NÚMERO 23 | Mayo 2021

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Entrevista a Cynthia Fernández Chajud | Viviana Garbulsky

Conversamos con Cynthia Fernández Chajud, secretaria del Centro de Investigación y Orientación Comunitaria Dr. Arnaldo Rascovsky, el centro asistencial de la Asociación. Recorrimos juntas su historia dentro de la Institución, sus pasiones y cómo su vida se fue entrelazando con su trabajo dentro de la Escuela. ¡Los invitamos a conocerla!

El objetivo de la Sección «Nuestra gente» de la revista Psicoanálisis. Ayer y hoy es poder conocer un poco más a quienes son parte de la Institución y la siguen construyendo día a día. En esta ocasión, nos reunimos virtualmente con Cynthia Fernández Chajud, secretaria del Centro Rascovsky, casi desde sus inicios. Conversamos acerca de su recorrido dentro de la AEAPG y de cómo pasó a ser parte importante en su vida.

Viviana Garbulsky: ¡Gracias, Cynthia, por hacerte un tiempo para conversar! Contanos cómo llegaste a la Escuela

Cynthia Fernández Chajud: Fue en 1999, yo estaba buscando trabajo y me enteré que necesitaban una persona para el Centro asistencial de la Asociación.

Inicialmente, Marisa Martínez Antón estaba a cargo de Biblioteca y le pidieron que colabore con la creación del Centro. Abrieron una línea telefónica y ella tomaba los llamados, que eran muy pocos. Después de un par de años, Marisa tomó licencia por maternidad y precisaron un reemplazo. Cuando entré, el Centro había empezado a crecer y fue necesario contar con una secretaria especialmente para atender la parte asistencial. Una vez que Marisa volvió de su licencia, me quedé como secretaria del Centro

VG: ¿Qué recuerdos tenés de esa época?

CFC: En los primeros momentos, recuerdo que haber estado supernerviosa; era muy chica, no sabía nada del ámbito de una institución psicoanalítica, fue toda novedad para mí. Conocí a las coordinadoras y enseguida generamos una muy buena relación. Después de  veintidós años,  todavía hay un cariño muy grande con ellas. Se estableció un vínculo muy lindo con todas las directoras del Centro que trascendió lo laboral.

Tengo el recuerdo de que al entrar a la Escuela, la casa me impactó, es una casa muy linda.  El que la conoce por primera vez tiene esa impresión. Ahora uno está acostumbrado. También recuerdo el cariño con el que me recibieron, siempre sentí que era mi lugar.

VG.: Los profesionales del Centro Rascovsky van rotando. Vos entraste y nunca te fuiste… Estás desde los inicios.

CFC: Sigo en el Centro, yo no roto. Como te decía antes, siento que es mi lugar dentro de la Escuela. Los terapeutas y los coordinadores van cambiando, pero el espíritu y el buen clima de trabajo permanecen.

VG: Hace años que recibís los llamados telefónicos pidiendo consulta en el Centro Rascovsky. Confiamos en tu escucha. ¿Podés contarnos cómo es esta experiencia y qué aprendiste en todos estos años?

CFC: Recibo los llamados pidiendo consulta y derivo a los coordinadores de cada equipo para que se pueda llevar a cabo.

Después de tantos años, fui aprendiendo a escuchar.

Me he ido muchas veces angustiada o llorando por algunos llamados: gente que se ponía muy mal, que estaba pasando momentos difíciles, con angustia, sobre todo gente mayor.

En varias oportunidades venían a pedir la consulta presencialmente. Yo los recibía y se desahogaban, hablaban un rato largo hasta que los podía frenar y explicar que yo era la secretaria, que sólo les iba a tomar los datos para que después se comuniquen con algún profesional. Al principio me iba bastante angustiada y después pude aprender a no involucrarme tanto.

Hay un trabajo del Equipo de Adultos Mayores que se presentó en la Escuela, en el que se trabaja sobre una viñeta de una paciente que recuerda algo que le dije en el llamado telefónico. Era una señora de 80 años que nunca había hecho terapia y, en ese momento, le dije algo así como que «nunca es tarde». Ese “nunca es tarde” parece que para ella fue significativo. Fue un momento lindo.

VG: ¿Cómo viviste la distancia física con la Escuela este último año?

CFC: Yo ya venía trabajando algunas veces a distancia, ya tenía algo de experiencia en el trabajo remoto. Me gusta, me siento muy cómoda así. Ahora voy a la Escuela, de vez en cuando, para ir actualizando las historias clínicas. Es muy grato reencontrarse con el lugar, con nuestras cosas. Falta la gente que es el espíritu de la Escuela. Ya volveremos…

VG: ¿Extrañás algo de la presencialidad?

CFC: Extraño el contacto con la gente, quedarme charlando con mis compañeros, el día a día, lo social, hablar. En el Zoom nos conectamos y se termina. La charla de persona a persona, con la presencialidad, siempre da para seguir un rato más. La cotidianeidad con mis compañeros se alteró. Con algunos con los que no trabajo en forma directa, casi no tengo contacto, no sé mucho de ellos.

El trabajo remoto creo que vino para quedarse. Me sentiría muy cómoda con un formato mixto.

V.G.: No todos saben que vos sos la creadora de muchos de los flyers de la Institución.

CFC: Hace varios años, había una persona dentro de la Escuela encargada de diseñar los afiches institucionales. En una oportunidad, cuando tomó vacaciones, me ofrecí para realizar un trabajo. Yo ya venía estudiando diseño gráfico y siempre me interesó la comunicación y la gráfica. A partir de ese momento, quedé a cargo de todos los diseños de la institución.

Me resulta muy gratificante poder trabajar en el proceso de comunicación ya que me permite desplegar la creatividad y el diseño. 

V.G.: ¿Nos contás cómo es el proceso?

CFC: Cada Comisión o Secretaría me envía la información que desean difundir. Les sugiero una imagen, busco darle una identidad institucional y que toda la comunicación tenga una relación. Armo un par de muestras y se las mando para que elijan. Después, con el flyer elegido, se hacían —previo a la pandemia— las diferentes opciones de formato: para redes, impresión y para el mailing. Actualmente se hace uno solo para redes y ese mismo se usa también para el mailing.

VG: Toda la gráfica que vemos de la Escuela paso por tus manos…

CFC: Sí… Las tapas de los libros de los congresos, los banners grandes del auditorio, los banners de congresos, de jornadas…

VG: ¿Identificás algún cambio en la forma de comunicar en los últimos años?

CFC: Hasta hace unos años, se utilizaban en los flyers  imágenes muy pesadas, antiguas y muy barrocas. De a poco se fue modernizando o buscando otro tipo de grafica más lineal, más moderna, sobre todo ahora para las redes. Antes se elegía una imagen que se utilizaba en un solo medio de comunicación. En las redes es muy importante estar todo el tiempo presente, con lo cual se hacen muchos flyers de una misma actividad. Si fuera algo muy pesado, saturaría. Ahora trato de hacer los fondos más claritos, algo más lineal, más liviano.  

VG: ¿Tenés alguna actividad por fuera del ámbito laboral que te apasione o te resulte significativa?

CFC: Me apasiona todo lo artístico, dibujé muchos años. Ahora estoy medio vaga, no estoy con mucho tiempo, pero siempre es una tarea pendiente. La ilustración es lo que más me gusta.  

Soy autodidacta con el diseño. Estudié edición de libros y, aunque no me recibí, tuve muchas materias de diseño gráfico y diseño editorial. Siempre hice talleres de dibujo, de ilustración de libros. Fui perfeccionándome con los programas, siempre con la práctica, con los años.

Ahora es algo que comparto con mi hijo. Hace poco, mi tía vio un dibujo de él y me dijo que era igual a mí cuando era chica. Algo debe haber en los genes, en el aire.

VG: ¡Qué bueno que dentro de la Escuela también podés desarrollar tu parte artística…!

CFC: Si bien son dos áreas bien distintas, son dos tareas que hago y que son parte de mi trabajo diario. En el diseño puedo volar con la imaginación y con la creatividad, es muy placentero.

VG: Con tantos años en la Institución, seguro tenés recuerdos o momentos que te dejaron huellas. ¿Podés compartirnos alguno?

CFC: La historia de la consulta que llegó para el Equipo de Adultos Mayores, de la que hablamos hace un rato, es algo que sigo recordando. De alguna manera me gratifica haber colaborado a que se inicie una terapia.

También recuerdo muchos momentos muy alegres, momentos compartidos, pasarla bien. Soy de tentarme muy fácil, empiezo a reírme y no puedo parar. Recuerdo infinidad de esos momentos con mis compañeros de trabajo y también con socios.

VG: ¿Qué significa la Escuela para vos?

CFC: Siento que la Escuela no es sólo mi trabajo, es mi casa. Hay veces que estoy muy cansada por trabajar todo el día, pero es realmente placentero en muchos aspectos.  

Emocionalmente es como entrar a mi casa. Creo que todos lo sentimos un poco así. Entre los empleados y los socios. Es un ámbito muy familiar, eso se siente, muy casero.

Tengo muy buena onda con todos, he hecho amigos entre mis compañeros y con los socios también. Con algunos se hizo un vínculo más estrecho que perduró a pesar de las rotaciones de terapeutas o coordinadores. Algunos ya no están más en el Centro, pero sigo compartiendo con ellos hitos de mi vida personal por más que no sigamos trabajando a la par todos los días: cuando mi hijo empezó al colegio, cumpleaños, momentos vitales tristes, compartiendo la vida misma.

Entré con 23 años. Pasé por miles de mudanzas, separaciones, casamiento, embarazo, el crecimiento de mi hijo. Toda una vida en la Escuela. Como si fuera una gran familia, está presente en el día a día de mi vida. Cuando fallecieron mi mamá y mi papá, los sentí a todos muy presentes, siempre disponibles. Esta bueno sentirse acompañado tanto en los momentos alegres como en los que no lo son.

VG: ¡Gracias, Cynthia, por permitir seguir conociéndote y por ser parte de la familia de la Escuela!

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