Agradezco a la directora de la revista y a toda la comisión la elección del tema intimidad tan necesario hoy, y la posibilidad de participar.
La identidad no es un concepto freudiano, y no aparece en el vocabulario de Freud. Pero uno y otro, identidad e intimidad, han venido a formar parte del acervo de los conceptos que usamos para pensar nuestra realidad, nuestra clínica. Es por ello que pensar su articulación en la actualidad, en esta actualidad que nos ha tocado vivir, forma parte del trabajo que nos debemos tomar para vivir en nuestro tiempo ocupándolo como nos corresponde.
Winnicott es sublime a mi entender cuando se refiere a la falta, al hueco, al vacío, a lo negro en su identidad, fruto de una fallida intimidad compartida; él nos propone justamente volver a crear ese espacio y posibilitar, a través de una intimidad compartida, renovada, la posibilidad del cierre de una herida en el núcleo de la íntima identidad mente- cuerpo. Ël nos dice que los espacios de intimidad compartida implican desarrollar creaciones propias, que permitan suturar la herida de la faltante identidad.Considero que de esta manera descubre el espacio transicional.
La capacidad de estar solo se basa en la paradoja del estar solo en presencia de otro, e implica salud y un máximo de madurez emocional. A esta experiencia de estar solo en presencia de otro, enraizada en la relación temprana del niño con su madre, Winnicott la llama la” Afinidad del Ego” , y luego en su trabajo “Relación – Objeto” hace referencia al primer tiempo, en el que la madre está en estado de preocupación maternal primaria, y el niño en la fase de absoluta dependencia.
No debe confundirse la capacidad de estar solo con el estado de abstinencia o retirada, sino que alude a que el individuo que debe alejarse de relaciones con otros tuvo que haber experimentado, según la teoría de Winnicott, una seria vulnerabilidad desde un principio; por ese motivo. tuvo que retirarse para preservar al centro de su Yo de ser violado (intimidad versus intrusión del otro).
La retirada posibilita relacionarse con objetos subjetivos que facilitan el sentido de la sensación de realidad, y Winnicott destaca, de acuerdo a esto, que hay un aspecto de la retirada que es saludable. Sin embargo, la retirada puede ser también un aislamiento, como el estado autista, que no ayuda a enriquecer ni a desarrollar el sentido del Yo, aunque la sensación de realidad esté presente.
Entonces mientras el individuo que pasa una gran cantidad de tiempo solo parece haber adquirido la capacidad de estar solo en relación con la tesis de Winnicott, este estado de retirada puede muy bien demostrar, por el contrario, una incapacidad de estar solo, construyendo (así en gerundio), subjetividad a través de la intimidad. Por lo tanto, el hecho de estar solo no es lo que estoy discutiendo. Una persona puede estar en confinamiento solitario y aun así no poder estar solo. Lo que deberá estar sufriendo entonces va más allá de nuestra comprensión.
Winnicott también ve la capacidad de estar solo, en presencia de otro,como una necesidad en el desarrollo de un análisis. En la mayoría de nuestros tratamientos psicoanalíticos hay momentos en los que la capacidad de estar solo es importante para el paciente. Clínicamente esto puede ser representado por una fase silenciosa o sesión silenciosa, y este silencio lejos de ser evidencia de resistencia, resulta ser un logro por parte del paciente. Tal vez es aquí donde el paciente ha logrado estar solo por primera vez, es decir en una intimidad compartida.
Uno de los signos más relevantes de madurez emocional es lo que largo tiempo atrás fue descrito como la capacidad de estar solo en compañía de otro. Mucho ha sucedido desde el nacimiento hasta que logramos, bajo el cuidado de quienes se han encargado de nosotros, de tener la experiencia de poder estar a solas despreocupadamente. Estar a solas en compañía de otro es lo opuesto a sentirse solo. Refiere a la experiencia de estar consigo mismo sin la necesidad de ocuparse activamente del otro. Que se logre supone que alguna vez en nuestra historia pudimos ser dependientes y sostenidos emocionalmente por otras personas, sin que éstas lo hubiesen hecho notar (pues si lo hicieran este logro se arruinaría).
De ahí que estar solo en compañía de otro es una paradoja que no debe resolverse sino sostenerse. Así, que podamos disfrutar del estar solos con nosotros mismos en presencia de otros testimonia un momento de generosidad humana, es decir, la construcción de intimidad. En la casi totalidad de los tratamientos psicoanalíticos llega un momento en que la actitud para estar a solas resulta importante para el paciente desde el punto de vista clínico; ello puede estar representado por una fase o sesión en silencio que, lejos de indicar resistencia por parte del paciente, es en realidad un logro.
La capacidad para la soledad es susceptible de presentarse bajo dos aspectos:o bien como un fenómeno refinado que aparece en el desarrollo de la persona después de la instauración de las relaciones triangulares o, por el contrario, como un fenómeno de las primeras fases de la vida que merece un estudio especial por tratarse de la base sobre la que se edificará la capacidad para el tipo de soledad descrito en primer lugar.
Si bien la capacidad para estar solo es fruto de diversos tipos de experiencias, solo una de ellas es fundamental, solo hay una que de no darse en grado suficiente, impide el desarrollo de dicha capacidad; se trata de la experiencia vivida en la infancia y en la niñez de estar solo en presencia de la madre, estar a solas cuando otra persona se halla presente. Un nombre para este tipo especial de relación es el término relación del ego, ya que ofrece la ventaja de contrastar con bastante claridad con el término relación del id, tratándose de esta última de una complicación que aparece con periodicidad en lo que podríamos determinar “la vida del ego” .Solo en un espacio íntimo sin excesos pulsionales ni intrusiones de los otros se va construyendo este sentimiento de mismidad.
A esta altura necesito pensar en el término “preocupación por el otro” en relación con la intimidad. En nuestra bien traducida obra, recién en estos últimos años Winnicott cuando dice preocupación dice concern, es decir lo que me concierne con el otro, ese “entre”.
A mi entender, implica presuponer que la existencia de lo social, en sentido genérico, es condición absoluta de la existencia de seres humanos parlantes y coaligados bajo la forma de múltiples relaciones intersubjetivas, entre las que hay que situar el vínculo transferencial específico que encuentra soporte en los diversos dispositivos que alojan la práctica psicoanalítica.
No entraré en detalle sobre la falta de capacidad para la inquietud, o en la pérdida de dicha capacidad en los casos en los que había quedado casi instaurada como una culpabilidad contenida pero no sentida como tal y que denominamos inquietud. Y qué problemas generan la falta de preocupación por el otro en nuestra vida cotidiana. En Nuestro hoy, en la nueva traducción de Donald Winnicott, se plantea el concepto como “concern”.
De esta manera creo que intentamos situarnos en una tradición de trabajo que si bien tiene a la práctica clínica como su referencia principal, no quiere descuidar la articulación de lo que allí se despliega en el contexto sociocultural, siempre en proceso de transformación.
A mi entender, implica presuponer que la existencia de lo social, en sentido genérico, es condición absoluta de la existencia de seres humanos parlantes y coaligados bajo la forma de múltiples relaciones intersubjetivas, entre las que hay que situar el vínculo transferencial específico que encuentra soporte en los diversos dispositivos que alojan la práctica psicoanalítica.
La pregunta es ¿qué problemas genera la vida actual en nuestra clínica cotidiana?.El malestar se revela en carencias y excesos.¿Podemos trabajar en intimidad frente a la velocidad epocal y la dificultad para pensar y reflexionar? Así vemos a niños y niñas adultomorfizados en su vestimenta y costumbres, adolescentes intoxicados para entretenerse, cronogramas de protestas semanales, denuncias de todo tipo y a todo nivel.
Winnicott llama marco al encuadre analítico. Decidí trabajar por último la escena de intimidad en un cuadro, dentro del marco que está escenificada. En dama con dos caballeros aparece la estructura típica de su autor, Johannes Vermeer, una ventana a la izquierda, la luz externa que se hace interior a través de ella, una escena de seducción o galanteo en plena luz y un núcleo oscuro con un hombre en un rincón, probablemente bebiendo y en actitud melancólica. Es contrastante la alegría de los dos personajes en plena luz, con el retraimiento y la hosquedad del personaje en la penumbra.
Entonces podemos ver en estos tres personajes el resto de las funciones que Freud (1921, Psicología de las masas y análisis del yo) reconocía en los otros: el otro como objeto sexual, aquí la dama, y el otro como rival , el personaje que está fuera de la relación y carcomido por la envidia, cuya agresión podría desencadenarse en cualquier momento.
La regulación de estas relaciones altamente pulsionales intenta ser articulada por la cultura a través de mecanismos simbólicos que modulan la incandescencia pulsional. Formas sociales de acercarse a una dama, ritualización o prohibición de los enfrentamientos que están retratados por Vermeer con un hiperrealismo profundamente intimista aunque el artista haya sido siempre adscripto al Barroco. En la mayoría de las representaciones de mujeres de Vermeer, la moralidad tiene un papel importante; sobre todo en los Paises Bajos del siglo XVII se cuidaba estrictamente que la mujer llegara virgen al matrimonio.
Como vemos, la intimidad como concepto también tiene que ver con la luz; lo íntimo es lo que está fuera de la mirada, lo que no se expone a la luz, lo que está fuera de la verdad, en la sombra. Entonces si analizamos la estructura de la verdad desde el psicoanálisis, podríamos decir que desde nuestra conciencia tendríamos una verdad clara (la que está frente a nuestros ojos), una verdad en penumbra y una verdad ausente ( la que está en plena oscuridad), una verdad que aunque esté en nosotros mismos nada de ella sabemos; no solo no sabemos, no queremos saber.
Contemporáneamente de la mano de la tecnociencia, varios nuevos peligros se ciernen sobre la intimidad, varios autores han estado advirtiendo contra esto, uno de ellos es el ya nombrado Gérard Wajcman (El ojo absoluto, 2011) por ejemplo,quien en su libro plantea que en el siglo XXI ha nacido una nueva modernidad, una nueva civilización que implica una amenaza sobre lo íntimo, una desaparición de lo oculto. Lo íntimo es también el lugar del pudor.