En septiembre, octubre de 2016, nos convocaron a una reunión el actual Presidente de la Asociación, el licenciado Miguel Tollo, y el Secretario Científico, el licenciado Osvaldo Maltz. Estuvimos presentes Alejandra Cassin, Débora Slonimski y quien les habla. Conversamos sobre la idea de pensar un modo de abrir el espacio de Cultura a la comunidad en general, con eventos realizables en horarios en donde habitualmente la Institución no suele tener sus ocupaciones cotidianas.
Así fue como, en noviembre del año pasado, conformamos este grupo de trabajo al que luego se sumó Marita Auruccio. Fuimos intercambiando ideas, algunas descartadas y otras que fueron tomando forma hasta decidir armar un encuentro mensual los días viernes a las 19.30 durante el primer cuatrimestre, teniendo en cuenta que en cada época, en cada momento de la cultura, hay un discurso que afecta al sujeto y lo atraviesa y es, en la realidad, donde vamos encontrando los diferentes elementos con los que trabajamos como analistas.
Cuando empezamos a pensar cuál sería el tema a trabajar en la primera parte del año, todos coincidimos en que, en la actualidad, la imagen era un elemento privilegiado por sobre la palabra y la reflexión. Así surgieron una catarata de ideas que percibimos y observamos en nuestros consultorios y en la vida cotidiana como ser: la fascinación por la imagen, el concepto de “todo se puede ver y saber”, el desinterés por la alteridad, un marcado deterioro de la vida sexual con predominio de prácticas autoeróticas, los deseos de inmortalidad del yo, etc. De ahí que surgiera el tema propuesto: “Reflejo e impacto del narcisismo en la cultura”
Definimos que en el primer encuentro invitaríamos a Jorge Aranda, artista plástico; en el segundo encuentro, a Osvaldo Quiroga, crítico de teatro y cine; en el tercer encuentro, al humorista Rudy; y para el cuarto encuentro, al director de teatro, actor, dramaturgo y escritor, Cesar Brie.
Todos ellos convocados para que nos brinden sus experiencias y abordajes desde sus especificidades respecto de este tema.
Jorge Aranda nos ha brindado no solo un video donde se lo ve crear un cuadro desde el inicio hasta su culminación, sino que algunas de sus reflexiones fueron: “…Una obra de arte es un material sensible que tiene que ver con algo interno que conecta en una especie de espejo con el otro. Uno empieza a entender este fenómeno a medida que va estudiando, ejerciendo, donde va descubriendo qué le pasa cuando entra en contacto con la materia. Yo solo les puedo trasmitir desde mi experiencia. De adolescente quería ser actor y decía: que trabajo fácil ese, te podes dar un beso con alguien y nadie te cuestiona nada, vas te robas un banco, no pasa nada, total todo es ficticio, todo el mundo hace referencia a tu trabajo y sos una persona conocida y respetada. Si hay alguien que es narcisista es el actor, aunque creo que transcurre para todos. Nosotros crecemos en una sociedad occidental y cristiana donde el precepto es que Dios nos hizo a imagen y semejanza, ¿hay algo más narcisista? Los que practicamos algo del arte cuando nos enfrentamos a crear nos metemos un poco en ese ámbito, nos referenciamos en ese espejo. Podemos construir una realidad nueva que antes no estaba y que es un objeto artístico. En el arte aprendemos que la esencia es el punto y con muchos puntos uno hace una línea y con las líneas uno aprehende a leer los objetos, construye un lenguaje, aprehende palabras, después frases, luego ideas. Nosotros pintamos ideas. Cuando me preguntan a qué te dedicas, en chiste digo: “Yo vendo ilusiones ópticas que transmiten un montón de criterios y de valores que tienen que ver con la mirada que cada uno de nosotros percibe de la realidad y la complementa con algo que tiene que ponerse en evidencia que es un producto, una devolución de eso. Nosotros trabajamos cuando empezamos con algo abstracto, los ojos miran, pero lo que ve es el cerebro, es esa cámara, como la caverna, lo que se refleja desde afuera, se reconstruye ahí, y el artista decodifica eso para que con las imágenes internas que uno va adquiriendo a partir de la experiencia, se vuelquen y se haga una devolución de la realidad. Es como si dijera: esas imágenes, esas sombras son eso para mí, lo transformé y estoy cambiando la manera de leer una obra. No hace falta ser un entendido en el arte, hace falta tener sensibilidad. El arte es me gusta o no me gusta, es lo que le atraviesa a cada uno por lo menos cuando uno se para frente al espejo. El mejor resultado de ese narcisismo es lo anónimo, es lo que va a atravesar sin que lleve nombre, que atraviesa las épocas sin nombre…”
Osvaldo Quiroga quien nos trasmitió, en una charla muy amena, sus ideas respecto al teatro, la mitología y la literatura. Coincidía con que el hecho artístico arma puente, facilita el encuentro con el otro, por lo tanto, es una salida del engrosamiento narcisista.
En el caso de las obras de teatro, no toda obra es en sí un hecho artístico ni propone la posibilidad de encuentro con la alteridad; eso se ve mucho en las obras que son más comerciales.
Quiroga citó el libro El Tocar de Jean Luc Nancy respecto de la obra de Derrida. Y ante la pregunta ¿cómo te toca el arte?, él lo entiende como una fuerza transformadora. Cuando un actor con su actuación te toca, te transforma, uno no es el mismo; eso es lo que logra el arte en sus diversas formas.
Y Rudy, con su exquisito humor, nos narró la primera entrevista que tuvo un psicoanalista con un paciente narcisista enamorado de sí mismo que no sabía si quería un análisis individual o una terapia de pareja, por su yo especular lo cual generaba dudas en el psicoanalista respecto de si debía analizar la problemática inconciente o la vincular, o si debía tratarlo y que otro psicoanalista también lo tratase para separar algo que parecía tan simbiótico o si debía tener en cuenta que, más allá de sus angustias, se trataba de un solo paciente aunque hablaba de sí mismo como pareja. Finalmente tomó una decisión equilibrada, lo trataría, pero como si fuera una pareja. Eso tenía varias ventajas, por un lado sería una forma de invitarlo a que se exprese con todos sus matices, tanto los suyos como los suyos. Podía enfrentarlo y resolver la simbiosis y, a la vez, tratarlo como dos pacientes y por ello podría cobrarles el doble cada sesión. Este último argumento fue decisivamente irrefutable, ningún psicoanalista se opondría al mismo, ni siquiera un supervisor. Está duro el inconciente…
Los humoristas, dijo, somos unos militantes de lo absurdo y de la pregunta. Tanto los humoristas como los psicoanalistas trabajamos con lo que Freud llamó el “Malestar en la cultura”, lo que falla, lo que anda mal, lo que no se entiende.
Nuestro último encuentro, en julio, fue con el director de teatro Cesar Brie, argentino, quien ha trabajado muchos años en Italia y ahora se encuentra en nuestro país presentando varias obras de su autoría: “La voluntad”, “Fui”, “¿Te duele?”, “El viejo príncipe”, entre otras.
Teniendo en cuenta las palabras de un artista plástico, un crítico de teatro y cine, un humorista y escritor sería poco narcisista si en esta mesa no hablo desde el psicoanálisis. Cuando empecé a desarrollar este escrito, llegó a mis manos un libro de Pontalis, psicoanalista que trabajó con Sartre, participó en Seminarios de Lacan, con Laplanche y a pedido de Lagache hizo el Diccionario de Psicoanálisis. Disponer de un vocabulario psicoanalítico no exime de construir un vocabulario privado, un léxico de uso personal. Aquí Pontalis muestra el suyo y nos invita a que cada uno garabatee el propio, el más íntimo.
He extraído dos cuentos breves que aluden al tema que nos convoca, y quisiera compartir con ustedes.
El primero se titula “¿Cómo irse de sí?”, y dice:
En una hoja de papel encontré esto, sacado de alguna revista (no anoté ninguna referencia): “No entiende que le resulte imposible desaparecer. Entiende menos todavía que todas las personas que conoce tengan el poder de aparecer acercándose a ella y desaparecer con total facilidad en cuanto están ausentes. Ella es la única que no consigue desaparecer. Esté donde esté, siempre está consigo misma, cosa que la desespera y la desalienta a un punto que nadie se imagina”.
Lasitud de encontrarnos cada mañana, iguales cuando durante nuestra travesía nocturna, revestimos mil formas, vivimos mil aventuras, tuvimos todas las edades, hicimos desaparecer a nuestros desaparecidos y nuestros muertos. Ese tiempo intermedio entre la luz de la noche y la tan reducida del día, ese tiempo en el que dejo de saber quién soy se borrará rápidamente; frente al espejo, así como me había perdido de vista, brutalmente vuelvo a mí-mismo (moi-meme): “Sos vos, flaco. Eras vos ayer, mañana serás vos.” ¡A quién se le ocurrió decir que el estadio del espejo era jubiloso! El espejo es irónico. Sin amor, sin piedad.
El análisis, el sueño, la escritura y agrego, la pintura, el arte: formas de irse de sí. El análisis, ¿cómo? ¡Si uno habla sólo de sí mismo (soi)! Error: el mi-yo (moi-je) se hace pedazos.
El análisis, el sueño, la escritura: tres movimientos activos que me despegan del mí-mismo (moi-meme). El mi (moi) se pierde, el yo (je) se encuentra (¡lástima el énfasis de la fórmula!)
El segundo cuento se titula: “El nombre de una flor”.
Narcisismo: ¿De dónde viene mi reticencia a usar esa palabra? ¿A usarla para todo como se hace actualmente?
Narcisismo primario, secundario. Normal, patológico. Positivo, negativo. Hipertrofiado, deficiente. Gratificaciones, heridas, restauración, stock, hemorragias narcisistas. Regresión. Envoltorio demasiado poroso, demasiado hermético. Estados, personalidades narcisistas. Autosuficiencia, auto-engendramiento.
Palabras muy pesadas para una flor de corta vida, para un joven inquieto.
Ganas de volver a la fuente, de ir hacia Ovidio, de remontarse aún más lejos ya que Narciso fue primero el nombre de una Flor, antes de designar al desdichado héroe de una fábula… y mucho antes de que el psicoanálisis se apoderara de él.
Una flor melancólica cerca del agua de los manantiales, que se inclina sobre ella, que nace en primavera y que el calor excesivo hace morir. Una flor- es bella, atrae como es ella atraída por el agua-, una flor de perfume denso que favorece la languidez, embota los nervios, produce un efecto narcótico. Una flor fúnebre que sirve de ornamentación en las tumbas. Una flor que fascina a Perséfone, divinidad subterránea, hasta arrastrarla al reino de los muertos. (Mi “ciencia floral” está tomada de un estudio erudito y sutil de Pierre Hadot).
¿Cuál es ese calor excesivo que hace morir la flor? ¿Será para nuestro héroe el calor de los cuerpos humanos, de los cuerpos vivos, de un cuerpo de mujer que se ofrece al abrazo amoroso? ¿Y si esa agua, más que manantial vivo, estuviera estancada, inmóvil y, más que espejo, fuera un reflejo turbio? Narciso busca en vano una imagen estable de sí mismo, una forma que le asegure una identidad pero resulta que no puede asir nada, tocar nada. Se desvanece y muere en ese reflejo sin consistencia. Cree ver un cuerpo y ve menos que una sombra.
Verse es imposible si es verdad que el manantial está siempre en el otro. Y el otro deja de tener existencia cuando es solamente un eco. ¡Ah, ojalá la ninfa Eco se hubiera metamorfoseado en la Zoé de la Gradiva rediviva!
Eros, pequeño dios diabólico, engañó a Narciso, haciéndole creer que era posible amarse a sí mismo, cuando el amor es lo que lleva fuera de sí mismo.
“His Magestic The Baby”: Ilusión retrospectiva. Si alguna vez el niño fue ubicado “en majestad” fue en los ojos de su madre, fue la mirada puesta en él por otros la que lo hizo rey cuando en realidad nunca fue tan dependiente, tan desvalido como en aquel momento.
Cuando Monique, a quien conozco muy bien, entra en la habitación donde estoy y, caminando derecho, se comporta como si no me viera, como si yo no existiera, me siento negado. Más que lastimado, negado. Ni visto, ni oído. Me contengo para no exclamar: ¡Existo!
Sin embargo, ni visto ni oído, puede ser delicioso. Encanto del incógnito. Avanzar, desconocido entre desconocidos. Nadie que nos escudriñe, que nos espere, que nos exija nada. Es calmo y excitante: no soy nada, todo es posible.
Cada uno con su “narcisón” (el término es de De M’Uzan quien agrega maliciosamente que el de los psicoanalistas está particularmente desarrollado, podría haber agregado a los escritores y los actores de teatro, pero es muy obvio). Narcisón: parece el nombre de un órgano. Un órgano muy sensible, nuestra frágil “flor”, a veces secreta, a veces exhibida: “¡Qué Narciso es ése!” ¡Qué rápidos somos para descubrir en los demás su Narcisón, y para desconocer el nuestro!
Un órgano vital, ese narcisón, cuando empieza a confundirse con nuestro ser. Cuando debo rechazar un manuscrito (tarea destinada al lector profesional) y en ese manuscrito presiento que el autor trató de entregarse totalmente, entregar de él lo que no puede mostrar en su vida común y corriente, es mucho más que su producción lo que me niego a recibir, es su ser lo que rechazo. Su flor va a perecer.
Miedo a la intrusión. Y, para algunos, toda intervención del analista es intrusión, penetración, pero su silencio, incomprensión, indiferencia, hostilidad. Toquen mi narcisón y desaparezco, me ahogo. Sólo él me protege. Prohibido desflorarlo. Prohibido, sobre todo, arráncarmelo.
Para la segunda parte del año, el tema elegido ha sido: “El avance de la Ciencia y la Tecnología. Su impacto en la cultura”. El primer encuentro, en septiembre, tendremos el gusto de compartir este evento con el doctor Jorge Schvartzman, médico, psicoanalista, egresado de la Escuela, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autor del libro: Tenemos Internet, Dios no ha muerto. El 13 de octubre, será el segundo encuentro con la licenciada Patricia Alkolombre, especialista en temas de fertilización asistida; y el 10 de noviembre será el último encuentro de este año y estaremos con Marcela Czarny, especialista en Redes Sociales.
¿Porqué este tema? Creo que coincidirán en que es un tema que nos toca a todos no sólo en nuestro desarrollo profesional, sino en los distintos aspectos de la vida.
Hay una frase de Freud en “El porvenir de una ilusión” (1927) que dice: “… Las creaciones de los hombre son frágiles, y la ciencia y la técnica que han edificado pueden emplearse también en su aniquilamiento…”.
Las nuevas tecnologías que pueden ser muy útiles para el conocimiento, por otro lado, estimulan la inmediatez, “el no esperar”. Actualmente la tecnología informática nos bombardea ofreciendo cada vez conexiones más rápidas. Esto influye en la sociedad que va extrapolando también esta modalidad a los vínculos afectivos, a la resolución de conflictos que tienen que resolverse “ya”. Podríamos decir que, con el desarrollo de la tecnología, estamos más comunicados que nunca. Pero ¿esto es así?
Nadie duda que en nuestro tiempo el avance tecnológico ha incidido en forma directa en la sociedad, creando distintas maneras, hay nuevos conceptos que generan cambios en nuestro modo de vida cotidiano. Por ello, hemos invitado a las distintas personas que les mencioné para escuchar y dialogar con ellos, esperando poder contar con la participación de todos y también con la divulgación que puedan realizar cada uno de ustedes de estas actividades nuevas que se desarrollan en la Escuela.
Para finalizar quisiera leerles un extracto que hice de la charla con Rudy donde algo de esto quedó plasmado, y dice así:
Hay una necesidad que se expresa más en las redes sociales, como “cambiaron los tiempos”, “cuando yo era chico tenía en mi casa un disco con una versión de Gardel y una de Julio Sosa que cantaba ‘El día que me quieras’”. Hoy en día, si se graba de nuevo sería: “El día que me aceptes en Facebook” y cantaría algo así como: “El día que me aceptes tu foto en mi ventana, se vestirá de fiesta con un emoticón y a todos su mensaje dirá que sos mi amiga; veré si sos soltera o estás en relación. La noche que me aceptes desde el azul de Facebook, las arrobas furiosas nos miraran chatear, y un twiter misterioso dará el mensaje exacto millares de perfiles que verán que eres mi contacto.
Los esperamos.
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