Beatriz M. Rodríguez
El mundo infantil está poblado de preguntas. Algunas pueden parecer disparatadas…; otras nos sorprenden por su sagacidad. Lo cierto, es que el «deseo de saber» es indisociable de la infancia; la niñez -por excelencia-, es territorio de la más vasta curiosidad. Y no escapa al psicoanálisis, que la «investigación» que resulta de esta curiosidad tiene carácter lúdico. Podríamos entonces afirmar que investigar es -de algún modo- volver a la infancia, y que -en cierta medida-, responder a esa curiosidad nos acerca a la felicidad.
En 1899, Freud le escribió a su amigo Fliess[1]: la «felicidad existe sólo como cumplimiento de un deseo de la niñez»: “Me he obsequiado la Ilios de Schliemann[2] y me he regocijado con su historia de niñez. El hombre estaba feliz cuando encontró el tesoro de Príamo.” (Rodríguez, 2017, pág. 188)
Identificado con quien -en un sentido metafórico-, había logrado realizar sus deseos más íntimos, el maestro gustaba de referirse a sí mismo como a «un aventurero», un conquistador (descubridor) de nuevos territorios; o bien, de compararse a un arqueólogo, imprimiendo entusiasmo y curiosidad infantil a su labor; pero también disciplinado esfuerzo intelectual, procurando dar respuestas científicas a los interrogantes que se planteaba.
Para Freud, ninguna pregunta era insignificante, ninguna carente de sentido… De hecho, advirtió que cualquier investigación puede iniciarse a partir de un interrogante trivial, y que definir el problema es el paso inicial hacia la búsqueda del significado. Así -precisamente-, su monumental obra La interpretación de los sueños (1900), se originó en la aspiración a dar respuesta a una sencilla pregunta: “¿Qué significan los sueños?”
Pero no nos equivoquemos, en tiempos de Freud esta pregunta no carecía de respuestas. El sentido común, la ciencia, la religión y hasta las supersticiones se expresaban al respecto, a partir de certezas que les eran propias; Aunque -por cierto-, no satisfacían la curiosidad freudiana.
Esta pesquisa, en principio, no se originó en «los sueños» -como una entidad abstracta y general-, sino en sus valiosos, singulares, sueños personales. ¿Acaso podían existir para él, sueños más importantes que los propios?
Me permito conjeturar que -entonces-, el camino recorrido para dar respuesta al problema de investigación, hizo feliz a su autor; aunque puedo anticipar un par de preguntas en quien lee este escrito: ¿Por qué en el mismo aludo a «investigación», si su título es: “¿Cómo hacer una Tesis?”, y ¿Por qué mi ilustración remite a Freud, como «modelo» a emular?
Un modo simple de explicarlo, será afirmando que toda Tesis es una investigación, y -ya que investigar es recorrer el camino que nos lleva a nuevos conocimientos-, puedo asegurar que cada Tesis aportará nuevos saberes, dando respuesta a un interrogante. En otras palabras, el término investigar -que proviene del latín: vestigium (seguir una huella)-, aplicado a quien lleva a cabo la acción, permite inferir que es aquella persona que realiza una búsqueda. En tanto que la forma en que emprende esta búsqueda es denominada metodología.
Pero detengámonos en la idea de «nuevos conocimientos». Los descubrimientos fortuitos son raras excepciones en el mundo del saber; pues la ciencia avanza mucho más guiada por la curiosidad paciente y metódica del investigador, que por imprevistos accidentes. Así, desde el proverbial Eureka[3] de Arquímedes –200 años antes de Cristo- hasta nuestros días, la subjetividad atraviesa la racionalidad científica. Es decir que -en la búsqueda intelectual- la pregunta es subjetiva, en tanto que la ciencia es apenas el modo escogido para alcanzar una respuesta posible.
Entonces, la ciencia no es inocente: quiero decir que «construye» su objeto a partir de la impronta que, en la subjetividad del investigador, dejan sus tiempos. Expresado de modo coloquial: el colosal edificio teórico del Psicoanálisis, tiene sus cimientos en el sesgo que tanto los prejuicios como los conocimientos de su época dejaron en Freud, quien en 1923 afirmaba que:
Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) de una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica. (Freud, 1923 [1989, pág. 231])
Partiendo de estas premisas es posible sostener que todo psicoanalista es a la vez un investigador, y que el Psicoanálisis es un método apto para la investigación de la experiencia, el pensamiento y la conducta humanas, alcanzando tanto a las producciones individuales, como a las grupales y comunitarias.
Además, como método de investigación, el Psicoanálisis permite evidenciar la significación inconsciente de las palabras, los actos y las producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un sujeto.
Como es sabido, este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto en análisis, que garantizan la validez de la interpretación; pero, además, la interpretación psicoanalítica puede extenderse sin impedimento a innumerables producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones libres, tales como: mitos, leyendas, obras de teatro y cine, literatura e historia, artes plásticas y toda otra manifestación de cultura.
Ningún tema excede su interés; aun cuando -como disciplina académica-, el Psicoanálisis requiere sumar a sus destrezas, el discurso y metodología de la investigación científica, para la exploración, producción y transmisión de nuevos conocimientos.
Volvamos ahora a la pregunta que nos convoca: “¿Cómo hacer…?”
Para comenzar, sólo hay que plantear un asunto de interés personal; el mismo no necesariamente habrá de ser un tema «importante», sino simplemente valioso y motivador para quien escribe. A partir del mismo se definirá el problema de investigación.
Pero entiéndase bien, un problema de investigación no es un «conflicto», sino un interrogante a develar. Formularlo significa -entonces- redactar la pregunta rectora, definiendo con claridad lo que se desea averiguar en relación a la situación problemática. También se pueden formular preguntas derivadas de la pregunta principal; estas deben ser un desglose o una subdivisión de la misma, pero nunca deberán superar en importancia a la pregunta principal.
Una vez definido el tema, planteada la situación problemática, y formulado el interrogante, es conveniente elegir un Director de Tesis para quien el objeto del estudio resulte de interés y cuya experiencia y conocimientos sean afines al mismo. Cada proceso de investigación es único, pero -en gran medida- estará determinado por el vínculo entre el tesista y su Director.
El Director se comprometerá a asistir al tesista en el proceso de investigación, para que este pueda llevarse a cabo en tiempo y forma, guiándolo tanto en el diseño del proyecto, como en la redacción de la Tesis. De hecho, será responsable de orientarlo en la búsqueda bibliográfica y de antecedentes, así como de acompañarlo en la elección de estrategias metodológicas acordes al objeto de investigación, tanto como en otros asuntos relativos a su desarrollo.
No quisiera que esta nota pierda el tono distendido con que la inicié, pero debo añadir una observación que atañe a todo proceso de investigación (y a toda Tesis, como tal): antes de emprender el “camino” hacia la resolución del problema, es necesario elaborar un documento que contenga la información necesaria para el control de gestión de la investigación; es decir un mapa (u hoja de ruta) al que se denomina Proyecto.
Con el término «Proyecto de investigación», se alude al documento que anticipa información concisa acerca del diseño, los objetivos, el plan de actividades, las metas -en tiempo y espacio-, la estructura del presupuesto -de ser necesaria-, y cualquier otro dato requerido por la instancia evaluadora, según las normas y el formato establecidos por dicha instancia.
Por lo tanto, en el Proyecto el investigador dará cuenta de su capacidad para organizar una investigación, de su familiaridad con el tema propuesto y de sus expectativas de progreso en el desarrollo del trabajo, así como de los beneficios en los que redundará la investigación propuesta.
En suma, se imponen tres requisitos previos a una Tesis: formular el Problema de investigación; establecer una relación de reconocimiento mutuo y de confianza entre Director y tesista, y diseñar el Proyecto.
El resto será… “abrir la puerta para ir a jugar.”
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