NÚMERO 23 | Mayo 2021

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Entrevista a Stella Maris Grisolía | Valeria Pegoraro

En esta entrevista Stella Maris Grisolía cuenta el camino que fue recorriendo en su formación como analista, y comparte su pasión por la fotografía en la que atrapa un instante que sorprende y descubre al mismo tiempo.

Valeria Pegoraro: Gracias por conversar con nosotros. Lo primero que queríamos saber es cómo llegaste a ser analista.

Stella Maris Grisolía: Para contestar eso tengo que remontarme a la niñez. Yo había leído de pequeña un libro que estaba en la biblioteca de mi padre, Anatomía de la Familia de Florencio Escardó, que hablaba de tratar no las anginas, el sarampión o la viruela, sino los temas emocionales de los niños y dije: «Yo quiero eso». Después, ya cuando en el secundario decía que quería seguir Psicología, mis padres se preocuparon por la independencia que pudiese llegar a tener —en ese momento los psicólogos dependían de los psiquiatras—, pero decidí que sí, que quería seguir esa carrera. Di el ingreso que se exigía en ese momento en la Facultad de Psicología y entré. Trabajé en oficinas, mientras estudiaba, e hice la orientación clínica, con lo cual tenía que pedir permiso para ir al Hospital Borda o al de Niños. Me la pasé corriendo y recuperando horas. Posteriormente empecé a hacer selección de personal que, aunque sabía que no era lo que quería, me servía para pagar mi análisis, los cursos y todo eso que necesitaba.

Y, en un momento, a raíz de que estaba atendiendo a una paciente psicótica en domicilio, por lo que también trabajaba con los familiares, se me presentó la oportunidad de ingresar en el Centro de Salud Mental N.º 2 de San Telmo, en el Equipo de Familias. Entonces dejé los trabajos rentados y, con la ayuda de mi esposo, empecé a trabajar con familias y parejas en co-terapia. Fue una experiencia muy interesante porque el equipo se armó cuando retornó la democracia; en esa época solo había equipos de adultos individuales, pero no grupales; también fue difícil porque había situaciones de violencia entre las consultas que teníamos. Era un trabajo ad honorem que dejé cuando estaba embarazada de mi hijo. Me dediqué al ámbito privado o semi-institucional. En ese entonces estaba estudiando en el Centro de Fiorini donde fui alumna, terapeuta y docente hasta que un día decidí profundizar mucho más en el psicoanálisis y elegí a la Escuela (AEAPG) para continuar con la formación que estaba buscando.

VP: ¿Y por qué elegiste la Escuela?

SMG: La elegí por la rigurosidad y la amplitud para cuestiones clínicas y teóricas que había y sigue habiendo. La Escuela es un lugar donde permanentemente estamos aprendiendo, y con respeto, que es algo que veo muy importante. La Escuela siempre estuvo como una contención en todas mis actividades. Participé del Equipo de Familias del Centro Rascovsky y hace más de veinte años que estoy en el Área de Familias y Parejas de la Escuela. Desde el año 2012, también integro el Área de Mediana Edad y Adultos Mayores que coordino desde hace dos años.

VP: Si bien tu experiencia es mucho más amplia, has presentado artículos sobre el trabajo con adultos mayores, ¿qué te convoca dedicarte a ellos?

SMG: En realidad el Área de Mediana Edad y Adultos Mayores me buscó y me encontró. Raquel Szlajen me convocó para refundar el Área. Me gustó mucho la tarea y también cómo abordamos los diferentes temas.

VP: Ahora sos coordinadora del Área, ¿querés compartir con los lectores cómo trabajan, cuáles son sus ejes?

SMG: Trabajamos con mucha amplitud, teniendo  en cuenta que algunos temas son difíciles: la finitud de la vida o cuestiones corporales que, aunque siempre están —por ejemplo, en la adolescencia— van apareciendo y marcando situaciones que merecen ayuda y dedicación. También trabajamos la partida de los hijos; diferentes duelos por el cuerpo, por los padres que se van enfermando, algunos con enfermedades seniles; los hijos que necesitan un envión para armarse la casa, o cuidar a los nietos. «Entre madres e hijas» fue un tema interesante en donde trabajamos qué les sucede a las hijas adultas con los padres mayores. La jubilación es otro tema que también aparece el tema: ciertos trabajos se terminan, pero se abren otros, se abren otras posibilidades.

La amplitud es muy importante para nosotros. Hay gente que concurre al área sin conocer el tema o con otras perspectivas, o que alguna época trabajó con adolescentes y ahora desea trabajar con adultos mayores porque su población de pacientes tiene que ver con esa edad y quiere formarse. Leemos literatura, vemos cine.

VP: Ya que hablaste de literatura y cine, en los textos que han publicado trabajan los temas con referencias a películas o a novelas…

SMG: Creo que el arte siempre se adelanta a los analistas. El arte como medio de expresión de las emociones, como creatividad. Hace mucho que vengo trabajando en expresión corporal. Ahora también soy alumna de la Asociación Argentina de Arteterapia y así me nutro más de todo eso. Me acuerdo de soldados de Malvinas que cuando pintaban aparecían unas escenas medio dantescas. El Dr. Carlos Caruso  cuenta, en uno de sus libros, que alguno de ellos expresaba: «Yo no sabía que tenía tanto sufrimiento adentro, tanto dolor adentro». Y esto es una de las cosas que rescato. Por eso siempre está el arte y va a seguir estando, porque es una manera de expresión muy importante para el sufrimiento, para el dolor, en la mediana edad, juventud, niñez, adultez mayor, a todas las edades.

VP: Tenés una formación muy amplia, ¿hay alguna escuela psicoanalítica desde la cual trabajás? ¿Querés contar algo de eso?

SMG: En mi formación ha estado la perspectiva más estructural con referentes como  Janine Puget e Isidoro Berenstein; también hice formación sistémica. Pero, en la actualidad, sigo más la línea de Deleuze y de Guattari, saliendo un poco de la estructura, de la historia porque, si bien es sumamente importante y condicionante,  me interesa qué se juega en inmanencia, qué se da en situación con esos pacientes, familia, adulto mayor, pareja… qué se juega en el caso por caso. Es como no ir a buscar, sino encontrar: qué encuentro, con qué nos encontramos analistas-pacientes ahí,  en ese contexto. Picasso decía: «No busco,  encuentro». Lo que busco ahora es que la historia no me condicione tanto, lo tomo en cuenta, pero desde otro lugar.

VP: ¿Creés que algo del trabajo con adultos mayores tuvo que ver en ese cambio?

SMG: Trabajar con adultos mayores y con familias me brindó otra perspectiva. Los adultos mayores tenemos otra manera de mirar la historia, eso es cierto. No se terminó todo, se vivieron ciertas experiencias a lo largo de toda la vida y ahora restan muchas cosas, no todas —como nunca están todas, la castración existe—. Y la historia es como una gran ayuda, pero no como determinante. Quizás de joven tenía otra mirada, pero cambió, a lo largo del tiempo fue cambiando. Es así, vamos cambiando.

VP: Con relación a la actualidad, con la pandemia, ¿en tu trabajo o en el área, viste cuestiones específicas que tuvieran que ver con problemáticas relacionadas con la cuarentena?

SMG: Con respecto a la cuarentena, observé en adultos mayores mucha responsabilidad, en cuanto al cuidado personal y de los otros; preocupación por hijos y nietos y muchas ganas de verlos. Cuando se fue abriendo, cumplieron con todas la recomendaciones en los encuentros en las plazas, terrazas guardando distancia. Sí observé molestias cuando tenían que pedir permiso para salir al Gobierno de la Ciudad, esto fue ampliamente cuestionado. Pero, al principio, cuando estábamos todos más confinados, cada uno continuó con sus actividades por plataformas digitales: aquel que tenía un coro siguió con el coro; aquel que tenía yoga siguió con yoga.

VP: El eje temático de este número de la Revista es sobre sexualidad(es). ¿Querrías compartir algo de cómo pensás y/o de cómo trabajan en el Área el tema de la sexualidad en la adultez mayor?

SMG: La sexualidad no se termina. Puedo hacer alusión a Elizabeth de Lara que escribió sobre esto: ¿Por qué la sexualidad se va a terminar antes que la vida de su dueño? La sexualidad continúa hasta el fin de la vida. Por supuesto que de otras maneras: no es lo mismo un adulto mayor con artrosis, con problemas de columna a un joven de veinte años que no padece ninguna de estas dolencias. En El amor en tiempos de cólera de Gabriel García Márquez, hay escenas muy bien retratadas. En otras épocas, por ahí, era más censurado; no me estoy refiriendo a cuestiones maníacas, sino a una cierta armonía, a un cierto equilibrio donde dos adultos mayores se encuentran. Hay noviazgos, hay encuentros, hay citas, hay romanticismo.  Los profesionales tratantes tenemos que ser cuidadosos y revisar nuestras propias creencias porque la sexualidad es a toda edad, con más o menos ayuda, con un tiempo distinto, pero se vive porque la persona está viva, entonces ¿por qué se va a privar de eso?

VP: Y, volviendo a la cuarentena, aunque siempre es el caso por caso, ¿te parece que la soledad jugó de un modo particular en los adultos mayores?

SMG: Sí, tiene que ver con el caso por caso, se puede estar solo a los cuarenta. No hablaría de la  vejez como sinónimo de soledad. Estoy pensando en una paciente de ochenta años que la conocen todos en el edificio; además de tener su familia, amigos y pareja, se dedicó a cocinar y entonces ponía en el ascensor una viandita para la vecina de arriba, otra para la de abajo… Si vos me preguntás: ¿estuvo sola? No. ¿Sintió la soledad? No. Sí, es cierto que van falleciendo amigos, conocidos… Es verdad, pero no te puedo decir que la soledad sea una característica.

VP: Yendo a tu recorrido en la clínica, te queríamos preguntar qué mirás cuando ves un paciente por primera vez.

SMG: Veo cómo presenta el sufrimiento. Trabajo con pacientes de distintas edades. Puedo recibir a un joven de veinte años que quiere conocerse, saber algunas cuestiones de sí mismo; otros pacientes que vienen porque tienen alguna problemática orgánica y el médico los envía u otros que dicen: «No doy más con este sufrimiento y necesito trabajarlo». Me dan elementos para ver cómo sigo, cómo los puedo ayudar, cómo crear situaciones distintas con los recursos que ellos tienen y los que yo tengo. Está la palabra, la música, escribir, dibujar, todo esto lo empleo y lo emplean. Es decir, veo cómo presentan el problema y vamos armando conjuntamente el tratamiento, qué va apareciendo y cómo se van implicando en esa tarea terapéutica.

VP: Pareciera que los recursos del arte tienen un lugar importante para vos y mucha presencia en tu trabajo. ¿Quisieras contar algo más sobre eso?

SMG: Me gusta mucho tomar fotos, en los viajes o por la ciudad; no fotos rimbombantes, sino de cosas comunes que se transforman en no tan comunes y que se las envío a amigos, familia, con alguna frase, como una pequeña crónica de viaje. También me gusta  componer historias con música y movimientos. Algunas he presentado, otras no, me divierten muchísimo y divierten. Como te contaba, ahora estoy en arteterapia, pero antes hice expresión corporal. Hemos presentado coreografías contando historias que iban surgiendo de encuentros, desencuentros donde están presentes  la amistad, el amor, los lazos fraternos. En una oportunidad hicimos alguna coreografía con colegas del Centro Rascovsky.

VP: ¿Qué te gusta de sacar fotos?

SMG: ¿Qué cosas me encuentro? Voy por Costanera sur y me encuentro con una estatua de Manu Ginobili o con Gabriela Sabatini y tomo una foto; o pasó un pajarito, le saco una foto y digo: «Miren este pájaro» y se la envío a amigos. O cuando viajo, por ahí, es una fuente… Es como una crónica.

VP: Por último te queríamos preguntar si en la clínica ha habido alguna anécdota o situación que sentís que te haya marcado.

SG: Para mí fue un bautismo de fuego el ingreso al Centro de Salud N.º 2 por la población que se iba presentando. Vi situaciones de una violencia muy particular, alguna también referida a lo que nos pasó antes como país. Valoro mucho esa experiencia.

VP: ¿Algo más que no te hayamos preguntado y quieras contar?

SMG: Sí, un tema que pienso que tenemos que seguir viendo todos los profesionales que trabajamos con adultez mayor son los prejuicios. A veces la miramos desde la perspectiva de nuestra familia o desde algunos casos y es un área que da mucho para hablar. Por ejemplo, podemos pensar que tienen más dificultades con el acceso a la tecnología y no es así, o podemos tener otros prejuicios. No todo es enfermedad. Yo hice atletismo en mi juventud y corría alrededor de una cancha de un club y, si ahora me decís si puedo…, y no, voy caminando.  Hay muchas cosas que se pueden hacer de otra manera. Hay mucho para trabajar. Con frecuencia todos terminamos incluidos en prejuicios.

Deseo agregar a la población en general, de la Escuela o de otros sitios, que si desean acercarse al Área, lo hagan. No es necesaria una experiencia previa en el tema. Revisaremos materiales clínicos, literatura alusiva a los temas y juntos seguiremos formándonos.

VP: Ha sido muy grato escucharte. Muchas gracias por conversar con nosotros.

SMG: Gracias a ustedes por la entrevista, por el interés por el Área.

Comentarios

  1. Me encanto la amorosidad conque trata los temas de adultos mayores la Lic Grisolia y me impactó la riqueza de su trayectoria.
    También su profunda conexión con el arte.

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