Ileana Fischer: Es un placer contar con vos para esta entrevista. En este encuentro vamos a recorrer cómo fue tu acercamiento al psicoanálisis y a tratar los temas que te convocan de la clínica. También nos gustaría que compartieras con nosotros algunas anécdotas y vivencias de este recorrido.
Patricia Alkolombre: Agradezco mucho la iniciativa de la Escuela (AEAPG) de publicar esta entrevista en formato digital, es muy rico y tiene muy linda llegada en distinto ámbitos. Empecemos por cómo llegué a la Asociación. En realidad, para mí, la Escuela es el primer espacio institucional que dejó una fuerte marca, tanto en la formación como en el clima de camaradería y de colegas con los que aún me sigo viendo. Empecé a estudiar psicoanálisis en los grupos de estudio de Santiago Dubcovsky —que lamentablemente falleció— cuando estaba en mi último año de la carrera de psicología. También hice otros grupos con colegas de los que no me quiero olvidar. Nos sentábamos alrededor de una mesa o en sillones de un living para estudiar y leer los libros «verdes» de Amorrortu o los «gordos» de Ballesteros; una época muy linda porque leíamos página por página. Así también fue durante mi formación en la Escuela con excelentes profesores y maestros, donde tuve una formación plural y mi principal formación freudiana. Actualmente hay muchos analistas egresados de la Asociación que siguen trabajando en la Escuela. Después continué parte de mi formación en APA (Asociación Psicoanalítica Argentina).
IF: ¿Cómo fue ese sendero que hiciste desde que iniciaste con el estudio de Freud y, más adelante, la incorporación de la clínica y nuevos interrogantes? ¿Hacia dónde te fue llevando?
PA: Esto que preguntás me obliga a mirar hacia atrás. Comencé a trabajar en el Hospital Rivadavia, en la Sección Reproducción. Creo que la entrevista de admisión la hice en el año 1989. Entré a una especialidad que tenía que ver con salud reproductiva y que a mí me interesaba. Si bien se llama salud reproductiva, desde el psicoanálisis tiene que ver con todo lo que es fertilidad, maternidad, paternidad. A veces se lo asocia más con fertilidad asistida, pero en realidad se trabaja con todo tipo de problemáticas referidas a temas de reproducción, de ginecología, de endocrinología. Es un campo que se fue ampliando a los hombres porque hasta ese momento era sólo para mujeres; a esas consultas no iban los hombres, inicialmente, era prácticamente un consultorio de mujeres. Mi interés por estos temas fue motivado por la clínica; no puedo eludir el libro Maternidad y Sexo de Marie Langer que me resultó de mucha ayuda. Aunque tal vez, el interés por el psiconálisis comenzó antes: mi madre también es psicoanalista y, muchas veces, los grupos de estudio de Freud que se oreganizaban se hacían en mi casa. Cuando era chica, en mi casa, se hablaba de psicoanálisis, venían algunos analistas. Fui creciendo y escuchando del psicoanálisis por fuera y después desde adentro. De hecho, antes de estudiar psicología, estudié arquitectura que no terminé, llegué hasta la mitad de la carrera. Me tomé un año sabático y después comencé con psicología. Sentí que era mi lugar y nunca me moví de allí. También realicé otras tareas como secretaria de redacción de una revista de psicopatología, y fui recorriendo en estos años distintos espacios institucionales, y participando en congresos y jornadas como todos.
IF: Hace un ratito hacías una aclaración referente a que en general se te conecta con las temáticas de reproducción asistida, aunque el campo es mucho más amplio y no es sólo lo reproductivo aquello que te convoca como campo de interés. Contame un poco más acerca de esto.
PA: Comencé a trabajar en el hospital y en la clínica comenzaron a surgir interrogantes en muchos aspectos. Esto llevó un tiempo y es un entramado. Por un lado, estaba mi inserción como psicoanalista en un espacio de médicos. Esta cuestión presentó una dificultad adicional porque, si bien estaba formada, el hecho de trabajar en un ámbito con otras disciplinas requirió la construcción de un lugar internamente para poder transmitir algo que sea entendible a otros profesionales y, a la vez, construir un lugar en un equipo. Como te decía, esto llevó tiempo y esfuerzo. Por otro lado y en simultáneo, ciertas cuestiones que encontraba en la clínica al trabajar con mujeres que no podían tener bebés hicieron que repensara algunas cuestiones de la teoría con la que contaba. La ecuación freudiana pene-hijo empezó a hacer agua y entonces decidí comenzar un seminario de seis años que articulaba psicoanálisis y género. Además comencé a profundizar en temas de femineidad con autores y autoras más nuevas y actuales. Sentía que era una búsqueda y que no podía apoyarme sólo en aquello «faltante» —pienso que una mujer es más que lo que le falta en una lógica de la carencia— sino que hay algo en positivo de lo femenino que tiene que estar también manifestado, más allá de cuestiones teóricas nodales. Lo femenino no puede reducirse solamente a la salida edípica mediante la ecuación. Esto sería plantear lo femenino desde una carencia.
IF: La clínica hizo que te interrogaras y fueras en la búsqueda de otros paradigmas.
PA: Otros paradigmas, otras lecturas, perderme en otras lecturas, encontrar respuestas para algunos pacientes, no para todos. También se incorporaron los hombres; conseguimos que pudieran acceder parejas a las consultas, pero quiero detenerme acá. Creo que el campo de la clínica que abordé tiene características particulares, tanto los desarrollos del psicoanálisis clásico como del psicoanálisis vincular, y también todo lo referido en relación al cuerpo femenino, en relación al cuerpo de la madre. Cada cual va construyendo su propia metapsicología y yo fui armando la mía en relación a lo parental desde el inicio. Después fue surgiendo lo particular que se fue presentando en mi clínica hospitalaria y en el consultorio privado. Uno como analista tiene una superposición constante de casos muy similares y se recortan ciertas maneras de consulta, ciertas problemáticas comunes. Respecto de esto, también hubo otro concepto que me resultó insuficiente para un grupo de pacientes. Fue la noción de deseo de hijo desde el Edipo en la mujer. Esto es lo que fui trabajando en mi libro. Al principio se llamó El hijo como una pasión en el trabajo inicial que es de 1995. Tenía la hipótesis de que el deseo se podía transformar en pacientes con características narcisísticas, en donde la fijeza y la intensidad y la imposibilidad de mover el rumbo era una pasión o como una pasión. Esto decidí transformarlo en una hipótesis más fuerte y dio como origen al primer libro que publiqué. Lo que me gustaría decir, como efecto de transmisión, es que creo que hay que seguir siempre las pistas y no soltarlas; cada analista va encontrando en su clínica pistas psíquicas y es importante seguirlas porque cada uno tiene una experiencia singular. En este caso a mi me interesó mucho el campo del deseo del hijo, de la pasión del hijo, y después se abrieron algunos interrogantes en cuanto al no lugar del hombre.
IF: Te interrumpo para hacerte una pregunta. Para enmarcarla se me ocurre pensar en tres momentos: un momento en el que vos te iniciás, que es un tiempo de lectura y estudio; después el hospital y el consultorio como el momento de escuchar y en el que empiezan a aparecer las pistas y los interrogantes; y, finalmente, un tercer momento que es el de escribir.
PA: Me gusta eso que traes. Cuando empecé a estudiar psicoanálisis y género, a los «verdes» de Freud los dejé como por tres años. Mucho tiempo; después volví a ellos. Fue como vos bien decís, un periodo bastante difícil. Yo iba a una biblioteca psicoanalítica a buscar textos sobre interdisciplina y no había prácticamente nada. En esos tiempos exitían las redes de información y la tecnología que hay ahora con las que uno rápidamente encuentra toda una cantidad de información. Tampoco había mucho escrito porque no era una práctica que se transmitía, sino que se vivía, se padecía y se construía. Fue un periodo fundante para mí. Me parece que es muy importante tener lecturas en ese sentido; por eso me pareció interesante esto que decís de las divisiones de los tiempos, porque creo que el periodo de estudio es como el pintor que primero está al lado del maestro y va a ver cómo hace y a aprender técnica. Después, un paréntesis que tuvo que ver con nuevas experiencias y un período ya más de desarrollo de pensamiento, primero la hipótesis y después ya ir avanzando.
IF: Tus propias teorizaciones.
PA: Sobre algunas ideas que ya a esta altura tienen muchos años. Cada cual le da su sello y yo soy bastante apasionada en lo que hago, me gusta, y me gusta traducirlo en los ámbitos en los que participo.
IF: En estos años de recorrido y en este tema particular acerca del deseo de hijo y pasión de hijo y las vicisitudes de la clínica, seguramente hay algunas diferencias vinculadas a las nuevas posibilidades de intervención por los avances de la ciencia que brindan herramientas para la concepción, ¿cuáles son los efectos en la clínica de estos entrecruzamientos?
PA: Antes de tomar tu pregunta, hay dos cosas quiero señalarte que no quiero dejar pasar. Paralelamente con el tiempo de escucha, la Escuela fue mi primer lugar como docente. Desde el año 1996 comencé a dictar seminarios extracurriculares sobre estos temas, rastreando bibliografía, en general del exterior, y esto también me fue nutriendo. Para mí la Escuela representa un lugar en el que durante muchos años tuve la posibilidad de brindar estos seminarios y que para esa época no era un tema como es hoy en la actualidad. Creo que el paradigma ha cambiado y, en este sentido, creo que todos los que vivimos en esta época estamos atravesados por cambios vertiginosos del orden del acontecimiento, porque ya no hay marcha atrás en el modo de pensar lo materno y lo paterno. Entiendo que, aunque no toda la población tiene acceso a las técnicas reproductivas si bien está la ley en nuestro país, nadie piensa lo materno y lo paterno por fuera de la técnica si no puede tener hijos de modo natural y, además, puede hacerlo solo o acompañado; esto antes no existía. La intervención de estos cambios de la ciencia ha incidido no sólo en los modos de subjetivación, sino también en la llegada de niños al mundo. No solamente la ciencia ayuda y brinda elementos para muchísimas parejas que años atrás no hubieran tenido la posibilidad de tener hijos, sino que también hoy se han abierto posibilidades de ser padres para hombres y para mujeres. Creo que para el psicoanálisis es un desafío porque nos obliga a pensar el Edipo y nos obliga a repensar la escena primaria y la novela familiar. Es cierto que es bastante más habitual que hace 15 años que una mujer de alrededor de 30/40 años que no está en pareja considere la posibilidad de hacer un tratamiento. Hay muchos niños nacidos así, entonces es muy importante repensar la ecuación por la que pensamos el deseo del hijo. Digamos con mente abierta, no para modificar teoría, sino que estas nuevas presentaciones nos exigen pensar la teoría acerca de las nuevas maneras de acceso a la parentalidad.
IF: Esto que vos contás va en la línea de que es la clínica la que va iluminando o proponiendo las zonas en las que hay que detenerse a pensar o repensar. Volver hacia atrás y retomar ideas ya elaboradas y revisarlas a la luz de los nuevos acontecimientos y generar nuevas teorizaciones. Una de las cuestiones que comentabas es que pensabas algunos conceptos no como teorías generales, sino que te servían para pensar algún grupo de pacientes y, de este modo, sostener el caso por caso.
PA: Hacía hincapié al comienzo en la recurrencia de algunos casos que se recortan de la clínica en general y en los que uno puede observar ciertos fenómenos; eso lo brinda el consultorio y, a veces, en forma bastante más magnificada, el trabajo en algún centro de salud u hospital. De todas maneras, creo que es el caso por caso y con la tecnología, justamente, es más que nunca el caso por caso. Porque al comienzo había una tendencia, yo diría dos líneas: un modelo más adaptacionista y otro con una mirada más crítica en relación con la tecnología. Con estas líneas la clínica quedaba como tierra de nadie. A veces encandila mucho. Hay un caso en el que participé sobre alquiler de vientre. Es un caso muy lindo y que tiene elementos muy fuertes. Nos impacta cuando hay cuestiones que hacen a los orígenes como, por ejemplo, alquilar un vientre, donar un óvulo y quizás no les pase a las generaciones que nos sucedan.
IF: El discurso que hace años rodeaba el tema de la maternidad era un discurso diferente. Pensaba en cuestiones como el cuerpo como templo, la maternidad como algo casi sagrado; y ahora hay un discurso en que impactan significantes como donar, alquilar un vientre, aplicar x cantidad de inyecciones de hormona. Parecen dos discursos extremos con ciertos excesos, por momentos; de los cuasi sagrados de la maternidad, a los de alquilar, extraer e implantar que la ciencia permite.
PA: Sucede que el discurso de la ciencia promueve acciones en la vida de las personas, porque la tecnología también les permite ser padres a parejas gays, a lesbianas, a personas sin pareja. Entonces creo que sí es importante saber que esto es una nueva manera de ser padres. Para los analistas hay dos vectores: uno es saber que esto no es lo conocido y el otro, no olvidarnos de las series complementarias que cada paciente tiene. Es importante pensar cuál es la triangulación edípica en juego y los efectos que experimentan los pacientes. Alguien de afuera nos puede decir, por ejemplo un médico, que para nosotros la tecnología es un exceso y que para ellos es progreso. Digamos que sí es progreso, pero también tiene un plus de exceso de tecnología que no se puede metabolizar. A nosotros nos toca una transición desde un punto de vista sumamente rico y difícil.
IF: Es un tiempo de transición en el que se están gestando algunas cuestiones diferentes respecto de la subjetividad. No sé si nuevas, pero sí diferentes en principio. Parece haber algo del orden de la diferencia que requiere de un trabajo para todos los que estamos en relación con lo otro, al sujeto y a las teorías de la subjetivación.
PA: Sí, con estas nuevas formas de nacer también se pueden armar situaciones de celos de modo diferente. Por ejemplo, un niño que nació por alquiler de vientre puede tener celos de un chico que nació por fertilidad natural o, al revés, puede tener celos que la otra mamá lo hizo de otra manera. Hay que ver qué efectos puede tener. Para nosotros como analistas son nuevas maneras, pero creo que no todo lo nuevo genere siempre nuevas subjetividades. Lo que sí creo es que se transformó el tema de los orígenes.
IF: El tema de los orígenes y la transmisión, la herencia son cuestiones para pensar e interrogar. Esta charla arrancó con algo que dijiste respecto a esta nueva manera de transmitir en formato digital que tiene la revista. Ahora llega el momento de ir cerrando este encuentro y por eso quiero invitarte a que nos transmitas algún recuerdo o experiencia de tu recorrido.
PA: Para mí la transmisión es el tema; la transmisión de la escucha psicoanalítica, del deseo de ser analista. La transmisión de detenerse en la clínica en todo lo que no sabemos que está pasando actualmente en el campo. Me gustaría transmitir eso, que otros llegaron antes y me fueron transmitiendo este deseo de ser analista y de no soltar la clínica, pero siempre anudada a interrogantes. No dejar de buscar. Lo que hablábamos hace un momento de las pistas psíquicas que algunos pacientes nos dejan por distintos motivos, son improntas que uno las sigue. Y finalmente volver a agradecerte a vos y a la Escuela la posibilidad de poder transmitir una experiencia entre muchas.
Buenas tardes, soy Lic en psicologia, especialista en clinica con ninos y adolescentes. Me gustaria formarme en temas relacionados con la reproduccion humana. Podes recomendarme donde hacerlo?
Gracias
Estoy muy interesada en el tema del libro Deseo de Hijo, Pasión de hijo. de P. Alkalombre. Y necesito obtenerlo, pero esta agotado.
Margarita Rodríguez Santos