“Así, de buena gana olvidamos que
en verdad todo es en nuestra vida azar”.
Freud. Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci, 1910.
Podemos enunciar múltiples escenas donde se plasma lo imprevisto en nuestro quehacer como analistas. Sofi, la nena que le ponía su nombre a las montañas, vino a sesión la tarde de un día en que una situación imprevista había conmocionado a todo el país. Pedro, Mi pobre Angelito, solía poner en juego lo imprevisto trascendiendo la sorpresa que toda interpretación puede suscitar.
La teoría, el encuadre, la interpretación y el contexto ofrecen previsiones e imprevistos.
Queda del lado de la singularidad de cada sesión sostenerse “sin memoria y sin deseo”, con el fin de recibir a un “nuevo paciente” cada semana, y construir enunciados que recojan eso desconocido, así como la compulsión de repetición del paciente, mas no la nuestra, interpretación conocida, “de oficio”.
La muerte de Palinuro en el quinto libro dela Eneida, citada por Bion en distintos textos, presenta poéticamente la compleja situación de impotencia-omnipotencia que puede sobrevolar nuestro quehacer: no parece recomendable confiarnos de la “aparente calma” que atraviesa nuestros consultorios, pero tampoco resulta posible dar por sentado que el timón siempre está en nuestras manos y que los destinos de un análisis están atados sólo a nuestro saber y habilidad como analistas.
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