¿Qué cambios identifican, en los últimos años, en la forma de pensar las maternidades y paternidades?
Conforme a la variación de los tiempos, cada contexto socio-histórico define los lineamientos que designan qué es una familia, qué es ser madre o padre, y cuáles son sus implicancias. Hoy estamos en un tiempo de transición donde los cambios se nos imponen, muchos conceptos cobran nuevos significados interpelando lo aprendido y empezamos a pensar en términos de neoparentalidades, nuevas subjetividades, diversidad y multiplicidad.
Claude Levi Strauss escribía en el año 1956: “La familia apoyada en la unión más o menos duradera y socialmente aprobada de un hombre, una mujer y sus hijos, es un fenómeno universal, presente en todos los tipos de sociedades. Este fenómeno universal supone una alianza (matrimonio) y una filiación (hijos). El proceso natural de filiación sólo puede proseguir a través del proceso social de la alianza.”
En términos históricos no ha pasado tanto tiempo desde estas afirmaciones de Levi Strauss solidarias de la diferencia entre los sexos y de la mirada naturalista de la filiación, y los diccionarios aún muestran la idea de grupo y de habitar un mismo lugar como constante en las definiciones de familia. Sin embargo, actualmente la filiación se aleja cada vez más de la premisa naturalista, y la alianza entre hombre y mujer no es la única (y probablemente ya ni siquiera la principal) célula originaria de la familia.
El estallido de esa concepción tradicional abrió paso a la legitimación de las neoparentalidades y de la diversidad de modelos de familia. Ya no es preciso que haya un hombre, una mujer y su descendencia para hablar de familia. Sólo basta que haya al menos dos generaciones, para que una cuide de la otra.
El avance del movimiento feminista, la perspectiva de género y la apertura social a la diversidad en lo referente a la identidad sexual, son fenómenos que inciden fuertemente en los conceptos actuales de maternidad y paternidad. La maternidad ya no representa la realización de una mujer y mucho menos su destino. Hoy se trata de una elección, que además puede llevarse adelante sin la necesidad de una pareja, aún más: hoy es posible concebir sin encuentro sexual. Todos, hombres y mujeres, tienen la posibilidad cierta de convertirse en madres y padres, y también el derecho a elegir no serlo. O a atravesar un embarazo sin tener un hijo, y su contracara, que el hijo llegue sin gestarlo en el propio cuerpo, sin compartir genoma. Hoy la filiación se sustenta en el vínculo antes que en el lazo consanguíneo.
¿Cómo fue impactando en lo subjetivo el avance tecnológico en relación a las diferentes formas de pensar la maternidad?
Con el nacimiento de Louise Brown en el año 1978 la ciencia empieza a ofrecer una manera revolucionaria de reproducirse: la fertilización in vitro, es decir la unión de un espermatozoide y un óvulo por fuera del cuerpo humano y la transferencia del embrión resultante al útero de la mujer, una exofertilización. Desde ese momento la investigación médica dejó de estar sólo al servicio de la enfermedad para proponer alternativas a cuestiones que hasta allí parecían impensables, abrió una fuente de ilusiones a quienes hasta ese momento debían resignarse ante un diagnóstico de infertilidad. Estamos hoy en ese futuro que hasta hace poco parecía ciencia ficción.
Los adelantos de la tecnociencia junto al abordaje desde la perspectiva de género y los logros alcanzados en materia de derechos, hacen que hoy una persona sola o una pareja del mismo sexo puedan acceder a la maternidad / paternidad y formar familia dentro del marco de la legalidad (al menos en nuestro país), lo cual representa una verdadera conquista.
Es vertiginoso el avance de la tecnología al servicio de la medicina y el desarrollo científico en lo referente al campo de la reproducción humana asistida, lo cual hace que los límites naturales y el lugar de la imposibilidad se desdibujen, transformándose en un desafío que siempre se puede vencer. Hoy el progreso de las investigaciones científicas ofrece la seductora ilusión de que todo es posible: la ovodonación es la alternativa ante la brecha entre el deseo postergado de maternidad y la perentoriedad de la fertilidad, la criopreservación de gametos y embriones habilita el desfasaje del tiempo para la llegada de un hijo, la subrogación de vientre es la oportunidad de ser madre o padre cuando la gestación es un impedimento, ya sea por condición física o por tratarse de una pareja homosexual masculina o de un hombre solo.
Hay cierto empuje de la época ligado más a la lógica del tener que del ser, a que nada nos puede faltar, y en ocasiones esto se refleja en un deslizamiento del deseo de hijo a la demanda de hijo, donde tener un hijo cobra el carácter de exigencia, sin considerar costos (psíquicos, emocionales, físicos) ni consecuencias. En esta actualidad que nos toca donde pareciera que todo es posible, la aceptación de la castración se vuelve un concepto a interrogar a la luz de lo epocal.
Francois Ansermet plantea que el eje de la transformación tecnocientífica es escapar de la muerte, de la finitud, en definitiva, de la castración, aludiendo a la idea de que las técnicas de reproducción humana asistida (TRHA) “nos confrontan a una atemporalidad, a un desfase temporal que sirve de soporte para la ilusión de eternidad. En la medida que la ciencia toca lo real, toca el lenguaje. El bisturí de la biotecnología genera disyunciones, disrupciones, entre la naturaleza y la libido, entre los significantes y los modos de goce, entre el saber de la ciencia y lo real. Y nos impulsa a un vértigo biotecnológico, que puede ser terreno de la huida fantasmática o de la responsabilidad e invención de nuevas formas de saber-hacer con el deseo”.
Hoy coexisten con lo ya conocido nuevas formas de ser madre o padre, de formar familia, de hacer lazo social, tal vez aun nos faltan palabras para nombrarlas. Tendremos que crearlas, reinventar conceptos, repensar estructuras, partiendo siempre de la invariante del deseo, de lo singular del deseo.
Cómo atraviesa el discurso epocal la forma en que se piensan las diferentes formas de maternidad/paternidad?
Los discursos de la época están atravesados por la ley, que intenta enmarcar lo que va quedando por fuera de lo establecido. En los últimos años en Argentina se sancionaron leyes pioneras para Latinoamérica que ampliaron en este sentido los derechos de las personas: en 2010 la Ley de matrimonio igualitario (26.618), en 2012 la Ley de identidad de género (26.743), y en 2013 la Ley de Reproducción Asistida (26.862), cuya reglamentación “garantiza el acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción asistida a toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, pudiendo acceder de forma gratuita e igualitaria a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo”. Esta ley constituye una conquista en términos de derechos, pero deja zonas grises en lo que atañe a la regulación de los recursos tecnomédicos.
Hasta hace algunos años ante la imposibilidad de concebir y la decisión de acceder a la maternidad / paternidad a pesar de ello, el camino era la adopción. Luego se agregaron las técnicas de fertilidad asistida, pero que por su elevado costo económico y baja garantía de éxito permanecían en un segundo lugar respecto de la adopción. Hoy esto se ha revertido absolutamente, y las TRHA constituyen el paso casi natural ante la infertilidad; sólo después de haber agotado los intentos se abre la posibilidad de pensar en la adopción.
Con la incorporación de las TRHA a la modificación del Código Civil y Comercial como nueva fuente de filiación, sumada a la concepción natural y a la adopción, cobra relevancia el concepto de Voluntad procreacional, que se emparenta con la premisa del “quien quiere puede” que signa nuestros tiempos. Además, socialmente circula la creencia de que la solución de la medicina es fácil y rápida, que con dinero todo se logra. Pero lo cierto es que la posibilidad de no conseguir ser madre, aunque esté la voluntad es algo factible, que lograrlo conlleva altos costos que exceden lo económico, y este es un tema del que se habla poco, por culpa, por vergüenza, o por la dificultad para tomar contacto con una realidad que duele y asusta. El porcentaje de efectividad de los tratamientos de fertilidad no es alto, hay mejor pronóstico en los casos de ovodonación pero aún asi no alcanzan el 50% de probabilidad de éxito. Entonces, ¿qué pasa cuando no se puede, más allá de la voluntad?
Como psicoanalistas tenemos más preguntas que respuestas respecto a la incidencia del discurso de la época en el modo de pensar la maternidad / paternidad. ¿Qué lugar para el deseo de hijo? Tomando la distinción que traza Patricia Alkolombre, ¿se trata de deseo o de pasión de hijo? ¿Es suficiente con la voluntad? ¿Vale todo a la hora que querer tener un hijo? ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo establece? ¿La ciencia realmente puede todo? ¿Es posible desentendernos de los límites naturales de la biología? En la donación de gametos sabemos que la variable de lo genético muchas veces se presenta como obstáculo, ¿puede en esos casos ahijarse lo vivido como ajeno? ¿Los hijos se pueden fabricar al modo de una mercancía? ¿Cuándo comienza la vida? ¿Un embrión criopreservado puede tener el estatuto de hijo? ¿Serán en el futuro los embarazos asunto de mujeres pobres como plantea la literatura actual? Los nuevos escenarios plantean nuevos interrogantes, y como psicoanalistas tenemos el deber ético de aggiornarnos a los tiempos que corren.
¿Qué lugar ocupa el abordaje psicológico entre los equipos de adopción y fertilidad asistida?
Consideramos que el abordaje desde lo psicológico es fundamental en ambos escenarios, tanto desde el acompañamiento, la contención, la posibilidad de abrir un espacio de escucha, de reflexión y pausa, como desde lo preventivo, con un sesgo que promueve y pone de relieve lo vincular. En la mayoría de los procesos de adopción, así como en los de reproducción asistida, las personas están fuertemente comprometidas en la decisión de lograr la maternidad o paternidad, a la vez que están duelando su imposibilidad, y esto no podemos dejarlo de lado.
En el ámbito de las TRHA el rol del psicólogo en las clínicas de fertilidad está habitualmente circunscripto a elaborar un perfil de quienes recurren a las técnicas y a brindarles información y asesoramiento sobre las mismas, lo cual resulta necesario, pero no es suficiente. Como profesionales de la salud mental no podemos soslayar que quienes llegan a dicha instancia están llenos de fantasías, temores, ansiedades, frustraciones, dudas, deseos, contradicciones e interrogantes, y con eso también debemos trabajar, con el cuidado y el respeto que la situación -que es de profunda intimidad- y que cada consultante merece, partiendo de la premisa de que el cuerpo es soma pero también es cuerpo simbólico, atravesado por una historia, por identificaciones, deseos, angustias, traumas, ideales, y todo esto no se agota en el abordaje médico.
En los procesos de adopción es fundamental la prevención primaria, para trabajar con los adoptantes la incorporación del hijo al linaje familiar y su aceptación como un otro diferente con una historia previa, identificando los duelos a elaborar, el lugar psíquico al que ese hijo advendrá y los factores de riesgo y de protección que se pondrán en juego en la construcción del vínculo.
Si bien la ley compromete a quienes deciden adoptar a hablar con sus hijos del origen, sabemos que no siempre resulta sencillo hacerlo. Poder acompañar la construcción del relato sobre el origen también es parte de nuestro rol, ayudar a enmarcar y armar historia sin negar que hay una prehistoria, tejiendo una trama que sea sostén para ese niño.
También en los TRHA es de importancia nuestro rol en las etapas iniciales, donde habrá que dar lugar en los casos que sea necesario al trabajo del duelo por la infertilidad o por no compartir genética. El acompañamiento profesional en las instancias posteriores también ofrece un espacio de contención y trabajo de la ansiedad, la frustración o la angustia que atraviesan quienes esperan un resultado, se someten a prácticas médicas invasivas, o quedan alienados en una sumatoria de intentos fallidos.
Cabe establecer una distinción entre aquellos casos en que las TRHA y la adopción son oportunidades, y otros donde representan el último recurso ante lo inviable. Es decir, el atravesamiento de cualquiera de estos procesos no es igual cuando se trata de parejas heterosexuales que enfrentan una dificultad para gestar, con las angustias y frustraciones que esto provoca, que cuando se trata de parejas del mismo sexo o personas solas, que no tendrían otro modo de acceder a la maternidad o paternidad.
Lo cierto es que, en familias monoparentales, hetero u homoparentales, con la misma carga genética o no, del vientre de quien ejerza luego el rol materno o del de una mujer a la que no conocerá jamás, los niños siguen naciendo. En la vida que insiste la invariante es el deseo, que aloja, que inviste, que hace trama y ofrece un lugar amoroso a lo diferente. El lazo de filiación es fundante y subjetivante en la constitución psíquica de todo ser humano, y nuestro trabajo en este ámbito será que dicho vinculo se instale lo más saludablemente posible.
Un apòrte sumamente interesante de las integrantes del Area que siempre nos acercan una mirada renovada y renovadora de temas tan actuales.Muchas gracias.