Lo íntimo es lo que circula y se subjetiviza; lo que,
originándose en el vínculo, se hace propio.
Ponce de León, 2018
Interrogantes sobre la intimidad
Durante el siglo XIX la valoración de la vida privada al abrigo de los otros, lo público, puso en relevancia la noción de intimidad anudada a una concepción de sujeto transparente a sí mismo y opaco al otro. La llegada de Freud y su descubrimiento del inconsciente dio por tierra dichas creencias y afirmaciones enunciando una de las heridas narcisistas de la humanidad: el yo no es el amo de su propia casa (Freud, 1917).
El concepto de intimidad es polisémico y no encuentra en el psicoanálisis una definición única desde el punto de vista conceptual. Podemos hallar referencias múltiples a lo íntimo haciendo uso de otros conceptos. Algunas aproximaciones teóricas enfatizan ideas que privilegian definir la intimidad en una vertiente intersubjetiva subrayando lo compartible con el otro en el plano de las vivencias, deseos, fantasías y acciones que pertenecen al mundo interno. Otras, privilegian el mundo intrapsíquico ubicando a la intimidad en relación a conceptos como lo inconsciente, la pulsión y lo ominoso. Lacan, por ejemplo, también hizo su aporte acuñando el término extimidad (1969-70) para aludir a aquello más propio del sujeto y ajeno a la vez. Con este término hizo referencia a aquello íntimo e irreconocible del sujeto pero que es desplazado al exterior.
Desde mi punto de vista, para reflexionar acerca de la intimidad y lo que es considerado íntimo, es necesario situarse en relación a ciertas coordenadas conceptuales dentro del campo dado que es muy amplio y diverso. En la vasta y disímil literatura psicoanalítica encontramos diversidad de pares antitéticos que aluden a la intimidad:
- lo superficial y lo íntimo como profundo
- lo permitido y lo íntimo como prohibido
- lo exterior y lo interior
- lo público y lo privado
- lo compartible y lo no compartible con otros.
- lo conocido de sí y lo desconocido de sí por el propio sujeto
A partir del listado anterior es posible pensar que la idea de intimidad puede referir tanto al ámbito de la ética, a una espacialidad, a un tipo de derecho de propiedad, a un objeto que puede darse y recibirse (el objeto de lo íntimo) en un vínculo y también a una singular relación con el saber.
Desde otra perspectiva José Saer en su narración impecable del cuento Al abrigo aborda el tema de la intimidad cuando relata el encuentro sorpresivo de un diario íntimo que realiza un mueblero en el interior de un sofá a restaurar. Tras la lectura de aquellas notas descubre no sin estupor que “…la idea de que alguien pudiese tener en su casa, al abrigo del mundo, algo escondido -un diario, o lo que fuese-, le parecía extraña, casi imposible, hasta que unos minutos después, en el momento en que se levantaba y empezaba a poner en orden su escritorio antes de irse para su casa, se percató, no sin estupor, de que él mismo tenía, en alguna parte, cosas ocultas de las que el mundo ignoraba la existencia”.¹
En la actualidad estamos habituados a leer y escuchar que se ha hecho de la intimidad un espectáculo a partir del fuerte impacto que tiene la era digital en la vida cotidiana de las personas. Con esta afirmación se intenta poner de manifiesto una intensa tendencia a la mostración y exacerbación de lo escópico como una de las características de nuestro tiempo en las que el pudor y la vergüenza como diques a la pulsión parecieran haberse debilitado y/o desplazado a otras áreas.
El siglo XXI se diferencia en mucho al modo en el que se piensan los cuerpos, la sexualidad y el mundo interno. ¿Lo que se da a ver es efecto de una mayor libertad ante una cultura menos represiva o consecuencia de fallas en la estructuración de los diques pulsionales del pudor? ¿Las personas que muestran algunos aspectos de su cotidianeidad en redes sociales consideran que están exponiendo lo íntimo? ¿La exacerbación de lo escópico en el mundo actual es sinónimo de caída de la intimidad? ¿Es la intimidad algo que existe en sí mismo o es una construcción subjetiva?
Adolescencias contemporáneas, lo íntimo y el otro
Teniendo en cuenta que la población adolescente es la gran usuaria y productora de contenidos en el mundo de lo digital es que decidí indagar cuál era la representación que tiene este colectivo de la intimidad y hasta dónde consideran que hacen de su intimidad un espectáculo para el otro cuando hacen uso de plataformas digitales compartiendo contenido en redes sociales.
Para realizar dicha indagación formalicé una encuesta que fue respondida por 90 adolescentes y jóvenes de entre 15 y 22 años quienes indicaron mayoritariamente y mediante respuestas libres, que la intimidad es un espacio privado y personal donde se cultiva la confianza y la conexión genuina consigo mismo y con otros. Es la capacidad de compartir aspectos profundamente personales -como pensamientos, sentimientos, emociones y experiencias- en un contexto de confianza y sin temor al juicio de valores. En este marco también manifestaron la conexión entre intimidad y sentimiento de vulnerabilidad diciendo que compartir lo íntimo es sinónimo de mostrarse vulnerable ante el otro. De allí se desprendieron ideas acerca de la posibilidad y necesidad de elegir a quienes confiar, donar, lo que es vivenciado como íntimo. Queda aquí expresado que la intimidad, para este colectivo juvenil, es algo del orden de lo interior que se comparte con otros elegidos en un vínculo de confianza y que dista de la experiencia de exhibición indiscriminada o no selectiva.
Más de la mitad de la población adolescente encuestada indicó que los vínculos de amistad son los privilegiados para compartir aspectos de la intimidad. Luego, en menor proporción le siguen la familia y muy por debajo los vínculos sexoafectivos. Destacaron que parte de lo fundacional y de la profundización del vínculo de amistad se sostiene en la capacidad de alojar lo íntimo del otro así como compartir lo propio.
Luis Kancyper (2014) define a la amistad como “…un vínculo de intimidad en el que se entretejen varios elementos en una tensión dialógica permanente: confianza, lealtad, transparencia, compasión – que siembran solidaridad y compromiso -; empatía recíproca, que propicia ternura y alegría en correspondencia.” (p.11)
El autor destaca que el otro de la amistad funciona como un objeto interno (Kancyper, 2014) resultante de procesos identificatorios y desidentificatorios de los otros de la endogamia. En otras publicaciones, y en concordancia con Kancyper, he mencionado que las complejas tareas psíquicas a las que es convocado el adolescente a partir de la metamorfosis puberal hacen necesaria la participación de otros semejantes en una trama intersubjetiva como estructura complejizante (Fischer, 2024), siendo esta última un reservorio identificatorio estructurante y un requisito ineludible para las operaciones de desasimiento de la autoridad parental (Freud, 1905) y la salida exogámica. De esta manera estos otros de la amistad funcionan como una terceridad que cada adolescente encuentra tanto en el espacio de la presencialidad como de la virtualidad tan característica de nuestro tiempo.
Como mencioné previamente, las adolescencias contemporáneas circulan fluidamente en los medios digitales; y en relación a ello quienes fueron convocados para indagar la categoría de intimidad en la encuesta también establecieron referencias respecto de la experiencia de lo íntimo en torno al par virtualidad – presencialidad en el encuentro con otros.
Estas fueron sus respuestas:
- Preferencia por la Intimidad Presencial: El 34% prefiere la intimidad en encuentros cara a cara, ya que permite una conexión más genuina y la lectura de señales no verbales, algo que consideran esencial para compartir aspectos vinculados a sus pensamientos y emociones.
- Diferencias en la Experiencia de Intimidad en el espacio de lo virtual y presencial: Un 28% mencionó que existen diferencias claras entre la intimidad en línea y la presencial. En la virtualidad, la falta de contacto físico y la interacción mediada por pantallas crean una experiencia diferente, muchas veces percibida como menos auténtica o profunda.
- Confianza y Seguridad en Intimidad Virtual: Un 19% señaló que en la virtualidad pueden sentirse más seguros para compartir detalles íntimos (mensajes de whatsapp o mensajes de otras plataformas) ya que la distancia y la falta de presencia física pueden reducir la percepción de rechazo o juicio inmediato.
Estas indagaciones permiten inferir que aunque en la actualidad haya una fuerte impronta del privilegio de la imagen (Sibilia, 2010) en las producciones de subjetividad, y lo digital se haya configurado como un espacio de escritura de la existencia (Rodulfo, 2013) subvirtiendo ciertos aspectos de la espacialidad (adentro-afuera) y la propiedad (público-privado) en lo que fue denominado por Sibilia como prácticas confesionales (p.15) como modo de exhibir lo íntimo, pareciera que los colectivos adolescentes han redefinido cierta porción de lo que en la modernidad era pensado como íntimo dejando explicitado que la experiencia de la intimidad se focaliza fundamentalmente en una experiencia en el registro de lo decible al otro o a sí mismo.
La intimidad quedaría ligada, entonces, a aquello más propio e interior de la esfera del pensar y sentir, que es compartible mediante las representaciones de palabra al interior de un vínculo de confianza en el que la amistad encuentra un lugar privilegiado. La publicación de imágenes en redes sociales, de modo voluntario, de aspectos de la vida cotidiana parecerían no ingresar en el terreno de la exhibición de lo íntimo para una gran porción del colectivo adolescente estudiado.
De esto se desprende la posibilidad de continuar indagando acerca de la subversión de la categoría de intimidad que parece habitar nuestro tiempo, así como reflexionar si lo que se da a ver en el espacio de lo digital representa exclusivamente, como inicialmente fue enunciado, un retorno del polimorfismo sexual infantil al modo de un espectáculo caracterizado por el exhibicionismo narcisista o si más bien coexisten nuevos modos y discursos necesarios a tener en cuenta para cartografiar la intimidad siglo XXI.