Freud construyó el aparato psíquico como si fuera un edificio desde los cimientos. Esto se pone de manifiesto en la famosa carta 52 de 1896 que es el puente entre el “Proyecto de psicología” de 1895 y la metapsicologia del capítulo VII de “La interpretación de los sueños” de 1900. Originalmente y, desde el inicio, este aparato ansía estar libre de estímulos y, por tal motivo, funciona al modo del esquema del arco reflejo. Este modo de funcionamiento del aparato psíquico primitivo permite descargar por vías motrices excitaciones que vienen del exterior.
Al mismo tiempo, actúa el “apremio de la vida” con sus necesidades básicas a ser satisfechas en forma inmediata y que luego se inscribirá como vivencia de satisfacción. En el transcurso del armado psíquico, Freud se refiere a procesos psíquicos correctos como procesos psíquicos incorrectos. A medida que se va profundizando en el estudio del aparato psíquico, va encontrando “múltiples oscuridades y tinieblas”.
Los procesos primarios están dados desde el inicio del sistema del arco reflejo, para luego dar paso a los procesos secundarios que se construyen lentamente e inhiben a los primeros. Durante largo tiempo se superponen y recién, en plena madurez, logran someterlos. Si se sostiene lo afirmado, entonces sería factible la posibilidad de la sublimación absoluta, cuestión que entra en contradicción con lo planteado por Freud, en cuanto a que un aparato psíquico que posea únicamente el proceso primario no existe, por lo tanto, tampoco puede existir un aparato psíquico que se halle sometido totalmente al proceso secundario. Respecto a esta construcción, Freud se refiere a refuerzo orgánico. ¿Este refuerzo orgánico podría ser una cantidad incontrolable —suma de excitación— que arrasa y se impone un pensamiento o conducta determinada? Respecto a este desarrollo expresa: “En efecto, no interesa que yo haya concebido de manera aproximadamente correcta las constelaciones psicológicas en cuestión, o bien, como es muy posible en materias tan difíciles, lo haya hecho torcida y deficientemente”. (La interpretación de los sueños, t. V, p. 596).
Es importante destacar que las neurosis no son creadas por una perturbación psicológica, sino que pertenecen, como expresa Freud, “al edificio normal de nuestro instrumento anímico”. Además se refiere a lo compulsivo como la naturaleza más intima de las pulsiones y de carácter demoníaco. De ese cuerpo biológico en forma paulatina, adquiere la cualidad de cuerpo erógeno activado por ese auxiliar: madre o sustituto, que no solo lo asiste, sino que le brinda ese plus afectivo y amoroso. Es decir, la pulsión es un producto generado por la cultura humana diferente al instinto animal. También sostiene que hay tres pulsiones que no surgen de zonas erógenas, ellas son: las pulsiones de ver, de exhibir y la crueldad. Esta última le plantea a Freud interrogantes, ya que sostiene en diferentes escritos “con independencia aun mayor respecto de las otras prácticas sexuales ligadas a las zonas erógenas, se desarrollan en el niño los componentes crueles de la pulsión sexual (…) la capacidad de compadecerse, se desarrolla relativamente tarde. Es notorio que no se ha logrado todavía el análisis psicológico exhaustivo de esta pulsión”. (Tres ensayos de teoría sexual). “(…) pero es innegable que en estas conductas de los seres humanos se da a conocer una predisposición al odio, una agresividad cuyo origen es desconocido y que se querría atribuir a un carácter elemental”. (Psicología de las Masas y Análisis del yo).
Esta energía agresiva se presenta con el bagaje genético siendo ese su origen, y el carácter elemental se refiere a que es pura suma de excitación. Es factible, como hipótesis, que por uno de los canales circule la libido como energía sexual de la pulsión —que es quantum de afecto y que está cualificada por una representación o fantasía—. Y por el otro, esa agresividad como odio que no ha podido, en algunos casos, entramarse con la pulsión de muerte y, por lo tanto, transformarse en energía libre dando origen al MAL donde no están construidos los diques psíquicos. Es importante señalar que Freud expresa que la génesis del Ello es biológica; por tal motivo, habría energía endógena que, a través del contacto humano, lentamente se transforma en libido dándole vida a ambas pulsiones. Es decir, este sujeto psíquico se constituye en el marco de la tópica intersubjetiva que luego el Complejo de Edipo define con su estructura. Los avatares son muchos y múltiples y se está en un intercambio progresivo que puede ser lento, sin prisa, pero sin pausa, donde se va construyendo una segunda instancia que es el Yo. Esta instancia alcanzada es de importancia, ya que le permite al bebé perfilarse como individuo donde ya no hay una plena satisfacción, hay un placer, pero también displacer, hay un adulto donde ya no está a su disposición, hay una espera, un no, un desencuentro. El Superyó es la última instancia en construirse, que está determinado no solo por la resolución del Complejo de Edipo, sino también por el atravesamiento de la cultura. Si se toma “La teoría de la libido” de los “Tres ensayos de teoría sexual” de 1905, plantea que la libido es una energía de excitación sexual con carácter diferencial de otros procesos anímicos. A las modificaciones, por ejemplo, en el estado de enamoramiento, lo llama quantum de libido, similar a quantum de afecto, diferente a suma de excitación, siendo esta pura energía pronta a descargar; es cantidad sin cualificar, sin representación. Se observa en Freud un esfuerzo por mantener separado todo lo referente a la psicología del pensamiento biológico, pero aun así acepta que “(…) la teoría de la libido descansa mínimamente en bases psicológicas, y en lo esencial tiene apoyo biológico.” (Introducción al Narcisismo Pag.76).
Freud, en este proceso de investigación respecto a la Teoría de la libido y la Doctrina de las pulsiones, no solo desconoce lo biológico como fundamento, sino, además, como enigma, es decir, seguir profundizando e inquirir en bases teóricas, suposiciones y señales de este tema. En este mismo artículo, respecto a la energía psíquica, sentimientos, utiliza términos que dan la sensación de movimientos constantes: oleadas, corrientes, pleamar de la excitación. Freud, en 1923, en “El yo y el Ello, retoma el concepto de energía indiferente que puede agregarse a una moción erótica o a una destructiva. Si se toma el concepto de regresión, esta energía desplazable puede llegar al origen del Ello donde se formó a expensas de energía endógena. O, al mismo tiempo, cierta energía original, biológica pudo no haberse transformado o adherido ni a la pulsión de vida o de muerte, quedando como suma de excitación a ser implementado o no para determinados aconteceres del aparato psíquico donde participa el Yo y el Superyó supeditados en la relación con el Ello.
Asímismo, Freud plantea al respecto que las mociones pulsionales y su cualidad en sus diferentes destinos, de vida o de muerte, es todavía oscuro y apenas se ha investigado.
Con la inclusión del concepto de narcisismo, surge una zona que queda por fuera: es el tema del odio, muerte y destrucción.
El narcisismo primario designa un estado precoz (de la primera experiencia de satisfacción) en que el niño carga toda su libido sobre su Yo, el objeto y la realidad externa le resulta indiferente. El narcisismo secundario designa una vuelta sobre el Yo de la libido objetal, por ejemplo, cuando ese objeto de la realidad lo frustra o decepciona. Por lo tanto, la indiferencia hacia el mundo exterior, característica de la organización narcisista y autoerótica de esta fase originaria, sólo se puede mantener restringiéndola al entramado del yo real-primitivo (fase oral) y el yo-placer purificado (fase anal). El Ello no conoce ni el bien ni el mal, y el factor económico-cuantitativo está enlazado con el principio de placer, es movible y se descarga con facilidad a diferencia de las otras dos instancias, Yo y Superyó. El Yo es una parte del Ello que se modifica por el contacto con el mundo externo siendo un mediador entre la primera instancia y la realidad; así mismo, mediatiza la necesidad y la acción por medio del pensamiento, sustituyendo el principio de placer por el de realidad.
El Yo representa a la razón y prudencia frente al Ello que representa a las pasiones. Freud usa la metáfora del jinete que representa al Yo y el caballo, al Ello, donde expresa que en ciertas circunstancias el animal domina la acción y el destino.
El Superyó, heredero del complejo de Edipo, mantiene relaciones con el Ello y el Yo, es una instancia moral que puede someterse a esa primera instancia en ese desenfreno. Cabe destacar que el Superyó se puede someter a los dictados del Ello.
En la conferencia N.º 32, Freud sostiene que “solo la magnitud de la suma de excitación convierte a una impresión en factor traumático, paraliza la operación del principio de placer, confiere su significatividad a la situación de peligro”. El concepto de suma de excitación es importante para diferenciarlo de quantum de afecto que es energía psíquica que cualifica a la representación. Suma de excitación, energía que puede relacionarse con energía indiferente, por lo tanto, adherirse a distintas mociones o expresarse en una descarga de cantidad que provendría del Ello. Pero Freud, al mismo tiempo, abre la posibilidad de continuar investigando para lograr mayor entendimiento en otros procesos patológicos. Ya que esas mezclas, pueden separarse. Allí concluye que son puntos nuevos, y que todavía no han sido tenidos en cuenta. Este desarrollo permite plantear que esa energía indiferente puede activarse al modo de un instinto y que en lo sucesivo se denominará MAL; dispone de una vía facilitada independiente para posibilitar una descarga diferente a las vías pulsionales de vida y de muerte. Esta vía sería parte del aparato psíquico que en algunos sujetos se reactiva, en otros permanece en forma latente o vedada. Entonces el MAL como concepto psicoanalítico quedaría ligado a la noción de tortura, empalamiento, aniquilamiento, desaparición del semejante.
Para ejemplificar este desarrollo teórico y haciendo historia, la España Imperial, con una organización política, económica, social y con un ferviente catolicismo, asesinó a Túpac Amaru, descuartizándolo, a su esposa, con el garrote, a dos de sus hijos mayores les arrancaron la lengua y al tercero, de 10 años, lo enviaron primero a África y luego a España donde murió.
¿Esta barbarie puede ser considerada dentro de la Pulsión de Muerte o del MAL?
Referido al MAL, Green lo expresa del siguiente modo “es la del asesinato sin pasión” y mas adelante agrega “el mal es insensible al dolor del otro; por eso es el mal”.
El desarrollo teórico que precede, amerita una definición Psicoanalitica: suma de Excitación de origen endógeno, que proviene del Ello primario, desplazándose por una vía facilitada a tal efecto y, por el principio de inercia neuronal, pronta a descargar.
Freud, utiliza en varias ocasiones el término Instinkt, y se pregunta si existen en las formaciones psíquicas hereditarias algo similar a los instintos animales y lo ve en los esquemas filogenéticos hereditarios. El término instinto tiene implicaciones claras y definidas que están muy alejadas del concepto freudiano de pulsión.
En la obra de Freud, según Masud Khan, hay 180 referencias al Mal, pero nunca lo conceptualizó. A modo de ejemplo, elegí una referencia del “El malestar en la cultura” de 1930:
“En efecto a los niñitos no les gusta oír que se les mencione la inclinación innata del ser humano al ‘mal’, a la agresión, la destrucción y, con ellas, también a la crueldad. Es que Dios los ha creado a imagen y semejanza de su propia perfección, y no se quiere admitir cuan difícil resulta conciliar la indiscutible existencia del mal (…)” pág. 116.-
El MAL ha sido de interés para numerosos psicoanalistas en diferentes épocas y culturas, ellos son: Melanie Klein, Paula Heimann, Wilfred Bion, André Green, Christopher Bollas, Julia Kristeva, Masud Khan, Silvia Bleichmar, Isidoro Vegh, Marcelo Viñar, Daniel Widlöcher y Jacques Lacan que, en “La ética del Psicoanálisis”, plantea que “El malestar en la cultura” es una obra dedicada a “repensar seriamente el problema del mal”.
Se han seleccionado tres personalidades universales y una actual para verificar este desarrollo teórico:
Thomas Alva Edison (1847-1931) es un leyenda norteamericana, patentó más de 1000 inventos, entre otros: el fonógrafo, la lamparita, un contador eléctrico y el kinetoscopio; fue también el que les vendió a los marines torpedos con carga de dinamita; desarrolló la silla eléctrica, probando sus experimentos, electrocutó animales (gatos, perros, caballos); e ideó armas defensivas para un supuesto ataque que vendría de Sudamérica.
Paul Auster, en “La invención de la Soledad”, se refiere a Edison en estos términos: “Mi padre trabajó durante toda su vida. A los 9 años tuvo su primer trabajo, a los 18 tenía un negocio de reparación de radios con uno de sus hermanos. Con la excepción de una jornada como asistente del laboratorio de Thomas Edison (sólo para ser echado al día siguiente, cuando Edison se enteró de que era judío), mi padre nunca trabajó para nadie…”.
Louis-Ferdinand Céline (1894-1971) en 1994, a 100 años de su nacimiento, el gobierno de Francia no autorizo el homenaje que la Academia de Letras iba a organizarle. Fue uno de los grandes maestros de la novela moderna, hasta los que lo denigran darían la vida por escribir como él. Admirador de Hitler, al mismo tiempo que escribía, delataba judíos para que fueran deportados a los campos de concentración.
Richard Wagner (1813-1883) es uno de los cinco compositores de ópera más grandes del mundo. Surgieron en él dos sentimientos determinantes de su desarrollo espiritual: uno positivo hacia Alemania, una Alemania que solo existía en su imaginación, una Alemania poblada de alemanes ideales, conscientes de su germanismo y racialmente puros y, otro negativo, frente a Francia y los judíos. En la ópera Los maestros cantores de Núremberg, el antisemitismo ha encontrado su expresión más clara. Esta sustancia específicamente “alemana” ha terminado por asumir el aspecto de las SS, de la ocupación de Europa.
Amílcar Lobo Moreira Da Silva (contemporáneo). En Cuestionamos, compilación y dirección a cargo de Marie Langer (1973), se incluyó un artículo (anónimo) que previamente había sido publicado en el periódico clandestino Voz operária de Brasil. Decía: “Se identificó a algunos torturadores de Guanabara”. Se denunciaba al doctor Amílcar Lobo Moreira Da Silva, oficial del Ejército, integrante del equipo de torturadores. Su misión era controlar la resistencia física de los presos políticos. Además era candidato de la Sociedad Psicoanalitica de Rio de Janeiro. Su analista didacta era el presidente de la Institución, doctor Leáo Cabernite, que tenía conocimiento de dicha actividad. Este caso se extendió hasta 1996 cuando presidía la International Psychoanalytical Association (IPA) el doctor Echegoyen.
La historia también muestra personajes que son reconocidos por atentar contra la humanidad y que, luego de un análisis, pueden hallarse manifestaciones de conductas ligadas a la sublimación. Un ejemplo de ello es Alfredo Ignacio Astiz (17-11-1950).
Su padre, Alfredo Edgardo Astiz, vicealmirante retirado, comandó el crucero General Belgrano para el bloqueo naval a la isla de Cuba. Tuvo la misma formación que Videla y Massera en el Colegio Interamericano de Defensa en Washington, donde el lema era “Hagan lo que deban para obtener lo que necesitan. Las herramientas que elijan, legales o ilegales, dependen de ustedes”.
Su madre, Maria Elena Vázquez de Astiz, oriunda de Azul, con campos en esa localidad, pertenecía a una familia de la aristocracia o nobleza de Holanda. Fue procesada en el año 2013 por su participación en la apropiación ilegal de un niño nacido en la última dictadura (Página 12, 27-4-2013).
Astiz (hijo) se formó igual que su padre en Washington; era disciplinado y ferviente católico; a dos meses del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, solicita ingresar al grupo de tareas de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) y cuya aceptación la consideró un ascenso y quedó a cargo del Grupo Operativo 3.3.2.
Los operativos tenían, en forma permanente, un oficial de guardia disponible para actuar en cualquier momento, era el que tenía a cargo las detenciones-secuestros. Otra de sus funciones consistía en recorrer las distintas dependencias del “campo” y vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad.
Astiz era culto y buen deportista, jugaba rugby. Sus viajes a Europa eran frecuentes, ya que en Holanda vivía la familia materna. Paseaba con su tío por los museos, amante de Van Gogh, de Calder y de la música clásica; hablaba un buen inglés y francés. Astiz se sentía vivo en la ESMA, le gustaba hablar especialmente con los prisioneros que venían de buenas familias, que tenían buena educación, gente que pensaba y estaba culturalmente a su altura. Odiaba el rock, el peronismo, cualquier clase de populismo, a los cabecitas negras y a los negros; desdeñaba a Jimmy Carter y Margaret Thatcher era su líder.
A cargo del grupo operativo, a fines de la primavera de 1977, apareció para mostrar su apoyo a las Madres de Plaza de Mayo. Era un joven rubio, con cara angelical, las madres cuidaban de él, pues siempre aparecía un poco atemorizado, y se convirtió en el protegido de Azucena Villaflor, la fundadora. La gente nueva que se unía pensaba que era su hijo. El 8 de diciembre de 1977 se reunieron en la Iglesia de Santa Cruz; Astiz fue señalando a quién se tenían que llevar, ya que había “extraños” con armas desenfundadas. Doce fueron torturados —una de ellas fue la monja de 43 años, Alice Domon— y “trasladados”, eufemismo de “desaparecidos” utilizado por los militares. Unos días después, desaparecieron Azucena Villaflor, la Hermana Leónie Duquet y el artista plástico Remo Berardo, discípulo de Quinquela Martin, de quien fueron robadas varias de sus obras. Se calcula que ingresaron en ese periodo, en la ESMA, en calidad de detenidos-desaparecidos, 5.000 y que sobrevivieron entre 100 a 500 ciudadanos.
Otro caso notorio fue el de la adolescente de 17 años, Dagmar Hagelin, secuestrada y desaparecida. Astiz reconoció haberle disparado por la espalda dejándola en silla de ruedas, “incontinente” por los daños cerebrales.
Silvina Labayru, de familia de militares y acomodada, era montonera. Entró embarazada. Astiz intervino y no le quitaron el bebe; lo podía tener durante el día y a la noche lo llevaban a casa de los suegros. Se supone que se convirtió en su amante a quien; luego le consiguió un salvo conducto con rumbo a Madrid.
Parte de la tarea de Astiz era presenciar las sesiones de tortura para recabar información —para esa época había sido ascendido a Teniente de Fragata—. En algunas oportunidades, al no haber oficial de inteligencia disponible, Astiz oficiaba de torturador en el interrogatorio.
Maria Cristina Lennie, cuñada de Labayru y militante, en el momento de la captura, Astiz la derrumbó de un tackle y, por efecto de la caída, mordió la pastilla de cianuro que llevaba en la boca y murió.
Otro caso paradigmático fue el de Miriam Lewin. Tenía 19 años cuando fue capturada; fue una de las prisioneras de Astiz. Cuando Miriam llego a la ESMA, fue trasladada a “La Pecera” donde había un centenar de secuestrados que cumplían distintas funciones; ella hacia traducciones del inglés y francés.
Astiz la llevó a cenar cuando había sido “liberada” de la ESMA. Quería despedirse de ella, dijo que la respetaba y que ella se había rehabilitado, le escribió sus direcciones en Sudáfrica y la de su familiar en Mar del Plata diciéndole: “En caso que necesite algo”. Miriam pensó: “No suena como si fuera un monstruo”.
Otro, similar, de conductas y gestos contradictorios, fue el de Juan Gasparini, un compañero de la escuela primaria de Azul. Astiz concertaba llamadas telefónicas a la familia Gasparini y logró liberarlo luego de veinte meses, once de los cuales los pasó engrillado a pesar de que Acosta —alias el Tigre— ya lo había marcado para un “traslado”. Astiz lo llevaba al centro de noche para que se comprara los libros que quisiera, para que no se volviera “loco”, y luego iban a La Paz, el bar de referencia de contracultura izquierdista.
El asesinato de Rodolfo Walsh fue el 25 de marzo de 1977, la patota estaba integrada por el mayor del ejército Juan Carlos Coronel, el inspector de la policía federal Roberto Francisco González y Astiz.
La Cancillería a cargo de la Marina tenía centros de inteligencia en París donde fue enviado Astiz con el objetivo de lanzar una campaña, conocida como Centro Piloto, que restableciera la imagen argentina en el exterior. Al ser reconocido por algunos integrantes y por un informe presentado por el Senado francés que relacionaba el Centro Piloto con el asesinato de la diplomática Elena Holmberg en Buenos Aires, Astiz escapa en tren hacia la frontera con España donde fue amablemente recibido por la Guardia Civil Española.
En 1979/80 hubo cambios en la ESMA. Le tocó como destino la embajada en Sudáfrica, con inmunidad diplomática, entrenando a militares de El Salvador que tenia convenios con Pretoria. Recibió dos distinciones del gobierno de Sudáfrica.
De regreso nuevamente a Buenos Aires, fue descubierto por corresponsales suecos en Pretoria. El 25 de marzo de 1982, al mando de 13 hombres, descendió del Buque Bahía Paraíso en las Georgias al sur de las Islas Malvinas. El 26 de abril firmo la rendición ante el capitán del Endurance sin haber disparado un solo tiro. Ante los requerimientos de los gobiernos de Francia y Suecia, fue llevado al sur de Inglaterra, disfrutando de amplias comodidades. Margaret Thatcher, invocando la Convención de Ginebra, lo devuelve a la Argentina.
En 2011 fue condenado a cadena perpetua y, en el año 2014, se confirmó la condena.
Eduardo (Tato) Pavlovsky sostiene: “Los nuevos líderes intelectuales de la nueva derecha eran buenos y lindos, se nos parecen, cada vez más sofisticados, más científicos, más ambiguos, más difíciles de caracterizar; pueden estar al lado nuestro, usar el mismo lenguaje, tener las mismas costumbres y se nos pueden meter en todos nuestros intersticios. Estos nuevos monstruos tenían una filosofía que era apoyada en forma cómplice por una masa gris ‘Astizforme’ silenciosa”.
Esta tenebrosa ambigüedad que despierta Astiz, la complejidad psíquica que muestra, daría la posibilidad de enriquecer la clínica psicoanalítica a través del despliegue de estas subjetividades que se pueden presentar en nuestro consultorio, siendo Astiz el paradigma del victimario.
Fernando Ulloa se refiere a la heredad instintiva, diferenciándola de la pulsión, ya que el instinto irá en busca de un mismo objeto siempre por el mismo recorrido, en tanto que la pulsión son posibles caminos y objetos alternativos. “Por eso el instinto es de índole metonímico, mientras que la pulsión esboza la metáfora, anunciando el reino de la misma en la palabra.”
Algunos autores comparan a Astiz con Josef Menguele, también llamado el Angel de la Muerte, por ciertas similitudes: la formación intelectual, la capacidad sublimatoria y la deshumanización del otro.
Para finalizar, Freud en “El malestar en la cultura” en pág. 113 plantea “(…) que el reconocimiento de una pulsión de agresión especial, autónoma, implicaría una modificación de la doctrina psicoanalítica de las pulsiones.”
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