NÚMERO 30 | Octubre 2024

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XVI CONGRESO ANUAL XXXVI SYMPOSIUM “La angustia: ¿señal de lo actual?”. Una charla con la Presidenta de la Comisión Organizadora Viviana Garbulsky

“Uno a menudo dudaría

de que los dragones del tiempo primordial

se hayan extinguido realmente”
(Sigmund Freud, 1937)

Link a las actividades del Congreso 2024:   AEAPG

Visitamos a la Lic. Viviana Garbulsky, quien preside la Comisión Organizadora del Congreso 2024 de la AEAPG, para conocer los fundamentos del tema que enmarca el encuentro anual y sus consideraciones sobre la actividad que nuclea a la comunidad completa de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados.

Revista: Viviana, por quéLa angustia: ¿señal de lo actual?

VG: Este año en el Congreso de la Asociación nos proponemos trabajar sobre la Angustia. Afecto que se presenta con gran relevancia en la clínica y atraviesa la teoría psicoanalítica desde sus inicios. El título invita a jugar con el sentido de las palabras: remite a lo actual de las neurosis actuales y a lo actual de la clínica. La señal, señal de otra cosa y también haciendo alusión a la angustia señal. Trabajamos mucho pensando la cantidad de condensaciones que incluía este título. La intención fue incluir todos los sentidos posibles y a través del juego con las palabras, invitar a seguir pensando psicoanálisis.

En los fundamentos teóricos intentamos recuperar algo del recorrido teórico de la angustia en Freud, y nos preguntamos acerca de la predominancia de este afecto en la clínica. 

Solemos asociar a las neurosis actuales como categorías diagnósticas del inicio de la teoría freudiana, y que pareciera que luego no hubiesen quedado tan de relieve. Hoy podemos ver cómo se retomaron estos conceptos en muchos desarrollos postfreudianos, que permiten pensar las patologías del acto, los consumos, los trastornos psicosomáticos, etc. 

Ataques de pánico, sensación de urgencia, impulsiones, trastornos de la conducta alimentaria, adicciones, cutting, niños hiperactivos, problemáticas depresivas: presentaciones clínicas que están a la orden del día en los padecimientos que escuchamos. La época actual privilegia la búsqueda de soluciones rápidas, un modo particular de implicación subjetiva, la tendencia a la descarga, la fascinación por la imagen, variables que contrastan con los fundamentos del trabajo analítico y que constituyen artilugios para evitar la angustia que conllevan los duelos, las pérdidas, el paso del tiempo, la castración. 

R: Como está pensado el Congreso?

Para trabajar en el armado del Congreso elaboramos temáticas agrupadas en tres ejes: clínicos, sociales y teóricos, que complementan la fundamentación teórica.  Son ideas o sugerencias por donde ir a pensar, escribir, escuchar e intercambiar. 

Este año, en el Congreso, se presentarán 30 trabajos libres, habrá 12 espacios de workshop, un espacio conversatorio donde tendremos el honor de dialogar con Marité Cena, talleres clínicos, mesas de presentación de trabajos de colegas de Latinoamérica, representantes de instituciones de Flappsip, espacios de debates contemporáneos en los que se trabajarán temas tales como consumos problemáticos, urgencia e ideación suicida, incidencia de la IA en nuestro tiempo, y sin dudas el tema del año para la Revista Psicoanálisis Ayer y Hoy: la intimidad. 

R: ¿Qué significa el Congreso para la comunidad psicoanalítica y en particular para los integrantes de la AEAPG?

VG: El Congreso está pensado como un espacio de diálogo y de encuentro entre autores y lectores, entre analistas en formación y profesores, entre integrantes de la Asociación e invitados, de manera colectiva y horizontal, estimulando el intercambio y el lazo que nos permita siempre seguir construyendo teoría y compartiendo las preocupaciones de la práctica.

En el Congreso abrimos las puertas de la Escuela hacia el afuera: el objetivo es poder mostrar el trabajo científico académico y clínico que está en constante producción.

Fundamentalmente, el Congreso es un espacio de encuentro. Uno de los objetivos de esta Comisión es que estén representados todos los actores: un Congreso de todos, en un ambiente democrático que estimule la participación y abra camino hacia el futuro.

R: Muchas gracias, Viviana!

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Leer | Número 30: «Intimidad» | Adriana Cabuli

 ¿Qué es la intimidad para los psicoanalistas?

Intimidad es un término que junto con el de angustia, no es tan sencillo de ser explicado en palabras. La angustia, que es el afecto princeps da lugar a que lo íntimo pueda ser develado para que la misma ceda.

 De la intimidad hay diferentes versiones, a veces se lo equipara con privacidad, entiendo que son diferentes.  Encontré diferentes acepciones, aún entre los psicoanalistas, siendo que para algunos lo íntimo y lo privado eran descriptos y pensados de manera indistinta. 

Lo privado tomaría aspectos que tienen que ver con la conciencia, con la voluntad, aquello que decidimos mostrar o no mostrar. La privacidad es el lugar y la condición de la intimidad.  Lo íntimo, se enlaza con aquello de más difícil acceso. Pienso lo íntimo como aquello enigmático aún para el propio sujeto, aquello que aparece aun cuando no se tenía cercano a la conciencia. Está ligado a lo siniestro, familiar pero extraño, al superyó, aquello que produce efectos que el sujeto desconoce, a lo traumático, que no se sabe que se porta, salvo a partir de los síntomas.

La intimidad tiene un lugar esencial en la constitución subjetiva. El concepto de extimidad de Lacan, en la relectura de los textos freudianos permite entender la intimidad como aquello que constituye al sujeto pero es enigmático y ajeno para él. El concepto de éxtimo apunta a que lo más propio del sujeto es ajeno y a la vez es marca esencial.

Laplanche cuando propone la teoría de la seducción generalizada plantea que el inconsciente, lejos de ser el núcleo de un sujeto, es el otro implantado en el sujeto. Sin el otro el sujeto no se constituye.

Lo íntimo remite a lo más propio de uno mismo y por otra parte a la sexualidad ligado fundamentalmente al pudor.

La privacidad tiene que ver con un lugar, la intimidad con un sentir.

Acerca del autor

ACabuli

Adriana Cabuli

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Psicoanalistas Dixit

“Mi propósito o mi esperanza es que el sujeto, una vez terminado su itinerario analítico pueda poner lo que adquirió en la experiencia vivida al servicio de objetivos elegidos siempre en función de la singularidad de su problemática, de su alquimia psíquica, de su historia desde luego, pero de objetivos que por diferentes que sean de los míos, respondan a la misma finalidad: reforzar la acción de Eros a expensas de Tánatos, hacer más fácil el acceso al derecho y al placer de pensar, de disfrutar, de existir, facilitar un trabajo de sublimación que permita al sujeto renunciar, sin pagarlo demasiado caro, a ciertas satisfacciones pulsionales.”

Piera Aulagnier, 1992.

“¿Cómo acercarse entonces al concepto de intimidad? Considero que es preciso distinguirla de privacidad, de lo privado que claramente se opone a lo público. Tanto lo privado como lo público se definen por lo instituido. Como si hubiera ciertas categorías amasadas desde el imaginario social, que marcan los límites entre un afuera público y un adentro privado.”

Gloria Abadi, Revista El Psicoanálisis : Ayer y hoy, no. 30.

“La memoria, figuración de los recuerdos más personales y privados, producto de imágenes, palabras, así como huellas afectivo-corporales, constituyen la argamasa del sentimiento visceral, íntimo que se irá creando junto a ese otro auxiliar, objeto de amor, modelo y rival. Memoria móvil, aleatoria teñida del empuje pulsional, que va organizando, desarmando y vuelta a ordenar el sistema permeable externo-interno que nos habita y habitamos.”

Graciela Macotinsky, Revista El Psicoanálisis : Ayer y hoy, no. 30.

“Es habitual considerar a la escritura como una construcción que brinda sentido y significación a una realidad siempre esquiva a ser representada.”

“El humano está construido desde el lenguaje, somos hijos del lenguaje.Antes de nacer hablan de nosotros, nos ponen un nombre, son los otros significativos quienes nos nombrarán. Somos entonces aquello que dicen de nosotros.”

“Ahora bien, si la lengua es en principio del Otro, nuestra tarea como psicoanalistas será que el sujeto, en vez de responder al llamado del Otro inexistente, pueda tomar él la palabra, o sea realizar un pasaje de la lengua del Otro a la propia. Realizar otra escritura no ordenada desde la significación, implica la afectación del cuerpo, al acontecer un nuevo anudamiento. Escritura que soporta un real.”

Perla Frenkel, Revista El Psicoanálisis : Ayer y hoy, no. 29.

 

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Lecturas psicoanalíticas del pánico y la ansiedad: ¿Nuevas denominaciones de las pasiones? | Teresa Gelbert

La autora comienza con un recorrido histórico de los afectos y las pasiones, para luego adentrarse en la actualidad, desde una perspectiva más ligada a la psiquiatría y también desde las concepciones psicoanalíticas.  Analiza los factores que están presentes en los ataques de pánico, o de angustia pánica/automática, sirviéndose de viñetas clínicas para ilustrarlo.

Comenzaré con un relato tomado de un trabajo de Marilú Pelento.

Cito: “Con la denominación de políticas culturales de los afectos, filósofos e historiadores se refieren a los cambios producidos en la jerarquía, valoración y función de los afectos a través del tiempo. Sostienen que sus significados dependen de los horizontes culturales y conceptuales en los que estos están insertos. En el binomio razón-pasiones (término este último que cubrió durante siglos el campo de los afectos), el elemento jerarquizado fue el de la razón, considerándose a las pasiones como aquello que la entorpecía y la obstaculizaba. De ahí que, desde la antigüedad, la necesidad de moderar y apaciguar las pasiones haya formado parte de diferentes éticas, las que a su vez incluían estrategias para alcanzar ese fin. La temperancia en el goce de las pasiones, o la firmeza frente al dolor y la muerte, o llegar a la virtud educando a las pasiones o a la pureza y abnegación mediante ejercicios espirituales, etc., fueron algunos de los caminos trazados por la ética y la religión. Por otro lado, el aspecto oscuro e ingobernable de las pasiones quedó desplazado a otros ámbitos: en el mundo griego al campo de las tragedias, durante la Edad media al de la brujería y lo demoníaco. Ubicando en especial estos rasgos demoníacos en las mujeres y los niños.

A partir del siglo XVI las pasiones adquieren un rol diferente: disponen al alma a querer aquello que la naturaleza considera bueno o útil, o son concebidas como auxiliares de la razón, teniendo una función civilizadora y humanizante. Se pensó que algunas de estas pasiones como el miedo y la esperanza, se podían utilizar para que los hombres respetaran el contrato social establecido entre ellos. Surgió así una nueva clasificación de las pasiones: las llamadas frías o calmadas, permeables a la razón, se consideraban compatibles con los intereses sociales. En cambio, las agitadas o calientes, rebeldes a la razón, se concebían opuestas a los intereses de la comunidad.

Espinosa vio con claridad que una de las desviaciones posibles era la de utilizar las pasiones para someter al pueblo al poder del soberano o al de la iglesia. Las pasiones calmadas se pusieron al servicio de los intereses económicos, olvidando que los intereses económicos constituyen un concentrado de pasiones. Así se volvió a apartar a los afectos del campo de la ciencia, quedando estos relegados al campo de lo privado y de la literatura.”

Este recorrido por la historia revela cómo determinadas concepciones y prácticas epocales, pueden incidir en los sujetos para distanciarse o acercarse a ciertas esferas de las pasiones. Así sucedió, y ocurre aún hoy, en las disciplinas religiosas, económicas, militares y con las prácticas vinculadas con la crianza y educación de los niños y adolescentes.

Fue Freud quien produjo un cambio epistemológico ya que los afectos en su obra son el modo en que nuevamente se hacen presentes las pasiones en el campo científico del cual habían sido relegadas.

Traer de vuelta a los afectos al campo de la ciencia psicoanalítica tomándolos como delegados junto con las representaciones de las pulsiones, es también reaprender un lenguaje olvidado, un lenguaje que disfrazado aparece en los sueños, en los juegos, en los cuentos, en los mitos y leyendas. Obras de las cuales Freud extrajo figuras conceptuales, que permiten pensar y aprehender afectos que por lo general se presentan de modo complejo. Me refiero a Narciso y Edipo, por ejemplo.

Autores posfreudianos extendieron aún más los desarrollos de Freud en la investigación clínica y teórica de los afectos, en los primeros tiempos de la constitución subjetiva. Más tarde retomare este punto.

Con el desarrollo de las neurociencias, los avances de la tecnología y la psicofarmacología en el siglo XX y XXI han cambiado los modos de presentación, así como el lugar asignado a las pasiones en nuestra cultura y por consiguiente en la clínica.

¿Serían el pánico y la ansiedad una forma de nominar las pasiones de estos tiempos? Según algunos científicos el ataque de pánico seria la pandemia del siglo XXI.

¿Acordaríamos con eso? ¿Cuál es el lugar que ocupa el afecto hoy en nuestra cultura?

Por otro lado, la pandemia parece haber sido un momento de quiebre. Por ser un fenómeno reciente y traumático vivido por  todos, que dejó marcas indelebles, aún estamos empezando recién a ver sus efectos: individualización, hiperconectividad, ansiedad y aceleracionismo. En la juventud, además, se sumó a otras preocupaciones: precarización laboral, pauperización de la calidad de vida, imposibilidad de acceder a una vivienda propia, ludopatía y otras adicciones. Fenómenos estos que ya existían pero que se multiplicaron.

El ataque de pánico es un término que alude a lo bélico, como terror, terrorismo. Algo que parece atacar desde afuera y para lo cual no habría modo de defenderse.

En mi calidad de psiquiatra y psicoanalista soy consultada habitualmente para intervenir ya sea en una u otra función. Las consultas en relación a los llamados ataques de pánico tienen algo de la emergencia, de algo que no puede esperar.

Esto del ataque se pone de manifiesto en el discurso de los pacientes, quienes lo describen como algo súbito, los asombra. Sin saber cómo vino ni por qué, suelen recurrir a las guardias, en virtud de sus manifestaciones somáticas, que son semejantes a un cuadro cardiorrespiratorio y neurovegetativo. Se les indica algún psicofármaco, el ataque cede y queda como efecto el temor de que vuelva a ocurrir. Cosa que suele darse y con las mismas características. Luego son derivados a algún tipo de tratamiento en salud mental.

Es allí donde comienza nuestro trabajo como psicoanalistas, en esa incertidumbre con la cual llegan a la consulta.

Pánico y ansiedad son términos utilizados por la psiquiatría. La ansiedad, del latín, aflicción, es un estado de inquietud, desasosiego, intranquilidad del ánimo. Se lo menciona como sinónimo de angustia, pero no son términos usados en el mismo sentido por la psiquiatría y el psicoanálisis.

En los manuales de psiquiatría aparecen la ansiedad y el pánico ambos como síntomas de un cuadro patológico, dependiendo su diferencia más en el orden cuantitativo y temporal. Por otro lado, hay un deslizamiento confuso entre la ansiedad, el miedo y el terror. La lógica que sostiene este modo de nominación es mitigar los fenómenos en general con psicofármacos o estrategias psicoeducativas. Vemos, así como las ciencias biológicas ocupan un lugar de disciplina miento respecto de las pasiones.

Si bien el cuadro parece algo de estos tiempos, ya Freud hizo una detallada descripción en 1894 de los síntomas que describen los manuales de hoy, y lo llamó neurosis de angustia, ubicándolas como neurosis actual, donde supuso que no había un mecanismo psíquico y diferenciarlas así de las psiconeurosis donde ubicó el mecanismo de la defensa. A partir de allí se dedicó a investigar no solo a las manifestaciones sino a su modo de producción, creando la teoría psicoanalítica con la que hoy seguimos trabajando. En sus investigaciones y desarrollos fue modificando sus postulados iniciales. Postuló el funcionamiento primario del aparato psíquico que consiste en ligar volúmenes de excitación. Todo exceso es vivido como displacer y se torna necesario disminuir la cantidad para su tramitación.

La vivencia de satisfacción deja un resto que es el deseo y la vivencia de dolor deja como resto el afecto. Conceptualiza las diferentes psiconeurosis de defensa, con sus modos de tramitación a saber, los síntomas, lapsus, sueños, y la diferencia de las neurosis actuales donde ubica un factor cuantitativo que no es pasible de representación.

El afecto pasa a ser un concepto que connota el aspecto energético del aparato psíquico, es un fenómeno de descarga, su destino no es la represión, sino que se desplaza, se transforma o se convierte. Genera displacer, no es mensurable.

Con el concepto posterior de pulsión ingresará la nominación de libido, como energía de la pulsión sexual. El esfuerzo de trabajo para el aparato psíquico, así como el factor traumático estructural. El afecto pasa a ser la expresión cualitativa, aspecto subjetivo, de la cantidad de energía pulsional y de sus variaciones. Desarrollará los diversos destinos de la pulsión. Define un origen genético de los estados afectivos refiriéndolos incorporados a la vida anímica, como unas sedimentaciones de antiguas vivencias traumáticas de la humanidad que despiertan como símbolos mnémicos.

Con la segunda tópica y la incorporación del concepto de la dualidad pulsional, Freud se pregunta qué es lo que sustenta que un aparato psíquico esté preparado frente a lo cuantitativo, y dice: “…descubrimos así que el apronte angustiado con su sobre investidura constituye la última trinchera de la protección anti estímulo. En toda una serie de traumas el factor decisivo para el desenlace quizás sea la diferencia entre los sistemas no preparados y los preparados por sobre investidura”.  Definirá la angustia señal, como una de esas protecciones que preparan al aparato psíquico ante la inminencia de lo traumático, al yo como el almácigo de la angustia, y la diferenciará de la angustia automática, que quedará en un más allá del principio del placer. El concepto de compulsión a la repetición da cuenta de una metapsicología económica donde hay algo estructural al aparato psíquico que quedará del lado del ello, pasible de no ser representado. Dirá: “Si bien todo lo reprimido es inconsciente, no todo lo inconsciente es reprimido”. En esta línea quedarían las antes llamadas neurosis actuales como parte de la angustia automática. El modelo de la angustia, angst, angosto, será el acto del nacimiento. Un modelo biológico, que se relaciona con las manifestaciones somáticas de la angustia.

En la conferencia 32 de 1932 va a puntualizar que todas las condiciones de angustia “repiten en el fondo la situación de la originaria angustia del nacimiento, que también implicó una separación de la madre”. Y sigue, “A cada época del desarrollo le corresponde cierta situación de peligro (una condición de angustia): El peligro del desvalimiento psíquico conviene con el estadio de la temprana inmadurez del yo; el peligro de la pérdida de objeto (de amor) a la dependencia de la primera infancia; el peligro de la castración a la fase fálica; y, por último, la angustia ante el súper-yo, angustia que cobra una posición particular, al periodo de latencia.”

En 1926 dirá “Es verosímil que factores cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección anti estímulo constituyan las ocasiones de las represiones primordiales”. Como mencione al principio autores posfreudianos ampliaron el desarrollo temprano del sujeto psíquico. Doltó acuñó el concepto de imagen inconsciente del cuerpo, que da cuenta de cómo el sujeto se encarna en un cuerpo pulsional, y desarrolla toda una arquitectura relacional a partir de las zonas erógenas desde el nacimiento. Toma el modelo freudiano de la angustia y ubica momentos lógicos de anudación y simbolización a través del otro a cargo del sujeto niño como agente de la función simbólica que llamará castración simbólica.

Estos conceptos permiten un trabajo clínico donde se despliegan los destinos de la pulsión, y sus consecuencias clínicas desde los inicios de la vida del sujeto. En esos avatares, encuentros y desencuentros se desarrollan los fenómenos de la clínica que denomina trastornos relacionales.

A la luz de lo expuesto, el llamado ataque de pánico, que denominaré angustia pánica o automática, puede entenderse cómo la expresión de un fenómeno complejo, donde puede haber diversos factores involucrados.

Su expresión sintomática cabalga entre lo somático y lo psíquico. Es percibido por el paciente. Su aparición es sorpresiva, circunstancial y/o episódica. El yo falla en su función de ligadura, de procesamiento simbólico. En ese momento hay sensación de muerte, manifestaciones somáticas. El sujeto queda paralizado, no hay un procesamiento psíquico.

Esa falla en la función yoica, sería esa dimensión del yo definida por su cara pulsional.

Dado que el destino del afecto nunca es la represión, ¿este retorno tan primario estaría dando cuenta de fallas en la represión primaria?

¿Cuáles serían las condiciones para que un sistema esté preparado para lo cuantitativo? El peligro de lo pulsional que se produce con el colapso yoico remite a la sensación de desvalimiento inicial, donde se quedó a merced de los poderes del destino, el miedo terrorífico a la pérdida del amor no es de causa simple, es un constructo al que apelamos para comprender un patrón que, ante fallas de la simbolización temprana, retorna terrorífico ante cada amenaza del desamor. Y tal vez de otros afectos más primarios como cólera, odio. Es el retorno de algo primitivo que intentará por la vía de la compulsión repetitiva lograr un tipo de inscripción.

No es posible pensar ni el pánico ni la ansiedad sin un sujeto que lo introduzca en su discurso. Es que el hecho de que irrumpan no significa que no haya algo para decir, en tal caso habrá que ir creando las condiciones para que de ese signo algo se transforme en síntoma analizable. Siempre la angustia es relativa a la capacidad de simbolización del aparato psíquico. Es traumático para Freud todo aquello que excede la capacidad de simbolización.

¿Son estos episodios de angustia pánica más frecuentes en estos tiempos? ¿Si es así, a qué razones obedecen? Diversos pensadores contemporáneos describen características de la cultura actual tales como: La sociedad líquida, que describe una dinámica social marcada por la incertidumbre y la inmediatez y la debilitación del lazo social; la declinación de la autoridad parental. La sociedad de consumo con sujetos consumidos y fracasados. La industria del bienestar, que genera una vida en estado analgésico de permanente y ficticia felicidad, la civilización de la felicidad. Tal vez el denominado ataque de pánico es una forma del malestar, frente a estas demandas epocales.

No hay duda que los acontecimientos sociales impactan en la subjetividad. Pero la posición como psicoanalista es no perder de vista el modo singular de cada historia donde aquello de lo social tiene su impacto. Si algo debemos rescatar en estos tiempos son las historias singulares. Los tiempos necesarios de un encuentro con los pacientes que les permita el armado de redes asociativas y simbólicas.

Ese sería el rumbo de nuestras intervenciones como psicoanalistas en tiempos donde la velocidad y el exceso abruman y no permiten producir los movimientos psíquicos necesarios a los que me referí cuando mencione las castraciones simbolígenas. Dado que en estos episodios estaría afectado el recurso de mediatización simbólica. El referente que opere como agente de las contrainvestiduras.

El trabajo en este tipo de situaciones clínicas no es solo de sostén de una tensión necesaria, sino sobre todo la de abrir con preguntas ante el enigma que comportan los síntomas. Ya que lo que lo hace padecer al que consulta, es sólo un signo para el psicoanalista. A diferencia del médico, el psicoanalista no puede comprender nada de los signos del malestar, ya que esos signos no hablan: hay que hacerlos hablar para que advengan en síntomas analizables e interpretables. Advertidos de estas cuestiones, es un trabajo a construir en la clínica para instalar la transferencia. Y para el psicoanálisis a diferencia de la psiquiatría es algo a escuchar y comprender su sentido.

“Ejecutiva” consulta en pandemia por ataques de pánico, luego de haber concurrido varias veces a la guardia donde refería los síntomas físicos de ahogos, taquicardia, sudoración y temblores. Ejecutiva no sabe porque le pasa esto, lo vive como ajeno a ella. Habla muy rápido y me relata su vida prepandemia. Era una vida con un ritmo sin pausa, como cuando habla. Era la mujer maravilla. Todo hiperorganizado, familia, hijos, trabajo. Hasta que llegó la pandemia. Durante esta decide hacer arreglos en su casa, para tal fin se muda a casa de su madre.

Allí comienzan los ataques de pánico. En el transcurso del trabajo con la paciente se pudo ir ubicando algunos temas de su historia personal y familiar de difícil elaboración.

Así como ir modificando su posición de sujeto de la acción a sujeto de la reflexión.

En la apertura postpandemia la angustia pánica se fue configurando en un síntoma psíquico, temor a volar. Con el cual pudimos reconstruir cuestiones de su historia singular, nunca pensadas. En particular un modo de relación sin corte y de mucha dependencia con su madre quien vino a taponar la función de un padre débil y hostil. Ejecutiva no podía parar, vivía sobre adaptada, haciendo, ejecutando, su vida era robótica. La decisión de su vuelta al hogar materno en pandemia, precipitó de forma imprevista esas crisis de angustia pánica.

Pienso estos episodios en esta paciente, como una perturbación en la economía libidinal narcisista. Ǫue no guardan relación con un peligro real, sino con cierta caída de una identificación con un ideal. El problema no fue la pandemia, sino la expectativa que puso en valor la pandemia como problema. Momento de un colapso del yo donde perdidas las referencias simbólicas irrumpe lo pulsional. Situaciones que pueden ocurrir también en el transcurso de un análisis. Freud ya en sus primeros escritos dijo: “todos los afectos intensos dañan la asociación, el decurso de las representaciones”. El trabajo de análisis fue ir generando recursos que operaran como una señal de angustia, introdujo en su vida el afecto como un dispositivo de cuidado y fue logrando adelantarse a las situaciones. Sigue siendo muy ejecutiva, pero va entendiendo, no sin resistencias, que no es la mujer maravilla.

La pandemia podemos ubicarla dentro del concepto social de terror, por lo que causó colectivamente. La angustia pánica automática como la respuesta singular de esta paciente de acuerdo a sus series complementarias que fuimos historizando.

¿Es el ataque de pánico un observable clínico de una regresión a un punto de fijación muy primario? ¿Es un observable clínico de una falla circunstancial o estructural en la represión primaria? Si el proceso de represión primaria se sostiene por contrainvestiduras, ¿podría ser que fallas o deficiencias en los procesos denominados de castración simbolígena, que menciona Doltó, tengan relación con este tipo de fenómenos? Muchos de estos episodios de pánico devienen luego en cuadros fóbicos o hipocondriacos. Por otro lado, considero que hay períodos de la vida como la primera infancia antes del Edipo y en la adolescencia donde este tipo de fenómenos son parte de los avatares de la constitución subjetiva.

“Morticia” consulta por ataques de pánico, describe esos momentos como manifestaciones físicas intensas, y la convicción de que va a morirse. Como consecuencia de ello no puede salir sola a la calle, teme que le vuelva a ocurrir. Vino medicada con psicofármacos, pero igual siguen ocurriendo. Los padece desde hace años y sobre todo desde que sus padres enfermaron y fallecieron.

La vida de Morticia siempre giró en relación a ellos y cuando fallecieron, a su esposo. Pudo trabajar durante algunos años, pero cuando se enfermó su esposo, volvieron los ataques de pánico, con la particularidad que en uno de ellos el episodio de despersonalización determinó su internación en una clínica psiquiátrica.

Es en estas circunstancias que la conozco. Cuando es dada de alta de la clínica.

La fragilidad yoica de Morticia y sus ataques de pánico, devenidos en agorafobia y en ansiedades hipocondríacas, determinaron una dependencia absoluta de un otro en la realidad. Era tal la magnitud de los síntomas en las consultas y su gran resistencia a los psicofármacos (todos le producían efectos adversos y aumentaban sus temores hipocondríacos), que le propuse concurrir acompañada por su esposo. Esta dinámica favoreció la posibilidad de apalabrar y relativizar algunas situaciones que dimensionaba con excesiva intensidad. Y poner cierto coto a su angustia hipocondríaca.

Morticia se fue acomodando a un modo de vida dependiente, necesita ser cuidada, controlar y ser controlada. Vive con licencia laboral psiquiátrica. En ella su ofrecimiento inconsciente al beneficio primario y secundario de la enfermedad han armado un modo oscuro y sufriente de estar en el mundo, posición de goce ignorado en la cual por ahora Morticia continuará…aunque siempre me pregunte “Dra., ¿me voy a curar?

Hasta aquí la angustia pánica en los pacientes. Me interesa hacer un comentario de otro fenómeno que a mi criterio es muy habitual y es cuando no aparece ningún signo de angustia, ni siquiera el pánico, y la angustia aparece sólo del lado del analista. Me refiero a los fenómenos del pasaje al acto y a ciertos modos y relatos donde es el analista quien va registrando angustia frente a situaciones donde los pacientes están inmutables. Ǫue no refieren a las perversiones.

Así como a las manifestaciones muy actuales de la impulsividad, las autolesiones, los comportamientos compulsivos, ciertos modos del consumo.

Dejo abierta esta inquietud, porque este tipo de situaciones son muy habituales en la  clínica de hoy. Y todo un desafío para nosotros los analistas.

Acerca del autor

Teresa Gelbert

Teresa Gelbert

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Expresiones del dolor | Sandra Vorobechik

La autora nos convida con algunas ideas respecto de la concepción psicoanalítica del dolor físico. Nos dice que “toda reflexión sobre el dolor físico implica una reflexión sobre las relaciones entre psiquismo con el soma”. Desarrolla su trabajo teniendo en cuenta las cantidades y cualidades de estímulos que  tramita el aparato, los recursos defensivos con que se cuentan, la capacidad de ligazón que tiene el sistema. Por otro lado, agrega consideraciones clínicas en las que considera la función que cumple un psicoanalista con un paciente dolido.

…” prevenir no es “evitar” el dolor, sino “reconocerlo” como sufrimiento, ponerlo en palabras, compartirlo, dándole un marco que lo configure y lo delimite” …

Guillermo Rinaldi

El tema que nos convoca es Experiencias dolor, el dolor es siempre una experiencia desagradable, una sensación molesta y aflictiva. Me voy a centrar en esta presentación en las experiencias de dolor físico, tratando de situar qué podemos hacer los psicoanalistas frente a este dolor de los pacientes.

“El dolor es el puente que asegura el vínculo entre soma y psique, y como tal presenta un interés particular para todos los que se ocupan del sufrimiento humano. Ya sea de expresión física o mental, es el dolor el que incita al paciente a pedir ayuda, mientras que por el lado del terapeuta constituye un desafío complejo “…. “Ocurre que la frontera entre el dolor físico y dolor psíquico es muy sutil y tan confusa como los vínculos entre cuerpo erógeno y cuerpo biológico…” dice Joyce McDougall

Toda reflexión sobre el dolor físico implica una reflexión sobre las relaciones entre psiquismo con el soma.

Si nos centramos en el dolor físico señala Fishbein: “la gran diferencia en el tratamiento del cuerpo desde el psicoanálisis y desde la medicina es que los psicoanalistas tratamos a un “cuerpo hablado”, se jerarquiza la palabra, que es la que une y da cuenta del juego, de la representación, de la fantasía y la realidad psíquica. La medicina trata el soma, se ocupa de una realidad objetiva, mensurable desde los métodos de la biología. El psicoanálisis trata lo representacional, que se expresa en el campo de la palabra, palabra que sustenta la paradoja de ser la portadora de lo indecible, de lo angustiante del dolor. Portadora de la representación de una realidad psíquica en la que siempre el sujeto se descubre incompleto y mortal”.

Es a partir del “Proyecto de Psicología” (1895) donde Freud introduce el concepto económico –cuantitativo a la teoría del funcionamiento psíquico, para explicar cómo el organismo reacciona frente al ambiente, cómo opera defensivamente y sus diferentes mecanismos de excitación de fuente externa o interna. O sea, cantidades endógenas y cantidades exógenas a tramitar por el aparato psíquico.

Describe al dolor afirmando: “…El sistema de neuronas tiene la más decidida inclinación a huir del dolor …Ǫue el dolor vaya por todos los caminos de descarga es fácilmente comprensible, el dolor deja como secuela unas facilitaciones duraderas, como traspasadas por el rayo; unas facilitaciones que posiblemente cancelan por completo la resistencia de las barreras-contacto y establecen ahí un camino de conducción.”

Entonces, una vez que se ha sentido un dolor, se es más sensible a volver a sentirlo, el dolor físico afecta al funcionamiento psíquico y el sujeto intentará huir del dolor y de la angustia poniendo en funcionamiento mecanismos psíquicos protectores En principio el dolor es vivido como externo. La percepción de este produce una imagen mnémica de una representación de dolor propia. Los nuevos dolores serán repeticiones de la primera vivencia, adquiriendo la categoría de recuerdo-dolor.

En 1911 Freud en el artículo “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” profundiza en los dos principios reguladores del aparato psíquico: el principio de placer y el principio de realidad y la relación con los procesos primario y secundario.

Por lo tanto, no se toma en cuenta solamente la cantidad y calidad del estímulo que ingresa al aparato sino también la capacidad de ligazón que tiene el sistema. A mayor investidura, se necesitará más recursos energéticos para poder tramitar y ligar psíquicamente.

“…Cuanto más alta sea su energía quiescente propia, tanto mayor será también su fuerza ligadora, y a la inversa cuanta más baja su investidura, tanto menos capacitados estará el sistema para recibir energía afluente, y más violentas serán las consecuencias de una perforación de la barrera anti estímulo…”. Mas allá del principio del placer. Freud

Voy a tomar esta idea que desarrolla Freud, respecto a la capacidad de ligazón del sujeto, ya que si tomamos al dolor como cantidad de excitación que entra al aparato, cómo se regule esa cantidad y la capacidad de ligazón que tenga cada sujeto será fundamental para “administrar” el sufrimiento que produce el mismo.

En el malestar en la Cultura Freud señala las tres fuentes del sufrimiento:

“Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio que, destinado a la ruina o disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo externo…y desde el vínculo con los otros seres humanos. “

Define estas situaciones de máximo sufrimiento, donde no se puede prescindir del dolor y de la angustia, y aclara que determinados mecanismos psíquicos de protección se pondrán en funcionamiento.

Se trata entonces, cómo el aparato psíquico tramitará esas cantidades de energía. Este aparato puede o no manejar dichas cantidades, provocando equilibrio o desequilibrio entre sus sistemas o instancias, generando las formaciones de compromiso entre pulsión y defensa, entre la satisfacción de una u otra instancia. De esta estructuración psíquica va a depender como cada sujeto afronte y elabore los distintos acontecimientos que se le presenten en su vida, como ser las aquellas vivencias que requieran de capacidad de elaboración, procesamiento de los estímulos externos o internos en el aparato psíquico. O sea que los diferentes estímulos sean sucesos o vivencias, producirán efectos, que estarán en relación a como el aparato psíquico los tramite.

Ya Freud nos aclara en Introducción al Narcisismo que… la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior, que no se relacionen con su sufrimiento…mientras el sujeto sufre, también retira de sus objetos de amor el interés libidinal, cesa de amar.

“…el enfermo retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de curarse. Dice Wilheelm Busch, a cerca del poeta con dolor de muelas: “En la estrecha cavidad de su muela se recluye su alma toda… Libido e interés yoico tienen aquí el mismo destino y se vuelven otra vez indiscernibles. El notorio egoísmo del enfermo los recubre a ambos…”.

El dolor produce un empobrecimiento psíquico porque reclama para sí todas las investiduras y a la vez ese retraimiento protege al yo de daños mayores.

Marcela ante la pregunta de su analista sobre cómo había pasado el fin de semana relata: “…el sábado amanecí entumecida, no me podía levantar. Luego el dolor era bien centrado en mi espalda. Me puse la almohadilla de calor mejoró, pero la cintura no tanto, etc., etc.…”

¿Pudieron ir al evento que tenías? le pregunta: Responde pensativa: “… mmm no fuimos, pero algo hicimos…no me acuerdo …”.

Situación muy habitual de observar cuando hay un dolor intenso o la irrupción de una enfermedad o a la necesidad de una cirugía, todos los intereses de la vida quedan supeditados, quedan pausados frente a la concentración en los devenires de ese dolor.

Cuando no se puede conformar una trama de representaciones que otorgue cualidad psíquica a la cantidad de excitación, no hay elaboración posible. La realidad se resiste de ser representada. No hay ligazón, ni trabajo psíquico posible que apacigüe el dolor.

El dolor físico es una intensidad, un exceso para el aparato psíquico, es una desagradable experiencia sensorial. Será ese mismo aparato anímico el encargado de dominar excitaciones que en caso contrario provocarían sensaciones penosas o efectos patógenos.

Freud (1890) presento desde sus comienzos los afectos como estados anímicos y la participación del cuerpo en ellos, es así que habló de las expresiones emocionales, de los estados afectivos y de las expectativas angustiadas y esperanzadas. El afecto como estado de ánimo participa en expresiones y exteriorizaciones corporales, además de hacerlo en todos los estados anímicos, tales como los “procesos de pensamiento “o el “pensar en representaciones”, todos ellos, dice Freud, en cierta medida afectivos.

Silvia Bleichmar, en su texto Clínica psicoanalítica y neogenesis, tomando el concepto de Freud del Proyecto dice: “afectos y estados de deseo son propuestos como dos variedades de vivencia: la vivencia de dolor, afecto, y la vivencia de satisfacción, correlativa al estado de deseo. Del estado de deseo se sigue directamente una atracción hacia el objeto de deseo, dice Freud, de la vivencia de dolor, resulta una repulsión, una des inclinación a mantener investida la imagen mnémica hostil… La aparición de otro objeto en lugar del hostil fue la señal de que la vivencia de dolor había terminado.”

En las Salas de Internación es muy común observar pacientes muy decaídos, con un gran retraimiento, poca disponibilidad al encuentro con otros, familia, médicos, psicólogo.

Juana tiene 14 años, estaba internada por una infección en su pierna, con mucho dolor en la espalda y en la pierna. Tuvo múltiples internaciones y cirugías producto de su enfermedad de base. Cuando la psicóloga de la Sala de Juegos entra a su habitación la encuentra acostada de un lado y su mamá le hace señas y dice bajito: ¡Estamos bajón, no encuentra posición! La psicóloga le propone jugar, le dice que llevó las damas. Juana se incorpora, se sienta y quiere jugar. Durante el partido se la nota más animada y charleta.

El dolor es una tensión y atención que se concentra en la lesión actual o potencial. Se observa claramente ese repliegue de la libido en Juana centrada en su dolor. Pero cuando un espacio se abre, cuando hay otro/psicóloga que aloja el dolor da lugar a que otra cosa suceda. Es nuestra función terapéutica abrir un espacio de expresión. Apareció la palabra que tiene función como instrumento de ligadura y tiene un valor simbólico en sí misma. Sabemos del dolor cuando las representaciones psíquicas se traducen en palabras.

¿Ǫué nos pasa a los analistas frente al dolor físico de los pacientes?

Los analistas estamos preparados para operar con el malestar, con aquello que no funciona en el plano discursivo, acostumbrados a escuchar relatos e historias de muchísimo dolor y sufrimiento, pero no estamos nada preparados para asistir en vivo a la escena del padecimiento orgánico, plantea Silvina Gamsie. Muy por el contrario, creo que a veces, de manera más o menos consciente, evitamos asistir a la cita. Y aquello que evitamos es aquello que se nos plantea inexorablemente como una dificultad, como un obstáculo, en estos casos a confrontarnos con un cuerpo sufriente, con un cuerpo que es tomado crudamente por la enfermedad orgánica, un cuerpo llevado más allá de los límites homeostáticos del principio del placer.

La enfermedad orgánica conmueve al paciente, pero también despierta en el analista determinados tipos de afectos, de mecanismos defensivos, fantasías y recuerdos de los cuales es necesario estar advertidos.

La aparición del dolor físico o de un mal diagnóstico médico puede dejar al analista en un estado de inermidad e impotencia, suponiendo que poco o nada puede hacer desde el espacio analítico ante semejante situación. Pero creo que es necesario, y más aún en estos casos tan complejos, “restituir al analista en su función”, tal como lo propone Silvina Gamsie. Recuperar la dimensión ética del psicoanálisis y abrir el juego, un espacio al sufrimiento, también soportar las exigencias propias de un cuerpo sufriente, sobreponerse a la angustia y al malestar que estos casos tan complejos nos generan.

Como psique soma funciona como un todo, el vínculo entre ambos campos del sufrimiento hace que el dolor que surge en uno de ellos provoque efectos en el otro. Entonces el sujeto, vía el camino de la representación, confunde o sustituye la experiencia afectiva penosa y la sensación corporal dolorosa, con fines defensivos.

A Marisa, en el transcurso de su análisis le diagnostican cáncer de huesos, característico por generar muchos dolores. Manifiesta que es sólo en el espacio de la sesión donde puede manifestar su angustia, llanto, bronca o temor, puesto que se considera sostén anímico de sus hijos (ya mayores). No se permite mostrarse “débil” ante ellos, supone que la expresión de su dolor les causaría un estado de profunda tristeza y expresa no estar en condiciones de contenerlos como hace siempre, entonces elige comportarse fuerte y sin dolores ante ellos.

Ante la inminencia de una cirugía Marisa quedó totalmente paralizada, no pudiendo efectuar ningún tipo de preguntas a los médicos, ni con respecto al diagnóstico y ni a los futuros procedimientos. Acudía sola a las consultas, no quería molestar, preocupar a sus hijos y a la vez no se imaginaba como transitar la cirugía. Le propuse entrevistas vinculares con sus hijos que accedió con dudas. Recibió con emoción la amplia disponibilidad a acompañarla que escuchó de sus hijos, de a poco pudo compartir con ellos su dolor, su sufrimiento y sentirse acompañada.

Esto permitió generar, posteriormente en el análisis, un espacio elaborativo en el que pudiera expresar fantasías y ansiedades con respecto a la información médica obtenida y realizar intervenciones que apuntaran a lograr una mayor tolerancia a los inminentes procedimientos cruentos y dolorosos a los que se sometería.

Jorge, tiene 58 años, consulta porque ha decidido operarse de la cadera. Cuenta que en el último tiempo sentía una molestia en la pierna cuando caminaba, que se intensificaba al llegar a la oficina ya que desde donde estacionaba el auto debía caminar varias cuadras. Juega al tenis con amigos una vez por semana y a veces esa molestia aparece o no, no lo recuerda bien. Organizan un viaje en familia que inicia disfrutando mucho y luego expresa haber sentido mucho cansancio, especialmente en largas caminatas. Al regreso de ese viaje reconoce un dolor insoportable en su pierna, hace la consulta y recibe la indicación de reemplazo de su cadera.

Mikel Zubiri, dice que el dolor físico, es una sensación, que puede adquirir las características de un lenguaje con un contenido simbólico muy variable, rico unas veces y casi nulo en otros. Es una señal de alarma indica que algún órgano o función está perturbada, es útil para la supervivencia. El dolor físico tiene un efecto desorganizador del psiquismo. Este enfoque del dolor como aviso o señal cumple la función de autopercepción. Puede percibirse o pasar desapercibido.

El dolor, dice tomando las ideas de Freud de 1915 en “La Represión” y “Lo inconsciente” es semejante a la pulsión, es un afecto o un germen de afecto en busca de representación.

Me parece interesante la idea de autopercepción, en Jorge como en tantos otros falla la autopercepción, no se percibe el dolor, o se percibe a medias hasta que el mismo se impone, atraviesa todas las barreras de protección y arrasa.

También son ejemplo donde fracasan los sistemas de autopercepción los dolores por actividad física o deportiva intensa o las autolesiones.

Son sujetos que niegan toda representación de sufrimiento, son insensibles al dolor físico. No escuchan a su cuerpo. Toda representación del sufrimiento es negada, desestimada, reprimida, niegan un dolor hasta que la patología se hace evidente. Hay pacientes que no hacen referencia a lesiones dolorosas en su análisis, o no consultan a un psicólogo por la misma, por tal motivo la consulta a Psicoprofilaxis Clínica o Ǫuirúrgica es una oportunidad de iniciar un trabajo analítico como lo fue para Jorge.

Observamos claramente que dolor físico es una vivencia singular. El dolor no es solamente el producto de una lesión, sino que es la percepción, el sufrimiento, y las conductas que se generan, es subjetivo y variable para cada individuo. El dolor es algo diferente de una persona a otra, de acuerdo a sus recursos internos, pero también dependerá de la cultura, la educación, los aprendizajes, la localización del mismo, y las posibilidades de expresarlo.

Ejemplo son las mujeres que frente al período menstrual padecen fuertes dolores, como su madre y su abuela.

Claramente un dolor ligero para algunos, para otros puede ser insoportable. Sujetos que padecen jaquecas y siguen su rutina habitual y a otros los inhabilita a trabajar, por ejemplo. Es nuestra tarea frente a la irrupción de la patología orgánica ofrecer una pausa, abrir un espacio para pensar, con el objetivo de procesar esa intensidad emociones propias de la situación que están atravesando.

Entonces en el encuentro con el paciente y su familia, nos proponemos darle lugar a la palabra, (al jugar, en los más chicos) que permite acceder a un universo simbólico, muy diferente a la plena descarga. La posibilidad de jugar, expresar con palabras, de comunicarse permite un intercambio afectivo y de integración y procesamiento de las emociones.

Incluir la prevención y la anticipación como modos de historizar y prepararse para lo que vendrá también son tareas del psicólogo. Así como, colaborar con el trabajo psíquico necesario para lograr una mayor tolerancia a los procedimientos cruentos, dolorosos y generar un espacio de trabajo elaborativo que permita dialogar, expresar fantasías y deseos respecto a proyectos relacionados y compatibles con la situación particular de cada sujeto y su familia.

Es esperable que haya reacciones displacenteras, como el enojo, bronca, miedo, ansiedad u otros trastornos y muy importante permitirle su expresión. Es habitual en el caso de los niños que los padres suelen entender toda queja como manifestación del dolor y muchas veces son manifestaciones del disconfort, de enojo.

Como el dolor es una tensión y una atención concentrada en un punto, los padres o cuidadores tienen una función fundamental ofreciendo la posibilidad de jugar, contar un cuento o ver una peli con el objetivo de aliviar y desplazar esa sensación desagradable. Los adultos también lo logran con otras técnicas de respiración y distracción, como con una buena compañía.

Es el cuerpo terreno de reconocimiento del sí mismo y de la propia vida. Cuando aparece el dolor físico, hay ruptura, resquebrajamiento, se produce la dualidad soma/ psique.

Sin cuerpo, no hay psique. “…el cuerpo, fuera de su capacidad de hacerse representar psíquicamente, no tiene existencia para el yo…” Joyce McDougall

Los pacientes llevan su vulnerabilidad a cuestas, y a veces, la vida los pone en situaciones en que ésta queda al desnudo, generando sufrimientos intolerables. Los psicoanalistas sabemos que tan sólo la escucha y la reflexión otorgan un gran alivio.

 

Bibliografía

Bleichmar, S. (2001) Clínica psicoanalítica y neogenesis, Amorrortu Editores España SL,

Farberman, D. (2010). El psicólogo en el hospital pediátrico: herramientas de intervención. Paidós.

Fishbein, J. (2007-2008): “El acontecimiento somático. Desarrollos desde la clínica psicoanalítica”. Revista Asociación Argentina Escuela para Graduados Nro. 31. Buenos Aires. AEAPG.

Freud, S. (1976). Proyecto de psicología (1950 [1895]). En Obras completas, vol.1, Amorrortu.

Freud, S. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” 1911 En Obras completas, vol., Amorrortu.

Freud, S. (1976). Introducción al narcisismo. En Obras Completas, vol. 14, Amorrortu

Freud, S. (1976). Mas allá del principio del placer. En Obras Completas, vol. 18, Amorrortu

Freud, S. (1976): “Inhibición, síntoma y angustia” [1926]. En Obras Completas. Tomo XX. Buenos Aires. Amorrortu editores

Freud, S. (1976). El malestar en la Cultura. En Obras Completas, vol. 21. Amorrortu

Gamsie, S. (1997) “El cuerpo en juego” Revista Psicoanálisis y Hospital Nro. 12.

McDougall. J. (1978) Alegato por una cierta anormalidad. Paidós Psicología Profunda

Rinaldi, G. (2001). Prevención psicosomática del paciente quirúrgico: causas y consecuencias del impacto psicobiológico de una cirugía. Paidós.

Vorobechik, S. (2023) Psicoprofilaxis Clínica y quirúrgica en infancias y adolescencias. Noveduc.

Zubiri, M. (2020) Dolor Físico, Un Enfoque Psicoanalítico. Federação Psicoanalítica da América Latina. www.fepal.org

Acerca del autor

Sandra Vorobechik

Sandra Vorobechik

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Entrevista a Mauricio Kartun | Adriana Cabuli y Débora Slonimski

Mauricio exploró la relación entre creatividad, identidad y el proceso creativo, destacando la importancia del teatro como forma de expresión corporal en un mundo cada vez más virtual. La discusión abarcó la complejidad de sus obras teatrales, el fenómeno teatral único en Buenos Aires y la conexión entre el teatro y el psicoanálisis como características distintivas de Argentina. La reunión concluyó con reflexiones sobre la importancia del teatro y el psicoanálisis como formas de resistencia frente al ritmo acelerado de la vida moderna.

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Ilustra este número de la Revista Digital Psicoanálisis Ayer y Hoy: Andrea Burcaizea

“QC PASSED”

“Pide pan no le dan”

“Y yo… no se si también con los fantasmas gritaba…”

“En un lugar oscuro y tibio”

“Para que las palabras encuentren los significados”

Sin título

Acerca del autor

Andrea Burcaizea

Andrea Burcaizea

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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Proceso menopáusico. Intimidad en riesgo | M. Lorena Biason Jara

En el presente trabajo la autora nos lleva tanto por la evolución somato-psíquica, como por las  transformaciones de la investidura libidinal que habitan a las mujeres en su encuentro con la  menopausia. Citas de autores como Winnicott, Freud, Aulagnier y otros nos muestran un trabajo  de atractiva lectura teórica, que la autora va entretejiendo sobre una  temática compleja en el desarrollo psicosexual humano, pensando nuevos sentidos ante el cese  de la vida reproductiva y frente al distanciamiento de modelos hegemónicos de belleza , indicando un nuevo posicionamiento identificatorio.

Para acercarnos al concepto de intimidad, recurro a Winnicott, autor de las paradojas, a través de otra de sus paradojas: la capacidad de estar a solas en presencia de otro. Al principio, en la infancia y la niñez, en presencia de la madre. Luego, a medida que el psiquismo se complejiza y si las cosas van marchando, gracias a un quehacer previo de una madre suficientemente buena, el establecimiento de un ambiente interno bueno, “madre introyectada”. 

Por otra parte, en la medida en que el proceso menopáusico  resulta para muchas mujeres una puesta a prueba de sus estructuras psíquicas y sus posicionamientos subjetivos, también lo es de la experiencia de intimidad, con turbulencias en ese encuentro, en esa unión con otros, incluido “eso otro” en el propio sujeto femenino.

Por otra  parte, si más de la mitad de la población vive o va a vivir esta experiencia del proceso menopáusico, resulta significativo ese extraño silencio en una gran parte de la comunidad científica psicoanalítica, relegando el tema casi con exclusividad a la ciencia médica. 

En un intento de tomar distancia de este aparente tabú, se acompañará este escrito de breves frases de colegas que han vivido la menopausia y que generosamente han compartido, a propósito de este trabajo, su experiencia. Quizás, pienso ahora, en un interés personal, cercano al lugar del testigo, en palabras de Davoine y Gaudilliere (2011), ese lugar tercero que se deja afectar por lo visto y oído e intenta encontrar palabras para la inscripción.  

Entendiendo que la sexualidad no es desenraizable de su carácter somático en términos de excitación, el proceso menopáusico encontrará en el sujeto femenino el terreno ocupado por lo pulsional y sus transformaciones. Sexualidad que, si bien se encuentra en contigüidad con la biología, no se reduce a ella, ligada más al fantasma que al objeto.

 “Si bien se informa que la Adolescencia es muchas veces sentida como desconocimiento del cuerpo, de los impulsos de la mente… creo que transcurre de manera más silente, más en el inconsciente….pero el proceso menopáusico marcó un hito, mi cuerpo no era mi cuerpo… a momentos no me obedecía, no tenía energía …” 

Freud  relacionaba a la menopausia, en tanto irrupción de lo real del cuerpo, con la pubertad, y tal como ocurre en esa etapa, la irrupción pulsional operaría entonces a modo de una conmoción al psiquismo. La considera una neurosis de angustia. Para Freud, la tesis sería que la angustia de dicha neurosis correspondería a una tensión sexual somática desviada de lo psíquico, que de lo contrario habría cobrado vigencia como líbido. 

Si en el ser humano el orden vital está siempre recubierto por lo sexual, se requiere entonces para el logro de la intimidad una suficiente retranscripción y metabolizaciones simbólicas frente a esta irrupción pulsional. Se necesita así también de cierta estabilización de las identificaciones, donde pueda emplazarse el yo y las instancias ideales. Lo que no se logra ligar, resultará a modo de un ataque que sufrirá el yo por parte del inconsciente, que se vivenciará como angustia, angustia que muestra el accionar de la pulsión de muerte como sexualidad desligada, desintegrante. 

“De pronto mi cuerpo se presentifica, me toma por asalto un calor, una ola de calor, y me veo impelida a hacer algo al respecto, buscar el frío, acercarme a una ventana, salir de la cama, una brisa para acabar con este calor súbito y sentir el aire que refresca. Diría que lo súbito y lo intenso hacen cuerpo”.

El yo para sostenerse vivo, psíquica y físicamente tiene que investir, por una parte, a su cuerpo en los avatares de su transcurrir hasta la muerte; por otra, al otro en su alteridad que determina no contar con la seguridad de su amor y además, a la realidad social que implica el sometimiento a ciertas prohibiciones (Aulagnier,1994). 

Este yo que está “condenado” a investir a lo largo de los procesos históricos vivenciales del sujeto, espera a cambio algo de la sociedad: la posibilidad de sentido. Se hace necesario  también, luego del proceso menopáusico, que las instituciones sociales provean a la psique y al yo identificante, nuevas fuentes de sentido para que luego del cese permanente de la menstruación y final de la vida reproductiva, junto al inicio del proceso de envejecimiento en el cuerpo  y  con esto, el distanciamiento de los ideales sociales epocales de belleza y de los signos de potencia fálica depositados en  la imagen del cuerpo femenino, enarbolados por los discursos hegemónicos, abran lugar a nuevos posicionamientos identificatorios. 

“Los bochornos me resultaron difíciles, me identifiqué con mi abuela que se quejaba de eso. El cambio de piel, verme cambiar la cara, el cuerpo, tengo que mirarme mucho para reconocerme…me horrorizaba mirarme en ese espejo de zoom, o peor aún de videollamada.. “ 

Así, en el proceso menopáusico, se podría poner en riesgo la estabilidad del tejido representacional en el cual se ha instalado el yo, pudiendo el sujeto tener una vivencia de peligrosidad o amenaza de su mundo interno, sin duda un peligro para el logro de la intimidad. 

“Lo inesperado de la menopausia fue no controlar mis emociones, siempre fui una persona paciente y de buen genio hasta que ESTO ocurrió…no entendía por qué no lograba calmarme, era otra yo y me desconocía…pienso que nunca volví a ser lo que era” 

Será entonces, la institución de la sociedad la que puede donar a todo sujeto, a través de la inserción en la vida colectiva que ella implica, el acceso a esa fuente de sentido, (Castoriadis, 2001) para que las microhistorias singulares, pero también las historias colectivas, puedan ser escuchadas. 

“El sentir de la menopausia fue mucho menos masivo (en relación a la menarquia) y acompañado por la no pertenencia a grupos de mujeres como en el Colegio. Una vivencia más solitaria y muy sorprendente por la sensación de cambio, porque tenía momentos de autodesconocimiento que no sabía a qué obedecían…ya no era propietaria de mi cuerpo o más bien de la energía disponible, estaba o me sentía enferma”.

Una reelaboración narcisista es necesaria en la mujer que atraviesa la menopausia, para el logro de esa tranquilidad psíquica y así la recuperación de la vivencia de intimidad en cada sujeto femenino, que le permita no quedar atrapadas a significaciones identificantes devaluantes ofertadas por la sociedad, dada la caída de los signos de potencia según las propuestas epocales. En esta reorganización del material psíquico se podría favorecer la liberación de la pulsión libidinal en sus diferentes posibilidades sublimatorias. 

“de pronto el espejo se vuelve indeseable, cuesta reconocerse, y a la vez parece una predicción de lo que seguirá ocurriendo, me entrego, la piel se seca, huesos y articulaciones empiezan a mostrar debilidad, dejo la tintura para mostrar mis canas…dejar la regla(sangramiento) atrás fue un alivio, los hijos criados me permiten tranquilidad…”

 

Bibliografía

Aulagnier, Piera (1994). Alguien ha matado algo. Un intérprete en búsqueda de sentido, Bs. As.,Siglo XXI editores.

Davoine, F. y Gaudilliere, J.M. (2011). Historia y Trauma. La locura de las guerras. Argentina. Fondo de Cultura Económica.

Freud, S. (1895 (1894)) Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de “neurosis de angustia” Buenos Aires, Amorrortu

Freud, S. (1985) A propósito de las críticas a la “neurosis de angustia”. Buenos Aires. Amorrortu

Winnicott, D. (2014) Los procesos de Maduración y el Ambiente Facilitador. Editorial Paidós. Buenos Aires.

Castoriadis, C. (1985)  En el Coloquio “Inconsciente y cambio social: de l’ Association pour la Recherche et I’Intervention Psychosociologique”.

Castoriadis, C. (2001). Figuras de lo pensable, Fondo de Cultura económica.

Scarfone, D. (Breve Introducción a la obra de Jean Laplanche . Revista Alter Revista de Psicoanálisis www.revistaalter.com Alter Nª 7 Homenaje a Laplanche (1924- 2012)

Acerca del autor

Lorena Biason

Lorena Biason Jara

NÚMERO 30 | Octubre 2024

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La intimidad y el nosotros en los escándalos políticos | Dunia Samamé

Nos encontramos frente a un trabajo profundo cuya autora hará un deslinde de las acepciones lingüísticas alrededor de la intimidad, para reencontrar en su investigación teórica y narrativa, las diferentes derivas en el proceso de lo íntimo. Presenta un debate sobre diferentes criterios que trascienden lo privado, que alcanzan la “mirada del “otro” la intimidad y el escándelo y dialoga en su discurrir entre lo público y lo íntimo, entre lo íntimo y lo extimio, sumando un desarrollo sobre la interioridad emocional subjetiva en su ligadura psique y cuerpo.

En memoria de Saúl Peña¹

Resumen

¿De qué habla el psicoanálisis cuando se refiere a la intimidad? ¿Es un aspecto del proceso psicoanalítico, el elemento prínceps de lo relacional, un sinónimo de privacidad o es otro nombre para decir sexualidad? Los esfuerzos por deslindar privacidad de intimidad se confrontan con el uso coloquial que se impone al académico sin cumplir necesariamente a un mínimo requerimiento de precisión y diferenciación. Si bien lo sexual es íntimo, no todo lo íntimo es sexual; es una frase para reflexionar.

Nos hemos acostumbrado a que sistemáticamente la esfera mediática sea tomada por escándalos políticos que trascienden lo familiar y judicial. Este escrito discute la figura del escándalo político, en tanto transgresión moral, y su relación con los nuevos criterios para valorar y explotar la intimidad, así como su presencia en los medios de masas al expresarse como un juego de ocultamiento y revelación en el que la “mirada del otro” marca momentos decisivos. 

Palabras clave: intimidad, interioridad, extimidad, confianza, escándalo político.

Narrativas íntimas, el discurso del psicoanálisis

Lo más íntimo justamente es lo que estoy constreñido 

a no poder reconocer más que fuera.

Lacan, De uno a otro. (Seminario 16)

El discurso sobre la intimidad se articula a la interioridad, ligada a su vez a la psique, las emociones, las experiencias somáticas, etc. que se transmiten a través del yo y se despliegan en las vicisitudes del compartir. La práctica psicoanalítica presupone la interioridad, subrayando una mayor conciencia de los motivos de nuestras acciones. 

La interioridad del individuo y su competencia autorreflexiva se prolonga en el proceso de individualización, siendo característica emblemática de la subjetividad en la sociedad moderna. La vida íntima es parte del proceso hacia la individualidad y la identidad en un marco colectivo (sociedad); en cierta medida, la reflexión sobre el deseo que surge en nosotros es parte del carácter civilizacional de separar lo privado y lo público demarcando los dominios fronterizos. En ese sentido, la socióloga Lynn Jamieson destaca el uso cultural del término; además designa los sesgos de género implicados en las “revelaciones de la intimidad” (Jamieson, 2002).

Lacan introdujo el neologismo “extimidad” a propósito de Das ding (Lacan, 1961) y de la dimensión moebiana, y que desarrollará Miller (Miller, 2010), para señalar lo más cercano a nosotros sin dejar de ser externo; Tisseron lo abordará desde otro enfoque al referirse a “se découvrir” (descubrirse a sí mismo) como deseo de intimidad, el cual es correlativo del deseo de encontrarse a sí mismo a través del otro. Para el autor, con la exhibición de las personas en las redes sociales, se proyectan fragmentos del yo íntimo y secreto para ganar validación social. Las intermitencias entre lo online y offline nos invitan a observar las (re)composiciones entre las prácticas digitales y la experiencia íntima (Tisseron, 2001). 

La “extimidad” también aparece en la literatura; la escritora Annie Ernaux avanza en reconocer el “extiempo”, como una “escritura desde fuera” que transcribe el mundo en su ámbito sociológico y donde impera la capacidad de sondearnos (Annie Ernaux, 1995). Las escrituras del “extiempo” reúnen el adentro y el afuera, el pasado y el presente, lo decible y lo indescriptible, en una invitación al dialógo entre uno mismo y el entorno; es una especie de recorte con base a memorias intimistas.

El psicoanálisis, con la intimidad como parte de su escenario fundacional, lleva implícita la autoexploración, a modo de incesante búsqueda de la verdad de sí; configurando la experiencia de lo íntimo, ligada a la lógica del deseo. Una imagen usual y simplificada del quehacer psicoanalítico lo describe como un avance en capas: invitamos a la develación y nos abrimos paso con intervenciones y preguntas; estas cuestiones autorreferenciales del sujeto conducen a un mayor autoconocimiento.

En el curso del proceso psicoanalítico, no somos simples presencias discretas en la vida de otra persona; más vale estar atentos a nuestro propio sentir y proceder. Así, entendemos la intimidad como algo que caracteriza la naturaleza de una relación hacia los demás y uno mismo, teorizando así sobre las relaciones objetales o sobre el narcisismo y otras propuestas.

Intimidad y lo social

Freud, en tanto pensador de la cultura, dirige su mirada a la esfera doméstica; sus indagaciones sobre el acaecer neurótico resaltan el conflicto pulsional; y en el funcionamiento de lo inconsciente da lectura a las manifestaciones de la psicopatología de la vida cotidiana. Inevitablemente afloran los determinantes o costos de pertenecer a una sociedad, como normas, reglas y tabúes sociales, todos ellos gestores del malestar cultural de la época. Así infiere que el mayor desafío de la intimidad es ser causa de sufrimiento, pues se trata de la complejidad en “establecer lazos con el prójimo” ( Freud, 1930); se corrobora el carácter problemático de lo íntimo/relacional, como aspiración a lo compartido y, en tanto preocupación social, vale la pena investigarlo.

La sociedad occidental contemporánea enfatiza la intimidad como concepto y fenómeno en tanto cualidad relacional que mantiene (o debería mantener) unidos a sus miembros. El creciente interés por la intimidad, considerada un estado experimentado internamente y desde la visión de un observador, evidencia la falta de un sentido único y una problemática fundamental en la forma cómo las personas se relacionan.

La intimidad es un concepto usualmente considerado con carga positiva, en tanto se trata de un tipo de socialidad que destaca, como decía Freud en referencia a las palabras de Romain Rolland, una dirección mutua, una experiencia oceánica de cercanía mental, física y del tiempo; no obstante, si el requerimiento de intimidad se torna demasiado ansioso, como en el marco del amor digital, se le cuestiona como motor de búsqueda, que da lugar a relaciones tóxicas o destructivas; este carácter compulsivo nos da la base para sostener los riesgos de la tiranía de la intimidad (Sennet, 1974), de la soledad (Simmel, 2002), y en una situación extrema, el terror hacia ella, tal como se vivió en la pandemia.

La etimología de Intimidad remite a Intimus, superlativo de interioridad, concepto multidimensional (sexual, emocional, social, intelectual, estético, espiritual y recreativo), de cualidad como cercanía, profundidad, alude a un límite, una metáfora espacial a propósito del dentro/fuera, cerca/lejos, profundidad/superficialidad. Socialmente regulada pero perteneciente también al ámbito privado personal, incluye aspectos emocionales, proxémicos y de exclusividad; y tiene ámbitos accesibles y tabú. Lo que se percibe como íntimo cambia a medida que cambia la sociedad. 

En relación a la naturaleza y los cambios de la vida privada, la intimidad se asume desde un abordaje histórico (Duby y Aries, 1987), político (Arendt, 2003) o sociológico (Giddens, 1998). Es justamente Giddens, referente obligado en el tema, quien señala los nuevos arreglos sentimentales como un movimiento de destradicionalización, que toca tanto las sensibilidades como las políticas de protección; en este marco, el estudio de los escándalos político/mediáticos, es un ejemplo para aterrizar ciertos aspectos de esta problemática.

La intimidad del escándalo 

Los escándalos políticos apuntan a las dimensiones morales y éticas que funcionan en lo social; no obstante, la trascendencia del escándalo no se reduce a la violación de normas, sino a la índole íntima de los hechos. La etimología del término sustenta nuestras afirmaciones, pues scandalum (del latín eclesiástico) y el griego skandalon coinciden en señalar la trampa u obstáculo que prueba la fe; mientras esclandre refiere a ‘calumnia’ y ‘chismorreo vicioso’. Esta última connotación alude al interés del público. El escándalo genera la reacción social reflejada en los medios con calificativos como “despreciable”, “inadmisible” o “repugnante”. La prensa “formal” y alternativa compiten sin cuartel por la primicia, revelaciones de último minuto, pruebas o testimonios claves o dudosos que “darán un giro al caso” o “revelarán los móviles”, extendiendo su vida útil;  presentadores de gesto circunspecto e indignado, exponen la posición del medio mientras azuzan la conmoción social y la opinión pública hilvanando una trama, dando un contexto, estableciendo conexiones, sin espacio para la reflexión. El interés público exige que todo sea expuesto, sin considerar su origen; todo se vuelve más sustancial, por su naturaleza mediática.

El discurso melodramático remarca la dicotomía; el rumor o chisme, en tanto indiscreción de gran circulación; se posiciona en el rubro espectáculo en la línea de lo indecible y lo impensable. Es una comunicación especulativa y sensacionalista que supone y (re)construye un orden moral.

Los políticos o aspirantes a una carrera política, son conscientes de las ventajas de mostrar una intimidad que los humaniza, los vuelve simpáticos, cercanos y confiables; pero también las desventajas y riesgos de un comportamiento íntimo inapropiado. Encontrarse en el centro de un escándalo mediático significa un final abrupto de los hábitos y rutinas personales y familiares que dan forma a nuestras vidas. Intentando defender lo indefendible, el afectado huye del país o pasa a la clandestinidad, cierra sus redes, cambia de teléfono, define un intermediario para mantener un canal con la opinión pública, entabla demandas, denuncia vendetas, exige respeto para él y los suyos; nada frena el parloteo. Se intensifica la lógica del acoso.

La política se faranduliza y la convergencia de diferentes medios en un mercado cada vez más digitalizado (Van Dijck, 2016), exacerba la agitación colectiva por el misterio de los buscadores en lo que se ha llamado sincronía digital (Samamé, 2022) o el filtro burbuja (Pariser, 2017). Si bien el desarrollo dramatúrgico del escándalo responde al interés por saber más, al mismo tiempo produce saturación o fatiga de los consumidores (Kumlin y Esaiasson, 2012). 

El estudio de los escándalos mediáticos ha sido asumido desde la historia (Thompson, 2001), abordando la función de los medios de comunicación y las claves y resortes anímicos que afectan a los seres humanos; por eso, en tanto procesos simbólicos, tienen formas a través de los cuales la realidad se produce, se mantiene, y transforma. Ya sea un escándalo político, sexual o financiero, el común denominador es la irregularidad, el comportamiento transgresor de un individuo público. Para entender el escándalo como fenómeno debemos explorar las emociones que genera, la conmoción ante los hechos de la vida cotidiana y su psicopatología.

Nosotros, atención e intimidad 

Nos construimos a nosotros mismos, nuestra identidad, en el escenario que nos ofrece la vida cotidiana. Nos presentamos frente a otras personas, intentando controlar y gobernar la información que transmitimos. Este proceso social y comunicativo es recíproco. El mundo de la vida es fundamentalmente compartido, así lo afirma el sociólogo Alfred Schutz. Parafraseándolo decimos “ni mío ni tuyo, más bien un mundo de experiencia común”. Cuando ese compartir se ve interrumpido ya no puedo reflejarme en ti,  según Schutz: “El reflejo de uno mismo en la experiencia del extraño (la experiencia que el Otro tiene de mí) es un elemento constitutivo de la relación-nosotros’ (Schutz 1974). El reflejo mutuo actúa como supuesto en la vida cotidiana y frente al escándalo, descoloca los lugares y el sentir habitual.

El escándalo político y la escalada en torno a la figura pública abre un antes y un después, instalando la discrepancia apariencia/realidad en torno a la identidad; el resultado es, la mayoría de las veces, el aislamiento y descrédito social. El escándalo funciona como disparador de las actitudes y la experiencia de las personas frente a la moral y las normas a través de sus valores y límites, buscando respuestas en sus propias vivencias.

Surge un peculiar fenómeno conocido con el nombre de “chivo expiatorio”; desde la lingüística, Kenneth Burke lo define como el acto lingüístico real por el cual una parte se ve expuesta a un trato “inmerecidamente” negativo, y otra se alivia al señalar al infractor (Burke, 1969). Según René Girard (1986), las transgresiones a los principios existenciales (normas, valores, ideales) de un colectivo explican al chivo expiatorio, el cual cumpliría la función de redentor de la violencia. La estigmatización por un “nosotros” es la que genera la exclusión de la comunidad; tal como en Edipo Rey se justifica el destierro del infeliz parricida e incestuoso vencedor de la esfinge.

La vida cotidiana nos dirige hacia el futuro; sin embargo, la trascendencia del escándalo frena ese discurrir y si bien el político expulsado queda fuera de lo que Schutz llama “la actitud social, natural” (Schutz 1974), definiendo el fin de su carrera política; así como Edipo tras el destierro deviene en sanador, el político puede reinventarse, sacudirse la desconfianza pública y recuperar cierto protagonismo. En cierto sentido, levantarse tras un escándalo, capear la tormenta puede encarnar los valores más claros del liderazgo político, pero también de cierto cinismo social. Surge la duda: ¿Cuál es la escena inconsciente de ese tipo de recomposiciones y cómo se explica? ¿Son los escándalos políticos y la censura al ofensor formas ritualistas de la sociedad de hoy?

En un escándalo político mediático, el protagonista es el funcionario político quien toma el papel de exemplum. El término proviene de la Edad Media y designa un género literario popular, en el que las vidas de personajes famosos son tomadas como ejemplos de buenas o malas acciones en una historia moralizadora y aleccionadora, en donde importa la articulación entre decir la verdad y el compromiso de vivir; se traduce que el exemplum permite transmitir el pacto de ejemplaridad como fundamento ético; así lo expresa Foucault:

“El sujeto que habla se compromete. En el momento mismo en que dice: “digo la verdad”, se compromete a hacer lo que dice y a ser sujeto de una conducta obediente punto por punto a la verdad que formula. En este sentido, no puede haber enseñanza de la verdad sin un exemplum” (Foucault, 2002):

Por ello desde la funcionalidad del chivo expiatorio y a propósito del exemplum, concluimos en destacar el intenso placer y el morbo en torno al que ha caído en desgracia; la élite es derribada de sus pedestales, cumple momentáneamente con restablecer figurativamente el sentido del deber, pues alarga los acuerdos institucionales para el control mutuo entre los centros de poder político, hará que todo permanezca intacto.

Reacción, ironía y confianza  

Los escándalos políticos mediáticos a veces se revelan en momentos de crisis, como distracción frente a temas cruciales; los hechos, imágenes, audios, documentos son altamente corrosivos y desestructurantes para el cuerpo social; manteniendo la dicotomía: “seguidores del bien” contra los “seguidores del mal”. 

Los sucesos son tan provocadores y excitantes que muchos no quieren ni pueden abstenerse de seguir su desarrollo mediático. Esta reacción de la gente ante el escándalo es directamente proporcional a su presencia en los medios que visibilizan la transgresión moral a una comunidad interpretativa. 

Los escándalos revolucionan lo que normalmente se da por sentado. No damos crédito a la fascinación por el poder y el delirio de impunidad y omnipotencia que genera. Nos preguntamos si lo que vimos antes era una ficción y solo ahora vemos la verdadera naturaleza de un ser siniestro. El término “cargo de confianza” no solo hace referencia a la relación vertical con la autoridad, sino a las expectativas que deben responder los funcionarios públicos. Esta confianza es un factor directamente decisivo para el capital social de una sociedad. 

La reprobación de los actos funciona a modo de unanimidad pacificadora frente a algunas discretas lealtades, así se libera a la comunidad del riesgo. No obstante, quizás se pueda sumar al análisis de las reacciones de rechazo, que el descalificativo de la conducta ajena, no sólo encarna miedo de lo diferente, sino miedo de lo idéntico, inquietante similitud explorada por el psicoanálisis que pone en duda la identidad tan laboriosamente construida. En esta línea M’Uzan, autor muy leído desde la psicosomática, se ha referido a las clínicas de la repetición y propósito de la pulsión de muerte, a la extrañeza frente a lo mismo y lo idéntico, (De M’Uzan, 1969).

Sabemos, que nuestra vida en sociedad se basa en gran medida en el presupuesto de la honestidad de los demás y en la creencia de que no se nos quiere y no estamos siendo engañados, lo que nos permite suspender o ignorar las paradojas propias de las relaciones humanas. Siendo la confianza el fundamento o requisito de lo social, los escándalos políticos, en tanto entramado de falsedades, mentiras e incorrecciones de todo orden, generan desconcierto por su proximidad a cada uno de nosotros, obligándonos a admitir la presencia y el rol de la mentira y la estafa. 

El entrañable psicoanalista peruano Saúl Peña se preguntaba, a propósito de la identidad personal y colectiva en los países latinoamericanos, ¿qué elementos nos unen?, ¿qué peligros amenazaron y amenazan desnaturalizarnos, deshumanizarnos, desidentificarnos, deformarnos, pervertirnos, mediatizarnos; hasta claudicar, traicionar y morir en vida?…, ¿cuáles son aquellos peligros ante los cuales hemos tenido y tenemos vida, coraje, valor y fuerza para enfrentarlos? (Peña, 2003, p 122). Creo que estos cuestionamientos sintetizan los aspectos que se movilizan frente al escándalo político, pues independientemente del país, aluden a la negación, encubrimiento, justificación, disculpa o delegación de responsabilidad; es decir, a la descomposición social.

Aunque se entienda lo indebido de renunciar a la responsabilidad por el Otro y con mayor énfasis en el ejercicio de funciones públicas, parece ser en línea con lo que sostiene el psicoanalista Tisseron, que la intimidad es hoy menos cuestión de espacios socialmente definidos que de elecciones personales, así queda en cada quien los infiernos que habite, en el sentido que una responsabilidad me hace ser quien soy, por lo menos así lo manifiesta el protagonista de la serie Accidente (Netflix, 2024) para distinguir su cárcel de la de su antagonista: “La tuya es el odio, la mía es la culpa, que cada quien lidie con su condena”.

 

Bibliografía

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Van Dijck, J. (2016). La cultura de la conectividad: una historia crítica de las redes sociales. Siglo XXI Editores. 

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Dunia Samamé