Consejo editorial: ¿Cómo decidiste formarte en la AEAPG? ¿Qué sabías de ella?
Alicia Levín: Era el año 1983 y tenía buena formación en la concurrencia hospitalaria. Sabía por la época, que necesitaba estudiar psicoanálisis de manera rigurosa, creativa, y sistematizada. La Escuela era un muy buen lugar y difícil para entrar. Había que hacer fila en la calle para entregar los papeles. De 170 postulantes sólo entraban la tercera parte. Las entrevistas eran muy interesantes porque transversalmente escuchabas que se solicitaba de vos: que te comprometieras con el saber psicoanalítico, tanto desde el análisis, la supervisión y el estudio. Una particularidad de esta institución es la pertenencia. Confieso que no dormí hasta conocer la respuesta. Fue para mí un compromiso que nunca me defraudó, todo lo contrario. Me dio, y aún me da instrumentos para el psicoanálisis de ayer y de hoy.
CE: ¿Cuál era tu conocimiento del psicoanálisis cuando ingresaste? ¿En qué año?
AL: La UBA me había cedido una formación muy buena en psicoanálisis, hasta que se instaló el proceso militar. Hacía grupos de estudio, donde estudiaba lo que llamábamos Freud Cronológico porque empezábamos con los primeros artículos año a año desde la escritura primera de Freud. Era una época del psicoanálisis donde la obra de Melanie Klein tenía mucha relevancia en particular en las prácticas clínicas. También en el hospital estudiábamos Pichón, y empezábamos con Winnicott. Me analizaba desde los 19 años. Estudiaba Epistemología y Psicoanálisis con el Dr. Esmerado, que luego se exilia; eran grupos donde aprendí cómo ubicar el pensamiento filosófico de Freud, y relaciones y diferencias con la época que se vivía en el país. Ingresé a la AEAPG en 1983.
CE; ¿Podrías contarnos alguna experiencia durante la formación que haya dejado una huella fuerte?
Un profesor y su actividad política institucional como fue el Dr. Miguel Angel Rubinstein. Su modalidad de libertad y rigurosidad en y con el psicoanálisis, me marcaron en un fuerte compromiso hacia el lugar del analista y del analista en lo institucional. Otra marca fuerte fue el grupo de colegas. Eran épocas donde se aconsejaba desde los reglamentos variar de compañeros ya que la formación era presentada en una grilla donde elegías profesor y horario. Hicimos un grupo muy particular de aprendizaje, compartíamos y disentíamos con mucha facilidad. Nos poníamos a armar grupos autogestivos, por ejemplo talleres de supervisión entre nosotros. Los problemas que nos angustiaban del hacernos analistas podíamos conversarlos y trabajarlos. Todo esto me marcó y tuvo efectos en mi formación. Muchos de ellos seguimos desde entonces. Continuamos con el seguir haciendo la Asociación.
CE: Cuando finalizaste la formación de la Escuela. ¿De qué manera quedaste ligada a la Institución? ¿Por qué?
AL: La carrera docente fue una excelente puerta de apertura y pertenencia. La Secretaría Académica te invitaba a hacer la carrera. Seguías estudiando y además tenías el compromiso de formarte como docente en lo que es transmisión y no educación. La Institución te alojaba para que no temieras tanto a la escritura, a la exposición oral y algunos profesores recomendaban intervenir en política institucional. Para mí fue un buen camino. Aprendo e intento trabajar el difícil entramado que hace a una Asociación en psicoanálisis, que lejos de ser una trama imposible, es una labor entre todos los interesados en trabajar en ella. La escuela renueva apuestas de formación de acuerdo a las épocas culturales, y no pierde, sino gana permanentemente en el nombre propio que lleva.
CE: ¿Podrías contarnos cuál es tu práctica actual? ¿En qué ámbito te desarrollás? ¿Cuáles son las áreas o temáticas de mayor preocupación en este momento? ¿Motivos de consulta frecuente?
AL: Luego de hacer la formación, hice carrera docente, soy profesora titular, co-coordino un área de la Asociación que se llama “Pensando desde Winnicott”, donde se trabaja distinto al funcionamiento del curso o seminario ya que la producción es horizontal entre los integrantes.
Practico mi clínica psicoanalítica, en el consultorio, en la escritura, en haber realizado el master en Psicoanálisis. Trabajo con analistas de la región en temas comunes a nuestro psicoanálisis rioplatense y más allá de la cordillera. Desde hace aproximadamente 15 años trabajo en política institucional en la Asociación desde diversos lugares. Más que tener preocupación intento ocuparme de poder hacer transversal, psicoanalistas con transdisciplina, y la hoy bien llamada salud mental. Es posible, ya hace bastante tiempo, dejar de hablar de psicoanálisis aplicado y hacer y dar cuenta de las intervenciones.
Varias de las consultas que escucho a veces tienen y requieren de intervenciones, es decir, construir un dispositivo con quien o quienes están sufriendo para poder abordarlo.
CE: ¿Cuál es la singularidad del programa de formación de la AEAPG para los colegas? ¿Qué destacarías?
AL: Los programas de formación de la AEAPG tienen varias particularidades. Una de ellas consiste en el armado de los textos freudianos acorde al tiempo cronológico y lógico de Freud. Es decir que quien cursa va trabajando desde los primeros escritos y ahí se encuentran con las teorías primeras del psicoanálisis que el mismo Freud reformula. En el trayecto de formación en la AEAPG se va trabajando esta complejidad de la teoría de lo inconsciente. Al mismo tiempo se trabajan otros psicoanálisis, con sus autores correspondientes y los profesores que a ello se dedican estén formados de experiencia teórica y clínica de lo que transmiten en sus cursos. También me interesa que la currícula posee varios cursos alrededor de los llamados talleres clínicos. Es decir, quien cursa se encuentra participando con su Clínica y la de varios colegas simultáneamente. Es un modelo altamente creativo y enriquecedor.
CE: En el contexto las transformaciones socioeconómicas y culturales en Argentina, ¿cuáles son los cambios más significativos que se aprecian? ¿Está preparado el analista para atender esos cambios? ¿Se aprecian transformaciones en la formación?
AL: Las nuevas formas del enfermar sucedieron en todas las épocas. El analista hoy y las instituciones requieren actualizarse en reformular el dispositivo acorde con la necesidad de poder abordar, migraciones express, desamparos sociales, medicalización en lugar de medicación. En fin, utilizar las cuestiones que van apareciendo para abrir dispositivos en el mismo analista y poder hacer de ello un buen trabajo con el dolor de las personas.
CE: ¿Qué podrías reflexionar acerca de los siguientes temas: la formación del analista y los problemas sociales de actualidad, nuevos desafíos en la profesión del analista y su formación?
AL: Creo que hablé en la respuesta anterior de esta pregunta, quizás porque no puedo ni quiero poner en otro lado la cultura, y el psicoanálisis, ya que nacen juntos y seguirán juntos. Claro que con caídas de ilusiones acerca del progresar y al mismo tiempo con el inicio de sueños y demás intereses, para capacitarse en nuevas prácticas psicoanalíticas y ajustar la escucha a la época y el sufrimiento de hoy, siglo XXI.
CE: Contanos algo que tengas ganas de compartir con nosotros de tu formación y experiencia clínica, tus intereses e interrogantes. También podés contarnos una anécdota.
AL: Algo que quizás tiene la cualidad de anécdota y recuerdo especial fue que en el taller que se llamaba de Supervisión, cuando cursábamos, el profesor había supervisado muchos años con David Liberman y uno de los ejercicios que hacíamos era reproducir la técnica, por ejemplo, un estilo particular de tomar nota o bien de reproducir, reconstruir la sesión. También me acuerdo lo divertido que fue cuando era adjunta: el primer viaje de “egresados” que realizaron los alumnos.
Gracias a los organizadores de la revista virtual por la labor que realizan.
Comentarios