Diego Zevallos Luna: ¿Qué cambios identificás en cómo se interpretaban antes los sueños y cómo se trabajan ahora?
Verónica Ginocchio: Partiendo del sueño como una transformación de la experiencia emocional, diría que el registro de la función onírica se ha ido ampliando. Además del invaluable hallazgo freudiano como via regia al inconsciente, creo que tiene mucho peso el «Más allá», o sea, la capacidad del sueño para inscribir lo no representado. Pensar el sueño en sus posibilidades de construir inconsciente, desarrollar la capacidad narrativa y producir pensamientos oníricos de vigilia. Dicción poética, alfabetización de la experiencia, teatro onírico de significados, transformaciones narrativas resultan términos interesantes a la hora de dialogar con los sueños. También subrayaría la función singular que un sueño cumple en cada sesión y el valor de que el soñante pueda o no identificar a un sueño como tal. (Nota: La Conferencia internacional Bion 2022, que se realizará en México en forma virtual, se llama «Dimensiones oníricas de la mente»).
DZL: Con relación a la práctica actual, ¿qué peso le otorgás a las redes sociales?
VG: La transparencia como marco de los vínculos actuales, al decir de Byung Chul-Han, constituye un modo interesante de describir algunos aspectos de las redes en nuestra práctica. En muchos de quienes consultan, veo que la incertidumbre, que hace a la complejidad de los vínculos humanos, se hace insoportable. Se va naturalizando la aspiración de saber y controlar el pensar y accionar de otros. Esto a veces provoca una especie de omnisciencia bastante perturbadora: «Estaba conectado y no me habló», «No me responde las historias», «¿Por qué likeó la historia de X o el hilo de Y?». Las redes funcionan, especialmente en la adolescencia, como fuertes reguladores de la autoestima y en ocasiones perturban la capacidad de estar solos, de sostener conjeturas, de esperar, etc. Al mismo tiempo, hoy las redes suelen ser un medio natural para conectarse con gente nueva, salir del grupo de pares conocido y encontrar pareja, hacerse nuevos amigos, etc. Desde ese punto de vista, el material que se produce y/o consume en las redes es un aspecto significativo del relato de nuestros pacientes, en especial, los jóvenes.
DZL: ¿Qué cambios ubicás en el encuadre y en el manejo del dinero, en la actualidad?
VG: Vivimos un tiempo en que la virtualidad ha modificado el peso de algunos gestos materiales. El pago con dinero físico es uno de ellos. Las transferencias por distintos medios —más frecuentes aún a partir de la pandemia— ocurren en tiempo y un lugar por fuera de la sesión. Tal vez habría que pensar más —al menos en mi caso— en esos gestos diferidos, tomando en cuenta también que, en términos generales, el vínculo con las instituciones —en cuyas prácticas nos incluimos— se ha flexibilizado.
DZL: ¿Cuál sería tu foco de interés en los tratamientos actuales?
VG: Diría que, siguiendo a Bion, me interesan los sistemas de creencias, mitos personales y turbulencia emocional, invariantes individuales que dan a la expresión de la experiencia su tono y estilo singulares. Me interesan mucho los sueños —como siempre— y la complejización de la experiencia que lleva al crecimiento de la mente, el pensar y sus obstáculos.
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