NÚMERO 30 | Octubre 2024

VER SUMARIO

La intimidad y la literatura | Marita Auruccio¹

De lo íntimo en la literatura es un texto escrito por una Artista del collage y Psicoanalista. Quién lea el texto, probablemente sienta que va siendo guiado a construir una idea de lo íntimo en la literatura, de una forma similar a la que se realiza un collage. Marita liga diversas ideas sobre un mismo fondo, para poder representarnos la idea y experimentar el “movimiento” del proceso. Su producción no se ahorra de traer temas de interés para cualquier lector psicoanalista: aparecen sueños, datos de color de la historia de Freud y también Winnicott, el valor del dibujar, de la búsqueda de una representación, la búsqueda de representar una mujer (y un hombre). Nos muestra la intimidad y la paradoja de constituirse como tal cuando es compartida.

¿Para quién escribo? Si es para mí, ¿para qué va entonces a la  imprenta? Y si es para el lector ¿por qué finjo dialogar conmigo?

Witold Gombrowicz

Como el tema de la Revista Digital de este año es “la intimidad”, me sentí gratamente convocada a escribir sobre esta temática implicando mi propia intimidad en este desarrollo mientras lo escribía.  

      Recordé que, en un texto sobre psicoanálisis, Didier Anzieu nos refiere un sueño de infancia de Freud, y menciona una frase textual del soñante verbalizando lo evocado: …Madre querida y personajes con picos de pájaros …soñado por Freud a la edad de 9 años.² Inmediatamente recordé que mientras estudiaba un texto importante para  el Psicoanálisis, “el caso Schreber”, yo dibujaba lo que en mi cabeza se iba armando  mientras me trasladaba junto al escrito, en un espacio activo de mera intimidad por el acto de  dibujar, por estar con dicho texto y así mismo conmigo, en el dibujo. 

        Esas eran unas figuras de cuerpos de pájaros con picos largos, enmarcados por caras de  mujeres informes y llamativas. Aún los debo de tener en mi vieja carpeta de dibujos. Los hacía en  tinta, en lápiz y con acuarelas ,ya que siempre mi atención quedó detenida en esas particulares  asociaciones que Schreber hacía, corporizadas en mujeres regordetas y emplumadas, con picos  de pájaros; y mientras que yo leía, las asociaba dentro de mi propio pensamiento, y las podía  escuchar con sus aleteos, sus risas irónicas y hasta su lenguaje desintegrado pero abundante.  

        Puedo pensar ahora que ese momento íntimo con el texto me permitió motorizarlo en dibujos. Las  asociaciones que se  nos ocurren mientras escuchamos o mientras las miramos como imágenes  delante de nuestros ojos, ¿no son acaso un momento íntimo con aquello que viene del afuera y se  enlaza con lo que nos habita en lo profundo? 

        Schreber, que en su fantasía de emasculación necesitaba sentir lo hermosísimo de ser una mujer  en el momento del coito, también mencionaba , o yo así lo creí; lo grato que era encontrarse con  su  intimidad que se estaba dando en la medida de sus ideaciones respecto a mujeres como pájaros  alados. 

        Así, el atormentado Schreber y su fantasía de transformarse en mujer como ese sueño de la  infancia de Freud son pequeños recortes necesarios para pensar  que una vez que se transformaron  en palabras escritas, hayan ocupado, si cabe la expresión, ese espacio creado para alojar la intimidad que  los recubrió.  

        Pensar lo íntimo como algo entre el inconsciente y una parte del registro del yo. Entre el deseo y  lo que el deseo puede obtener en su devenir . 

        Pensar en la intimidad no necesariamente implica lo sexual, aunque a menudo el imaginario  colectivo los relacione. La intimidad es esa instancia a la que le damos nombre intentando  anteponer esa línea invisible entre lo público y lo privado. 

        En la literatura se ha escrito mucho enunciando este concepto, se lo bordea intentando darle  cuerpo con las palabras más oportunas. Lo íntimo, ese territorio brillante dentro de la propia  oscuridad. Eso que sublimación mediante  se ofrece a ser compartido con las miradas o las  escuchas de quienes se interesen. 

        Katherine Mansfield fue una escritora neozelandesa que a principios del siglo XX nos ofreció un  cúmulo de intimidades propias, dejándonos saber que su pulsión de vida circulaba desde muy  pequeña, a través de sus cuentos que entre paréntesis ficcionaron su vida. 

        ¿Qué es entonces la intimidad? Podemos pensar que habita de eso mismo de lo que se nutre,  intentando darle cierta forma al ser pronunciada en palabras que arman cuentos, que ritman poesías, que describen haikus, en todos los casos, que plasman lo complejo de lo humano. 

        En Pizarnik y en Lispector hay un hondo intimismo , entendiendo por intimismo la manera de  poder manifestar aquello que se entiende en la dinámica de las emociones.. 

        Escribe Clarice Lispector: ”prefería inventar música, prefería inventar, a estudiar. Tenía nueve años y mi mamá había  muerto. La musiquita que inventé entonces,- aún no logro repetirla lentamente con los dedos- ¿Por qué el año en que murió mi madre?…³

        Es así que lo íntimo puede mostrarse bajo los ropajes de la sublimación poética , o pictórica o  artística. En cualquier caso se abre por instantes y se vuelve a cerrar, algún atisbo del  inconsciente que aparece, sale hacia afuera, se muestra, se expresa, permite la salida de aquello  considerado como íntimo. Hay un juego interior que el artista sabe y no sabe, pues es sólo una parte de su profundo iceberg,  que puede apenas emerger y brindarse generoso en su obra . 

        La sublimación en cierto modo es esa transformación de lo íntimo. Lo íntimo como sublimación  artística, es pulsión que necesita salida y causa, es eso que fue propio y que ya afuera es ajeno, esa intimidad compartida ya no le pertenece. 

        El artista Duchamp consideraba que la mirada del observador completaba la obra del artista,  como quien se inmiscuye y se adueña de lo que perteneció a otro. 

        A menudo, en el espacio del análisis, se produce en transferencia, la intimidad como un  entre dos ,entre el analista y el paciente; muchas veces como una madre viva posibilitando la  capacidad de reparar y de crear un acto nuevo en la elaboración de lo traumático . 

        Es la intimidad un lugar invisible entre sentimientos y pensamientos de la ilusión y del deseo. Hay una estructura y un funcionamiento que se ponen en marcha a partir del espacio de cada  subjetividad. 

En la literatura hay algo de autobiográfico; como en la poesía hay algo de la intimidad expuesta  pero camuflada intencionadamente para poder comunicarla, mostrarla, exponerla. Como dice el poema The tree de Donald Winnicott.⁴

“Mi madre bajo el árbol llora, llora, llora. 

Así la conocí yo. 

Un día tendido sobre sus rodillas 

Como hoy sobre el árbol muerto 

Aprendí a hacerla sonreír  

A detener sus lágrimas 

A curar su muerte interior 

Reanimarla me daba vida”.

        Considero que en la pintura o en la escritura como manifestaciones artísticas hay un encuentro especial e íntimo consigo mismo, intimidad que no se reconoce como tal pero que contiene esencias propias que se brindan en otro plano saliente de lo íntimo. Atravesarlo implica poder  entender que algo de lo íntimo ya no le es propio, por el contrario, ya pertenece a la mirada de los  otros. 

        La intimidad puede ser compartida en un recuerdo, en una mirada o en un poema.

Notas al pie

  1. marita_auruccio@yahoo.com
  2.  Anzieu, D.(2008.) Autoanálisis de Freud y descubrimiento del Psicoanálisis, Siglo XXI Editores, p. 44.
  3. Lispector, Clarice “Todas las Crónicas”, clases de piano- Fondo de Cultura Económica- México 2 2021-
  4.  Boushira, Jacques y Doriens Marie Claire –Winnicott insólito– Nueva Visión 2005.

Bibliografía

Lispector, Clarice (2021). Todas las Crónicas, México, Fondo de Cultura Económica.

Boushira, Jacques y Doriens Marie Claire (2005). Winnicott insólito, Bs.As. Nueva Visión .

Acerca del autor

Marita Auruccio

Marita Auruccio