Objetivos: A lo largo del trabajo de tesis, intentamos profundizar en algunos propósitos planteados desde el comienzo. Por un lado, dar mayor cuenta del fenómeno adolescente, desde la vertiente de la confrontación, pero especialmente del papel del NO, no solo como articulador, sino especialmente como reorganizador del Yo en plena reconstrucción. Por otro lado, articular puentes entre dos momentos sumamente importantes en el desarrollo como el NO del segundo año y la adolescencia. Un tercer propósito es el de brindar mayores elementos a la clínica con adolescentes, con relación al significado y función del NO en el vínculo transferencial. Por último, aportar mayor estudio a la función del NO en el adolescente a nivel institucional y social, y analizar las consecuencias que se derivan de las fallas de su instauración.
Desarrollo: A partir del trabajo tanto con niños como con adolescentes y en el intercambio con padres, he ido escuchando una queja similar, aunque referido a chicos en etapas muy diferentes del desarrollo. Por un lado, los padres de los pequeños de 2 años cuya queja es la de que sus hijos son todo NO. Frente al requerimiento del adulto, estos “pequeños adolescentes”, en pleno ejercicio de su autonomía, interponen al deseo adulto un rotundo NO. Al mismo tiempo, los padres de los adolescentes, luego del período de latencia en donde el niño se vuelve algo más dócil, se enfrentan con una posición filial mucho más resistente que, ante la inquisitiva del adulto, interpone, casi sin dudarlo, un NO. Esta queja parental, respecto a chicos situados en tan alejados momentos del desarrollo, llamó nuestra atención y, a partir de lo cual, comenzamos a rastrear los orígenes del NO y su función en el desarrollo. Nuestra premisa inicial fue la de rastrear los posibles nexos entre la confrontación adolescente y el período de aparición del NO, alrededor de los 2 años de vida. En ese sentido, nuestra hipótesis inicial es que efectivamente hay una etapa previa a la confrontación adolescente que la prepara y condiciona y ella se sitúa alrededor de la instalación del NO como organizador de la psiquis, tal como afirma Spitz, alrededor del segundo año de vida. De esta manera, la confrontación adolescente será un segundo momento, una resignificación de un tiempo anterior. Si la confrontación adolescente es un proceso de reestructuración del Yo, sería lógico pensar que esta no surge de la nada, sino más bien se apoya o es condicionada por procesos anteriores, donde lo que estuvo en juego fue la estructuración del mismo Yo.
En el trabajo de tesis, recurro a un caso clínico: un paciente adolescente con fuertes carencias narcisistas, que ve interferido su proceso de confrontación debido una estructuración muy precaria del Yo. Por ende, sus posibilidades de independencia y autonomía se fueron viendo limitadas y, en algún punto, coartadas. Se trata de un chico con una historia vincular de fuerte dependencia con su figura materna, caracterizada esta por una modalidad netamente intrusiva y controladora. En tal sentido, nuestro paciente dio cuenta de fuertes dificultades de acotar este deseo materno y anteponer los suyos, defender los límites yoicos bajo el gesto o la palabra NO. Llegado a su adolescencia, fue un chico que se enfrentó a los embates de sus pares con escasas herramientas de confrontación para convertirse en blanco fácil del hostigamiento y la burla.
Al llegar a nuestra consulta, era un adolescente que presentaba fuertes inhibiciones sociales, conductas e ideas obsesivas que escondían una dinámica psíquica caracterizada por ansiedades netamente persecutorias y defensas primarias. El progresivo trabajo de fortalecimiento yoico, delineando sus bordes, los límites divisorios con el afuera, le permitió muy lentamente comenzar a transitar el camino de la confrontación, primero desde el NO como organizador, como freno a la embestida materna, luego, desde la posibilidad de exploración y defensa de sus propias necesidades y deseos.
El trabajo de tesis expone los nexos entre dos momentos del desarrollo, claves en la organización yoica, hasta ahora desatendidos. Por un lado, la reconsideración de la confrontación adolescente no como una etapa nueva en el crecimiento, sino como un segundo tiempo de un proceso previo. Nuestra investigación se centró en la idea de que difícilmente un adolescente pueda arribar lo suficientemente bien organizado al momento de la desidealización parental, al despliegue del odio en pos de una nueva dinámica interna y familiar, sin antes haber ensayado con éxito una rebeldía similar a sus 2 años.
En aquel tiempo, el Yo en formación, que mediante los diferentes organizadores va evidenciando nuevos niveles de complejidad, alcanza la etapa del NO. En ella el niño es ya capaz, gracias a un proceso previo de discriminación progresiva de sus figuras parentales —en especial la materna—, de poder enfrentar, quizás por primera vez, al mundo adulto. El NO como gesto o como palabra se alza en pos de oponerse al deseo del otro, como manera inaugural de trazar los límites del adentro y el afuera y hacer sentir al mundo que hay un bastión a defender: el Yo.
Luego de la sonrisa del tercer mes, la angustia del octavo y ahora la aparición del NO evidencian un camino que va desde la no integración, la indiscriminación, al paulatino descubrimiento del otro como objeto diferenciado y, en el mismo acto, el descubrimiento de un Yo (de) marcado capaz de jugar a abandonar y esconderse de sus figuras parentales. Todo este proceso preparará el camino hacia la adolescencia, momento de una segunda individuación al decir de Blos (2011), en donde se resignificará parte de ese tiempo de oposición en el entramado de una reestructuración yoica.
Conclusiones: Los dos tiempos en Psicoanálisis es un concepto medular para pensar la dinámica psíquica, desde una temporalidad diferente, con su propia lógica. Freud comenzó a pensarla a raíz de la sexualidad infantil, conceptualizándola más como un proceso que como un momento o etapa. De esta manera, estructuramos nuestro trabajo de investigación bajo la premisa que la Confrontación también se edifica en dos momentos específicos del desarrollo. Así, enlazamos dos tiempos, hasta ahora lejanos del crecimiento, como son la instauración del NO a los 2 años y la Confrontación adolescente. Con el apoyo de un caso clínico, pudimos evidenciar el trabajo preparatorio de estructuración yoica del niño pequeño que volverá a significar en su embate adolescente. Esta Confrontación es condicionada por la primera, acaecida allá lejos cuando el NO supuso el primer bastión narcisista frente a la embestida del deseo parental.
Comentarios