ASOCIACIÓN ESCUELA ARGENTINA
DE PSICOTERAPIA PARA GRADUADOS
Revista "Psicoanálisis: ayer y hoy"- Nº3
por Rubén Zukerfeld
1.
DEFINICIONES
1.1.
Desde el punto de vista psicoanalítico definimos el constructo vulnerabilidad
como el predominio y ulterior cristalización del modo de funcionamiento
psíquico propio del inconsciente escindido -es decir de lo irrepresentable-,
cuyas manifestaciones se expresan clínicamente en el déficit de la actividad
fantasmática, en la precariedad de recursos del yo para afrontar sucesos
vitales, y por la tendencia al acto-descarga comportamental y/o somático.
1.2.
Modelo general
Esta
cristalización es correlativa a la magnitud de los sucesos traumáticos, al
déficit en la función de sostén del objeto y a las características de la
calidad de vida del sujeto, generando un potencial inespecífico para el
desarrollo de patología. La producción de la misma depende además de factores
biológicos (genéticos, congénitos y adquiridos precozmente), de los ideales
culturales dominantes (v.g. eficientismo, inmediatez, cambio corporal)
que ofertan distintas soluciones para las manifestaciones deficitarias del
sujeto y de la posibilidad de desarrollar conductas saludables asociadas a la
calidad de vida. Cuando la enfermedad se constituye, actúa en forma recursiva
transformándose a su vez en factor traumático, alterando los vínculos
preexistentes y la calidad de vida. La vulnerabilidad es uno de los cuatro
vectores patogénicos, y, en los modelos biopsicosociales, corresponde a lo
"psíquico" en un eje diacrónico, mientras los ideales culturales y
los comportamientos saludables corresponden a lo "social" en un eje
sincrónico (véase Figura 1).
1.3.
Modelo categorial
La
introducción de este constructo en la teoría permite, en la clínica, una
revisión de las categorías sano/enfermo reformuladas ahora en términos de
cuatro tipos: sujetos vulnerables-sintomáticos (VS), vulnerables-asintomáticos
(VA), no vulnerables-sintomáticos (NVS), y no vulnerables-asintomáticos (NVA).
Es importante aclarar aquí que el sentido del término "sintomático"
alude a síntomas y signos que se explican médicamente.1
1.3.1.
El VS es un sujeto que padece una enfermedad para la medicina, en el que puede
describirse el funcionamiento que hemos caracterizado anteriormente como
vulnerable. Sería, para las clasificaciones tradicionales, el "enfermo
psicosomático", sin importar para esta caracterización el tipo de enfermedad
diagnosticada por la medicina. Existe una enfermedad y existe un enfermo que el
psicoanálisis actual caracteriza como tal por el predominio y la cristalización
de un modo de funcionamiento psíquico.
1.3.2.
El VA es una condición que desde la perspectiva médica no tiene enfermedad pero
presenta los factores que se describen como de riesgo (ansiedad difusa
,depresión esencial, alexitimia, sobreadaptación), los cuales integran el
constructo vulnerabilidad. No hay enfermedad pero entendemos que para un
psicoanalista habría un enfermo.
1.3.3.
El NVS es la manera de darle nombre, en esta categorización discreta, a la
existencia de fluidez de funcionamiento psíquico en sujetos con diagnóstico
médico. Aquí habría una enfermedad y no estrictamente un "enfermo
psicosomático", ya que no predomina en ellos el funcionamiento psíquico
que los caracteriza.
1.3.4.
Pero también existen sujetos que la medicina define como sanos y que en la
clasificación categorial descripta corresponden a los NVA. Existe fluidez de
funcionamiento psíquico y ausencia de síntomas médicos independientemente de la
presencia o no de síntomas neuróticos.
1.4.
Modelo dimensional
Otra
perspectiva consiste en plantear una continuidad entre diversos grados de
vulnerabilidad que pueden aumentar, disminuir e incluso transformarse en su
condición opuesta: la resiliencia.2 El gradiente que va de una a
otra se define en tres ejes: funcionamiento mental, recursos del yo y vínculos
intersubjetivos.
1.4.1.
Funcionamiento psíquico
El
funcionamiento de riesgo corresponde clínicamente a lo que la Escuela
Psicosomática de París llama escasa o incierta mentalización y define en
términos de vida operatoria, depresión esencial y/o alexitimia. Cierto
solapamiento de estos factores permite hablar en términos de un funcionamiento
global que definimos como de predominio de lo inconsciente escindido,
predominio que puede culminar en una cristalización. En estas condiciones, las
respuestas del sujeto a lo que genéricamente se conocen como factores de estrés
son comportamentales y/o somáticas, lo que en otro nivel se conoce como flight,
fight, o freeze, respuestas del orden de la angustia automática,
es decir, de la imposibilidad de ligadura representacional.3 En
sentido inverso, la riqueza de la vida fantasmática y la complejidad y fluidez
del preconciente -como describen Marty et al.- implican procesamientos
que, cuando predominan, constituyen un funcionamiento inconsciente protector,
dando la posibilidad de respuestas mentalizadas que son posibles de describir
con una cuarta f en el idioma inglés (find the way). Este
funcionamiento protector -que disminuye la respuesta somática- deviene, además,
en transformador, pues puede modificar la realidad adversa en relación con la
fluidez de sus dinamismos (pasaje de vulnerabilidad a resiliencia).
1.4.2.
Recursos del yo
Los
recursos del yo definen la manera en que un sujeto evalúa y responde a los
sucesos vitales, y las características de estas respuestas influyen en su
condición de más vulnerable o más resiliente. Se trata de los mecanismos de
defensa y de afrontamiento4 que son teóricamente diferenciables,
pero, como señalan Varela y Bernardi (2001) citando a Vaillant, "las
defensas afrontan y el afrontamiento defiende". Incluso estos autores
señalan que los mecanismos de defensa pueden ser indicadores de psicopatología
pero también tienen aspectos saludables, y, en realidad, las defensas y el coping
pueden ser considerados como procesos diferenciados dentro del fenómeno más
vasto de la adaptación. Cuanto más inadecuados (cristalizados, estereotipados)
son estos mecanismos adaptativos, mayor es la vulnerabilidad.
1.4.3.
Vínculos intersubjetivos
La
clínica y la investigación empírica (estudios sobre apoyo social, estudios
sobre apego) demuestran que la vulnerabilidad puede evolucionar hacia la
resiliencia, es decir, convertirse en funcionamientos transformadores y
afrontamientos adecuados, por acción y efecto de nuevos vínculos y ambientes
facilitadores, de modo que la red vincular y la percepción subjetiva de sostén
es definitoria en el estudio de la vulnerabilidad.
2.
Antecedentes
El
término "vulnerabilidad" proviene del latín vulnus, que
significa herida, y en su uso amplio alude a fragilidad o posibilidad de ser
dañado (por ejemplo, vulnerable al frío). Como noción general es usado como
tendencia o factores de riesgo (por ejemplo, vulnerable a padecer una
enfermedad coronaria, si existe tabaquismo). Los adjetivos a veces aluden al
origen de la vulnerabilidad (por ejemplo, vulnerabilidad social) y otras veces,
como en el caso del constructo vulnerabilidad somática, al lugar donde ésta se
manifiesta. Es un término muy usado en psicología de la salud, en psicología
cognitiva y en psiconeuroinmunoendocrinología. En la historia del
psicoanálisis, esta noción es parte del concepto de "disposición"
dentro de las series complementarias freudianas. Todos los autores que se han
ocupado del vínculo temprano han desarrollado ideas al respecto, pero el uso
más específico de la noción de vulnerabilidad aparece en las investigaciones de
Marty. Este autor describe los conceptos de vida operatoria, depresión esencial
y, en general, el problema de la mentalización y sus déficit, base histórica
del constructo vulnerabilidad descripto.
McDougall
(1982) considera que la presencia de alexitimia sería el punto de partida de la
vulnerabilidad somática en un psiquismo que sólo cuenta con palabras
escindidas, representaciones de cosa sin valencia afectiva, señalando, además,
que la escisión del polo psíquico del polo somático del afecto deja al soma
encargado de resolver el conflicto a través de una solución orgánica,
definiéndose así la vulnerabilidad somática.
3.
Corolarios
3.1.
La noción de "vulnerabilidad somática" puede
reemplazar a la de "psicosomática".
El
constructo vulnerabilidad es claramente diferenciable del de enfermedad: no
todos los sujetos vulnerables enferman ni todos los sujetos enfermos son
vulnerables. De allí cualquier enfermedad puede ser "psicosomática" o
no serla, dependiendo de las características del funcionamiento psíquico del
sujeto.
3.2.
El constructo vulnerabilidad es un articulador
interdisciplinario.
Se
trata de una noción que conjuga desarrollos del psicoanálisis actual con los de
otras disciplinas. Es operacionalizable5 y evaluable, de modo tal que
puede ser utilizada en la actividad clínica y en la investigación sistemática
en la interfase psicoanálisis-ciencias de la salud.
3.3.
La vulnerabilidad es un potencial.
Como
tal se diferencia de la clásica noción de disposición determinista o que alude
a una suerte de tendencia definida, siendo en realidad más una probabilidad que
puede cambiar de signo en determinadas circunstancias asociadas a nuevos
vínculos intersubjetivos y/o nuevos ambientes facilitadores.
BIBLIOGRAFÍA
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—(2001):
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Internacional de Psicoanálisis, IPA, Niza, julio de 2001.
Notas
1
No se refiere a síntoma en el sentido psicoanalítico. En todas las categorías
pueden haber síntomas neuróticos como expresión del funcionamiento coexistente
y universal de lo reprimido-represor.
2
Definida como la capacidad de sobreponerse a la adversidad y transformarla a
partir de la presencia de un vínculo significativo (véase Melillo y
Suárez Ojeda, 2001).
3
Cuando no es agudo sino crónico se asocia a la noción de sobrecarga alostática
de McEwen (1998), en el campo del pscioneuroendocrinología, y a la noción de
"esclavos de la cantidad" de De M'Uzan (1994), en el campo
psicoanalítico.
4
La definición de afrontamiento de Lazarus (1986) se refiere a "esfuerzos
cognitivos y conductuales, constantemente cambiantes y que se desarrollan para
manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como
excedentes o desbordantes de los recursos del sujeto"
5
Hemos desarrollado (Zukerfeld y Zonis Zukerfeld, 1999) una escala (EVS-25) que,
conjuntamente a medidas del sostén de la red vincular, permite establecer
grados de vulnerabilidad.
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