Agradezco la invitación que me ha hecho el coordinador de la Comisión de Cultura, Osvaldo Maltz, para a formar parte de ella.
Finalizamos este primer Ciclo de Encuentros desde la Comisión de Cultura, cuyo eje conductor ha sido “Reflejo e impacto del narcisismo en la cultura”. Lo fuimos presentando desde cuatro miradas diferentes: la artística, la periodística, la humorística y la literaria.
Es una preocupación pensar cuál es el reflejo del narcisismo impactando en la Cultura desde un narcisismo (puro) a la cultura de hoy, impregnada con las nuevas tecnologías y, con ello, las nuevas maneras de ser y de relacionarse.
El título que nos convoca es amplio y me generó inquietud que asocié una serie que se llama Black Mirror para el desarrollo del tema. En ella podemos ver las diversas maneras de comunicación, redes sociales, las nuevas tecnologías aplicadas a la vida y el desarrollo particular en cómo se mueve la sociedad o, mejor dicho, cómo se mueven los individuos dentro de éstos parámetros.
El capítulo en especial que me motivó sobremanera se llama “La caída vertical” y allí me encontré bajo el impacto de su contenido y necesité escribirlo para reorganizar algunos conceptos.
La historia está planteada desde una mirada narcisista de vivir el mundo aparentemente perfecto e ideal donde se exponen las relaciones sociales, los intereses, adquisición de lugares (status) laborales y afectivos en torno al mundo egocéntrico.
Todo es vivido desde una comunicación virtual, ficticia, falsa, girando en torno a la imagen como elemento esencial. Los sentidos y, sobre todo el visual, cobran preponderancia en un mundo vacío de cuerpos reales y de sentimientos.
Es necesario e imprescindible acumular “puntajes” para adquirir una buena imagen, ser aceptado; esta es la condición para poder trabajar, viajar, comprar una casa y tener amigos. Los sentimientos verdaderos no importan demasiado, lo visual es lo urgente.
Es imposible abordar la serie sin pensar qué categoría de ser humano se nos presenta allí, cuál es su estructura psíquica y cuál su evolución individual en el contexto social de la post modernidad.
Pienso en dos momentos del desarrollo pulsional:
- uno: el del narcisismo
- otro: el del tiempo vincular
Freud nos dice que en el desarrollo de la teoría de la libido presente en los niños hay una hiperestimación de sus deseos y de sus actos mentales, omnipotencia de las ideas y una fe en la fuerza mágica de las palabras.
Así parece mostrarnos la protagonista del capítulo en cuestión donde su objetivo es acumular “me gusta” (pulgares para arriba) o likes.
Imagen idealizada personificando lo completo y cuya satisfacción no es vivida desde lo personal, sino desde una imagen para poder mostrar.
Sin castración y sin crecimiento y con un frágil sostén que comienza a deshilacharse.
Su vida es construida a partir de agradar al mundo circundante, sin importar si es vivido con satisfacción o no, lo que importa es no ser rechazada.
Las personas se conectan entre sí como dispositivos mecánicos, sus miradas son también mecánicas que archivan en una memoria hardware para aquello que le es necesario (canje de supervivencia social).
A mayor cantidad de carga o de “me gusta”, mayor es el puntaje que obtienen las personas; así, el que llega a tener un puntaje alto tendrá mayores posibilidades tanto laborales como de relación con sus otros semejantes en una aparente investidura libidinal de objeto.
El objetivo es sumar puntos. Para ello es condición que las personas transformen, si es necesario, sus facciones y su rostro en una emisión de gesto “agradable” a fin de ser enfocado desde los ojos-dispositivos del otro que mira, quedando ubicados como personas confiables, agradables y bellas, lo que indefectiblemente dará como resultado un “un pulgar para arriba”.
No hay verdaderas relaciones entre las personas, todo se vuelve virtual y organizado para una imagen “perfecta” de un mundo idealizado en su imposibilidad de aceptar su propia castración.
Ahora bien, hay maneras narcisistas de localizar la libido en el desarrollo regular de un individuo; es este el narcisismo como atributo del instinto de conservación cuya libido está al servicio del egoísmo más puro, ser para sobrevivir.
Un narcisismo primario y puro cuya libido reorientada al otro pretende recuperar partes propias, indiscriminadas y ponerlas al servicio de regresiones tempranas cuya fuente de satisfacción es el autoerotismo. Toda la atención de la libido está puesta sobre sí mismos, tomando al mundo que rodea como un medio necesario e indiferente, en una vuelta egoísta de seguir viviendo.
Laplanche nos dice que el punto nodular del pensamiento de Freud es el narcisismo y descansa en tres posiciones: el narcisismo es una catectización libidinal de uno mismo, un amor a sí mismo, esta catectización libidinal de uno mismo pasa necesariamente en el hombre por una catectización libidinal del yo y, en tercer momento, la catectización libidinal del yo es inseparable de la constitución misma del yo humano.[1]
¿Ante qué ser humano estamos?
En el desarrollo emocional individual, el precursor del espejo es el rostro de la madre. [2]
Black mirror o espejo negro me hace pensar en un espejo que no refleja o que refleja oscuro.
Una interrelación entre piezas mecánicas y cuerpos humanos.
El avance de las nuevas tecnologías permiten que “publicando” permanentemente aspectos de la vida y todo aquello que antes era íntimo pase a ser público.
Se es a través de estar en contacto consigo mismo y con los otros, pero virtualmente.
¿Es esta una nueva manera de subjetivación?
Si pensamos que la libido del sujeto va hacia afuera invistiendo objetos, comienza el entramado vincular por la fuerza pulsional cuya tendencia es ir a los objetos, investirlos de carga.
En la serie, ocurre algo particular, no hay encuentro real cuerpo a cuerpo y lo que prevalece es la apariencia reflejada en la inexistencia de la virtualidad.
El otro no es registrado en tanto otro, sino como parte propia de satisfacción autoerótica. No hay posibilidad de discriminación.
Es un armado de vínculos falsos en términos de un fabuloso Meccano.
Recordemos que estamos frente a la llamada generación de los Millennials que nacieron con el desarrollo tecnológico. Podemos saber que se los divide en dos grupos: los Early Millennials o Millennials tempranos (entre 18-24 años) y los Late Millennials o Millennials tardíos (25-35 años) que han crecido con los avances de avatares desarrollando subjetividades acordes a la virtualidad de las redes sociales.
También pertenecen a estos grupos los nacidos después del año 2000 como generación que se inclina a lo virtual.
¿Hay una transformación de la subjetividad en la era virtual?
¿De qué manera se desarrollan estos hombres y mujeres sin un contacto verdadero?
¿Qué ocurre en ese entramado afectivo en espacios simulados, virtuales no palpables?
La exposición de un verdadero self descarnado y desprotegido requiere de un falso self construido para beneficio de sí mismo, auto protector y defensivo.
Ambos conceptos, que en su equilibro son beneficiosos para la construcción del sí mismo y del ser en sociedad, parecen estar afectados. [3]
¿Será este el reflejo narcisista impactando en la cultura?
¿Dónde quedó el contacto temprano y adecuado que un bebé humano necesita?
El ser mirado y mirarse en los ojos de la madre en estado de continuidad que permita paulatinamente el proceso de identificación humana.
¿Que ve el bebé cuando mira el rostro de su madre?
La madre, que da y recibe en esa secuencia de actividades entre ella y el bebé, devuelve, también en la mirada, la posibilidad de verse reflejado en ella en un tiempo confiable de tranquilidad y de amor necesarios para el proceso y desarrollo emocional.
Desde el puño en la boca del recién nacido hasta llegar a la muñeca de trapo blando que será la base de los siguientes objetos calmantes y transicionales cuando aparezca la frustración, capacidad de espera y satisfacción.
Conceptos que parecen ausentes o con cierta falla en los tiempos virtuales.
En el episodio de “La Caída Vertical” de la serie Black Mirror, pensé, por ejemplo, dónde quedó la mirada amorosa (libidinizante) que poco tuvo la protagonista, y la capacidad de reconocer un objeto afuera de ella misma para el comienzo de un vínculo.
¿En qué espejo-mirada se pudo reflejar en el otro como primer semejante?
La protección de sí mismo y el registro de la alteridad están ausentes o sufren fallas severas.
La construcción del espacio vincular como prueba de realidad capaz de hacer limite se encuentra en crisis.
Winnicott en Realidad y juego [4] nos dice: “Se establece una clara distinción entre apercepción y percepción […] existe un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad y su creciente capacidad para ello” … la sustancia de la ilusión es clave, … pero que en la etapa adulta lo desorganiza, lo enloquece cuando exige de los demás la ilusión que no está. En cuyo caso, se ve la incapacidad de reconocer y adaptarse a la realidad.
Digo espejo, espejado, reflejado, devolución de mirada al mirar … humano y máquina al mismo tiempo…
No es casual que, en la trama de fragilidad estructurante, las figuras mayores, madres, padres, abuelos, referentes de la historia, no estén, parecen no tener valor.
Solo aparece, hacia el final del capítulo, una mujer que simboliza una figura capaz de decir límites, de manifestar cuidado, dando un endeble indicio de protección.
Sin continuidad de historización y una marcada ausencia afectiva son los elementos de este capítulo.
¿Qué extrema inmediatez de acciones y necesidad de otro se requiere para satisfacer la propia existencia?
Presencias que son ausencias y demandas sin límites urgentes de apoyo.
Vivimos un mundo de la inmediatez, si es posible sin problemas, si es posible lo más rápido e impulsivo, carente de toda reflexión donde lo único importante es estar enamorado de sí mismo.
Para Winnicott, un ambiente que es facilitador significa cuando el espacio familiar donde crece y se desarrolla un niño permiten la posibilidad de poder sostenerse en aquellas figuras referentes fijas a las cuales poder regresar las veces que sea necesario.
Por ello, los padres estarán habilitados para ser “objetos de uso”, para tomar y usar a dicho objeto como se le dé la gana y confiabilidad al niño.
Un ambiente facilitador familiar inexistente desarrolla un mundo excesivo de Ilusiones que evita el encuentro con pérdidas y frustraciones y así un circuito donde esas ilusiones serán solo encontradas a partir de nuevas y efímeras ilusiones.
Ilusiones que se desvanecen rápidamente entramadas con una baja e intensa capacidad de tolerancia a la frustración.
Argumento de la serie y síntesis
La joven protagonista, de aproximadamente 30 años y cuya vida es vivida como una ficción, va mostrando y exponiéndola —en las calles, en el mundo exterior— buscando la aprobación constante y permanente y cuya defensa es evitar la angustia del rechazo, del abandono y negar su propia castración.
La necesidad de aceptación muestra la falla en los vínculos tempranos.
La respuesta permanente y constante del afuera mediante un dispositivo móvil. Nunca el contacto cuerpo a cuerpo con el otro. Nos hace pensar en fallas profundas y tempranas de falta de sostén y deseo de figuras afectivas importantes.
El vínculo íntimo y amoroso no existe, el encuentro es virtual.
Todo esa necesidad de aprobación o desaprobación (de objetos exteriores) van ocupando su existencia.
Poder ser a través del armado de piezas frágiles para existir.
Es época de exigencias y sobreadaptaciones.
Pensar estas generaciones huérfanas de toda orfandad, fabricados como robots sin ningún tipo de sentimientos amorosos.
El agradar a los otros como lectura de la propia existencia, a modo de demostraciones afectuosas a través de emoticones tan de moda hoy en día, van llenando la vida vacía de estas personas y solamente logran satisfacción en ese, su único juego de la vida.
Juego que, lejos de ser jugado como un fenómeno transicional, cae en la categoría de maquinaria.
La satisfacción que obtienen de esos momentos de agrado es efímera y no logra sostenerse en el tiempo ni por consiguiente tener continuidad, indispensable para un normal desarrollo emocional.
Metaforizando estas escenas, inferimos que de la falta de continuidad afectiva y de presencia única y permanente de la figura de sostén, reaparece, a modo de caída estrepitosa, la manifestación del derrumbe, del caos y de una vida real de la que han huido, buscando de manera friccionada “un mundo feliz” cuyo resultado no es el esperado luego de las sucesivas fallas para una desarrollo emocional estable.
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