Las contribuciones teóricas y clínicas en el psicoanálisis contemporáneo destacan la importancia del otro en los funcionamientos psíquicos del sujeto, en oposición a lo que Stolorow y Atwood (1992, pág. 7) han llamado el “mito de la mente aislada”. Estas contribuciones, no obstante su heterogeneidad, constituyen una perspectiva teórico-clínica, la perspectiva intersubjetiva, en la cual el psiquismo es un sistema abierto en continuidad-discontinuidad con el otro/otros y la comprensión de las determinaciones y funcionamientos psíquicos se apoya en la consideración de este sistema abierto sujeto-otro/s.
En las líneas que siguen expondré mi modo de conceptualizar la perspectiva intersubjetiva tomando como terreno de ejemplificación la terapia psicoanalítica de pareja. La idea es recorrer un ida y vuelta: de los presupuestos más generales a las características de una práctica clínica singular, la terapia psicoanalítica de pareja[1]
- ALGUNAS DEFINICIONES
Así como un cuerpo físico tiene tres dimensiones –alto, largo y ancho–, en todo suceso psíquico podemos distinguir una dimensión intrasubjetiva, una intersubjetiva y otra transubjetiva. La justificación fundamental para introducir esta nueva conceptualización radica en su utilidad para la práctica clínica. Estas tres dimensiones no son las únicas que pueden delimitarse; hay otras, pero no me ocuparé de ellas.
La dimensión intrasubjetiva es aquella que se refiere a los funcionamientos internos del sujeto: corresponde a los procesamientos en los que él es reducido a la condición de objeto interno y desconocido en su alteridad y autonomía; en el decir de Piera Aulagnier (1977), “el deseo es poder”. En esta dimensión no interesa la bidireccionalidad actual.
La dimensión intersubjetiva se centra en los funcionamientos que dependen de la bidireccionalidad sujeto <-> otros y que, por ende, surgen, se mantienen, refuerzan, evolucionan o desaparecen en virtud de esta bidireccionalidad. Esta dimensión considera al psiquismo como un sistema abierto que constituye una unidad de funcionamiento con el otro/los otros del contexto intersubjetivo.
La dimensión transubjetiva se centra en la interinfluencia de un hecho psíquico con los códigos y procesos socioculturales que, en rigor, forman parte del hecho mismo; analiza esa zona de continuidad “interioridad-exterioridad social” entre el sujeto y las representaciones internalizadas de origen cultural y social en que vive inmerso. Intentando aislar con fines expositivos lo transubjetivo –cuya consideración no es el objetivo de este artículo–, podemos decir que está constituido en lo fundamental por representaciones inconscientes de la cultura y tiende a ser reconocido en su importancia y autonomía en situaciones extremas (guerras, catástrofes sociales, crisis económicas, desempleo generaliza- do, inmigración, etcétera). En las situaciones estables y favorables hay una tendencia del psiquismo a negar la incidencia de lo “trans” en la vida psíquica y sostener convicciones sobre la “naturalidad” de las instituciones socioculturales y la “normalidad” de la sociedad en que se vive, incluida la pareja.
Todo suceso psíquico es tridimensional. Una dimensión no existe sin la otra; se trata de tres aspectos, tres recortes de un único suceder; cada una remite a registros del psiquismo que son solidarios aunque heterogéneos entre sí. No existe entre una y otra dimensión una demarcación nítida. Al considerar una dimensión se aísla una parcialidad y se permite, a mi criterio, una mejor comprensión de algunos aspectos de la clínica; esta ventaja en la clínica es la justificación más importante para introducir la idea de estas tres dimensiones.
Se habla, a veces, con la intención de ser claro, de un “predominio” de una dimensión sobre otra. Puede decirse, por ejemplo, que en una neurosis obsesiva predomina la dimensión intrasubjetiva, o que en un caso de abuso infantil predomina la dimensión intersubjetiva. Ahora bien, aunque cada suceso psíquico se configura con una diferente relevancia de cada dimensión, si queremos ser estrictos, es discutible hablar del “predominio” de una dimensión en un hecho psíquico. ¿Acaso puede decirse si en el H2O predomina el hidrógeno o el oxígeno? Lo que se quiere decir, al hablar de predominancias, es que, desde la óptica que momentáneamente se asume, la dimensión que “predomina” adquiere una mayor relevancia en la configuración del proceso psíquico y/o del abordaje terapéutico.
En la descripción de estas tres dimensiones, la palabra “intrapsíquico” tiene un arrastre semántico que llama a confusión. Las tres dimensiones son intrapsíquicas. El psiquismo… SEGUIR LEYENDO
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