“Tenemos que terminar con esta idea que les planteamos a los chicos
de que el único sentido de conservar su vida es para que trabajen y
sobrevivan: el sentido de conservar su vida es para producir un país distinto
en donde puedan recuperar los sueños.
Y la escuela es un lugar de recuperación de sueños,
no solamente de auto-conservación”.
Silvia Bleichmar (2012)
A modo de introducción
Esta presentación tiene por objetivo aproximar a la reflexión sobre una temática que compromete a la presente y futura de la ciudadanía. Con esto me refiero al incremento del desinterés en el aprendizaje que manifiesta un grupo creciente de adolescentes que produce como efecto descensos significativos en los rendimientos escolares complicando en muchos casos la continuidad de la trayectoria escolar.
Para ello, compartiré con ustedes algunos de los hallazgos respecto de la relación de los adolescentes con el deseo de saber y sus avatares, en especial las apatías vinculadas al conocimiento escolar surgidos tanto de la tarea clínica como del trabajo con estudiantes y personal docente en escuelas medias.
Me interesa exponer algunos de los motivos intra, inter y transubjetivos que interfieren en el despliegue del deseo de saber y apropiación de los aprendizajes.
Partiré de algunos supuestos: aprender es un acto complejo de transformación que incluye la función de investimiento libidinal de los objetos escolares para convertirlos en una promesa de reencuentro con una experiencia de placer, la escuela es una zona de encuentro (Fischer, 2020) intersubjetivo de producción de sentido y el aprendizaje contribuye a los procesos de subjetivación en la adolescencia (Alvarez, 2017).
La escuela como oportunidad de subjetivación
La escuela es uno de los escenarios en los que los adolescentes llevan a cabo parte de su constitución subjetiva atravesada por el proceso de aprendizaje. Ello hace necesario que la institución escolar tenga la función de holding (Vecchi, 2021) y aloje al acontecer adolescente y los múltiples cambios que lo caracterizan y sea un ambiente facilitador (Winnicott, 1956) en el que la exploración tenga lugar como oportunidad de despliegue de los interrogantes característicos de este tiempo vital: ¿Quién soy? ¿Qué deseo? Preguntas que ponen de manifiesto la función de la curiosidad y el deseo de saber a modo de motores necesarios para la condición adolescente (Cao, 2009).
La escuela es el espacio compartido y de reunión intersubjetiva extrafamiliar de mayor prevalencia en la comunidad adolescente por esto es una zona de encuentro en la que es posible ser visto, tomar la palabra, construir sentidos subjetivos, establecer consensos y disidencias, incorporar la función de las legalidades como parte del funcionamiento colectivo, etc. De aquí podemos indicar que la función de la institución escolar no es exclusivamente la de transmisión de conocimientos sino también un espacio de construcción transformadora en la que las funciones docentes también toman
parte en la subjetivación adolescente cumpliendo funciones apuntalamiento (Cao, 2020) y transmisión de deseos e ideales en el marco de la situación de aprendizaje (Fischer, 2019).
La apatía como respuesta del sujeto
Los motivos de las apatías escolares son variados y requieren un análisis que incluyan las dinámicas intrasubjetivas respecto de la constitución psíquica y los avatares con las funciones primarias, las características del entramado intersubjetivo con pares y adultos en el ámbito escolar, la incidencia de los avances de la tecnología en el aprendizaje y los discursos de época con sus ofertas “hiper”: hiperconsumo, hipercomunicación, hiperinmediatez, hiperfelicidad, etc. La sociedad y los discursos sociales tienen un impacto significativo en la identificación y el deseo de saber de los adolescentes en tanto los discursos participan de modo activo en las producciones de subjetividad (Bleichmar, 2004).
La llegada de la hipermodernidad (Lipovetsky, 2004) ha traído una negación del dolor (Han, 2020) y búsqueda de placer inmediato, el incremento de la relevancia de la imagen, la caída de metagarantes sociales (Jaroslavsky, 2020), un sentido del futuro como promesa de cumplimiento de anhelos resquebrajado y adultos consumidos por el sistema que tienen dificultad para acompañar y transmitir deseo. En esta cartografía se plantean interrogantes: ¿Para qué estudiar? ¿Lo que ofrece la escuela y el modo de hacerlo es congruente a las adolescencias de nuestro tiempo? ¿Cuál es el presente y futuro que imaginan los adolescentes a partir de aquello que el discurso de los otros pertenecientes al mundo adulto enuncia? ¿Cómo hacer para asumir algo
del orden de la falta como condición del deseo cuando la cultura oferta tapones para la angustia de modo inmediato? ¿Cómo desplegar el deseo de saber y el aprendizaje cuando para ello es necesario sostener un cierto monto de angustia propio de la demora que significa incorporar novedades escolares en un trayecto que requiere la confrontación con desajustes y errores en un tiempo en el que la imagen narcisista está excesivamente fragilizada?
Aprender es un proceso de transformación que implica una relación estrecha con el deseo y movimientos de investidura dirigidos a los objetos de conocimiento. Esto es posible por la promesa de reencuentro con una experiencia de placer lo que la convierte en una actividad de carácter libidinal. Muchos adolescentes experimentan ansiedad y angustia en los procesos de aprendizaje y en consecuencia se activan inhibiciones en el deseo. Hacen referencia a sentirse exigidos por el cumplimiento de ideales familiares y escolares muy elevados. Temen el fracaso y la posible humillación ante el otro que se frustra por el resultado y en vez de dar pelea responden con un decaimiento del deseo que se muestra como indiferencia producto de un mecanismo de repliegue.
La adolescencia se caracteriza por desasimiento de la autoridad parental (Freud, 1905) junto a la búsqueda de modelos extrafamiliares ¿Cómo se produce este pasaje desde la dependencia hacia la construcción de un estilo propio des-sujetado de la demanda de los otros primarios? ¿Cómo responde un adolescente ante la hiperdemanda que insiste en no dar lugar al despliegue de lo singular?
El arribo de la adolescencia se anuncia con los vientos huracanados de la pubertad exige al sujeto trabajos de simbolización y recomposición en lo
imaginario de aquel real que se presenta transformando al cuerpo en una posesión habitada por la ajenidad. El encuentro con lo inédito de lo sexual invita a la curiosidad y a la apertura de preguntas sobre el ser y el deseo. La concentración de la curiosidad y el deseo de saber en los avatares, a veces complejos, de la remodelización identitaria (Cao, 2009) y hallazgo de objeto (Freud, 1905) deja en ocasiones poca libido disponible para otros asuntos.
Hay oportunidades en las que la apatía escolar está ligada a una resistencia a ingresar al mundo de la autonomía, ya que con la pasividad algunos adolescentes logran permanecer en un lugar de objeto de cuidados y refuerzan la ligadura a las figuras primarias distanciándose de la responsabilidad subjetiva. Así nos encontramos con adultos que se hacen el trabajo por sus hijos (resumen, hacen trabajos prácticos, llevan la agenda, etc.). En otras esta pasividad son un modo de llamado al otro en su función apuntalante como restitución de un lugar en su deseo.
Palabras finales
Meirieu (2013), pedagogo y filósofo francés, sostiene que la “escuela inclusiva es una escuela que tiene en cuenta las diferencias individuales y aporta lo que cada uno necesita”. ¿Es esto posible?, ¿Cuáles son los efectos en los jóvenes del encuentro con docentes desvitalizados y con poca disponibilidad para transmitir el deseo de aprender?,¿Qué brecha hay entre el estudiante siglo XXI que llega a la escuela y el formato escolar? Se han destacado hasta aquí algunos de los motivos en los que se sustenta la apatía escolar: efecto de arrasamientos sociales, deprivaciones afectivas, efectos de traumas, modos de restarse del otro o de convocarlo,
resistencia a ingresar al mundo sexuado y de autonomía, demanda excesiva de los demás, efecto del sinsentido del futuro, huida del desafío que implica la conquista de lo nuevo, manifestación de una inhibición por tensión con el superyo, como rebelión a las demandas de los ideales de otros, a modo de correlato de la depresión, efecto de las brechas profundas entre lo ofrecido por la institución escolar y lo requerido en tiempos contemporáneos y finalmente como identificación al rebajamiento del deseo de enseñar de los docentes.
Quiero cerrar esta presentación con unas palabras de Janine Puget (2020) sobre la condición vital de la curiosidad: “La curiosidad es una condición de vida y por lo tanto inherente a la vida humana; es un motor que da acceso a un espacio oscuro, sin límites, gracias al cual se crean conocimientos volátiles estimulados por la ignorancia y el deseo de conocer”
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