El presente trabajo pretende establecer un diálogo entre algunos escritos freudianos, representados en su última versión por el “Esquema del Psicoanálisis”, con otros conceptos ligados a la práctica del psicoanálisis en la Escuela Inglesa post-kleiniana. Para ello se describe el objeto psicoanalítico bioniano, y se propone leer algunos ejes de la labor propuesta por Freud a la luz de dicho objeto.
Así describe Freud (2003, pp. 173-174) nuestro quehacer en el “Esquema del Psicoanálisis”. Con este texto como telón de fondo formularé algunas cuestiones.
Para comenzar ¿de qué está hecha una sesión psicoanalítica?
Pensada con mis referentes teóricos, enuncio que está hecha de: ideas, sentimientos incluyendo el dolor, asociaciones e interpretaciones, modos específicos de producir y escuchar enunciados, conflictos y movimientos de avance, retroceso e impasse. Estos elementos entran en escena en forma compleja, en un encuentro atravesado por los dominios del sentido, el mito y la pasión, extensiones que caracterizan al objeto psicoanalítico. Es decir, que lo visto, oído, olido o palpado será referido a un modelo con determinaciones inconscientes en el marco del vínculo transferencial. Enunciados, mitos y transferencia entran en juego para producir una experiencia singular que llamamos sesión de psicoanálisis.
I. Enunciados. Más allá de hacer conciente lo inconciente. De la fantasía a las transformaciones. El dominio del sentido.
Habitamos un mundo donde la represión no es siempre la acción predominante sobre el psiquismo. Conciente e inconciente se producen en un proceso continuo, donde construir inconciente tiene un lugar importante como salida del pensamiento concreto y de la conducta adaptativa sin pasión ni conflicto, donde el cuerpo habla. Es decir, que hay jurisdicciones perdidas, pero también otras a construir.
Tomo la teoría de las transformaciones propuesta por Bion (1972 [1965]) como un modo de adecuar los métodos tradicionales de observación, notación, atención e indagación a los diversos paradigmas actuales, que incluyen: la incertidumbre, la realidad como construcción, la plausibilidad de las hipótesis, la complejidad.
Si entendemos un enunciado como una transformación que representa una experiencia, se puede pensar el diálogo analítico como ciclos de transformaciones correspondientes a analista T(a) y paciente T(p), en los que el producto final que produce uno funciona como origen de un nuevo ciclo de transformaciones para el otro.
Cada transformación incluye invariantes y variables. Las variables son los sueños, enunciados, acciones o fantasías vertidas en la sesión, es decir, las asociaciones e interpretaciones. Las invariantes conforman el sistema de creencias, objetos internos, y modos de operar en virtud de los cuales la transformación se realiza.
La interpretación, en tanto no halla ni devela una verdad definitiva, describe, señala, buscando identificar las invariantes del paciente que nos llevan al origen de la transformación del paciente. Se trata de una interpretación no saturada, abierta a un nuevo ciclo de transformaciones. Entonces, el imperio de las jurisdicciones perdidas se iniciaría con el reconocimiento de las invariantes, con su mayor o menor grado de distorsión sobre la experiencia.
Nosotros, como analistas, usamos nuestras propias invariantes: nuestra historia personal, atravesada por el análisis personal y nuestra propia teoría psicoanalítica. Estos serían nuestros saberes, dinámicos y complejos.
II. Dimensión de mito, o la posibilidad de interrogarse
La tensión que se manifiesta entre deseos y prohibiciones —con los sentimientos e ideas concomitantes— queda expresada por los personajes o asociaciones que entran en acuerdo u oposición en los mitos.
Bion (1988 [1963]) dice que el mito, por su forma narrativa, liga diversos componentes de la historia en forma análoga a la fijación de los elementos en un sistema deductivo científico. El mito de Edipo no es sólo contenido, sino continente de la mente. Las funciones ligadas al suceder psíquico estarían representadas por los distintos personajes del mito edípico, organizadores del funcionamiento mental. (Edipo encarna la indagación; la Esfinge, la atención y la curiosidad del hombre dirigida hacia sí mismo; Tiresias, la resistencia, etc.). En esta versión ampliada del Complejo de Edipo, se enfatiza el conflicto entre saber y no saber. Resumo la versión ampliada en estos puntos centrales del mito:
El pronunciamiento del Oráculo de Delfos, la advertencia de Tiresias, el enigma de la Esfinge, la arrogancia de Edipo al llevar adelante la investigación, la peste que azota a Tebas, los suicidios de la Esfinge y Yocasta, el enceguecimiento y exilio de Edipo, El asesinato del Rey.
El problema del conocimiento no alcanza sólo al paciente. Está en nosotros, como analistas, mantener una actitud crítica respecto de nuestra posición, ya que podemos funcionar como un Super Yo que plantea interrogantes amenazantes al modo de la Esfinge; podemos formular anuncios oraculares marcando un destino inexorable para una sesión o para un paciente; o podemos seguir a Tiresias, sosteniendo teorías que obturan el conocimiento, pero calman la ansiedad.
El Complejo edípico define en esta versión ampliada dos tipos de conflicto para el paciente:
- El de la neurosis: entre un grupo de ideas y otro, o un grupo de impulsos y otros, es decir, entre Edipo y Layo.
- El de la psicosis: entre conocer y des-conocer, es decir, entre Tiresias y Edipo. Tiresias, siguiendo la lógica de la Esfinge, propone que conocer es altamente peligroso.
III. La pasión. El afectarse mutuamente de la transferencia y sus distintas caras.
La transferencia convoca y afecta a paciente y analista de distinto modo de acuerdo a sus posiciones. Existe un estado de expectativa por parte del paciente de ser comprendido por otra mente. Existe también la dificultad para soportar el dolor de la comprensión, y la posibilidad de ruptura del pensar.
La transferencia sella el pacto analítico. Algunas de sus caras:
- La transferencia es un juego al que el analista es llamado.
- Movida por el principio de placer o más allá de éste, la transferencia no es sólo repetir para no recordar, sino repetir como un intento de ligar, de transformar en pensamiento un hecho, un sentimiento, una ansiedad: contenidos que buscan un continente, inicialmente la mente del analista.
- Los personajes que se ponen en juego son función del campo analítico y, por lo tanto, se trata de una creación conjunta de analista y paciente. Estos personajes son denominados por el autor Ferro (2002) hologramas afectivos y funcionan como nudos narrativos que articulan la interacción de las mentes de paciente y analista en el campo de la sesión. De acuerdo a este autor, se trataría de una evolución del personaje histórico freudiano y el objeto interno fantasmático kleiniano.
Dice Meltzer: “Al igual que el río del filósofo que no puede ser atravesado dos veces, el campo está en flujo continuo, ofreciendo a la mente del sujeto un espectro infinito de elección”. (Meltzer, 1990, p. 8)
IV. El porvenir de la terapia psicoanalítica o ¿quiénes son nuestros pacientes?
Temas de actualidad referidos al setting, a los sistemas de salud, a la corrupción, a la homoparentalidad, serán tratados por Mónica Favelukes, Miguel Tollo, Marta de Giusti e Inés Gutiérrez en el IX Congreso de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis (FLAPPSIP): «Psicoanálisis. Un mundo en transformación.Teoría, clínica y cultura», en mayo del próximo año.
Hoy nuestras guerras siguen algunos otros caminos:
El medio, la propaganda, las exigencias económicas y sociales, el auge creciente del consumismo, los excluidos sociales, los desvalidos emocionales impulsan un modo de funcionamiento carente de interrogaciones. El pensamiento —dependiente de un funcionamiento de grupo de trabajo en contacto con la realidad— claudica en pos del seguimiento ciego de un líder, personal o encarnado en alguna idea. (Hoy con promesas de felicidad continua, que algunos plantean como funcionales a la hegemonía neoliberal).
Tal vez una cara de la jurisdicción perdida sea el viejo reconocimiento de la realidad psíquica, planteado por la posición depresiva kleiniana, releído hoy como la posibilidad de pasar de un yo objeto de pulsiones, atrapado en la lógica binaria y el placer inmediato (de la posición esquizo-paranoide) a un yo sujeto de la experiencia que piensa sus pensamientos.
Allí yace la posibilidad de pensar los sueños, como en los inicios del Psicoanálisis, teatro generador de significado, acto creativo desde la nube de incertidumbre al hallazgo de un hecho seleccionado y su notación. Será función del análisis que el paciente se disponga a recoger y pensar sus sueños.
La interpretación de los sueños es para mí el fundamento pasado y actual del Psicoanálisis.
Presentaré a continuación distintos sueños que han sido relatados entre 1900 y 2016. Las fechas que están al costado de cada uno han sido cambiadas. Desafío a los lectores a identificar el año que corresponde a cada uno de estos relatos.[1]
Y anoche tuve un sueño, tuve varios, pero el que me acuerdo era que yo estaba en el baño y que no sé si dejaba la canilla abierta y se mojaba el piso y ahí me desperté. | 2006 |
Parecía una película… yo estaba peleando contra vampiros y después iba matando a todos por una calle y tenía tipo colmillos y decía: “Volveré”. Fue muy real el sueño. | 1990 |
¡Ah!, tuve un sueño re bizarro. Estábamos con mi papá y mi mamá poniendo césped sintético en la parte de la pared de la reja y los colectivos, no sé por qué, venían por la vereda. Y yo le decía a mi mamá: “Pero si vienen por la vereda es peligroso quedarnos acá”. Viene un colectivo y choca, y un tipo baja y me pone un arma en la cabeza. | 2016 |
“El Acertijo se había robado del Banco el tesoro con el oro y lo había escondido en las montañas de las costas de X” (se refiere a una ciudad de la provincia de Buenos Aires donde vive parte de su familia y donde en tres semanas se va de vacaciones). “Y nos llamaba Fierro…”
“El Acertijo, y el Guasón y Gatúbela han robado del Banco el Tesoro con el oro. Y dijo el Acertijo que si el tesoro no es encontrado va a poner una bomba”. “¡Vamos, Evelyn!” |
1988 |
Estaba en un vagón de tren con una mujer a la que sólo le veía la espalda, que estaba inclinada hacia la puerta con gran peligro de caer hacia afuera. Yo la sostenía con fuerza, la tomaba del cinturón con una mano, y con la otra escribía una nota para ponerla en la ventana. En la nota escribí: “En este camarote hay un médico ocupado con un paciente, por favor no molestar”. | 1957 |
Soñé que mi papá tenía un accidente. Viajaba en el tren y se produjo un descarrilamiento, los asientos se chocaron entre sí y le aplastaron la cabeza. Entonces lo veo en la cama con una herida en el arco superciliar izquierdo, en forma vertical. Me asombra que mi papá esté postrado en cama porque mi papá ya se murió. Y los ojos están tan claros… | 1900 |
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