejemplo de esto sería lo que encontramos en los chistes. Utilizando el criterio de los frecuencia de aparición, el «diván» resultaría ícono del psicoanálisis formando parte del NC y el «estilo del analista» —hippie, símil Freud, con traje— aludirían al SP.

Ibáñez repara en que generalmente se olvida el carácter artificial y simbólico del núcleo central y se le atribuye, en cambio, plena existencia fáctica. El núcleo pasa a ser la expresión directa de una realidad que se le corresponde perfectamente y de la cual no parece constituir, sino un reflejo fiel. (ejemplo el diván)

En nuestro medio y en acuerdo con nuestro problema de investigación, Janine Puget se pregunta:

«¿Cómo se elige para cada contexto aquello que lo puede representar?, ¿cómo se construyen los símbolos-marcas-códigos?

¿Se puede pensar qué el psicoanálisis adopta o consagra algún símbolo (S), alguna modalidad de expresión que lo diferencia y separa de otro conjunto de disciplinas?». (Puget, 1998, p. 147)

¿Por qué el humor?

Ya desde 1905, Freud consideraba al humor la más elevada operación frente al sufrimiento. Se caracteriza por ser liberador, grandioso y patético. En nuestro medio, Alicia Levin en su tesis de maestría analiza «la función que cumple el chiste, como estructura verbal, ante la angustia como afecto displacentero».

En este sentido, el chiste, estructurado como una formación del inconsciente, es una transacción, una «formación de compromiso» donde algo de lo reprimido o censurado se abre paso, sin pagar el precio —diferencia crucial— en la moneda neurótica de la inhibición, los síntomas o la angustia. Situaremos al chiste como una «técnica», al decir de Freud, una operatoria que se constituye como el prototipo del efecto humorístico de carácter ternario, en tanto implica y exige la sanción de un tercero. Lo que Freud llama «la parroquia».

Señala Levin que: «La referencia freudiana al tercero en el humor pone en juego a un Otro (con mayúscula) como lugar simbólico, más allá del ser viviente que eventualmente lo encarne. Es solo desde ese Otro como lugar del código, del conjunto o tesoro de los significantes del lenguaje y de su esencial función creadora de sentido, que un chiste puede ser sancionado como tal; que puede haber un sentido del humor y en el humor».

Para esta investigación destacamos el carácter bifronte del humor en tanto su vínculo: por un lado con las formaciones del inconsciente y, por otro, su raigambre cultural. De allí obtiene sus temáticas: el odio, las prohibiciones sexuales, lo ominoso. Todos los contenidos que serían insoportables para la conciencia, podrían emerger por vía del ingenio, burlando la represión.

Son, estas dos dimensiones, las que permiten articular, de acuerdo a nuestro punto de vista, el humor con las representaciones sociales del psicoanálisis.

Es bien conocida la habilidad del humorismo gráfico, a lo largo de la historia moderna, para eludir, transgredir censuras o prohibiciones y para desenmascarar y ridiculizar las rigideces, falsedades e hipocresías del discurso del poder y de las instituciones en general.

Cuando hablamos de humor dentro del espíritu freudiano, hablamos de ganancia de placer, de juego de instancias, de metonimia y de metáfora, de condensación y desplazamiento, es decir, hablamos de lo inconsciente. En este sentido, pensamos que las representaciones sociales que se visibilizan en el chiste y la historieta reciben, a través de la creación y el juego, un especial tratamiento. «En una broma se puede decir hasta la verdad», señala Freud, lo cual nos plantea la relación del sentido del humor con cierta dimensión de la verdad. El recurso al «lo dije en chiste» o bien, «de mentira», suele ser el artilugio propio del discurso corriente para desmentir precisamente esa implicancia; la de una verdad que habita en la frontera de lo imposible de decir. La paradoja, el grotesco, lo insólito, el absurdo, la desmesura y el disparate son los aparentes sinsentido para expresar en clave de humor, ese sorpresivo efecto de verdad.

El dramaturgo italiano, Luiggi Pirandello, plantea que el humorismo descompone, desordena y desacuerda, que tiene como objeto desequilibrar, al igual que el psicoanálisis. En la misma línea, propone al mismo como una forma de crítica a lo contemporáneo y social desde lo risible.

En la articulación que nos proponemos entre Representación Social-humor gráfico tomamos esta característica del humorismo que tiene como objeto desequilibrar, desordenar, de construir aquello que la razón, el juicio crítico o la censura presenta como una totalidad.

El humor gráfico

El humor gráfico se vale de la utilización de palabras e imágenes o de imágenes, exclusivamente. Los recursos lingüísticos que utiliza son la polisemia, la ironía o la exageración, o una conjunción de ambas.

Puede presentarse en un solo cuadro, o desarrollarse en varios cuadros, como sucede en la historieta.  Es así que el chiste resulta de la combinación que se produce entre las imágenes y las palabras.

Así como el chiste de Freud, el humor gráfico también se funda en un código compartido con los lectores, debiendo producirse una suerte de «des-individualización» del autor, para convertirse en un autor social que recoja en su mensaje el contexto sociocultural compartido

¿Cómo investigamos?

  • Las unidades de análisis que se tomaron para dar respuesta a las preguntas de investigación fueron chistes e historietas de humoristas argentinos que han publicado sus trabajos en distintos diarios de circulación masiva.
  • Los criterios utilizados en la selección de las unidades de análisis tuvieron en cuenta las siguientes variables:
    • representación del analista
    • representación del paciente
    • representación de la situación analítica
  •  Adicionalmente, se tuvieron en cuenta, en el análisis, los contenidos teóricos y/o técnicos propios del psicoanálisis, a los que se aludía en las historietas/chistes y al particular tratamiento que se les da en ellas. Así se incluyó una nueva variable.
    •  Representación de los contenidos del psicoanálisis.

Modalidad de trabajo

Se realizó  un relevamiento de humoristas que trabajaron en sus producciones sobre temáticas relacionadas con el psicoanálisis para luego avanzar en la búsqueda de diferentes chistes de cada uno.

Se analizaron muchas producciones, se determinaron las tres variables a analizar en cada una de las viñetas señaladas más arriba y, a partir de las mismas, se efectuó un nuevo recorte desde aquellas que mejor representaran —a nuestro entender— la representación del psicoanálisis.

Se planteó como interrogante si lo que concernía al tópico de investigación se refería a la representación del psicoanálisis para la parroquia psicoanalítica o al seno social en su conjunto. Cuando nos referimos a la parroquia, vale también el cuestionamiento de si contemplamos exclusivamente a los analistas, a los analistas y los pacientes, o a una comunidad que, aunque no se analice en un momento dado, comparte estos códigos.

Asimismo, también se estableció una diferenciación entre humoristas atravesados por el psicoanálisis (Tute), analistas-humoristas (Rudy) o humoristas atravesados por códigos terapéuticos, no necesariamente psicoanalíticos (Maitena).

Se seleccionaron 30 chistes y se dividieron entre los diferentes miembros del equipo para su análisis.

Se elaboró una tabla donde se cargaron los valores de cada una de las variables en las respectivas unidades de análisis.

Luego se trabajó de manera conjunta intercambiando lo analizado para enriquecer el abordaje de cada chiste y para poder definir elementos recurrentes en cada una de las variables. Asimismo, se abordaron aspectos que convocaran nuestra atención por presencia o ausencia.

Algunas puntuaciones que ejemplifican lo trabajado en cada chiste/historieta para cada Variable

Representación del analista

  • Estereotipo del analista: barba, anteojos, look intelectual.
  • •Puede aparecer como desconectado de la realidad del paciente. (por ej.: El paciente se tira por la ventana y el analista continúa en sus elucubraciones. Concentrado en su mundo y sus reflexiones). En muchos casos aparece de espaldas al paciente.
  • En otros, como en la viñeta que inaugura esta presentación, el analista «busca» develar esa incógnita que representa el inconsciente en el discurso del analizando.
  • En todos los casos considerados, el analista es un hombre, médico. La única viñeta en que aparece una analista mujer, sólo dedica su atención a los quehaceres domésticos.
  • Analista como aquel que encarna el lugar del saber. Se lo convoca como «Doctor», otorgándole un lugar de jerarquía.
  • También se lo incluye dentro del conjunto social que sufre las consecuencias de la precarización de las condiciones de trabajo.

Representación del paciente

  • El paciente pareciera mostrar aspectos poco relevantes para la jerarquía de tópicos a abordar en la situación analítica. Por ej.: «Doctor, mi marido no quiere que le hable».
  • Recurre al tratamiento para poder abordar los sueños no cumplidos y sus frustraciones. Rol de los objetos parentales como quienes obstaculizaron su proceso. «¡Podés creer! Me dijo que te idealizo mamá».
  • Paga para encontrar a alguien que lo escuche: «Mi marido ni por plata escucharía mis sueños».

Representación de la situación analítica

  • El trato es de Ud. y por el apellido, denotando también cierta distancia.
  • •Diván como ícono de la situación analítica. Mobiliario minimalista.
  • •Paciente recostado y analista sentado. Representación de la asimetría del vínculo.
  • •Aparición de nuevas tecnologías. Tratamiento in absentia del paciente (vía celular, skype)
  • •Tratamiento analítico como espacio privilegiado para el abordaje de la sexualidad. «Mi marido es impotente y yo soy frígida«. «Sexo tántrico».
  • • Espacio analítico se muestra como un lugar de catarsis y no de interpelación. El analista contiene a cambio de dinero.

Representación de los contenidos del psicoanálisis.

  • Se encuentran alusiones al inconsciente, a la interpretación de los sueños, a la idealización, a la transferencia, a la fantasía, a la repetición, a las producciones del inconsciente (como los actos fallidos), al complejo de Edipo, al acting out, al encuadre, a los dispositivos de intervención en psicoanálisis, por nombrar sólo algunas.

Antecedentes Graficos

En el año 1945, apareció, por primera vez, —en el diario Clarín y en la Revista El Hogar— la tira conocida como «El otro yo del Dr. Merengue» creada por el dibujante, humorista y editor argentino, Guillermo «Willy» Divito.

Narra la historia de un señor serio y encumbrado al que las normas sociales le imponen callar muchas de las cosas que quiere expresar. Entonces, aparece su otro yo, como un fantasma, y nos muestra lo que realmente piensa o siente.

Según contó el autor, la anécdota del origen del Dr. Merengue sucedió en el hipódromo. Él estaba allí apostando y un conocido le pidió prestado un dinero para seguir apostando porque se había quedado sin un peso. Divito se lo cedió gentilmente y el otro recuperó y comenzó a ganar. Cuando ya llevaba ganado bastante dinero, celebraba, muy orondo, mientras que esta vez era Divito el que se había «hundido» y lo miraba ganar esperando que hiciera el gesto de devolverle su préstamo. Como esto no ocurría, le dedicaba por dentro insultos irreproducibles. «No era lo suficientemente amigo como para decirle con confianza que me lo devolviera», señalaba. «Ahí fue que concebí al doctor Merengue y a su otro yo, que dice las cosas que el doctor piensa, pero que por las normas sociales, se ve impedido de expresar». (Wikipedia)

Contemporáneamente, nazismo y estalinismo mediante, llegaba para quedarse el Psicoanálisis al Rio de la Plata, trayendo consigo ideas y conceptos novedosos, tales como la partición del Sujeto, de la que dan cuenta «El Dr. Merengue y “su otro yo”».

Estos conocimientos sobre las teorías freudianas que existían en medio intelectuales, académicos y psiquiátricos dieron lugar a la idea de fundar una Sociedad Psicoanalítica con miembros psicoanalizados. Así,  el 15 de diciembre de 1942 firmaron el Acta Inaugural de la Asociación Psicoanalítica Argentina: Ángel Garma, Celes Cárcamo, Arnaldo Rascovsky, Enrique Pichón Riviere, Marie Langer y Enrique Ferrari Hardoy. (APA)

Figura6  Figura7

Mucho más acá en el tiempo, tenemos otro ejemplo donde podemos apreciar cómo el humor da cuenta de la partición del sujeto antes señalada y de la tensión y el juego entre realidad-fantasía.

Figura8En 1979, «construida como una denuncia de la última dictadura cívico-militar y, sobre todo, de la falta de libertad de expresión que se vivía en esa época, Las Puertitas de Señor López relata la agobiante y rutinaria vida del señor López, un empleado de oficina petiso y gordito que vive atormentado por sus jefes, sus vecinos, sus compañeros y su gruñona esposa. Cuando el mundo real se le hace intolerable, López utiliza como escapatoria su imaginación, mediante la cual viaja a un mundo alterno e interior al que accede simplemente por la puerta de cualquier baño. Allí, según la oportunidad, se le ofrecen visiones paradisíacas o terroríficas y, allí, López encuentra sus más grandes placeres y sus más profundos temores».(Wikipedia)

Ejemplos seleccionados para ilustrar las variables investigadas

    Figura9 Figura10 Figura12     Figura13

Figura14    Figura15     Figura11

Figura16d

Figura17    Figura18

Figura19   Figura20

Figura21     Figura22

 

Conclusiones

  • Pensamos al humor y al chiste como productos culturales, específicamente humanos, construidos sobre un sistema complejo de representaciones sociales sobre las que operan los mecanismos inconscientes de la condensación y el desplazamiento.
  • El humorismo tiene como objeto desequilibrar, desordenar, deconstruir aquello que la razón, el juicio crítico o la censura presenta como una totalidad.
  • Intentamos poner de relieve las representaciones sociales del psicoanálisis utilizando el humor como vehículo para reconocer, interrogar, interpelar los valores, las creencias, los prejuicios, los temas que trata y las actuaciones de los propios psicoanalistas constituyendo, a través del ingenio, una mirada crítica de la que no podemos menos que estar advertidos.
  • Se testimonia algo asimilado e instalado en la cultura que trasmite, en texto e imagen, un guion imaginario acerca de cómo se concibe el psicoanálisis: ¿Quién analiza, cómo analiza? Y también cosa curiosa… de ¡cuan popular es el psicoanálisis!

Bibliografía

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