ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIA PARA GRADUADOS
Revista
"Psicoanálisis: ayer y hoy"- Nº4
Apego
por
Pía Vernengo
Definición
El
comportamiento de apego se define como toda conducta por la cual un individuo
mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte. Se
caracteriza también por la tendencia a utilizar al cuidador principal como una
base segura, desde la cual explorar los entornos desconocidos, y hacia la cual
retornar como refugio en momentos de alarma.
La amenaza de
pérdida despierta ansiedad, y la pérdida ocasiona pena, tristeza, rabia e ira.
El mantenimiento de estos vínculos de apego es considerado como una fuente de
seguridad que permite tolerar esos sentimientos. El apego es claramente
observable en la preocupación intensa que los niños pequeños muestran, con
respecto a la localización exacta de las figuras parentales, cuando se
encuentran en entornos poco familiares.
Origen,
historia y desarrollo del concepto
Según John Bowlby,
gran exponente y fundador de la teoría del apego, existe una necesidad humana
universal para formar vínculos afectivos estrechos.
Bowlby se interesó
en el tema a partir de la observación de las diferentes perturbaciones
emocionales en niños separados de sus familias. Sus investigaciones lo llevaron
a sostener que la necesidad de entablar vínculos estables con los cuidadores o
personas significativas es una necesidad primaria en la especie humana. Tomó
aportes de diversas disciplinas. Su contacto con los trabajos de Lorenz sobre
la conducta instintiva de patos y gansos en 1951, fue clave. A partir de las
observaciones de primates no humanos, se evidencia que el comportamiento de
apego se da en las crías de casi todas las especies de mamíferos. La regla
general es el mantenimiento de la proximidad por parte de un animal inmaduro a
un adulto preferido, casi siempre la madre. Tal comportamiento, según los
etólogos, tiene gran valor para la supervivencia, ya que brinda protección
contra los depredadores. Para Bowlby, es concebido como una clase particular de
comportamiento, distinto del nutricio y del sexual. Centrado en estos estudios,
entre 1969 y 1980 desarrolló la teoría de apego y pérdida.
El punto central
de la teoría está dado en la postulación de una relación causal entre las
experiencias de un individuo con las figuras significativas (los padres
generalmente), y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos.
Nociones como ansiedad de separación y disposición básica del ser humano ante
la amenaza de pérdida, tienen especial relevancia.
Sus observaciones
de situaciones de separación prolongada, le permitieron clasificar la reacción
de los niños en sucesivas etapas: 1) etapa inicial de protesta, caracterizada
por una preocupación marcada acerca de la ubicación de la figura de apego, que
se expresaba en llamadas esperanzadas y llanto. 2) Al cabo de unos días, los
niños que continuaban separados atravesaban una fase de desesperación;
aparentemente todavía preocupados por el progenitor perdido; mostraban llanto
débil y paulatinamente más desesperanza. 3) Etapa de desapego: con el
transcurrir del tiempo los niños se volvían apáticos y retiraban todo interés
aparente por el entorno. Comenzaban, igualmente, a fijarse en el entorno
inmediato, incluyendo las enfermeras y los otros niños. Los niños que llegaban
a este estado, ignoraban y evitaban activamente la figura de apego primaria al
llegar el momento de un eventual reencuentro, y algunos parecían no poder
recordarla.
La teoría incluye
conceptos del psicoanálisis, tales como el de medio ambiente facilitador de
Winnicott. También incorporó conceptos de la psicología cognitiva; en el
sentido que el individuo desarrolla dentro de sí modelos prácticos que
representan rasgos del mundo y de sí. Buscaba así diferenciarse de conceptos
como "objeto interiorizado", al que consideraba ambiguo. Sostenía que
la modalidad de apego influye tanto en la forma de vincularse, como en los
tipos de pensamientos, sentimientos y recuerdos.
En el desarrollo
de la personalidad se consideran dos tipos de influencias: el primero se
relaciona con la presencia o ausencia de una figura confiable quien proporciona
la base segura al niño; y el segundo se refiere a la capacidad del individuo de
reconocer cuando otra persona es digna de confianza (factores internos). Un buen
apego incluye dos aspectos: base segura y exploración. La principal variable se
concentra sobre la capacidad de los padres para proporcionar al niño una base
segura, y la de animarlo a explorar a partir de ellos.
El ser humano no
nace con la capacidad de regular sus reacciones emocionales. Necesita de un
sistema regulador diádico, en el que las señales del niño sobre sus estados
sean entendidas y respondidas por sus figuras significativas, lo que le
permitirá alcanzar así la regulación de esos estados. Sus experiencias pasadas
con la madre, por ejemplo, son incorporadas en sus modelos representacionales,
a los cuales Bowlby (1973) denominó Modelos de Funcionamiento Interno (internal
working models).
En esta teoría, un
concepto clave es el de sistema conductual, el cual supone una organización
homeostática para asegurar que una determinada medida se mantenga dentro de
límites adecuados. Es decir, la conducta de apego se organiza por medio de un
sistema de control, análogo a los sistemas de control fisiológico que mantienen
dentro de ciertos limites las medidas fisiológicas (como la presión sanguínea).
Así, el sistema de control del apego mantiene el equilibrio entre
cercanía-distancia respecto de la figura de apego.
El sistema de
apego, cuyo objetivo es la experiencia de seguridad, es un regulador de la
experiencia emocional. Para Bowlby, la presencia de un sistema de control del
apego y su conexión con los modelos operantes del sí mismo, modelos de
funcionamiento interno, y de las figuras de apego, constituyen características
centrales del funcionamiento de la personalidad.
La salud estará
relacionada con la capacidad del individuo de reconocer figuras adecuadas para
darle una base segura, y su capacidad para colaborar en el establecimiento de
una relación mutuamente gratificante.
Los trabajos de
Mary Ainsworth (1978) tuvieron un papel central en el desarrollo de la
investigación del apego. Sus observaciones e investigaciones sobre la
interacción entre la madre y el infante en los hogares de Kampala, Uganda, y de
Baltimore, Maryland, le permitieron diseñar el procedimiento de laboratorio
conocido como la situación extraña, donde se observaban las respuestas del
infante frente a separaciones muy breves de uno de los padres, y sus
posteriores reuniones. Identificó así tres patrones organizados de respuestas
infantiles: seguro, ansioso/evitativo, y ansioso/resistente (ambivalente), los
cuales se relacionan con diferentes tipos de apego.
El apego seguro se
caracteriza porque aparece ansiedad frente a la separación, y reaseguramiento
al volver a encontrarse con la madre. Supone un modelo de funcionamiento
interno de confianza en el cuidador. El apego ansioso/evitativo muestra poca
ansiedad durante la separación y un claro desinterés en el posterior
reencuentro con la madre; se relaciona con una desconfianza en la
disponibilidad del cuidador. En la categoría ansioso/resistente, el niño
muestra ansiedad de separación, pero no se tranquiliza al reunirse con la
madre. Son niños que muestran limitada exploración y juego, tienden a ser
altamente perturbados por la separación, y tienen dificultad en reponerse
después. La presencia de la madre y sus intentos de calmarlo fracasan en
reasegurarlo, y la ansiedad del infante y la rabia parecen impedir que obtengan
alivio con la proximidad de la madre.
Se encontró que la
organización segura guardaba relación con la sensibilidad de la madre a las
señales del infante, mientras que las dos formas de organización de apego
inseguro/indiferente-evitativo y el abiertamente ansioso ambivalente/resistente
estaban relacionadas, respectivamente, con rechazo materno y falta de
predictibilidad de la madre.
Para Bowlby, los
patrones de apego se mantienen a lo largo del tiempo, es decir que los
"modelos de funcionamiento interno" del self y de los otros
proveen prototipos para todas las relaciones ulteriores, siendo relativamente
estables a lo largo del ciclo vital.
Los trabajos de
Mary Main (1985) se ocuparon posteriormente en correlacionar la conducta del
niño en la Situación Extraña con el discurso de los padres. Desarrolló
mediciones y construcciones teóricas, basándose en las narrativas de padres y
madres sobre sus experiencias relacionales. Main describió tres tipos de apego
del adulto: seguro/autónomo, inseguro/desentendido (despreocupado) e inseguro/preocupado.
La clasificación del apego se basó en la cualidad de los relatos parentales,
dando más importancia a los patrones de pensamiento, recuerdos y relatos acerca
de relaciones pasadas, que a sus contenidos específicos. Mientras que las
personas clasificadas como seguras integran coherentemente sus recuerdos en una
narración con sentido, las personas inseguras presentan dificultades en
integrar las memorias de las experiencias con el significado de las mismas; y
los desentendidos tienden a negar recuerdos, idealizando o minimizándolos.
Poniendo el
énfasis en el concepto de Bowlby de "modelos internos de
funcionamiento" de las figuras de apego, Main estableció que la
adquisición de la capacidad de mentalizar es parte de un proceso intersubjetivo
entre el infante y sus figuras significativas. Éstos pueden facilitar la
creación de modelos mentalizantes. Un cuidador reflexivo incrementa la
probabilidad del apego seguro del niño, el cual, a su vez, facilita el
desarrollo de la capacidad de mentalizar. Es decir, considera que la armonía en
la relación madre-niño contribuye a la emergencia del pensamiento simbólico.
En la Entrevista
de Apego del Adulto (AAI), elaborada por Main, se busca, sobre todo, clasificar
el estado mental del sujeto en cuanto a sus vínculos. Los resultados han
mostrado que la calidad de la descripción narrativa de una madre sobre sus
propias experiencias de apego temprano está fuertemente asociada con la
clasificación de apego de su hijo.
Esto dio pie a
numerosas investigaciones. Entre ellas, las de Peter Fonagy, quien ha centrado
sus investigaciones y desarrollos en la relación entre apego seguro y capacidad
de mentalización o función reflexiva. Fonagy describe la mentalización como la
capacidad para la representación mental del funcionamiento psicológico del self
y del otro, en términos de estados mentales. Diversas investigaciones empíricas
han correlacionado un apego seguro con la función reflexiva, o sea, que es
necesaria la presencia de una figura parental que pueda pensar sobre la
experiencia mental del niño.
Para Fonagy
(1998), la función reflexiva es un logro intrapsíquico e interpersonal, la cual
surge en el contexto de una relación de apego seguro. El reconocimiento materno
de los deseos del niño, de sus sentimientos e intenciones, le permitirá luego a
éste dar sentido a los propios sentimientos y conductas, así como a las de los
otros. Es de esta forma que se logra regular la propia experiencia afectiva y
se llega a conocer lo que ocurre en la mente de los otros. La capacidad de una
madre para la función reflexiva guarda relación con su capacidad para regular,
modular y simbolizar la experiencia afectiva, lo cual le permitirá a su vez
contener y vincularse con la expresión afectiva de su hijo. Los fallos maternos
en delimitar y contener la experiencia afectiva del niño acarrean en éste
fallas de regulación e integración, que tienen consecuencias en la formación de
su self.
El apego seguro
incrementa el desarrollo de la seguridad interna, de la autovalía y de la
autonomía.
Teoría del
apego y psicoanálisis
La intención de
Bowlby fue desarrollar una variante de la teoría de las relaciones objetales.
En su momento, tanto los discípulos de Melanie Klein como los de Anna Freud lo
criticaron pues consideraban su teoría como no dinámica y reduccionista por
privilegiar los aspectos evolutivos a los simbólicos.
Tanto el
psicoanálisis como la teoría del apego sostienen que la sensibilidad materna
desempeña un papel decisivo en el desarrollo de la psique. Algunas de las
diferencias fueron señaladas por el mismo Bowlby. Entre éstas, la importancia
que él le da al entorno familiar-extraño. La teoría del apego subraya el papel
del ambiente en el origen de enfermedades mentales. Encontramos como pieza
fundamental el papel desempañado por los progenitores o cuidadores. Estos
planteos coinciden con las teorizaciones de varios autores como Winnicott y
Bion acerca de la función materna. Encontramos similitudes con otros conceptos
como madre suficientemente buena (Winnicott), dependencia madura (Fairbain),
introyección de objeto bueno (Klein), confianza básica (Erikson).
R. Spitz (1965)
realizó grandes aportes acerca de las consecuencias de la deprivación materna
(depresión anaclítica y marasmo), en sus estudios sobre el primer año de vida,
basados en la observación directa de infantes.
También cobran
interés en esta línea los conceptos de instinto de aferramiento y de unidad
dual, elaborados ya en los años cuarenta por Imre Hermann, discípulo de
Ferenczi, los cuales hacen referencia a la relación madre-hijo y a su papel en
la estructuración psíquica, en los primeros tiempos de la vida.
Para Bowlby, la
tendencia a vincularse a otro es primaria, y no una pulsión secundaria,
constituida a partir de la satisfacción de las necesidades orales. Las teorías
más tradicionales sostienen que un niño entabla una relación estrecha con su
madre porque ésta lo alimenta. También busca diferenciarse, al sustituir los
conceptos de dependencia por los de apego, confianza y autoconfianza, ya que
considera que el término "dependencia" tiene connotación negativa, y
está más ligado al objeto.
Quizás las mayores
diferencias con los enfoques más tradicionales del psicoanálisis estribe en que
Bowlby no tomó los conceptos de etapas psicosexuales y de fijación, utilizando
conceptos tales como sistema de control y vía evolutiva, términos éstos más
comunes en las ciencias biológicas. Y además se apoyó en los conceptos de la
teoría de la mente (de la psicología cognitiva) con el propósito de aportar
precisión a los procesos internos descriptos por el psicoanálisis.
La teoría del
apego ha seguido una tradición próxima a la psicología experimental, lo que ha
llevado quizás a marcar cierta diferencia en la construcción de las
conceptualizaciones. Ya que no es hecho a partir de la reconstrucción
retrospectiva con un paciente, sino a través de la observación directa de niños
en determinadas situaciones. Esto quizás ha contribuido en la impresión de que
los teóricos del apego consideran las categorías de apego sin tener en cuenta
los procesos psíquicos que subyacen a dichos comportamientos. Por partir de la
observación de la conducta, algunos teóricos lo han emparentado con el
conductismo. Bowlby considera que la inclusión de modelos de representación del
sí mismo y de las figuras de apego, los cuales implican modelos de
funcionamiento interno, semejantes a los postulados por la teoría
psicoanalítica, diferencia claramente esta teoría del conductismo.
Stern (1990), en
sus investigaciones y desarrollos en primera infancia, ha tomado los aportes de
la teoría del apego poniendo énfasis principalmente en que el apego constituye
también un modo de ver la experiencia subjetiva del infante en relación con un
modelo de vínculo con la madre, acentuando en sus conceptualizaciones el
sentido subjetivo del sí mismo como principio organizador del desarrollo.
La clínica
desde la teoría del apego
La clínica desde
esta teoría apunta a que el paciente revise sus experiencias de apego, buscando
en primer lugar detectar el patrón típico de apego del paciente, cómo se relaciona
en general y con el terapeuta. Se examinan también los sucesos importantes de
su vida, sobre todo las separaciones y los encuentros, los duelos.
Bowlby clasifica
las funciones del analista de la siguiente manera:
- Proporcionar una base segura a partir de la cual el
paciente pueda explorarse a sí mismo y sus relaciones. Es decir, establecer un
vínculo confiable.
- Realizar con el paciente las exploraciones sobre sus
relaciones interpersonales.
- Señalar la manera en que éste tiende a
"construir" sus sentimientos, sus expectativas en los vínculos,
predicciones y consecuencias de las mismas.
- Relacionar sus modos de vincularse, incluso con el
terapeuta, con experiencia de la vida real que tuvo con figuras de apego, y así
arrojar comprensión sobre sus relaciones actuales.
- En la práctica, todas estas funciones se realizan
simultáneamente.
El vínculo
terapeuta-paciente, como confiable, tiene un papel central en el proceso
terapéutico. Bowlby considera que la actitud empática del terapeuta puede
producir modificaciones en los Modelos de Funcionamiento Interno. El objetivo
central es ayudar a revisar al paciente los modelos representacionales de sí
mismo y de sus figuras de apego, los cuales rigen actualmente sus percepciones,
predicciones y actos.
Esto es
concordante con gran parte de los objetivos terapéuticos psicoanalíticos. Se
puede decir que, en cierta forma, analizar los patrones de apego va ligado a un
análisis de la transferencia, ya que los modelos de apego se reflejarán en
ésta.
El análisis minucioso
sobre los primeros años de vida aportado por los teóricos del apego ha sido de
gran valor a los clínicos, tanto en el trabajo con niños como con adultos. En
las últimas décadas, diversos autores se han dedicado a reflejar los puntos en
común y de enriquecimiento entre los conceptos psicoanalíticos básicos y la
teoría del apego.
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